TR AVESÍA ·
IDÍL IC A 15
Es erróneo pensar que las almas de quienes amamos, regresan guiadas simplemente con el olor de los frutos de la tierra y con la luz que ilumina su camino de vuelta a casa. Cada año en los días de Todos Santos y Fieles Difuntos, la fe, la identidad y una promesa de amor es la fórmula que enlaza a quienes han partido con quienes esperamos su retorno cada noviembre.
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TEXTO: José Luis Pérez Cruz
Los que se fueron tomados de la mano de la muerte, también deben estar con el entendimiento del encuentro eterno, que los encamina a llegar al puente de la fe, de las creencias y la generosidad de los pueblos fieles a sus rituales, usos y costumbres. En Oaxaca, cada región tiene sus propias usanzas y formas de convivencia, que llegan desde semanas de antelación con la preparación de lo que vivos y muertos van a degustar: el pan, el chocolate y el mole, así como la siembra de la flor y la fruta criolla en rama.
En los últimos días de octubre y los primeros días de noviembre en algunas casas o en los barrios donde las mujeres todavía tuestan el chile y las especias para preparar el mole negro, se oye la frase: - ¡Ya huele a muertos!. Pero también cuando el clima cambia y aire sopla, otros dicen: - ¡Ya se siente el frío de Muertos! De acuerdo a lo que dicta la cultura de cada familia se montará la ofrenda, impulsada también por lo que brota de la tierra donde nacemos y que nutre esa mesa generosa, y también hasta donde