Letal
Magda Díaz siempre pensó que Alex sería el hombre ideal; su noviazgo de 7 años casi era una predicción del matrimonio perfecto. Fue una boda de ensueño; tiraron la casa por la ventana, al fin y al cabo ¡sólo te casas una vez! Al principio todo era maravilloso; él trabajaba para su hermano en una empresa de transportes, mientras que ella se ocupaba del hogar a la perfección. Pronto llegaron los hijos y las presiones económicas que conllevan, pero Alex era visionario y se independizó. El negocio fue todo un éxito y el dinero dejó de faltar, pero ni el éxito profesional o tener una esposa tan diligente fueron suficientes para Alex quien comenzó a beber con regularidad. Primero, todo se solucionaba si él no manejaba, pero con el tiempo Alex empezó a ponerse necio y ella prefería tomar en taxi antes de subirse al auto con él. Durante una cena de empresarios en la que Alex hacía el ridículo coqueteando descaradamente con una edecán, Magda salió del evento y corrió hasta su casa bajo la lluvia tratando de arrancarse el coraje y la humillación. Cuando llegó a casa, él ya la esperaba sentado en la sala con los ojos inyectados de ira y la mente nublada por el alcohol. Esa fue la primera paliza que le propinó. Sin embargo, ella quiso olvidar el episodio “por los niños” y realmente comenzar de cero. Se acercaba el cumpleaños de Alex y Magda le organizó una fiesta sorpresa, a la cual él nunca llegó, pues se quedó en un bar platicando con una mujer muy joven. Eran las seis de la mañana cuando por fin se presentó a la casa, todavía medio borracho y oliendo a perfume barato. El reclamo de su esposa lo hizo enojar tanto, que el muy cobarde le dejó un ojo morado. El caos se suscitó una tarde que Alex olvidó su celular, donde Magda leyó múltiples mensajes y fotografías de una chica joven y atrevida. Deshecha, se le ocurrió aclararle a la chica que Alex era un hombre casado. Por la noche, se oyeron gritos en el vecindario y los niños salieron a pedir auxilio, pues su papá a mamá la estaba matando. Alex se negaba a divorciarse a pesar de haber embarazado a la jovencita del bar, y cuando Magda decidió enviarle los papeles, él se los fue a regresar en persona sacándola a la calle de los cabellos y pateándola frente a los vecinos. Intervino la policía. Pero el hombre tenía tanto poder que era intocable.