•
Capítulo 14
A IRAVES OH PASO KAHIUNA L
a vida en el Glaciar Kahiltna era tranquila y amigable. -¡Hola! -gritó alguien desde el otro lado del campa mento opuesto al nuestro-. ¿Cómo van las cosas? Nos volvimos y les hicimos señales a los montañistas para que se unieran con nosotros. Los recién llegados, dos hombres que ya andaban en los cincuenta años de vida, se presentaron como el equipo de expedición Peter Pan y nos preguntaron: -¿Recuerdan al personaje de los cuentos de hadas que se negó a crecer? Chuck y yo estamos siguiendo su ejemplo. Todos nos reímos. Pronto supe que Peter era un médi co especialista en cuidados intensivos y Chuck, ingeniero. Bueno, pensé, me hace sentir un poco mejor tener a un médico en la montaña, por si nos pasa algo. Luego recordé los cuentos que había escuchado referentes al encuentro de un pobre tipo atrapado bajo capas y capas de hielo du rante 20 años o más. Quizá tener a un médico no importa
demasiado.
Hablamos con entusiasmo acerca de la buena fortuna de encontrarnos. Sonreí, porque sabía que esta reunión en los agrestes campos de Alaska no era un accidente o una casualidad. Yo sabía que nuestra buena fortuna venía di rectamente de la mano de Dios. El viejo Denali es salvaje, impredecible y tramposo. Pa redes de roca se yerguen directamente al cielo a cientos 755