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Capítulo 21
PRISIONERO DEL MONJE HOOD diferencia del monte McKinley, el peligro del monte Hood no era el frío, sino el calor. Una inesperada honda de calor había fundido la nieve de la cumbre, exponiendo el suelo y las rocas. Durante la parte más fría del día el hielo podía retener las rocas pegadas a la montaña, pero cuando la caprichosa onda cálida aumentaba la temperatura, el hielo se fundía y las rocas podían soltarse y caer por la ladera de la montaña. Llamé a Lisa de nuevo y le comuniqué mi fracaso: -Me dicen que es demasiado peligroso. -Seguiré haciendo la lucha -me aseguró ella-. Estoy segura de que una vez que llegue a Portland, podremos encontrar un guía experimentado en algún lugar que esté dispuesto a escalar la montaña. Lisa se quedaría con su hermano mientras nosotros escaláramos el monte Hood. Esta sería la última vez que nos veríamos antes de volar a Hawaii. -Hey-dimo Whit con una cariñosa palmada. -¿Listo para subir? Asentí, deseé a Lisa un vuelo seguro y seguí a Whit rumbo a la camioneta. -¿Encontraron un guía? - Todavía no -le repuse, y ocupé el lugar del pasajero. Me dolía el pie, me dolía el muñan, me dolía la espalda. Lo último que recuerdo es que estábamos viajando tres horas hacia el sur, rumbo a Portland, para hacer frente a otro inconveniente. Whit me preguntó cuando comenzó a entrar a la carretera:
A
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