Octavio Gómez
Estampas de la soledad en la CDMX
SARA PANTOJA
A
la altura del mirador, en el piso 44 de la Torre Latinoamericana, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, el mensaje es muy claro: “Quédate en casa”. Forma parte de una campaña de la Secretaría de Salud (Ssa) presente en todo el país desde hace un mes. Ese exhorto, cuyo propósito es evitar el contagio o por lo menos atenuar los estragos provocados por el coronavirus, ha cambiado notablemente a la Ciudad de México. Hoy ya nada es igual. El bullicio cotidiano de sus más de 9 millones de habitantes quedó en pausa, aun cuando algunos se niegan a acatar la medida. Debajo de la Latino, en la esquina del Eje Central y el corredor peatonal Madero, por donde solían transitar más de 600 mil personas al día y hasta 1 millón en “temporada alta”, ahora apenas una de-
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2268 / 19 DE ABRIL DE 2020
cena camina evitando chocar entre sí. En esa esquina se colocaron cintas y tambos para controlar el acceso a Madero. Un policía resguarda celoso el lugar del Centro Histórico, donde casi todos los comercios están cerrados. El Palacio de Bellas Artes está protegido por vallas metálicas que impiden el acceso a los turistas; lo mismo sucede en la Catedral Metropolitana y en Palacio Nacional. La emergencia sanitaria canceló la ceremonia oficial del izamiento de la bandera. La jornada nacional de Sana Distancia, mediante la cual se recomendó el cierre de escuelas y empresas con actividades “no esenciales” –lo que implicó mandar a los empleados a trabajar a su casa desde el 23 de marzo– cambió radicalmente el rostro de la ciudad. Al poniente de la ciudad, en la carretera por la que circulan todos los días miles de automovilistas procedentes de la zona de Santa Fe que durante las horas pico se
convierte en un inmenso estacionamiento, hoy sólo se observan algunos autos que se desplazan a toda velocidad. Lo mismo sucede en las avenidas Constituyentes y Paseo de la Reforma, en sus cruces con Bosques de las Lomas. Muchos de los residentes de esa colonia optaron por irse a sus casas de campo en otros estados. Ya casi no circulan autos de lujo seguidos por escoltas. En una de sus esquinas, una niña de unos ocho años espera con paciencia a que alguien le compre chicles o mazapanes o un cigarro suelto; la desazón también embarga a un limpiaparabrisas que confía en ganarse unos pesos para comer y llevarle algo a su familia.
Los de a pie El Metro, en el que viajan 5.5 millones de pasajeros por día, ahora sólo recibe en promedio 2.5 millones y, a partir del viernes 17, es obligatorio el uso de cubrebocas