OBSERVATORIO ECLESIAL AÑO 7 * 14 - 20 MAR 2020 * NUM. 344
to en cambiar esta cultura tan arraigada, pero merece la pena intentarlo. Con respecto a los documentos relativos a la gobernanza, dado que durante muchos años fui miembro del personal del CMI, vi cómo cientos de copias de las actas de los Comités Central y Ejecutivo iban a parar a la basura una vez los colegas dejaban sus oficinas.
Además, durante mis primeros años de trabajo en el CMI, no tenía una colección completa de todos estos informes y muy a menudo tuve que ir a la biblioteca a buscar o verificar un texto. La utilización de la versión digital de estos informes contribuirá sin duda a ahorrar papel, pero también ayudará a ahorrar tiempo. (oikoumene.org) 20/03/2020
DOCUMENTOS 72. El coronavirus, la peste bubónica y el reformador Martín Lutero: David Riaño Hace casi 500 años, Martín Lutero tuvo que lidiar con una horrible peste. Así fue como el reformador respondió a la crisis. Sus acciones nos hacen pensar en la forma en la que como creyentes podríamos tratar con el coronavirus. Hoy, en medio de la epidemia del Coronavirus que tiene lugar en China, es muy relevante recordar las meditaciones de Martín Lutero sobre el comportamiento de un cristiano frente a una plaga mortal. Unos meses antes del 10 de agosto de 1527, día en que la peste bubónica golpeó Silesia, el Reverendo Johan Hess, líder de la Reforma en esa ciudad, envió una carta a Wittenberg preguntando a Lutero sobre si un cristiano debería huir de una plaga mortal. Con la presencia de la peste más mortífera de la historia tanto en Silesia como en Wittenberg, Lutero escribe una de sus cartas más apasionantes [1]. La peste bubónica en Wittenberg La peste bubónica fue la pandemia más terrible que ha experimentado la humanidad. La misma bacteria, Yersinia pestis, causó tres grandes brotes a lo largo de la historia: la Plaga Justiniana en la primera mitad del siglo VI, la Peste Negra en la segunda mitad del siglo XIV, y la Tercera Pandemia en la segunda mitad del siglo XIX, y causó muchos brotes pequeños en diferentes ciudades del mundo a lo largo de la historia. Aunque los tres brotes cobraron la vida de muchas personas, el segundo brote fue el más mortífero: se estima que al menos un tercio de la humanidad perdió la vida. En Europa, la plaga borró al 50% de la población solo entre 1346 y 1353. Esta peste afectó directamente a Martín Lutero cuando llegó a Wittenberg en agosto 1527. Junto con Begenhagen y otros dos capellanes, Lutero se quedó en la ciudad por las razones expuestas en su carta, oponiéndose a la orden del príncipe Elector Juan de Sajonia.
Diecisiete días después de la llegada de la peste a Witternberg, había ya 18 muertes. La esposa del alcalde, Tilo Dene, murió casi en manos de Lutero. Su propia esposa estaba embarazada y dos mujeres más estaban enfermas en su casa. Su hijo Hans se negó a comer por tres días. La esposa de Georg Rörer, también embarazada, enfermó y ella y su bebé perdieron la vida. Bugenhagen y su familia se mudaron a la casa de Lutero en busca de consuelo mutuo. Hacia noviembre del mismo año, tiempo por el cual la peste había cobrado muchas vidas tanto en Silesia como Wittenberg desde agosto y estaba ya a punto de acabarse en ambos lugares, Lutero respondió al Reverendo Hess. En su carta abierta de 14 páginas titulada Sobre si se debe huir de una plaga mortal, Martín Lutero trata las dos posiciones que circulaban por el momento: unos decían que un cristiano no tenía razones para huir, mientras que otros decían que sí. Esta carta fue reimpresa en muchos lugares, buscando beneficiar a tanta gente como fuese posible en tiempos de epidemia. El deber de unos con los otros Una idea fundamental en la carta de Lutero es que es posible huir de una peste mortal en desobediencia absoluta. Esto ocurre cuando hay un deber entre personas. En la familia, un hijo no puede huir mientras sus padres necesitan de cuidado, ni tampoco ha de huir un padre dejando a su esposa y a sus hijos. Un pastor debe permanecer para ministrar a sus ovejas, tanto en lo físico como en lo espiritual. Un siervo tiene un deber para con su maestro, y un maestro para con su siervo. También quienes tienen cargos públicos deben permanecer para el cuidado de otros, igual que quienes trabajan en ayudar a los demás, como los médicos. La única excepción es que una persona provea de un reemplazo capacitado para cuidar de aquellos para con quienes tiene un deber. Un médico puede traer a otro que cumpla sus funciones, lo mismo que un gobernante
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