EDICIÓN 1.
JUNIO 2020
@REGIONCINE
15 K
2
REGIÓN CINE
•
JUNIO DE 2020
i l u s t r a c i ó n d e p o rta d a : n e l s o n b e r n a l
4 6 10 12
E D I TO RI A L
El hombre que habla con la gente que hace cine
Caliwood
El país se derrumba y ellos de reumba
Índice 18.
Teatro Olympia
22
Juan Sebastian Aragón Un actor en su propia interpretación
24
14
A través de los ojos de un ANIMADOR
27
16
Se viste de gala
28
CINEMATECA
Érase una vez el Olympia
Luces, cámara, comunidad y acción
b
este mes
¿Que ha sido de la música de nuestro cine? infografía
4 películas colombianas inolvidables
Huida y desarraigo, dos temas viejos en el cine
30
Últimos lanzamientos Mauricio Laurens
32
Cine local,
34
producto de bajo consumo
INTERNATIONAL
MONOS:
a brief review
36
Cinemateca vitual
38
Para niños
Redacción: Ángela Maria Martínez Cruz, Nelson Camilo Bernal Cárdenas, Juanita Camila Castañeda Soto, Luis Fernando Juan Quevedo Torres Jefe de redacción: Sergio Ocampo Madrid Diseño y diagramación: Ángela Maria Martínez Cruz, Nelson Camilo Bernal Cárdenas, Juanita Camila Castañeda Soto, Luis Fernando Juan Quevedo Torres Publicidad: Ángela Maria Martínez Cruz, Nelson Camilo Bernal Cárdenas Director Gráfico: Profesora Paola Albao Director: Nelson Camilo Bernal Cárdenas La opiniones expresadas por los autores no corresponden necesariamente a las de la universidad. Prohíbida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular.
3
Editorial
D
esde la llegada del cinematógrafo a Colombia el medio ha ido creciendo, ha conocido nuevas tecnologías y, con esfuerzo y a veces terquedad, se ha adaptado a ellas. El cine colombiano ha contado muchas historias desde El drama del 15 de octubre (1915) hasta Monos (2019) y ha pasado de producir un par de películas anualmente a más de cuarenta; si bien no se puede hablar de una abundancia de obras maestras, hay mucha tela de dónde cortar, por conocer. He aquí uno de los problemas que aquejan a nuestra cinematografía: el desconocimiento. Este mismo impulsa a reducir los temas abordados en las películas a tres o cuatro que aparecen casi fijos cuando a alguien se le pregunta sobre el producto nacional. ¿Cuántas de las películas colombianas que se estrenaron el año pasado conoces?... ¿cuántas has visto? Región Cine desea rescatar aquellas historias, no solo las de las obras, sino las de quienes estuvieron en ellas, las de los lugares que han visto su rodaje o presenciado su proyección. Nuestra meta es acercar a los lectores a la oferta cinematográfica de su país, para reafirmar que aquí hay una historia de más de un siglo de séptimo arte, y una gran cantidad de producciones que van desde las temáticas más singulares hasta las de mayor cotidianidad. Bienvenido, entonces, a la primera edición de Región Cine. Esperamos que las siguientes páginas lo lleven desde la comodidad de su asiento al confort de una sala de cine.
ilustración: nelson bernal
4
REGIÓN CINE
•
JUNIO DE 2020
EL HOMBRE QUE HABLA CON LA GENTE QUE HACE CINE 6
REGIÓN CINE
•
JUNIO DE 2020
tr
e
vi
st
ad
o
Por: Luis Quevedo
foto:
E
l magíster en comunicación Mauricio Romero
Figueroa es el creador de uno de los podcast sobre cine más influyentes en Colombia, con la particularidad de que no se trata de uno en el que habla por horas sobre el tema, sino que conversa con las personas involucradas en cualquier campo de este; su nombre, “Gente que hace cine”. Desde su creación en 2018, por el podcast han pasado grandes figuras como Marta Rodríguez, Christian Tappan, Helkin René Díaz, Jaime Osorio… y con cada episodio Mauricio ha demostrado ser un bacán para conversar. Aquí, una charla con él.
Usted ha sido profesor de cine, ha hecho estudios sobre cine y habla de cine, ¿cuál es el origen de ese amor o interés hacia el séptimo arte?
El cariño hacia el cine lo descubrí ya grande. Mi formación inicial es de dibujante y diseñador gráfico. Después tuve la oportunidad de acercarme a ser profesor de colegio. Este colegio (Lacordaire, Cali) tenía la materia de televisión…estamos hablando de los 90, o sea, ese colegio era la NASA y yo no sé por qué confiaron en mí. Recuerdo que en mi universidad, la materia de diseño gráfico tenía como cuatro o cinco semiologías y apreciación cinematográfica. Cuando me ofrecen ese trabajo me dicen “Dé clases de televisión”. Yo no di clases de televisión, trasladé todo lo de semiología y apreciación a la clase. Yo aprendía con mis estudiantes, que tenían 17 años y yo 19. Después de eso me vine a Bogotá y me dije
do
na
da
po
r
e
n
“tengo que legalizar este concubinato con el cine y la comunicación” y estudié comunicación social. Seguí dando clases en colegios; el enfoque siempre era el cine.
Primero estudió diseño gráfico, es decir que tenía predilección hacia la imagen, ¿de dónde vino eso?
Mi papá era fotógrafo y también cineasta aficionado; filmaba en 8mm y en súper 8mm. Los recuerdos de mi infancia son fotografías y películas hechas por él. Pero murió cuando yo tenía 12 años; entonces ese amor se fue desarrollando también por otros lados. Por ejemplo, un tío mío era pintor y yo iba a clases con él y particularmente mi primo, Sandro Romero, que es el hijo de ese tío, era parte de esta gallada que le siguió los pasos a Luis Ospina y Andrés Caicedo.
¿Algo de su faceta como docente se ha aplicado a su podcast?
Dictando esas clases desarrollé una estrategia que he usado como profesor toda mi vida: nunca he sentido que me las sé todas. Yo sirvo para motivar a otros a que aprendan y eso fue lo que hice. Muchos de mis mejores amigos de la actualidad eran mis alumnos. Aprendimos juntos; así es como yo entiendo esto. Por eso me inventé Gente que hace cine.
Entonces, ¿cómo nace “Gente que hace cine”?
De la necesidad de ampliar lo que se estaba haciendo en las clases. Gracias a un convenio que tenía con b
El hombre que habla con gente que hace cine
7
la Escuela Nacional de Cine, en algunas clases tuve la oportunidad de tener a Ciro Guerra, cuando estaba haciendo El Abrazo de la Serpiente. Eran muy chéveres esas conversaciones, hacer preguntas. Por esa época empecé a escuchar mucho podcast y me dije “Qué bacano sería que llevemos estas charlas a un podcast y que mis estudiantes las puedan escuchar cuando les dé la gana”. La última razón es que, definitivamente, en un lanzamiento están el director, los actores, a veces el productor, ¿y los demás qué? Si bien el director es la figura burocrática que nos hemos inventado en el cine para darle la responsabilidad y la cara de la película a alguien, el microfonista y el diseñador sonoro también son importantes; todos los oficios lo son. A los de esos oficios no los llevan a una rueda de prensa. Entonces, este era el lugar para poder entrevistar a la gente que hace cine.
¿Usted inicia solo “Gente que hace” cine?
Inicié solo y estuve solo hasta diciembre del año pasado, 2019. Desde diciembre entró Camila Guerrero. Ella está encargada de producción, pero sobre todo de todo lo web. Ella es la que diseñó y actualiza la página web, la que está pendiente de la estrategia de las redes sociales. Justo antes de la cuarentena iniciamos un proceso de voluntariado al cual se inscribieron como cincuenta personas de diferentes partes del país. De ahí escogimos un crew de ocho personas. Ellos se van a encargar de escritura de textos, fotografía, video, edición de video y audio, a cambio de crédito. Se estaba expandiendo “Gente que hace cine”, pero la pandemia nos frenó un poco.
Me dice que por ese entonces comenzó a escuchar podcast y pensó en hacer uno propio, ¿algún podcast en especial lo inspiró para tomar esa decisión? Mucha gente odia a Alejandro Marín, pero a mí me gusta mucho cómo entrevista. Descubrí ahí una persona interesada en la cultura y sobre todo en conversar. Esa manera de entrevistar me influenció muchísimo. De hecho, el color del logo de “Gente que hace cine” lo hice inspirado en su Themusicpimp. También me gustó la tranquilidad de un podcaster como Félix Riaño, que se desprende de su voz de locutor, de Voice Over, y simplemente se pone a hablar como una persona de a pie.
¿Cuál es la importancia del diálogo, sabiendo que su podcast se cimenta sobre ello?
El diálogo lo es todo. Nosotros somos seres pa’ conversar; lo ha demostrado esta pandemia. Pero, más que el diálogo, lo que “Gente que hace cine” me ha enseñado es a escuchar. Antes interrumpía mucho las conversaciones, no solo del podcast, sino de la vida. Estaba haciendo un proyecto documental con un primo y él me
8
REGIÓN CINE
•
decía “Esperá, dejala terminar”, y eso es lo que intento hacer. En las entrevistas generalmente sé cómo voy a arrancar, sé cuál va a ser la primera pregunta, pero las demás salen de ahí, de escuchar. A partir de ahí uno empieza a preguntar, a tener coherencia, a seguir el hilo conductor de la entrevista.
Hablando de hacer preguntas, ¿se ha abstenido de hacer alguna?
Una con Carlos Moreno, director de Perro Come Perro y Escobar el patrón del mal. Yo quería preguntarle por su versión de ¡Qué viva la música! Es una película que me ralló mucho. Me encanta Carlos Moreno como conversador, me encanta su cine, pero esa película no me gustó ni cinco. Creía que si le hacía la pregunta iba a dejarlo un poco mal frente a las doscientas personas que había en el Live. Eso me costó una crítica fuerte; me decían “ese podcast es una lambonería”. Yo a veces siento que al podcast le falta crítica, cuestionar a la gente que entrevisto.
¿Qué ha generado en usted y en la gente su podcast?
Que directores que admires te saluden porque te conocen, porque escuchan el podcast. Algunos son trofeítos pendejos que uno tiene, como “Ay, Laura Mora le dio Like a este Post”. Sigue sorprendiéndome que el producto le siga llegando a las personas y les cause transformaciones. Hay veces que me han escrito: “Muchas gracias, tu podcast me sirvió para mi tesis”. Hay gente que nos manda una nota de voz desde el bus diciendo “Tenía que hablarte de esto… Tuve que parar el podcast porque me puse a llorar, fue espectacular”. Ese fue por el capítulo de Helkin René Díaz. Otra cosa muy bonita es que me he vuelto amigo de la gente que entrevisto y eso que a muchos los conozco el día del episodio.
¿Sigue dando clases?
Dejé de dar clases hace un año porque tomé una decisión de vida, que es independizarme y empezar a hacer proyectos de consultoría en educación. Entonces, abandoné el aula de clase. El podcast es una manera de seguir enseñando, transmitir el conocimiento.
¿Por qué cree que la mayoría de la población colombiana no apoya películas nacionales?
Estamos en una cultura en la que de alguna manera durante tantos años hubo tan poca inversión y tan pocas películas (algunas llenas de lugares comunes), que quedaron en el inconsciente de la gente. Aún uno se encuentra con gente que dice “es que el cine colombiano solo es violencia y narcotráfico” y uno ve las estadísticas y solo como tres o cuatro películas tocaron el tema de
JUNIO DE 2020
manera evidente. Esos prejuicios hacen que la gente no vaya a cine. Otro factor: la gente quiere entretenerse cuando va a cine; no quiere pensar. Algunos dicen “Ay, es que a mí no me gusta el cine para pensar”. Entonces, ¿para qué es? Hace falta la formación de públicos.
segunda semana solo tiene siete y a la tercera solo está en salas independientes.
Tiene que haber una actitud política. Tiene que haber una política pública de lectura audiovisual y de producción audiovisual que se preocupe por formar, que se aumente la cuota de pantalla, que se aumente la inversión… cada vez hay más, hay miles de millones de pesos que se entregan con el Fondo de Desarrollo Cinematográfico al año. Avances ha habido hartísimos, pero a nivel educativo, a nivel de Ministerio de Cultura y del de Educación sí podría haber todavía un mayor enfoque que permita valorar mucho más lo audiovisual. Lo otro es exigir tiempos y ventanas más extensas de exhibición de las películas colombianas. Una película colombiana dura una semana en veinte salas; a la
gia del caracol, de Sergio Cabrera; Rodrigo D, de Víctor Gaviria; Los días de la ballena, de Catalina Arroyave y estoy entre Lavaperros, de Carlos Moreno, o Litigante, de Franco Loli. a
¿Y cómo podríamos formar públicos?
Para cerrar, usted siempre hace esta pregunta: está en un apocalipsis zombie y tiene la oportunidad de llevarse cinco películas colombianas, ¿cuáles? Todo comenzó por el fin, de Luis Ospina; La estrate-
foto: gente que hace cine ilustración: nelson bernal
El hombre que habla con gente que hace cine
9
Por: Ángela Martínez
El país se derrumba y ellos de rumba “El país se derrumba y ellos de rumba” es la frase que marcó la época dorada de Caliwood. En el momento en que el narcotráfico absorbía el país, la cinematografía crecía como un titán gracias a unos personajes exóticos dignos de culto en la historia del cine colombiano. Estos personajes fueron exhibidos ante el ojo del público por sus fiestas, el alcohol y las eternas horas de grabación casi imposibles sin la ayuda del producto estrella de la época, las drogas. Eso fue solo la capa superficial de un fenómeno que tantos años después impone un inicio en el
casi inexistente producto nacional en filmes hasta ese momento. Pero, ¿quién o qué es caliwood? El nombre está patentado por el museo interactivo de cine en Cali, aunque en la cultura popular es la denominación del trío de cineastas caleños que mostraron una cruel realidad en un formato artístico. Luis Ospina, Andrés Caicedo y Carlos Mayolo son el reflejo de un pequeño grupo de colombianos pudientes, estudiados, cultos y ligeramente insolentes, quienes se creyeron con autoridad de crear arte en un país llevado del patas, cosa que no ha cambiado tampoco. Peor aún, trascendieron a la historia moderna de su arte. De estos tres hombres siempre quedarán su trabajo, sus afiches, sus caras en camisetas estampadas, pues se puede hablar de
ellos únicamente en pasado. Andrés Caicedo se quitó la vida de una manera entré poética y cobarde con la publicación de su libro, Qué viva la música, en 1977; Carlos Mayolo falleció de un infarto y dejó una larga lista de obras, y Luis Ospina murió en el 2019 y dejó un documental de Caliwood como último legado, entre muchos títulos. Esta gente estudió cine por fuera del país, y efectivamente eran hombres de mundo que influenciados por las tendencias americanas del momento decidieron unir experiencias y visiones para sus proyectos, aunque algunos de estos no se terminaron por discusiones entre ellos. Víctimas de sus propios inventos y descubrimientos llevaron una vida loca de rock’n roll mezclada con cine; sus fiestas eran de nunca f o t o : e l pa í s
10
REGIÓN CINE
•
JUNIO DE 2020
terminar que se mezclaban con los horarios de producción, en los cuales únicamente se sostenían en pie por el consumo de pastillas mezcladas con aborrajados. Sacaron adelante películas y proyectos que querían exhibirle a la gente, no solo en Cali, también en Bogotá y Medellín. El impacto de este grupo de creadores no solo fue dentro del cine, pues también se vieron reflejados en lo que es música y literatura. En medio de sus expresiones y sus gustos considerados excesivos para la época existe una apología a la realidad “El canibalismo de mi película es una alegoría de La Violencia, el incesto es una alegoría del poder y de la monopolización de la tierra. Hay que recordar que durante los años 50 muchos terratenientes les arrebataron sus parcelas a los campesinos”, explica Mayolo en una entrevista en la revista Diners. Aun así
fue increíblemente criticado en una sociedad donde la morronguería reina desde tiempos inmemoriales. La tecnificación que trajeron para el cine comercial incentivó lo que en un futuro serían las grandes productoras . Cuando se habla en pasado suena muy lejano hablar de Caliwood pero en realidad tiende a ser una actualidad; posiblemente todos los colombianos hayan visto al menos una película del grupo Caliwood. Siempre se les va a reconocer el gran avance que hicieron por el cine, la entrada, la tecnificación y su gran influencia durante décadas en el concepto actual que se tiene en Colombia sobre el séptimo arte. Muchos aun hoy consideran figuras de idolatría a estos artistas que dejaron un legado importante, aunque en muchos aspectos cuestionable.
a foto: filmaffinity
Elhombrequehablacongentequehacecine
11
f o t o s : d o n a d a s p o r e l e n t r e v i s ta d o
Por: Juanita Castañeda Soto
Un actor } en su propia interpretación
J
uan Sebastián Aragón comenzó su profesión como actor a los 9 años. Tiene estirpe ya que su tío es Jorge Alí Triana, uno de los directores más importantes del país, su madre es Gloria Triana, una antropóloga muy reconocida, directora de la película documental Yurupary. Juan Sebastián ha hecho 6 películas y actuado en 29 telenovelas, entre esas las más reconocidas son Pasión de gavilanes, el Oasis, el Cartel 2 y la Niña .Hoy a sus 48 años reconoce que lo suyo es el teatro. El año pasado dirigió “Uva pasa bajo el sol”, que es uno de los clásicos del teatro afro en Estados Unidos y ha actuado en producciones como Gorda, la Fiesta del chivo, la muerte de un viajante, entre otras. La actuación nace de la vocación, y que en algunas ocasiones es heredada, y va de generación en generación. Mediante esta entrevista Juan Sebastián Aragón devela su experiencia en el medio, expone logros, oportunidades, tristezas y debilidades de la profesión.
12
REGIÓN CINE
•
¿En qué momento descubrió que quería ser actor?
Cuando era pequeño decía que me iba a dedicar a la actuación, porque era una forma de evadir clases, es decir de “capar colegio” con permiso de mi mamá, y además me pagaban. Soy un gran espectador, disfruto mucho cuando veo un dramatizado, ya sea en una obra de teatro, una película o una buena serie de televisión, me conmuevo mucho. La actuación te permite ganarte la vida jugando a ser otra persona en otras circunstancias y eso me ha generado gran empatía con los demás.
¿Cuándo comienza su carrera como actor?
Empecé muy niño. Cuando tenía 9 años, mi mamá me llevó a una audición para un cortometraje que iba a dirigir una amiga de ella; sus dos hijos iban a tener los papeles protagónicos y estaban buscando un tercer niño. En la historia, uno de ellos era secuestrado por una especie de ogro. Esa fue la primera audición a la que me presenté y la primera que gané; estamos hablando del año 1981.
¿Cuál ha sido su trayectoria en el cine colombiano?
Siempre he dicho que he hecho las cosas al revés, porque yo hice primero cine, después hice televisión, después hice teatro y después me fui a estudiar. Mi primera experiencia en cine fue ese cortometraje que hice a los 9 años, cuyo nombre no recuerdo. En 1995, con un guion de García Márquez y dirigido por Jorge Alí Triana, hice una versión de Edipo Rey, de Sófocles, y se llamaba “Edipo alcalde”.
JUNIO DE 2020
A mi regreso de Estados Unidos, tal vez en 2003 o 2004, hago una película que se llama “Poker”; es la primera de Juan Sebastián Valencia y un combo de gente que se acababa de graduar de la Javeriana. Fue un experimento muy interesante. Tuve participaciones pequeñas en dos películas; una que se llama “Buscando a Miguel”, dirigida por Juan Fischer, y” La Lectora”, dirigida por Riccardo Gabrielli. En el 2006 hice otra que fue la más taquillera de ese año; se llama “Soñar no cuesta nada “. Es la historia de los soldados del Ejército colombiano que se encuentran unas canecas llenas de dólares y de pesos enterradas en la mitad de la selva, que muy probablemente pertenecieron a las Farc. Esto fue una historia real que surgió en 2003. Me falta una, “El rey”, dirigida por José Antonio Dorado. Es la historia del primer gran capo del narcotráfico que hubo en Cali.
¿Qué significa para usted ser actor en Colombia?
Llevo 39 años de carrera y he visto a las personas que a mí más me inspiraron, a esos grandes actores y actrices colombianos, los he visto morir en la pobreza y en el olvido. Me parece triste porque los artistas juegan un papel importante dentro de la sociedad, ayudan a construir esa memoria colectiva, esa identidad, de mirar de frente nuestros problemas y nuestros miedos. Me parece muy triste que los actores no podamos tener una seguridad económica y una seguridad laboral, para poder construir un proyecto de vida como el que uno quisiera.
¿Usted cree que las producciones que se han sacado y que se están sacando logran contar la realidad del país?
Una cosa es que una película toque un tema de actualidad o que toque un tema que consideramos relevante dentro de la sociedad (como
el desplazamiento, la guerrilla o el narcotráfico), y otra cosa es que la película sea buena. La gente nos dice que no hagamos más narco nóvelas, porque estamos haciendo quedar mal al país; al contrario, que hagamos producciones de cosas positivas que pasan en Colombia, pero yo creo que el arte no se debe censurar, cualquier persona que desee hacer algo, que lo haga con la temática que quiera. El arte nos hunde el dedo en la llaga con aquello que nos duele, nos disgusta con aquello que quisiéramos que fuese distinto. Las buenas historias cuentan los grandes conflictos. La gente que hace cine habla de lo que le interesa, cumple la función del entretenimiento y hace reflexionar sobre algún tema.
llamativo que muchas veces es muy divertido y hay gente que lo hace muy bien, pero a mí personalmente no es lo que más me interesa; a mí me interesa más la verdad. a
¿Cuál ha sido su mayor reto como actor?
El cine es muy detallado, pues está diseñado para que uno lo vea en una pantalla enorme; entonces los planos son mucho más detallados técnicamente; para hacer una escena es necesario dividir esa escena en muchos planos y poder mantener la emoción, porque hay que cortar, reubicar luces, reubicar cámaras y retomar esa misma emoció. Yo creo que es una de las dificultades más grandes que uno puede encontrar en el cine y que requieren mucha concentración.
¿Cuál es el género en el que más le gusta actuar? El drama me mueve mucho.
¿Usted cree que los estereotipos de actuación afectan su trayectoria?
Sí, yo creo que en Colombia se empezó a tener un gran éxito en poner todo en tono de comedia y que los grandes dramas ya no se hacen como anWtes, con algunas excepciones. Ahora, en las audiciones está la lucha por crear el personaje más chistoso y más
Un actor en su propia interpretación
13
A TRAVÉS DE LOS OJOS DE UN ANIMADOR
f o t o : d o n a d a s p o r e l e n t r e v i s ta d o
Por: Ángela Martínez
A
unque se sabe que la animación en Colombia comenzó en los años sesenta hasta ahora comienzan a verse los frutos de esta joven, mas no nueva industria. La creatividad nunca ha sido problema para los colombianos y eso lo tiene muy claro el animador Felipe Fierro. Es un profesional que lleva más años de los que aparenta en la industria. Con solo un cuarto de siglo el hombre ya cuenta con un premio del AOM Award de Autodesk (primer latinoamericano en lograr este premio). Dentro de su currículo de once años destaca su trabajo como director de efectos especiales y como conferencista y docente; además de, obviamente, ser el orgulloso dueño de Pigmalion Animation Studio. Al tener tan corta edad y tantos méritos cualquiera esperaría un poco más de arrogancia, pero en realidad es de actitud alegre y amable. Con palabras que lanzan más bien a la crudeza de las situaciones explica desde su trabajo cómo es ser un animador en Colombia.
¿Cómo fueron sus inicios?
Comencé a trabajar con HBO en cosas pequeñas como cortinillas y cosas así, luego empecé a trabajar en Naska Digital (Bogotá), a dar clasecitas y me comenzaron a llegar más trabajos, incluso con Marvel para Transformers, la serie animada.
¿Cómo ha sido trabajar para marcas tan grandes como Marvel y Hasbro?
Es donde más he aprendido; cuando te enfrentas a problemas reales es cuando más aprendes; lo más
14
REGIÓN CINE
•
importante es eso, aprender y prepararte para futuros proyectos y saber abordarlos. Lo considero el plus más grande.
¿Por qué decidió abrir tu propio estudio de animación?
Ya viví el sueño de trabajar para otros y eso esta bien, pero yo quería tener libertad creativa; ese fue el motor más grande para crear empresa. Lo otro es que aquí en Colombia realmente no hay tantas opciones para aplicar a estudios de animación. Quería poner mi banderita de calidad aquí en el país.
¿Por qué en Colombia?
(Se ríe) Para mí no hay nada como la tierrita. Es muy personal, pero me gusta mucho saber que entiendo a la gente y cuando creo algo puedo anticipar cómo van a reaccionar; esas pequeñas cosas son importantes. En Colombia no hay exceso de oferta en la industria de la animación. Lo que pensé fue “bueno, yo voy a crecer junto con la industria y voy a aportar a la industria, entonces me va a aportar de vuelta a mí”. No me siento como un peón dentro de una gran masa que ya está funcionando; puedo ajustarme a eso.
¿Qué tal se ha desarrollado la industria para usted en los últimos años?
Bueno… aquí tenemos varios problemas con la industria, y en Latinoamérica en general. Por ejemplificar, muchos docentes que a veces terminan enseñando animación no son animadores, sino que aprenden en el camino, como haciendo tutoriales y no esta mal, pero
JUNIO DE 2020
siento que eso hace parte de un problema técnico. Hasta ahora se ha empezado a ver un cambio porque hay muchos procesos que se aprendieron mal y se han replicado durante mucho tiempo. Hacen las cosas sin conocer su fundamento, y salen, pero es un chip que ha tenido que cambiar y eso es algo positivo. Aprender a resolver los problemas de manera correcta. En las empresas hay mucha inexperiencia. Existen empresas grandes de animación con mucho potencial. Por lo menos acá en Colombia han firmado mal contratos o no han entendido cómo funciona el flujo de trabajo; eso es una falla grande. Hay empresas de aquí que han quebrado por firmar una cosa mal. Esos detalles y muchos otros son vitales y hay que tener mucho cuidado. Hacer animación en Colombia es más barato para empresas extranjeras en cuanto a producción, y es de mutuo beneficio de a la inversión que hacen ya que posiblemente no de manera nacional no lograríamos hacer esas cosas. A veces pasa que por inexperiencia se firman cosas que no se pueden realizar; es un proceso de aprendizaje. Se han abierto espacios para la animación como el SOFA y gracias a eso se conoce la gente que se mueve en este medio.
¿Cómo y por qué se involucró en la docencia?
En la docencia empecé con Naska Digital; ellos fueron los pioneros en enseñar animación digital de manera profesional. Luego empecé a dar clases en Sae Institute y ahora soy docente en la Tadeo. Me parece muy chévere que la Tadeo por fin se haya animado a sacar la carrera como tal. Comencé dando conferencias en esa universidad para vincularme y ayudar a los estudiantes que estaban terminando las carreras en su tesis. Ser un poco esa conexión con el mundo laboral me motivó mucho
También ha sido conferencista ¿lo considera muy diferente a la docencia?
Si, es muy diferente. A veces las clases pueden abarcar demasiados temas y en cambio las conferencias son de cosas muy puntuales y se comparten experiencias entre artistas; disfruto mucho más una conferencia; yo también aprendo de ahí. Cuando eres docente debes adaptarte a los demás, a sus ritmos de trabajo entonces es diferente, pero ambas me gustan.
la animación; por ese lado estoy un poco más tranquilo.
¿Cómo fue su experiencia dirigiendo efectos especiales en películas?
Ese siempre fue un sueño para mí. Los primeros proyectos fueron super difíciles porque uno siempre piensa que está preparado y cuando me enfrenté a algunos problemas de producción me di cuenta: tal vez no sabía hacer muchas cosas. Pero al final del día es como un rompecabezas donde tienes las piezas; es encontrar cómo lo armas para que funcione. Cuando estoy en producción es cuando más aprendo.
¿Cómo ve el talento y la creatividad de sus estudiantes en Colombia?
Veo un futuro en la industria. Pienso que hay muchas personas que venían con otras expectativas y se desmotivan porque no lo encuentran tan fácil. Es todo un proceso que lleva tiempo y habilidades artísticas, habilidades técnicas; inclusive la gente cree que no necesita dibujar y sí lo necesitas. Hay gente a la que le parece chévere y lo ve muy fácil, pero es como cualquier arte y requiere paciencia. Es como si de aquí a mañana me gustó como suena el violín y por eso creo que ya lo puedo tocar, cuando perfectamente puede llevar una década aprender a tocarlo. La animación no es de un día para otro; es algo de nunca terminar de aprender. A veces se desmotivan porque aquí no hay una industria tan grande y no hay un Disney que contrate 10.000 animadores para un proyecto. Ellos hacen parte de construir la industria y deben aceptar el reto que se les viene.
Y para terminar ¿Cuáles son las 5 películas colombianas que recomendaría?
Alma de héroe, no porque yo haya dirigido los efectos visuales. La estrategia del caracol, Monos, Pájaros de verano y Abrazo de la serpiente, obviamente. Esta pregunta me hace pensar en los incentivos del gobierno; creo que deberían ampliar sus objetivos. Los premios puntuales para cosas como guion o fotografía están muy bien, pero debería existir algo para empresas productoras o post productoras. a
¿Su estudio ha sentido el impacto de la pandemia?
Al principio entré en pánico. Teníamos un proyecto con un inversor grande y se frenó por el tema de todo lo que estaba pasando. Luego, dos clientes prefirieron pausar los proyectos. Económicamente empezaron a frenarse proyectos y eso afecta. De todos modos, en época de encierro se ha pautado mucho digitalmente, y algo que tiene mucho impacto es
A tráves de los ojos de un animador
15
C
cinemateca Se viste de gala
C
Por: Luis Quevedo
uarenta y nueve años cumple la Cinemateca Distrital. Ahora, con la fuerza renovadora que su metamorfosis le ha otorgado, sopla las velas que desde 1971 comenzaron a ponerse alrededor de ese pastel gigante, tan diverso y variable, que es Bogotá. No es de extrañarse que los adultos mayores la recuerden con nostalgia (sí, esos mismos que pueden, desde 2018, entrar gratis a las diez de la mañana un miércoles al mes) y los jóvenes apasionados por el cine vean en ella un segundo hogar. Es imposible ingnorar su imponente edificación en Carrera 3 No. 19 – 10. Este edificio no siempre estuvo ahí, ni más faltaba. Su primera sede, lejos de lo formidable, más cercano a lo modesto, fue el Planetario de la Carrera 8 No. 15 – 46, en la sala Oriol Rangel, donde habitó durante cinco años en los que vio pasar a cuatro alcaldes, Carlos Albán Holguín, quien con el decreto 0631 del primer año de su mandato, 1971, anunció que Bogotá tendría su propia Cinemateca; Aníbal Fernández de Soto Valderrama, Alfonso Palacio Rudas y Luis Prieto Ocampo. Cinco años llenos de grandeza. Las muestras de cine comenzaron en octubre del primero y abordaron desde la edad de oro de la comedia americana hasta el expresionismo alemán. En 1973 el ciclo “Cine colombiano 1950-1973” se convierte en la primera muestra de cine nacional en la historia y la Cinemateca se consolida como protectora del patrimonio audiovisual nacional. Esta protección, de hecho, se encuentra dentro de las cuatro misiones que toda cinemateca debe cumplir: la preservación del patrimonio audiovisual, la investigación y el desarrollo de publicaciones, la formación de públicos y creadores, y la exhibición. Escritas así pueden encontrarse en la página web de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte. En 1976, la Cinemateca empaca sus maletas y se despide del planetario para asentarse como inquilina en una sala alterna del Teatro Jorge Eliécer Gaitán, en la Carrera 7 con Calle 22. Aunque la tercera mudanza sería mucho tiempo después, Rito Alberto Torres, director de la Cinemateca entre 1993 y 1998, cuenta en la edición inaugural de la Revista Cinemateca que el teatro tuvo que entrar en etapa de remodelación, lo que los obligó a trasladarse al Cinema Azteca de la calle 22. La estancia, esta vez, duró tan solo un año. En una not a del 2014 para la Radio Nacional, el periodista Juan Carlos Lasso Fuentes explica que el convenio para la construcción de la nueva Cinemateca lo firmaron Idartes y la Empresa de Renovación y Desarrollo Urbano de Bogotá el año anterior. A pesar de esto, el proyecto presentó diversos problemas. En Historia del Cine Colombiano y la Nueva Cinemateca, Julián David Correa, quien también estuvo al mando de ella en el período 2012-2016, deja ver la ineficiencia de la alcaldía de Enrique Peñalosa, al demorar en 2016 la firma del contrato de construcción de la obra por el Colectivo 720.
16
REGIÓN CINE
•
JUNIO DE 2020
f o t o : m at h va l b u e n a
Ante esta situación, cuenta Correa, se manifestaron importantes figuras de la cinematografía colombiana como Luis Ospina, Felipe Aljure y Ciro Guerra. El 22 de mayo, en medio de las protestas y plantones frente al Concejo de Bogotá, Guerra y la productora Cristina Gallego se dirigieron allí y la Secretaría de Cultura les informó que la construcción del edificio no iba a ser contemplada en el plan de desarrollo. Para las 6 de la tarde de ese mismo día, la decisión había cambiado. 2019 fue el año en que la Cinemateca abandonó el inquilinato y logró, por fin, tener un lugar propio, el ya mencionado edificio.
Rostros detrás de cámaras El crítico de Cine Mauricio Laurens Tapias destaca la figura de Isadora de Norden y la declara madre de la Cinemateca. No solo madre, también su primera directora. Detrás de ella había grandes personalidades como la de su esposo Francisco Norden, director de la afamada Cóndores no entierran todos los días, y el cronista e historiador del
cine Hernando Salcedo Silva. La propuesta de esta Cinemateca venía de la gran Cinémathèque française, fundada en 1936, que ya se había establecido alrededor del mundo como estandarte de la conservación y exhibición cinematográfica y cuyas instalaciones Isadora y Francisco, quienes cursaron estudios en universidades francesas, habían visitado ya varias veces. Sin embargo, no fue Isadora la única mujer que dirigió la entidad. En 1980, Claudia Triana toma el cargo y dura en él hasta 1986. Adelfa Martínez y María Cristina Posada son otros de los rostros femeninos que estuvieron al frente de la institución y, por último, Paula Villegas, quien ejerce en la actualidad.
directora de la Cinemateca. Tras la aparición de unos panfletos con reclamos al gobierno en sus puertas, María se negó a quitarlas. Pronto, los espectadores se vieron sacados de las salas bajo instrucciones militares, quienes negaron la entrada de cualquier individuo por los siguientes días. Como era de esperarse, la gente reaccionó y las protestas no tardaron en llegar. De repente, las instalaciones de la cinemateca fueron pintadas de rojo en alusión al mal del mundo, el comunismo; igual de repentino fue el rumor que decía que aquella pintura roja era, de hecho, la sangre de estudiantes de la Universidad Nacional torturados.
Cuando la vistieron de rojo
Tantas cosas ha vivido la Cinemateca Distrital –ahora Cinemateca de Bogotá– que es imposible reunir toda su memoria en un texto de tan poca envergadura; su historia es la de generaciones, de sueños y esperanzas, vidas y muertes, hechas de celuloide Y está aquí para quedarse. Estos años que cumple no serán los últimos. a
Tapias recuerda aquellos movidos años en que vio la Cinemateca pintada de rojo. Eran finales de los 70 y el gobierno de Julio César Turbay Ayala había impuesto el Estatuto de Seguridad para regular y prohibir la protesta social y actos que tuvieran asomo de insurgencia. Por entonces, María Cristina Posada era
Y un feliz cumpleaños a ti
Se viste de gala
17
Una de las pocas fotografías que existe del Gran Salón Olympia. Contrario a la confusión general, este es diferente al teatro del mismo nombre construido en 1957, en cuya estructura funcionan actualmente oficinas bancarias. El Salón Olympia se ubicaba algunas cuadras más abajo, al frente de La Rebeca. foto: andrés avila gómez y alfredo montaño bello
el Olympia Érase una vez
18
REGIÓN CINE
•
JUNIO DE 2020
Por: Nelson Bernal
“P
róximamente se estrenará un magnifico aparato cinematográf ico de los señores Di Doménico Hermanos, último modelo, en un magnífico edifico estilo europeo, que con tal objeto se edificará en San Diego”.“Por fin tendremos en Bogotá un teatro al estilo de El Olympia de París o de la Alhambra de Londres”. Estos eran algunos de los titulares periodísticos que circulaban a principios de febrero de 1912 entre las calles frías y los santafereños que por allí caminaban. El cinematógrafo de los Lumière ya había llegado a Colombia quince años antes, pero en todo ese tiempo nunca tuvo en el territorio un lugar propio y digno de semejante invención mágica: con improvisadas sábanas amarradas a postes en San Victorino, dentro de un camellón del Parque de la Independencia o en alguno de los pabellones que albergaba la ciudad por el centenario, se proyectaban las primeras cintas para la admiración de pocos (los que tenían para comprar puestos en primera fila) y la inteligibilidad de muchos (la entusiasta plebe). Para que el cine por fin tuviera su templo, tendrían que llegar dos aventureros fascinados por el continente latinoamericano cargando dos proyectores
Pathé, un generador eléctrico y las últimas películas europeas: los hermanos Di Doménico. Oriundos de Castelnuovo di Conza, Italia, y después de haber recorrido las Antillas y Venezuela donde exhibían lo que podían hacer sus aparatos deslumbrantes, Francisco y Vicente Di Doménico decidieron adentrarse en Colombia y mostrar sus propias producciones y las películas que llevaban consigo, hasta llegar a Bogotá (un sitio “bueno y sano”, como lo dijo Francisco). En 1910 decidieron establecerse definitivamente aquí. Aunque el negocio del cine no tenía la misma magnitud ni el peso que en los países australes del continente, varios empresarios cachacos quedaron cautivados con las promesas que podían ofrecer los instrumentos de los italianos (Nemesio Camacho, entre ellos). Rápidamente, estos inversionistas se asociaron con los Di Doménico y se propusieron fundar el primer lugar dedicado exclusivamente a la proyección de películas, o en otras palabras, el primer cine de la capital y del país. Recordando a su tierra y al teatro del mismo nombre que estaba (y aún está) en el centro de Roma, los hermanos inauguraron el nuevo espacio como el Gran Salón Olympia. En la calle 25 con novena, justo en frente
del otrora Parque del Centenario, se alzó el teatro, que con una fachada de setenta metros de largo al estilo republicano y unos diez arcos de medio punto que funcionaban como entrada, anunció una especie de llegada a la época del cine en la ciudad. Alfredo Montaño Bello, profesor de arquitectura de la Universidad Jorge Tadeo Lozano e investigador especialista en el Olympia, describe que “la fachada se configuraba a partir del ritmo marcado por columnas y arcos que constituían la galería de acceso (a manera de peristilo), rematada con detalles eclécticos e historicistas, con el uso de almohadillados, cornisas y tímpanos” El 8 de diciembre de 1912 fue la fecha escogida para la primera proyección, y L’ultimo dei Frontignac, de 1911 y hecha por el italiano Mario Caserini, la película seleccionada para la velada. Ubicado entre el tradicional centro de la ciudad y el pujante norte en desarrollo, el Olympia se convirtió en el centro de todas las miradas. “Esa noche el teatro fue recibido con entusiasmo y casi con una formula celebratoria, especialmente pWor los cronistas de la época”, dice Diego Rojas, coautor de Tiempos del Olympia, la investigación más completa que existe sobre el sitio. b
Érase una vez el Olympia
19
En su telón blanco con cenefa negra transcurrían historias de otros mundos, especialmente de ultramar, francesas e italianas, que se imponían sobre cualquier oferta cultural diurna o nocturna que hubiera en la ciudad.
foto: el blog de gnhb
(blogspot)
“Este inédito edificio le dio vitalidad al sector al vincular el salón como un nuevo espacio de socialización de la ciudad, con vida nocturna y el uso de la energía eléctrica para una primera versión de alumbrado público. Todo esto dio más vida y seguridad al área circundante”, concluye Montaño. Las personas se ponían sus mejores trajes y sus más jubilosos aires para ocupar las sillas de madera que se desplegaban por la amplitud del salón (algunos hablaban de un aforo de entre 3.000 y 5.000
espectadores, pero un registro histórico indica un máximo de 1.680); como el telón estaba ubicado en medio de todo el recinto, el público era segregado en dos partes al llegar: los de buena fortuna, que podían pagar la mejor boleta, reservaban la mitad selecta donde se veía la proyección al derecho, y los otros, en la mitad opuesta, se conformaban con mirarla al revés. Para esto, nunca sobraba la ayuda, y un cúmulo de jóvenes versados en leer hacia atrás les hacían el favor de interpretar los subtítulos a quienes les pagaran (los espectadores más prácticos, en cambio, llevaban un espejo). “El Olympia cambia la mirada desde la ciudad: de alguna manera, introduce una dosis de cosmopolitismo a una urbe muy provinciana, muy encerrada sobre sí misma. (La exhibición de cine) empieza a propiciar, como en el resto de países donde llegó, una mirada al mundo; es decir, muestra que el mundo no es solamente nuestras cuatro calles ni nuestros políticos locales, sino un lugar donde pasan cosas, donde hay animales raros, donde hay climas, donde hay costumbres”. Rojas ha testimoniado aquel cambio a través de los cuantiosos documentos y archivos históricos que ha utilizado en sus investigaciones. En las décadas siguientes a la apertura, tal como él encontró, pasaron por el lente proyector del
teatro los dramas de Dos nobles corazones, Ricaurte en San Mateo, El cronófono subiendo por los Andes, Procesión cívica del 18 de julio de 1915, La fiesta del Corpus y de San Antonio (1915), El drama del 15 de octubre (1915, el eslabón perdido del cine nacional, pues fue tan infame que tuvo que ser destruida), María (1922, infaltable), Aura o las violetas (1924), Bajo el cielo antioqueño (1925), y numerosos títulos más. Pero a veces del olvido y de la caducidad del tiempo no se libra a nada ni nadie, y siendo uno entre tantos emporios del cine a mediados del siglo anterior, cuando las construcciones e inauguraciones de estos eran desaforadas1 y comenzaban a ofuscar su exiguo brillo, el Olympia se vio arrojado a la merced
1 Jairo Andrés Ávila y Fabio López denominan, en el análisis histórico de los teatros de cine bogotanos expuesto en su libro Salas de cine, el periodo que comprende entre 1940 y 1969 como la “Edad de Oro”: 112 teatros fueron erigidos durante estos años.
20
REGIÓN CINE
•
JUNIO DE 2020
de la modernidad. En 1945, sus paredes fueron derrumbadas para dar paso a la calle 26, tal cual se encuentra hoy en día. “A eso es a lo que nosotros nos referimos como ‘la piqueta del progreso’ — afirma Rojas —, la convicción de que el progreso significa ‘pasar por encima’. El Salón Olympia arquitectónicamente no tenía una gran relevancia, era un galpón grande (a diferencia de otros teatros, como el Faenza), pero sí tenía una importancia histórica. Ojalá hoy ese gran galpón existiera, pero bueno, es una visión romántica y casi que hasta ingenua.” Algunos hablan de recuerdos asesinados, de memorias arrebatadas; otros señalan que ese es el reflejo de la falta
crónica de memoria en el país. Una cosa sí es cierta: el Olympia fue una de las tantas salas de cine icónicas y preciadas que
Cultura o por el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Los pocos estudios realizados aportan a su valoración y divulgación, pero es el Estado y sus instituciones los llamados a imponer límites para su mutilación o destrucción definitiva. Siempre hay argumentos frente al poco presupuesto que tienen para adelantar estudios de valoración y para, mucho menos, intervenir y conservar.”
Recomendados:
a
foto: el blog de gnhb (blogspot)
se perdieron antes de que el siglo acabara por el descuido estatal y la falta de una política eficiente de conservación patrimonial. “Esto es un fenómeno desafortunado pero muy común con el patrimonio arquitectónico moderno —confirma Montaño —. Son muy pocas las salas de cine que están protegidas por el Ministerio de
Tiempos del Olympia (1992), Diego Rojas
Salas de cine (2006), Jairo Andrés Ávila y Fabio López
Los italianos de la maquina, como se les conocia a los hermanos Di Doménico en la capital (sentados, de izquierda a derecha): Vincenzo y Francesco. En el centro, su primo Giovanni. foto: wikimedia collage: nelson bernal
Érase una vez el Olympia
21
Luces, cámara, Luces, cámara, comunidad comunidad yy acción acción foto: donadas por daniel bejarano
Por: Juanita Castañeda Soto
C
on la idea de plasmar historias, realidades y sueños a través de producciones audiovisuales, el cine comunitario ha llevado el arte a diferentes ciudades del país, con la finalidad de abrir espacios de expresión, reflexión, participación e integridad entre niños, niñas, jóvenes y adultos pertenecientes a comunidades de bajos recursos. “Ojo al Sancocho” es una organización comunitaria fundada por Alba Yaneth Gallego, Alexander Yosa y Daniel Bejarano. Ha trabajado por 20 años en Ciudad Bolívar, como una alternativa de educación y comunicación por medio de cortometrajes y largometrajes; en estos se da a conocer al país la diversidad política, cultural y social que existe en este sector del sur de Bogotá.
22
REGIÓN CINE
Distrito de Aguablanca es un proyecto de cine comunitario en Cali, que ha trabajado por 12 años en la zona periférica del oriente de la ciudad, donde habitan personas de muy bajos recursos. Le apuntan al arte para representar la memoria y la cultura del Valle del Cauca en diferentes escenarios. La propuesta de Ojo al Sancocho y de Distrito de Aguablanca es realizar un cine para la comunidad y que sea hecho por la misma comunidad. Busca que quienes hagan parte de este proyecto puedan representar roles como actores, actrices, guionistas, directores, camarógrafos etc. La meta es poder fortalecer las comunidades locales y los barrios, para tener espacios de convivencia e ir construyendo con los integrantes escenarios propicios de paz, para que la resolución de conflictos sea de manera creativa y pacífica y no a través
•
JUNIO DE 2020
de los golpes o las armas. El cine, como dice Daniel Bejarano, es convivencia. Los cortometrajes o largometrajes que se desarrollan en el cine comunitario generalmente son sucesos que hacen parte de la realidad de las personas, y de su vida cotidiana en temas como la drogadicción, pandillas, violencia intrafamiliar, conflictos sociales, robos y las desigualdades sociales. “Estas son algunas de las problemáticas fehacientes que se apropian de una comunidad cuando no se tiene acceso a la cultura y a una educación de calidad, porque no hay procesos equitativos de conocimientos a nivel social”, dice Bejarano. “La gente que está con nosotras ya tiene sus ideales establecidos, ya saben cómo van a trabajar. Quienes participan ya vienen con unos saberes culturales tradicionales, gente guerrera que ha sabido escoger qué
camino llevar frente a una sociedad que los ha discriminado y los ha tildado”, dice Erika Flor, integrante del Distrito de Aguablanca. Con esta propuesta pedagógica del cine, se han llevado producciones a grandes espacios públicos, en canales de televisión nacionales como; Señal Colombia, TeleCaribe, TelePacífico y Canal Capital .Además el nacimiento de distintos festivales como: “El Festival Internacional de cine y video alternativo y comunitario Ojo al Sancocho y el Festival Nacional del Distrito de Aguablanca. Se trata de iniciativa para mostrar la cultura audiovisual y así poder visibilizar el trabajo de colectivos cineastas de las periferias nacionales e internacionales, integrar a la comunidad de Ciudad Bolívar y de Aguablanca con personas de otras culturas y países para conversar y armar proyectos futuros. Con estos
festivales se ha logrado abrirle las puertas a muchas personas para que puedan participar en intercambios y relacionarse con otros colectivos de cine comunitario de barrios populares, con la finalidad de enriquecer a la gente de experiencias, conocer nuevas formas de expresión, contribuir a disminuir las desigualdades sociales y sobre todo aprender a vivir en entornos pacíficos estén donde estén. a
foto: donadas por daniel bejarano
entrar al cine, ha sido también popular musicalizar algunas reconocidas películas mudas). Por lo tanto, entender el cine colombiano y su historia es entender la música que lo ha acompañado, a sus creadores y al impacto que esta ha tenido en la cultura nacional. Es paradójico entonces que en el país las investigaciones rigurosas o publicaciones que la intenten explorar se cuenten con los dedos de una mano, y con mucho esfuerzo de por medio. Aquí hay una pequeño recuento de las bandas sonoras de las películas colombianas más aclamadas y memorables, de las que tan poco se ha hablado y las que tanto han definido la obra a la que pertenecen. Y antes de entrar en materia, lo elemental.
acoplados fue The Jazz Singer, lanzado en octubre de 1927 dentro de los Estados Unidos, que se volvió volátilmente popular. Desde aquí hasta la llegada del cine sonoro a Colombia ocurriría la historia de casi todo país con una cinematografía rudimental y periférica, y la misma que no deja de ser cíclica en la sociedad colombiana desde los primeros tiempos de la nación: la producción de obras fílmicas, que de 1922 a 1928 registra catorce largometrajes mudos, cesó abruptamente ante la irrupción del cine con sonido, el cual ya había alcanzado la masificación para finales de la década de 1920. Esta producción nacional no llegaría a recuperarse sino largo tiempo después, tras unos años lentos e infructíferos, hasta la aparición en 1937 de De la cuna al sepulcro, hecha por Carlos Schroeder y Gonzalo Acevedo. Esta primera figura, Schroeder, ingeniero colombiano de origen alemán, resalta en este breviario del cine sonoro por ser el inventor de un aparato único que definió la carrera nacional por obtener el sonido en la década de los treinta: el cronotófono. Y la otra figura, Gonzalo Acevedo, también lo hace por ser uno de los hermanos Acevedo, la familia prominente de cineastas pioneros que se encargaron de introducir la mayor parte del nuevo arte al país y que, con el cronotófono, planeaban comenzar a crear su propio cine sonoro1 (los Acevedo, como tantos ya lo han dicho, fueron con eminencia los Lumière colombianos). Sin embargo, había más promesas puestas sobre aquel autóctono invento de las que podía ofrecer, y resultó no funcionando como se esperaba. Años más tarde, en 1941, se presentó el primer largometraje de ficción sonoro y parlante hecho en el país, Flores del Valle, dirigido por el español Máximo Calvo. Ya lo
BANDAS S Por: Nelson Bernal
¿Qué ha sido de la música de nuestro cine?
P
ensar en el séptimo arte sin la música es casi lo mismo que pensar en una manzana sin dulce. Es claro que se puede hacer cine monumental en completo mutismo, como alguna vez lo hicieron Sergei Eisenstein o Buster Keaton, pero despojar una tragedia, un drama o una comedia de su personificación musical es despojar los momentos en la pantalla de toda la sensibilidad que pueden hacer explotar. Esta indisoluble simbiosis es tan irresistible que en los primeros años del cine época sus creadores se negaban a dejar sus obras bajo el silencio, y en los teatros y durante las presentaciones, las hacían acompañar de orquestas en vivo que, al igual que ocurre en una ópera, tocaban mientras la pantalla mostraba la historia (desde que el sonido logró
24
REGIÓN CINE
Breve historia del sonido cinematográfico colombiano
El cine llegó a Colombia cuando aún era mudo. Los primeros registros fílmicos datan desde el último año del siglo XIX. Pasados los hechos convulsionantes que ensombrecieron la entrada del país al siguiente siglo, se estrenó en 1915 en Bogotá lo que fue anunciado como “la primera película nacional”, titulada La fiesta del Corpus y de San Antonio. Entre otras obras inaugurales de las que se tiene registro están El drama del 15 de octubre (1915, producida por Francesco di Domenico) y María (1922, producida por Máximo Calvo y Alfredo del Diestro). Aunque la primera exhibición de una película con sonido sincronizado tuvo lugar en Paris en 1900, tendrían que pasar décadas para que el sonido incorporado al cine fuera práctica y comercialmente viable. A medida que los avances tecnológicos permitieron facilitar el proceso de grabación y amplificación, comenzaron a aparecer filmaciones con efectos y música. El primer largometraje con diálogos sonoros
•
JUNIO DE 2020
que sigue es historia, en la cual es extremadamente difícil puntualizar sobre las primeras obras musicales y bandas sonoras del pasado siglo por la brecha que deja la masiva escasez de investigaciones históricas del no obstante interesante tema. Dicho justo lo necesario, aquí están las bandas sonoras de algunas de las mejores películas del cine colombiano:
los mejores testimonios gráficos que tiene el país de su propia realidad. Las escenas desgarradoras aparecen entre entradas sonoras fantasmales y melancólicas que resuenan en todo el encuadre y llenan de una carga tremendamente emocional los rostros de los trabajadores y sus niños. Esta sincronía se logra a través de melodías en sintetizadores y piezas breves orquestales, fundidas intermitentemente con la voz de la narración. La excepcionalidad de esta banda sonora fue hecha por los mismos documentalistas, Marta y Jorge, quienes se encargaron de pegarla con cinta y meticuloso cuidado al celuloide. Quizás eso lo explique todo.
nen de lo clásico y traen el sentir del vallenato original. También están las composiciones originales para la película (atribuidas a Weimar Rojas), las más enigmáticas y dicientes, hechas en solitario para acordeón y cargadas de un delicado sentimentalismo que recuerda las piezas de Yann Tiersten para Amélie. Si hay un momento donde se puede contemplar el gran contraste entre aquellas composiciones y la historia, es definitivamente la escena del duelo en el puente.
SONORAS Chircales (1972)
La tragedia social de este país aparece esta vez en forma de manos resquebrajadas y miradas agotadas que se mueven entre el barro, cargando consigo pilas altas de ladrillos por una pendiente. Laborar así es la única opción de una familia pobre que habita en el sur de Bogotá para sobrevivir. Marta Rodríguez y Jorge Silva probablemente jamás se imaginaron, en esos años entre 1965 y 1972, que aquellas imágenes grabadas por ellos de la familia Castañeda y sus crueles jornadas de explotación laboral y social como alfareros de ladrillos, se iban a convertir en un documental tan extensamente galardonado en el exterior, y en uno de
La cámara 16 mm que utilizó Marta Rodríguez para filmar Chircales
Los viajes del viento (2009)
A través de la odisea de Ignacio Carrillo por devolver un embrujado acordeón a su dueño y la del joven Fermín por convertirse en juglar, melodías que retratan el Atlántico norte colombiano muestran como suenan las costumbres que tanto han definido la historia y gente de la costa, y que también definen a los protagonistas y sus luchas. Los campanales, Puya guamalera, Sin ti y El amor amor son algunas de las tradicionales canciones que provie-
El acordeón maldito de Ignacio foto: proimágenes
Rodrigo D: No futuro (1990)
Lo abrumadoramente icónico de Rodrigo D: No futuro recae tal vez en que es una obra que retrata fielmente la violencia asfixiante de Medellín y el resto del país durante los años ochenta, aquella que se volvió parte inseparable de la historia colombiana y que ha sido retratada desde tantas miradas convencionales posibles, a través de los insólitos ojos de la subcultura punk. En una urbe que es ajena a este movimiento, Rodrigo se mueve entre los atracos, el narcotráfico y la pobreza que lo rodea con el único propósito de conseguir una batería para cumplir su sueño de formar una banda punk, el cual alimenta con casetes y asistiendo ceremonialmente a los toques de su barrio. La diversidad de bandas y la música que interpretan a lo largo de la historia (Mutantex, P-NE, Profanación, Mierda, Pestes, por nombrar algunas), todas con su estética desencantada y visceral, eran reales, pues en su momeno hicieron parte de la escena subterránea paisa. b
Las baquetas de Rodrigo
foto: alcaldía mayor de bogotá
¿Qué ha sido de la música de nuestro cine?
25
Sus letras agresivas se transforman en el grito desgarrador que esos jóvenes lanzan al mundo miserable que una ciudad derruida les impone. Décadas después de dejar el hito, la banda sonora de esta película fue reeditada para ser lanzada en formato vinilo en 2015.
Confesión a Laura (1990)
Entre las numerosas vidas que el 9 de abril de 1948 cambió para siempre, están la de Santiago Franco, su esposa Josefina y su vecina del frente, Laura. El matrimonio de Santiago lo oprime y lo condena a la rutina de su apartamento, en el centro de Bogotá, y a la insatisfacción perturbadora de Josefina. El caos que arrastra a toda la ciudad, desatado por el magnicidio, crea las circunstancias perfectas para que Santiago se vea a solas en la casa de Laura, y ambos empiecen a confesarse quiénes en
realidad son. Aunque ficticias, sus historias revelan y dicen demasiado de los años en los que viven: tiempos convulsionantes, una sociedad puritana y una de las peores tragedias del siglo anterior. Las composiciones y arreglos musicales para piano de Gonzalo Rubalcaba
La torta arruinada de Sergio foto: película (vimeo)
parecen otorgarles vida a estos, a la exacta escenografía y al momento histórico condicionante de los tres personajes solitarios, a pesar de que la obra los use solo fugazmente y deje a los diálogos como el narrador único de los acontecimientos en casi todas las escenas (el guion, interesante y sentimental, fue elegido para participar en un taller del Sundance Institute en 1990). Los ritmos de tango son dramatismo y emocionalidad, y siempre parecen ser un reflejo de las fuerzas internas que afloran en cada uno de los tres protagonistas. a
diseĂąado por: luis quevedo
4 pelĂculas colombianas inolvidables
27
Huida y desarraigo, dos temas viejos en el cine Por: Ángela Martínez
D
e todos los problemas que se dan en Colombia uno de los más retratados en el séptimo arte es la migración en casi todos sus aspectos. Desde el desplazamiento interno de las zonas rurales a las ciudades hasta las olas de migración al exterior. La migración de los colombianos no es una historia nueva, pero si un tema recurrente y en crecimiento durante las últimas décadas. Es un fenómeno muy interesante de estudio, y como al colombiano lo que le sobra es creatividad ha sabido expresar su realidad en todas sus aristas de una manera artística. El tema comienza a tratarse con la adaptación cinematográfica de “La María”, de Jorge Isaac, en 1922; si bien la cinta es protagonizada por una historia de amor y no una de migración, el viaje y la ausencia se encuentran presentes en el filme. Cuando el protagonista se va a estudiar a Europa, como normalmente se hacía en la época, hay una aceptación tácita de que la educación aquí no es suficiente ni de calidad, y menos en la provincia. Esa es la primera evidencia que se halla de estos temas gracias al trabajo de Luis Ospina al recuperar esta cinta. Existe en ella la afirmación de los conceptos colombianos de la época en cuanto a regionalismo peyorativo, que están estrechamente ligados a las diferencias de clases sociales, tema tratado abiertamente. Continuando con la historia, en las películas que tratan este tema tanto de manera directa como indirecta existen evidencias tempranas del rechazo a lo que se considera cultura propia, como es el caso de “Alma Provinciana” de Félix Joaquín Rodríguez y “Garras de oro” de P.P. Jambrina, ambas de 1926. Cabe aclarar que en esta última no se aplaude a la cultura gringa pues para la época estaba recién abierta la herida del llamado robo de Panamá, mas se acepta de alguna forma la supremacía de la cultura estadounidense. Esa conciencia de inferioridad cultural en conjunto con el regionalismo interiorizado llega a afectar cómo se conciben las ciudades, en ese momento en
28
REGIÓN CINE
•
JUNIO DE 2020
expansión, para su futuro desarrollo y sobre todo su estética. La urbanización inspirada en las ideas europeas de sofisticación consolida la idea de que lo propio es poco. Esto se agudizó aún más por una política de Cine Colombia en los años 30 de solo exhibir material extranjero. Por lo mismo, no se conocen productos nacionales de la época. En los años 40 comienza un fenómeno que afectará de manera definitiva el país. La época de la violencia que continua vigente hasta la actualidad. El desplazamiento interno forzoso es el nuevo tipo de migración que se retrata en producciones audiovisuales tal y como sugieren listas y artículos publicados en “Señal Colombia”, “El País”, “El Espectador” en conjunto con cifras de la página oficial del Centro de memoria histórica. No solo es retratado en sus inicios, pues es un tema constante en la historia. Este tópico brinda películas como Allá en el trapiche (1943) de Roberto Saa Silva, “Cóndores no entierran todos los días” (1984) de Francisco Norden, “La primera noche” (2003) de Luis Alberto Restrepo entre otras muchas cintas que tocan el tema. Lo curioso de la película Allá en el trapiche es que con ella comienza a evidenciarse la idea de que la forma de triunfar se encuentra en un país del mal llamado primer mundo. Se impone la irónica idea del castigo que es pasar dificultades migrando dentro de Colombia, pero por fuera del país eso mismo resulta un privilegio. Entre los 60 y 80 la migración colombiana al exterior baja un poco sus índices, Y da paso a películas como “Chircales” (1972) de Marta Rodríguez, “Agarrando pueblo” (1977) del grupo Caliwood, “Camilo, el cura guerrillero” (1974) de Francisco Norden que dejan de retratar la huida del colombiano para reemplazarla por el retrato de la vida del propio. En los inicios de los 80 con la ola de migración a Venezuela y Estados Unidos resurge el florecimiento de las producciones acerca de migraciones, no solo internas, sino que las externas se vuelven una narración protagónica atractiva. Con “El inmigrante latinoamericano” (1980) o “Nuestra voz de tierra, memoria y futuro” (1981) de Gustavo Nieto Roa y Jorge Silva con Marta Rodríguez respectivamente se referencian ambos fenómenos. Ese tipo de filmes le quita un poco la atención a la saturada documentación sobre la guerra contra el narcotráfico por la que se atravesaba en ese momento, sin embargo, esa lucha acarrea que el colombiano fuera y dentro de su propio
territorio fuese visto con etiquetas que nunca se irían del todo: narcotraficante, sicario, mula, etc. Teniendo en cuenta que el cine comercial comienza a tomar fuerza en la taquilla colombiana desde los 70 con su producto nacional, no es de extrañar que existan muchas producciones galardonadas en festivales internacionales. Durante los años 90 hay producciones muy importantes como “La estrategia del caracol” (1993) de Sergio Cabrera, “La gente de la universal” (1991) de Felipe Aljure o “La vendedora de rosas” (1998) de Víctor Gaviria. Eso da paso y luz a temáticas nuevas dentro del cine. En esta década no hay demasiadas películas sobre migración, aunque el desplazamiento forzado siguió incrementándose según los datos oficiales en la página de unidad de víctimas del gobierno y la página de migración colombiana; el imaginario del supuesto primo/tío/ conocido que triunfa en el exterior se mantuvo. Con la ola de migración a Estados Unidos en los 2000 llega no solo el auge del supuesto sueño americano y el mayor número de desplazados internos debido a la guerra, sino que el cine comercial crece exponencialmente en estas temáticas. Se producen películas como “María llena eres de gracia” (2004) de Joshua Marston aclamada por la crítica, que además gana premios en una lista gigante de festivales internacionales de cine; con películas como “Paraíso Travel” (2008) de Simón Brand se recolectan cifras de 3 millones de dólares solo en Colombia, cosa muy poco común. Cintas como “Siembra” (2016) de Santiago Lozano Álvarez y Ángela Maria Osorio Rojas o “Los colores de la montaña” (2004) de Carlos César Arbeláez le dan un rostro admirable a estas historias que desmienten, narran y dan una voz artística a la realidad. En la actualidad el desarraigo sigue siendo tema recurrente en la cultura popular, incluso en el género de la comedia. “El Paseo 4” (2016) de Dago García hace una burla al sueño americano y al colombiano promedio en su comportamiento en el exterior. “Se nos armó la gorda” (2015) de Fernando Ayllón es ambientada en Estados Unidos y en la película “Loco por vos” (2020) de Felipe Martínez Amador la trama gira alrededor del sueño de irse a Nueva York. Es dado a entender que a estas alturas y luego de tanto recorrido en todos los aspectos, artísticos o no, es un tema simplemente normalizado en la mentalidad del colombiano. a
Huida y desarraigo, dos viejos temas en el cine
29
Últimos lanzamientos
foto: el tiempo
Obras y perfiles del séptimo arte, de Mauricio Laurens Por: Nelson Bernal
A
pesar de que sus editores le dijeron que nadie consulta enciclopedias en tiempos del internet y Wikipedia, Mauricio Laurens solo quiere ver en su próximo lanzamiento la publicación de una especie de diccionario de cine, y que sus lectores sientan lo que las anteriores generaciones al tener en sus manos una enciclopedia Espasa o Britannica. “Yo había pensado en un volumen para entregar por tomos, pero mis editores dijeron que no. Entonces decidí dejarlo como un único libro enciclopédico, que además es interactivo, pues funciona tal como lo hace un directorio”. Es que la recopilación para esta obra de algunos de sus escritos y de la experiencia de escribir durante casi treinta años para El Tiempo solo puede pensarse como enciclopédica. Laurens publica cada quince días, en ese periódico y dentro de su sección Cine al ojo, columnas de opinión sobre las vicisitudes de los últimos lanzamientos, de los grandes clásicos, de los grandes directores que los hacen y de cualquier hecho interesante que haya quedado en la historia del cine. Leer sus columnas es solo una sustanciosa muestra de todo su prolijo trabajo, pues sus escritos en el diario no se limitan a este formato y ha publicado en otros medios (como Credencial Historia), ha sido el director del programa radial La voz del celuloide en la emisora de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y actualmente coordina el Club de
30
REGIÓN CINE
•
cine externadita, entre otras varias cosas. “El libro Obras y perfiles del séptimo arte contiene quince capítulos, de los cuales los primeros catorce son un ABC por los apellidos de directores. En total, son 250 directores de cine… bueno, directores y guionistas de cine, lo que en sí se llama autoría de cine. Es decir, es un recorrido por la historia universal del cine en el siglo XX y en la quinta parte del siglo XXI que hasta ahora llevamos. Hay lógicamente autores colombianos, suramericanos, de Hollywood, de cine independiente, de comienzos del cine mudo, cineastas europeos; hay bastante de Francia, de Inglaterra, de Italia, de la antigua URSS; de los países orientales como China, Corea del Sur, Japón y hasta Hong Kong”. Si el lector está interesado en Wes Anderson, busque la letra W; si está interesado en Víctor Gaviria, vaya a la G. Es simple y perfecto. “Y el último capítulo, entonces, ya no habla de autores de cine, sino que es una galería de estrellas, de actores y actrices, en el que se exploran sus vínculos con alguno o algunos de los anteriores autores cinematográficos”. Observando el trabajo de Laurens la mejor deducción que se puede sacar sobre este diverso y completo compendio es que está hecho de una forma tal que hará dudar a cualquiera sobre quién es su director o actor favorito. Su fecha de lanzamiento no puede ser precisa por las condiciones actuales, pero está proyectada para el segundo semestre de este año. a
JUNIO DE 2020
Aviso producto segĂşn revista
Cine local, producto de bajo consumo Por: Juanita Castañeda Soto
A
través del tiempo el cine ha logrado por medio el arte representar históricamente sucesos reales e irreales que han capturado la atención de niños, niñas, jóvenes adultos y adultos mayores. Este sencillo recuento permite evocar el posicionamiento del séptimo arte y reflexiona acerca del cine en Colombia y cuál ha sido su impacto a nivel social y cultural. “En la sociedad, el cine actúa como un medio de expresión, es crítico, permite una gran construcción de memorias colectivas entre los espectadores. Además de esto narra los sucesos más importantes que acontecen en el país, dando a reflejar la cultura de un pueblo, la idiosincrasia, las aspiraciones, los miedos y las pasiones. El cine quiere transmitir ideas, sentimientos y emociones de manera masiva”, comenta el actor Juan Sebastián Aragón.
32
REGIÓN CINE
•
Colombia es un país lleno de riqueza artística. Sus producciones se han basado en realidades de la sociedad colombiana que tratan temas como el narcotráfico, la violencia y la pobreza. Este cine refleja la realidad que los colombianos han tenido que pasar por mucho tiempo. El público observa, reconoce y siente. En los últimos años la gente ha dejado de consumir cine colombiano porque son demasiado prejuiciosos y poco cinéfilos, debido a que las nuevas plataformas permiten acercarse a este arte desde la comodidad del hogar y va reemplazando poco a poco el deseo de ir a una sala cinematográfica,
JUNIO DE 2020
pero también porque están poco tiempo en cartelera o a veces ni son exhibidas debido a su bajo presupuesto para la promoción de las películas. los espectadores prefieren siempre apostarle al cine de Hollywood por las historias, las tramas, los actores y actrices que tienen. “ El ideal está sobre todo en lograr transformar una realidad que nos afecta, es utópico, pero mientras se pueda mostrar y generar conciencia, se puede lograr”, dice Erika Flor. Felipe Solarte es un guionista colombiano, quien brinda una nueva apuesta al cine. Con su nuevo proyecto llamado “Cartagenes” trata de historias de gente del común en Cartagena, como, por ejemplo, el hombre que vende frutas en una esquina, el que ayuda en el bus, la mujer que vende sombreros o la que hace trenzas. “El cine –dice Solarte– sirve para muchas cosas, pero se comete un error muy grande al verlo como un solo género. Lo que más se vende ahora es la comedia familiar, así no sea del agrado de todos; es importante porque produce taquilla e incentiva el cine que se esta haciendo. En este momento de la crisis que se está viviendo el cine y la producción audio visual son fundamentales porque ayudan a que se representen las cosas que están pasando y despiertan la creatividad en la sociedad.” a
Por: Nelson Bernal
O
n a deserted summit in the middle of the Colombian mountains, a group of young terrorists who call themselves monos have entrenched themselves with an American hostage (Julianne Nicholson), who is only called “Doctora” by all of them. Their only contact with the outside world is a messenger who visits at regular intervals, provides them with provisions and information concerning the organization. Over time, the monos have built up their own routine and internal order. When “Lobo”(Wolf) (Julian Giraldo) begins a relationship with “Lady” (Karen Quintero), this unleashes a power struggle among them, which is only ended by an attack on their base. When Doctora, despite almost constant surveillance by the young Monos, manages to escape, the tension of the fighters escalates again, this time with disastrous consequences for the entire group.
Noms de guerre
It’s a fact that any film shot in the jungle or in the mountains is going to be a tough endeavour. Many of the scenes from Landes’ third film Monos give an idea of the difficult circumstances under which the filming took place. Almost no minute passes without the young and talented actors crawling in the mud, wading in cold water or freezing in the cold at the dark night. The severity of these circumstances, which the characters have to cope with, can be understood in a figurative way as well: a metaphor for the experience of war, as well as that of growing up. What is interesting about a film like Monos is the almost documentary approach to the processes and rituals developed within the young soldiers. Without
34
REGIÓN CINE
•
real names and instead using noms de guerre such as “Rambo”, “Patagrande” (Bigfoot) or “Sueca”(Schwede), the viewer experiences this odd cooperation, which many critics compare with the stranded schoolboys in William Golding’s Lord of the Flies. Within this circle, civilization is only a distant and errant idea; its existence can only be demonstrated in aspects such as the half-destroyed ruins in the mountains, the clothing and, ironically, their automatic weapons. Based on this documentary approach, the film repeatedly fluctuates between a sort of sympathy and dislike for the characters. It can be seen that even among the strict military regime that subjugates them to hard training sessions, camaraderie and emotional bonds can be found equally within the monos. As in the previously mentioned Lord of the Flies, it is not the brutality or arbitrariness with which all these processes are carried out that shocks the viewer, but rather the corruption of innocence through a war that no longer affects the body but the psyque itself. With nature, violence and a stunning cinematographic, Langes represents the process of that corruption of the soul, a walk into the heart of darkness, which is the result of the human suffering these harsh conditions. Jasper Wolf’s pictures alternate between innocence and a psychotic race towards the darkness that comes to the fore in the scenes at the jungle. Consequently, the discovery of sexuality, one’s own body and fantasies of power manifests through suggestive attitudes that provoke and shock any spectator. a
JUNIO DE 2020
foto: zona cero
foto: filmaffinity
a brief review
4.0 /5
Monos: a review
35
Cinemateca virtual Por: Juanita Castañeda Soto y Ángela Martinez La Cinemateca de Bogotá debido a la pandemia del Covid-19 abre un nuevo espacio para llegar al público a través de la virtualidad. Usted, desde su casa puede adquirir las entradas para disfrutar las funciones desde la comodidad de su sala por un valor de 5.000 COP comprándolas a través de la página oficial de TuBoleta. Prográmese del 1 al 15 de junio para recibir el talento colombiano en su hogar con estas excelentes producciones cinematográficas:
Los días de la ballena
Director: Catalina Arroyave “Cristina y Simón son dos amigos graffiteros y muralistas que pintan la ciudad donde viven: Medellín. Su espíritu inquieto los lleva a desafiar una banda criminal cuando deciden cubrir con un mural una amenaza escrita en una pared. El amor que los une, su amistad con los artistas de La Selva -una casa vieja que utilizan como fortín- y las tensiones familiares.” Fuente y más información: www.cinematecadebogota.gov.co
La fortaleza
Director: Andrés Torres “Mascarse el pavimento, viajar por entre un país rudo, mágico y complejo es el propósito de Jorge, un adolescente que acompaña con amor profundo y furia a su equipo del alma: el Atlético Bucaramanga. Ahora, cuando es la posibilidad de ascender a la primera división del fútbol profesional colombiano, él y sus amigos, como una inseparable manada, tendrán al frente la carretera para revelar sus profundas posturas frente a la amistad y sus historias de amor por una camiseta. Este viaje accidentado es uno lleno de corazón y de agallas, es perseguir un sueño comunal: la victoria del equipo amado.” Fuente y más información: www.cinematecadebogota.gov.co
Homo Botanicus
Director: Guillermo Quintero “El botánico Julio Betancur y su discípulo, el joven Cristian Castro, regresan nuevamente a los bosques tropicales colombianos para explorar una vez más su pasión por la naturaleza. A través del lente del Director Guillermo Quintero, exalumno de Julio, viajaremos en medio de una expedición delirante que nos llevará a entender la fuerza de su amistad y la importancia de su legado. En el mundo diverso y casi infinito de los trópicos nos perderemos junto a ellos en el tiempo de la selva. Homo botanicus ¿cuál es el sentido de recolectar plantas para siempre?” Fuente y más información: www.cinematecadebogota.gov.co a
36
REGIÓN CINE
•
JUNIO DE 2020
TUS PIERNAS, mรกs rapidas que Aviso transporcualquier motor
Para niños
38
REGIÓN CINE
•
JUNIO DE 2020