P. Pedro Figueroa
A
preciable lector de REDES, deseando te encuentres bien, te quiero hacer partícipe de lo traumático que resulta tener una lenta comprensión de las cosas que competen a nuestro ser como tal, es decir, en a medida que ignoramos lo grande que somos como personas, ignoramos por ello mismo, las oportunidades que podemos llegar a tener y por supuesto a aprovechar para crecer que una vida afectivamente madura y así tener mayores elementos para un verdadera convivencia en cualquier ámbito que nos desenvolvamos. Preguntemos primero, antes que otra cosa, por qué no nos resulta apetecible, atrayente y atractivo el ser más cultos y cuando me refiero a ser más culto, no me refiero sólo a poseer un cúmulo de conocimientos de palabras y temas que está “ahí” en el cerebro como mera información, no, yo creo que debemos de considerar que, ser más cultos o tener un
acervo cultural más exquisito, es para saber deleitarnos de todo lo que respecta a la vida y al ser de cada persona, como sujetos pesantes, que, no sólo se deben de regir por impulsos e instintos que, sin la parte racional, se somete al ser humano a bajas pasiones, que, al parecer, son apetecibles al principio, pero que a largo plazo y al paso del tiempo de la vida juvenil, “pasan la factura” a cobrar, pero casi imposible de saldar semejantes deudas adquiridas por el afecto, atrevimiento y desordenado que se opta por tomar. ¿Cuántas veces nos han pasado cosas no muy gratas por cierto, y, si alguien se toma la molestia de advertirnos, amonestarnos o nos lo prohíba, nos castigue una y otra vez, nosotros no creemos que nos quieran hacer un bien y evitar un mal mayúsculo? Somos muy tardos para comprender las cosas que vivimos, no nos cabe en la cabeza llena de confusiones y el corazón se desconcierta ante las
verdades que se le van diciendo. En algunas ocasiones si alguien desea para nosotros un bien pero para nuestras perspectivas no son lo que nosotros esperamos, terminamos por rechazar aquél bien que nos quiere dar. Por eso mismo debemos tener la actitud de escuchar a quién pretende decirnos algo, más, ¿cómo discernir si aquello que se nos propone es una buena o una mala opción?, me atreveré a decir lo siguiente, esperando darme a entender: Lo que nos compromete a beneficiar a los demás, a pesar de que implique “cierto detrimento” de nuestro estilo de vida, es decir, lo que entre en los esquemas de una auténtica formalidad que implique responsabilidad, constancia, seriedad, proyecto de vida y, sobre todo, el amor verdadero, eso es lo que debemos de elegir, por el contrario, todo aquello que atenta contra la dignidad de la persona como tal y nos conduce a la informalidad, a la falta de responsabilidad, a propiciar desorden, a la falta de criterios sólidos, eso es lo que nunca debemos de permitirnos como una opción, pretendiendo tener derecho a equivocarnos. Por eso el mismo apóstol san Pedro en su segunda carta, capítulo uno, versos del cinco al siete, nos dice: Esfuércense en añadir a su fe, buena conducta; a la buena conducta el
conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la piedad; a la piedad, el amor fraterno, y al amor fraterno, la caridad. De tal manera que, para lograr que nuestro conocimiento no sea tan perezoso en la comprensión de las cosas pues, hay mucha gente que en su vida jamás logra comprender las cosas y dirige sus vida bajos faltos criterios que no le favorecen en nada, y lo atrasan en sus desarrollo de comprensión de lo que es como persona y su misión en la vida. Y al suceder esto en el individuo, todo su ser sexuado no loga tener los elementos necesarios para su plena realización en esta vida como una auténtica persona en relación con los demás y si la persona se empeña en seguir aletargando lo que,“tarde que temprano” conocerá, cometerá muchos errores en su vida y cuando “quiera” corregir las cosas, no le será posible por la sencilla razón de que el tiempo perdido nunca se puede recuperar y las fallas cometidas quedarán como grandes heridas que “deformarán” a la persona para toda la vida. Recordemos que “gracias” a tanta persona herida, existen sociedades “mutiladas”, imposibilitadas de brindar la seguridad que requiere la persona para ser ayuda adecuada para con los que convive. Hasta la próxima y bendiciones.