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7. La coyuntura bélica y la decadencia de las ferias de Portobelo
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franceses y las mediaciones en las que participó para el beneficio de los mismos.33 Por otro lado, su investigación destaca las actividades desarrolladas durante su período de gobierno, cuando estuvo involucrado en negociaciones de productos importados de Nueva España en el mercado peruano.34 Distinta fue la actitud del virrey don José de Armendáriz, marqués de Castelfuerte (17241736), quien se ocupó de mejorar las fortificaciones en Chagres y Panamá con el objeto de frustrar el comercio clandestino.35
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Los franceses intervinieron también en el comercio con China y muchas embarcaciones, una vez que comerciaban en las costas del Perú y obtenían la plata peruana, proseguían su viaje a Manila donde compraban mercaderías y en lugar de retornar por el Cabo de Hornos preferían hacer el recorrido por el Cabo de Buena Esperanza para retornar a Saint Malo. Otros regresaban a las costas del Perú para vender las mercancías chinas, con lo cual establecieron una especie de comercio triangular en el que los mayores beneficios recaían en los franceses que comerciaban con la plata peruana.36 tanto los comerciantes franceses que llegaban a las costas peruanas, como los ingleses que introducían mercaderías bien por el puerto de Buenos Aires para alcanzar la ruta de Potosí, o bien por el navío de permiso que se adelantaba a la llegada de las flotas y galeones en las ferias de Portobelo y Veracruz, evidencian cómo el tan mentado monopolio español hacía agua por todos lados; y, por otro lado, cómo España estaba perdiendo el control mercantil de sus colonias.
7. La coyuntura bélica y la decadencia de las ferias de Portobelo
Las armadas estuvieron en relación directa con las ferias realizadas en Portobelo y Veracruz y, a su vez, estuvieron vinculadas con la coyuntura internacional y las guerras sostenidas durante el siglo XVIII por España. Por lo tanto, no es posible comprender la decadencia de las ferias sin entender el proceso político durante dicho siglo. Las guerras, más el contrabando y la incursión de los comerciantes extranjeros, especialmente franceses, a quienes se les permitió el comercio en los puertos del Pacífico debido a los pactos de familia firmados con Francia, transformaron el sistema mercantil español.
La dinastía borbónica se instaló en el trono español, lo que llevó a la Guerra de Sucesión Española,37 iniciada en 1701 y finalizada con la firma de la Paz
33. Sala y Moreno Cebrián 2004: 103. 34. Ibídem: 106. 35. Porras Barrenechea 1986, II. 36. Malamud 1986: 151. 37. Carlos II no dejó sucesión al trono español, situación que dio lugar a una guerra entre príncipes borbones y austríacos y bávaros. En su testamento, Carlos II dejó como heredero al
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de Utrecht. A partir de ese momento, se firmaron tres pactos de familia entre España y Francia. Los dos primeros fueron firmados por Felipe V de Anjou (1700-1756), sobrino de Luis XIV, y tuvieron como finalidad recuperar las posesiones españolas en Europa. El primero fue firmado en 1734 y el segundo en 1743, al iniciarse la Guerra de Sucesión de Austria (1743-1748).38 El tercer pacto de familia fue firmado por Carlos III en 1761, dos años antes de finalizar la Guerra de los Siete Años (1756-1763) y tuvo como consecuencia la aplicación del segundo gran paquete de reformas.39
La alianza con Francia le costó a España verse envuelta en tres guerras contra Inglaterra a lo largo del siglo XVIII, las cuales tuvieron una incidencia importante en la supresión de las ferias y en los cambios producidos en el desarrollo del comercio intercontinental. Además, evidencian el avance de Inglaterra en la intromisión del comercio colonial y en su consolidación como potencia marítima a lo largo del período.
La primera crisis que sufrió España en este proceso fue la decadencia de las ferias en la primera mitad del siglo XVIII. Portobelo era el centro de confluencia
trono al duque de Anjou, nieto de su hermana María teresa y del rey Luis XIV de Francia.
Esto generó una guerra entre los príncipes borbones y austríacos, apoyados por Inglaterra que veía en esta alianza un favoritismo hacia Francia en cuestiones mercantiles. 38. En esta guerra se enfrentaron nuevamente Inglaterra y España, y puso de manifiesto la rivalidad comercial entre ambas debido a los conflictos suscitados por la South Sea Company que reclamaba los privilegios del asiento, tema que trataremos más adelante. 39. Esta guerra reunió en la contienda a cuatro continentes: Europa, Asia, África y América.
Véase Mazzeo 1994: 28.
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de los metales peruanos y los frutos españoles, así como el punto de convergencia de las rutas terrestres y marítimas. Se trataba de una ciudad pequeña, con un clima malsano, que no tenía vida propia y que solo se animaba para las ferias, al cabo de las cuales, que duraban unos 30 a 40 días, languidecía hasta la llegada de otra flota. Allí, no existía el libre juego de la oferta y la demanda; por el contrario, todo estaba regulado en función de los precios establecidos por los flotistas que, en muchas ocasiones, difería de los ofrecidos por los peruanos. A esto había que sumarle los costos del viaje y los impuestos que regularmente debían pagar las mercaderías al ingreso y salida del puerto. La actividad mercantil comprometía a un sinnúmero de funcionarios, oficiales reales y personal de aduanas, lo que nos permite imaginar el gran movimiento del puerto a la llegada de las flotas.
Las ferias duraban alrededor de cuarenta días, pero la preparación de la armada en Cádiz en ocasiones se extendió a dos años y a veces más. En ellas, los productos españoles eran mucho más escasos de lo que podemos imaginar. Por tal razón, franceses ingleses, holandeses, flamencos, hamburgueses y genoveses llegaban al puerto de Cádiz con lo más selecto de sus productos para que fueran embarcados hacia América y obtuvieran a cambio el oro y la plata de Nueva España y el Perú. Los productos suntuarios, tales como sedas, telas, perfumes, tapices o licores, eran provistos por las fábricas francesas instaladas en Ruán, Laval, Rennes y Cambrai.40
Durante el siglo XVIII, las ferias fueron muy espaciadas; así, únicamente se realizaron cuatro a lo largo de la primera mitad del siglo: en 1708, 1726, 1730 y la última en 1739.41 La primera se realizó con la Armada llegada a Cartagena en 1706, pero la renuencia de los comerciantes peruanos a arriesgar sus fortunas en Portobelo retrasó la organización de la feria hasta 1708.42 Esta feria finalizó con un acopio de caudal muy grande que, lamentablemente, se perdió por el ataque del corsario inglés Charles Wagner a la altura de Cartagena, donde se extraviaron cinco millones de pesos. A raíz de esta situación, hubo un interregno de trece años en el cual no se organizó ninguna armada y, por lo tanto, tampoco hubo ferias; en este lapso, el comercio peruano fue abastecido por el contrabando francés realizado en las costas del Pacífico. La siguiente feria de 1722 fue la primera luego de la Paz de Utrecht.
Este tratado permitió a Inglaterra ingresar a las posesiones españolas en América un navío de permiso con quinientas toneladas de mercaderías propias, además de obtener el asiento de negros en reemplazo de los franceses a través
40. Moreyra y Paz Soldán 1994: 112. 41. Moreyra y Paz Soldán detalla cada una de las armadas y por quiénes fueron organizadas (1994, I). 42. Dilg 1975: 29.
FIGURA 1 FERIA DE PORtOBELLO EN EL SIGLO XVII A LA LLEGADA DE LAS FLOtA DE ESPAÑA
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Fuente: Las casas de moneda española en América del Sur. Lima: Madrid, 2006.
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del puerto de Buenos Aires. Este acuerdo alteró progresivamente el sistema mercantil y afectó directamente a las ferias, dado que los navíos ingleses llegaban con productos extranjeros de manera legal y no esperaban la organización de las ferias con las naves españolas. Los abusos cometidos por Inglaterra, cuyo navío llegó a tener 974 toneladas de carga y a ofrecer sus efectos un 30% más barato, dado que no pagaban impuestos de aduana ni almojarifazgo como las naves españolas, generaron una serie de reclamaciones por parte de España. Los ministros españoles conocían estas dificultades, pero también sabían que debían esperar a que finalizase el asiento para iniciar cambios en el sistema. Así lo expresaba Patiño en sus declaraciones. Además, era necesario tomar medidas más drásticas para eliminar el contrabando en el Caribe.43
Estas fueron algunas de las razones por las cuales las ferias resultaron un perfecto fracaso tanto para los cargadores españoles como para los peruleros que llegaban a ella. Por otro lado, poseer bases en Gibraltar y Jamaica le permitía a Inglaterra observar cada movimiento de la Armada y elegir el momento propicio para atacar.
La siguiente feria estuvo vinculada a la flota de 1722 que se realizó con el concurso del comercio de Lima en 1726 y también debió enfrentar la competencia inglesa por el navío de permiso, situación que provocó el quebranto de muchos mercaderes españoles. Para esa época, el Caribe se encontraba atestado de piratas que obstaculizaban el ingreso de las flotas y galeones venidos de España. La última feria, organizada en 1731, no estuvo exenta de dificultades no solo por el navío de permiso inglés el “Real Jorge” que por tercera vez se hizo presente, sino también por la actitud del comercio español. Como señala Moreyra,44 la venta de paños hechos en las fábricas Reales de Guadalajara y los impuestos al comercio del Perú a precios exorbitantes propiciaron que la feria fuese un fracaso. Según este mismo autor, entre la firma del tratado de Utrecht en 1713 y hasta 1740, cuando tuvieron lugar los primeros cambios borbónicos, España perdió 224 millones de pesos debido a que el comercio en las ferias, estimado en doce millones de pesos anuales, se redujo a cien mil pesos. Por otro lado, en Portobelo, las actividades en el puerto se realizaban de manera muy rápida para burlar los controles de las autoridades y pagar menos impuestos, incluso, según testimonios de Álvarez, no se abrían los fardos ni se pesaban las barras de metal, lo que dio origen a varios fraudes por parte de los maestres. Los oficiales reales se quejaban de la desorganización y de que no podían inspeccionar los bultos, por lo que en muchas ocasiones surgían incidentes con los soldados de las flotas.45
43. Walker 1979: 229. 44. Moreyra y Paz Soldán 1994: 176. 45. Álvarez 2006: 18.
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Si bien la legislación obligaba a que el comercio con España solo fuera realizado por comerciantes matriculados en el Consulado, a las ferias llegaron personas que no tenían ningún vínculo con dicha institución. tres de las ferias en consideración revelan claramente la naturaleza del comercio peruano. Entre 1736 y 1739, unas 473 personas enviaron dinero a Panamá; de estas, 258 nunca habían tenido alguna asociación con el Consulado. En 1726, solamente 62 miembros de 180 hombres asistieron a la feria como miembros del Consulado. Para 1730, esta proporción había decaído a solo 46 de 117 y, en 1739, el porcentaje bajó un 30%.46 Esta menor participación evidenciaría el boicot del Consulado de Comercio de Lima a las ferias, pues sus miembros estaban más interesados en el navío de permiso que traía mercadería legal e ilegal a precios más bajos.47
Por lo tanto, las ferias decayeron por la misma razón que perdieron efectividad las flotas y galeones y la Armada del Sur. No solo significó un sistema caduco y lento, sino que, además, como sostiene Bennassar,48 la rotación de los convoyes era muy lenta, dado que entre las cargas de mercaderías, llegadas a puerto, descargas, reparaciones y esperas se consumían unos quince meses frente a los cinco meses de navegación efectiva. Además, la evolución de los navíos exigía un sistema que fuera mucho más ágil para que no retrasara el proceso de intercambio como lo tenía mucho más claro la nueva potencia marítima, Inglaterra. Por otro lado, es evidente que esta situación perjudicaba a los comerciantes peruanos, quienes prefirieron tratar directamente con sus pares españoles que acudir a las ferias con sus caudales.
Por otra parte, los comerciantes se quejaban del comercio de contrabando, realizado por los franceses en las costas del Pacífico, porque sostenían que había absorbido todo el capital existente. también se vieron fuertemente desplazados en la región de Potosí, donde vendían sus productos, por los ingresos que llegaban por la vía de Buenos Aires. Los peruanos querían mantener la exclusividad en la distribución de las mercaderías al interior del virreinato, por lo que se ha sugerido que la decadencia se debió a que los peruleros habían alcanzado gran poder económico y decidieron negociar directamente con sus pares españoles sin limitarse a las condiciones establecidas en las ferias y burlaron muchas de las limitaciones impuestas. Según Margarita Suárez (2001), este fue un proceso que se fue gestando en el siglo XVII y que en el XVIII desencadenó la decadencia total de las ferias.49 En opinión de Xabier Lamikiz, los comerciantes americanos lograron del rey la autorización para enviar sus caudales a España para
46. Dilg 1975: 13. 47. Walker 1979: 229. 48. Bennassar 1996: 129. 49. García Fuentes 1980: 159-163.