230
LYDIA FOSSA
convierte al valle del Rímac en una zona de habla quechua: “[...] la costa central peruana y sus inmediatas vecindades, era precisamente la que ofrecía la mayor diversidad dialectal dentro del dominio idiomático quechua, por corresponder a la zona de más antigua expansión de esta familia lingüística; además, todavía en el siglo XVI sobrevivían no lejos varios idiomas de otras familias aru, quingnam, culle, etc. [...]” (Torero 1997: 273). Al norte de la actual provincia de Lima, en la costa de La Libertad y parte de Lambayeque: Guáñape, Virú, Moche, Mansiche, Guanchaco, San Esteban, Santiago de Cao y, posiblemente, Reque (Rostworowski 1981: 99), se hablaba quingnam (lengua llamada pescadora por algunos). Al norte de esta lengua, Torero (1990: 245) ubica a la mochica, que algunos (como Martínez Compañón) llaman yunga,6 utilizando el nombre de la zona para identificar a la lengua que se habla en la costa de Trujillo. Agustín de Zárate, que recoge información proporcionada por Rodrigo Lozano, conquistador afincado en Trujillo en el siglo XVI, ofrece su propia división étnica y lingüística que refleja la percepción de los conquistadores: “Divídense en tres géneros todos los indios destos llanos porque a unos llaman yungas y a otros tallanes y a otros mochicas; en cada provincia hay diferente lenguaje caso que los caciques y principales y gente noble demás de la lengua propia de su tierra, saben y hablan entre sí todos una mesma lengua, que es la del Cuzco [...]” (1995: 39). Llama la atención que el autor se refiera a los yungas, habitantes de los llanos, como a un grupo étnico diferenciado del resto: bien podría tratarse de mitmaq yunka quechua hablantes. El hecho de que encabece la lista de grupos étnicos que lo habitan indica su importancia o primacía; lo sigue el de los tallanes y el de los muchik. La apreciación diferenciada de Zárate queda confirmada al constatar que cada una de las etnias nombradas tiene su propia lengua. El autor añade que al hablar entre sí, los principales utilizan la lengua del Cuzco, que él no llama “general”. Esto coincidiría con la opinión de Torero sobre la lista de Martínez Compañón que incluye la variante del quechua cuzqueño como parte del mapa lingüístico de ese territorio. Es probable que el dialecto cuzqueño haya convivido con el “quechua general” que se hablaría más bien en la costa: 6.
“También la lengua mochica de la costa norte peruana recibió el nombre de quichua (así como, más frecuentemente, el de yunga): un documento de principios del siglo XVII [...] señala que en algunos pueblos del norteño valle de Chicama se habla ‘la lengua de los valles que es la que llaman quichua o mochica’ [...] vicario del pueblo de Lambayeque, antaño de habla mochica, obtuvo en 1596 permiso del Rey para la venta de su obra Catecismo de la lengua Yunga o Quichua y Española” (Torero 1997: 275).
LAS
LENGUAS NATIVAS EN SINCRONÍA
231
El poderío del reino de Chincha antes del Tahuantinsuyo y su relación intensa tanto con las sierras contiguas a la costa sur peruana cuanto con el litoral del extremo norte del Perú y con el Ecuador permiten ahora comprender mejor cómo pudo extenderse a esas dos diferentes zonas las variedades Chínchay del quechua, que lingüísticamente encuentra su enlace sólo si se los plantea irradiados desde la costa central y sur del Perú. El desarrollado comercio y el intenso intercambio humano pueden explicarlo (Torero 1974: 96).
Los españoles dividen el suelo andino en dos grandes sectores: los llanos y la sierra: “[...] todo lo descubierto del Perú se entiende por dos nombres: que toda la distancia que ay desde las montañas a la mar, agora diste poco o mucho, se llaman los Llanos y todo lo demás se llama la Sierra” (Zárate 1995: 38). Los “llanos” pasan a ser conocidos también como zona yunga,7 el nombre quechua de la zona cercana al mar, el lugar donde viven los yungas. También se encuentran zonas yunga en las vertientes occidentales de la cordillera, y se les denomina hoy yunga fluvial (Pulgar Vidal 1996: 62). La toponimia nativa atestigua la identificación de esa región climática, ya que la presencia de los términos “yunga, yunka, yucay o algunas de sus metátesis, tales como cuyo o cuyun [...]” (Pulgar Vidal 1996: 61) es muy numerosa. Pero con el apelativo de lenguas yunka o “de los llanos”, los españoles sólo describen las lenguas habladas en la costa norte. Aunque al este de los Andes nos encontramos también con zonas climáticas yunka, no se tiene referencias de hablas “yungas” allí. González Holguín (1608) trae los tres términos en su Vocabulario [...], yunca, qqueshua y puna,8 que clasifican el territorio según su temperatura y orografía.9 Sus habitantes se identifican como “naturales” de esos territorios. El Anónimo (1586) establece prácticamente la misma rela-
7.
“Yunca, los llanos o cualquier tierra calurosa. Yunca, los indios naturales de allí” (Anónimo 1951: 94); “Quechhua, tierra templada” (Ibíd.: 74). “Puna, paramo. Punaruna, indio serrano” (Ibíd.: 72).
8.
“Yunca o yuncaquinray. Los llanos o valles. Yunca. Los indios naturales de allí” (González Holguín 1989: 371). “Quechhua. La tierra templada o de temple caliente. Quechhuaruna. El de tierra templada” (Ibíd.: 300). “Puna. La sierra o tierra fria o paramo. Puna runa. Indio serrano” (Ibíd.: 295).
9.
Pulgar Vidal (1996: 62) indica que la zona yunga tiene características diferentes, según se encuentre en la vertiente occidental de la cordillera (yunga marítima) o en la oriental (yunga fluvial). La marítima va de los 500 a los 2,300 metros sobre el nivel del mar y tiene terrenos y clima propicios para la siembra de la coca. Spalding, por su parte, describe una situación multiétnica preinka en el valle del Rímac, ocasionada por el interés en la explotación de tierras yunka (1984: 20).