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LYDIA FOSSA
y el pasado que allí se describe se aplica a toda la humanidad. Importa destacar, más bien, que el khipu haya sido reconocido también como una fuente de información histórica, de donde se obtienen datos que satisfacen a quien quiera contar los hechos de los inkas desde sus “orígenes”. Quiero destacar, a partir de estos últimos ejemplos, que a Ondegardo no le haya sorprendido obtener información histórica de los khipu. Los puntos de contacto entre lo que Mircea Eliade (1965: 65) llama el concepto del tiempo del “hombre arquetípico o religioso” y el del “hombre histórico” son los que permiten que Ondegardo reconozca lo histórico lineal propio en lo histórico cíclico del otro. A partir de ello puede reconstruirlo para que tenga sentido para él y sus lectores. Esto, a su vez, le facilita incorporar el inkanato a la historia bíblica. No se ha estudiado hasta ahora la habilidad para comunicarse en lenguas nativas que tenía Polo Ondegardo. No hay datos directos sobre su conocimiento del quechua o del aimara, a pesar de que tanto sus funciones oficiales como su actividad personal lo mantuvieron en contacto constante con la “república de indios”. Ondegardo vivió en Los Reyes (Lima) y en el Cuzco, zonas de hablas quechua. También en Porco, Potosí y La Plata (Sucre), zonas de hablas mayormente aimara. Allí debe haberse familiarizado con el vocabulario de esas lenguas, porque recurre a muchas palabras en quechua y aimara, lenguas nativas mayores en la segunda mitad del siglo XVI, para describir las realidades andinas. Curiosamente, Ondegardo nunca se refiere a la necesidad de contar con intérpretes o al hecho de haber recurrido a ellos. Sus informantes más tempranos, de antes de 1560, estaban en el Cuzco y seguramente se comunicarían con él en quechua o en la lengua administrativa inka, puesto que eran o habían sido funcionarios inka: “[...] viejos que fueron gobernadores del inga [...]” (Ondegardo 1940: 152); “[...] según afirman aquellos viejos que yo halle que tuvieron cuidado del govierno en tiempo del inga que hay algunos bivos en el Cuzco [...]” (Ondegardo 1940: 171). Posteriormente, sus informantes provienen de las zonas altas ganaderas y mineras del Collao y del Chucuito y son hablantes de aimara (lupacas), y aun de puquina (poques). Es decir, se comunica tanto con quechuahablantes como con aimarahablantes, sin hacer explícita la intermediación lingüística y sin dar información clara sobre su facultad para hablar las lenguas nativas. En Notables daños sólo tenemos algunas alusiones a su habilidad lingüística que, por ahora, no permiten afirmar con certeza si conocía estas lenguas y cuál era su dominio de ellas. Tenemos, por ejemplo: “[...] que los mismos nombres hacenlos breves o largos mudan la significacion
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[...]” (Ondegardo 1990: 147). Esta es una referencia a la fonética del aimara (Cerrón-Palomino 2000: 171) o del qichwa centrales (Cerrón-Palomino 1987: 254), lenguas en las que la pronunciación larga o corta de las vocales genera un cambio fonológico. Este rasgo es importante ya que produce palabras diferentes con significados distintos. Ondegardo no sólo fue capaz de captar este cambio, que a sus oídos españoles pudo muy bien pasar desapercibido, sino que dio cuenta de él. El licenciado Polo hace otros comentarios metalingüísticos en los que identifica las lenguas nativas más usadas: “[...] Anansaya y Hurnisaya [sic] y Anancuzco y Urnicuzco [sic], conforme a la lengua y uso de cada una tierra los nombres [...]” (Ondegardo 1990: 122). La “lengua y uso” de “Anancuzco y Urnicuzco” es el quechua, mientras que “Anansaya y Hurinsaya” son palabras aimara. Ondegardo hace otra explicación idiomática: “[...] treinta indios principales y quipocamayos que son sus contadores o marcamayos [sic: markakamayuq]64 [...]” (Ondegardo 1990: 151). Khipukamayuq es una palabra de indudable filiación quechua, pero de acuerdo a los vocabularios antiguos consultados 65 no se puede establecer claramente la filiación lingüística de la palabra marka y su derivado markakamayuq. Ambas lenguas, la quechua y la aimara, registran marka como “pueblo”. Su derivado, markakamayuq, que significa “el encargado del pueblo” o “el responsable del pueblo”, es una combinación de raíz aimara (Cerrón-Palomino 1999: 145) y sufijación qichwa. El origen aimara de este término está comprobado. La posibilidad de que sea un préstamo del aimara 66 al quechua es muy alta. También es factible que sea
64. En su Vocabulario aymara, Bertonio nos da los siguientes significados para marka: “Marca: Pueblo. Marca. Un juego de algo. Marca: Señal, marca, sello” (1879: tomo II, 217). Por su parte, Diego González Holguín (1989: 231) registra lo siguiente, entre otras acepciones: “Marcacuni. Tomar a alguno por abogado, o valedor. Marca. El valedor, o abogado protector#. El Lexicon... de Santo Tomás (1951: 318) nos ofrece: “Marca. Comarca o pueblo. Marcayoc. Comarcano”. 65. Anónimo, Vocabulario y phrasis de la lengua general de los indios del Perú, llamada quichua y en la española [1586], ed. fac. del Instituto de Historia, UNMSM, Lima, 1951; Ludovico Bertonio, Vocabulario de la lengua aymara [1612], ed. fac. de J. Platzmann, Imp. B. G. Teubner, Leipzig, 1879; Diego González Holguín, Vocabulario de la lengua qquichua o del inca [1608, Francisco del Canto, Lima], segunda ed. fac. 1952, UNMSM, Lima, y tercera ed. fac., 1986, UNMSM, Lima; Domingo de Santo Tomás, Lexicon o vocabulario de la lengua general del Perú [1560, Valladolid, Fernández de Córdova], ed. fac. de la UNMSM, Lima, 1951. 66. “De manera que los contactos y remodelaciones entre ambas lenguas tendrían una antigüedad de no más de dos a tres mil años. En todo este largo proceso de convergencia, que se encargó de borrar prácticamente toda huella palpable de herencia común, parece