CURACAS Y SUCESIONES COSTA NORTE

Page 19

EL CURACAZGO DE NARIGUALA DE CATACAOS El segundo Legajo comprende los autos que siguió en 1610, don Francisco de Montalvo, Procurador General de los indios, en nombre de doña Francisca Canapaynimi sobre sus derechos al Cacicazgo de Nariguala, reducido en el pueblo de Catacaos, cerca de Piura. En tiempo del Virrey Toledo, había en Piura 26 Repartimientos de indios, entre los que figuraban, Catacaos y Nariguala (26), cuando se hicieron las reducciones de los indios a pueblos, quedaron los naturales en los términos de sus propias tierras (27). Vás- cjuez de Espinoza, nombra la parcialidad de Nariguala entre las veintiocho que existían en el Corregimiento de esa provincia. En 1755, este ayllu, junto con el Menon y Mecache, pertenecían a un solo encomendero. Los indios de Nariguala pertenecían a los antiguos Tallanes, que ocupaban la región de Piura, al momento de la conquista. Para mejor comprender las costumbres de sucesión que alegan en el expediente, y los derechos de las famosas Capullanas o Cacicas, veremos primero lo que cuentan los cronistas sobre los naturales. Según Cabello, los Tallanes eran de origen serrano, establecidos en los valles de Pohechos, La Chira, Tangarará, Piura y Catacaos (28). Zárate divide los indios de los llanos entre Yungas, Tallanes y Mochicas. Los cronistas nombraban a todos los indios del litoral como Yungas o Yuncas, nombre tomado del idioma quechua, para designar los valles cálidos, lanío al este como al oeste de la cordillera. En la “Relación de la ciudad de Sant Miguel de Piura” (29), hay mención de tres naciones de naturales, diferentes en su habla, que existieron en los términos de la ciudad o sea desde el sur de Guayaquil, hasta Trujillo. El idioma Tallán fue posiblemente el Sec, que menciona Calandra, desgraciadamente perdido hoy día, y del cual no sabemos nada (30). De sus costumbres de sucesión poco es también lo que conocemos, la Relación de la ciudad de Piura (párrafo 163 y 175) dice que “subceden en ellos hijos, hermanos o sobrinos” y que a la muerte de un cacique, casi generalmente sucedían hermanos y sobrinos, pero que “se hiba perdiendo esta orden y que prevalece ya la costumbre española, de suceder los hijos. Las Casas (31) asegura que entre los Tallanes y los Huancavilcas no heredaban los varones sino las mujeres y que a las Cacicas les decían Capullanas. El padre Lizárraga (32) afirma que antiguamente gobernaban en esta provincia “las mujeres, a quien los nuestros llaman capullanas, por el vestido que traen y traían a manera de capuces, con que se cubren desde la garganta a los pies, y el día de hoy casi en todos los llanos usan las indias este vestido; unas se ciñen por la cintura, otras le traen en bandas. Estas capullanas, que eran las señoras en su infidelidad, se casaban como querían, porque en no contentándolas el marido, le desechaban y casábanse con otro. El día de la boda, el marido escogido se sentaba junto a la señora y se hacía gran fiesta de borrachera; el desechado se hallaba allí, pero arrinconado, sentado en el suelo, llorando su desventura sin que nadie le diese una sed de agua. Los novios con grande alegría haciendo burla del pobre.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.