Revista Vuelo N°2

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VUELO

REVISTA UNIVERSITARIA DE CULTURA

Monterrey [noviembre-diciembre, 2016]

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Índice

Editorial 2 La República y el civismo 3 Antonio Estrada Villarreal Pensar, ejercicio individual y colectivo 7 José Luis Cisneros Arellano La realidad de las reformas estructurales 14 Rafael Garza Ibarra, Pedro Castellanos R. Vida, pasión y muerte de las encuestas 17 Salvador Borrego A medio siglo del despertar 20 Cris Villarreal Navarro ISSSTELEÓN hace 24 años 26 Armando Hugo Ortiz Un episodio de violencia en el Congreso 30 Abel Moreno López Rebeliones y turismo 35 Raymundo Hernández Alvarado Historia de los votantes de izquierda 42 Jesús Ibarra Salazar Sobre el Estado laico y los derechos humanos 46 Sobre “Votos, estómagos, bolsillos...” 47 J. G. Martínez Votos, estómagos, bolsillos... 50 José Alvarado Poemas 51 Pedro Garfias A propósito del cine realista 53 Nazario Sepúlveda E. Un carnet nunca visto 56 Armando de León Montaño Desolación de la lucha libre 59 Gabriel Contreras José Guadalupe Posada 60 Diego Rivera Gerardo Cantú el enamorado 62 Arturo Cantú Sánchez En recuerdo del maestro Israel Cavazos 63 Carlos González Rodríguez Reseña 64 Julia Ibarra

Vuelo

Revista universitaria de cultura Publicación bimestral Editores / Carlos Ruiz Cabrera y Alfonso Reyes Martínez Coordinación editorial / Lourdes Ibarra Arte / Armando López

VUELO. REVISTA UNIVERSITARIA DE CULTURA, año 1, N° 2, noviembre-diciembre 2016, es una publicación editada por Carlos Ruiz Cabrera y Alfonso Reyes Martínez. Calle Modesto Arreola 711, Col. Centro, Monterrey, Nuevo León, C.P. 64000, Tel. (81) 8358 9109, redacción@vuelocultura.mx. Editor responsable: Carlos Ruiz Cabrera. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo N° (en trámite), ISSN: (en trámite), ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX N° (en trámite). Impresa por Ala Imprenta, 5 de mayo 494 pte., Col. Centro, Monterrey, Nuevo León, este número se terminó de imprimir el 15 de diciembre de 2016 con un tiraje de 1 000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura de los editores de la publicación.


Editorial

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n nuestra época,

a la realidad que vivimos la caracteriza un rasgo esencial: la globalización. Ésta ha venido a ser la alternativa emergente de la clase capitalista para impulsar todos los procesos presentes alrededor del mundo del siglo XXI. No importa si estos procesos pertenecen al ámbito social, político, económico, cultural o ideológico; ninguno escapa a su influencia. Para consolidar su éxito, la globalización ha necesitado estructurar nuevos paradigmas, tales como la producción transnacional, la clase capitalista transnacional e incluso el estado transnacional, sustentado de diversas maneras, por la mayoría de los estados nacionales neoliberales y sus grupos gobernantes al servicio prioritario de la acumulación de capital global sobre el capital local. Individuos, naciones y regiones han sido incorporados a los procesos de producción transnacionales, debilitando al extremo las autonomías y los provincialismos antes existentes. Esto ha dificultado mucho el abordaje de temas locales –de importancia social, política e intelectual– sin tener presente el contexto global. Impactados por esos procesos globalizadores están los centros educativos de nuestro país –entre ellos las universidades públicas– cuyas comunidades son víctimas de las políticas y prácticas neoliberales dictadas por los grandes centros financieros: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y demás organismos de naturaleza semejante. Expresiones elocuentes de esas políticas y prácticas neoliberales son el desempleo masivo; el uso desmedido y selectivo de la violencia gubernamental; los procesos privatizadores de los bienes nacionales en provecho de intereses particulares; los cada vez más exiguos salarios de los trabajadores y los drásticos recortes presupuestales a distintas áreas sociales, como son los casos de la educación en general y la universitaria en particular, sujeta ésta a imposiciones académicas externas y a objetivos alineados a los procesos globalizadores. Inmersos en el escenario antes descrito ¿qué podemos hacer los universitarios? Jugar nuestro papel: llevar a cabo y difundir profusamente estudios críticos sobre la globalización, tendientes a proveer a las mayorías populares de conocimientos teóricos que les inspiren y les sean útiles en sus luchas emancipadoras y en aglutinar a diversas corrientes sociales para desarrollar estrategias que integren la teoría y la práctica. Esta es una de las formas con que los universitarios –trabajadores, estudiantes y autoridades– podemos coadyuvar a la resistencia contra la supeditación enajenante connatural a la globalización, ávida de privatizar a las instituciones públicas de educación superior. §


José Guadalupe Posada

La República y el civismo Antonio Estrada Villarreal

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contra de los oscurantistas y retardatarios. Debe formarse a los ciudadanos para conocer la ley y cumplirla, seguir el ejemplo del comportamiento de aquellos que tienen la admiración y el respeto de sus padres, quienes ponderan sus conductas. Esos son los valores morales y cívicos, porque la moral y el civismo deben marchar juntos y marcar la senda de la civilización.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dispone en su Artículo 40: Es voluntad del pueblo constituirse en una república representativa, democrática, laica y federal.

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que la República es una de las formas de organizar al Estado, cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un periodo determinado, por un número limitado de veces. Es un sistema político caracterizado por basarse en la representación de toda su estructura, mediante el derecho al voto. El electorado constituye la raíz última de su legítima soberanía. Algunos comentaristas agregan que la República está basada en el imperio de la ley y no en el imperio de los hombres; el jefe del Estado ha de llegar tras ganar de las elecciones para ejercer durante un periodo establecido, con un número limitado de elecciones. Hoy la sociedad está suplantando a la República; los poderes fácticos rivalizan con el poder del Estado para defender cotos, ante la impasibilidad de las mayorías. os tratadistas explican

¿Y la escuela? La formación cívica o la preparación de los individuos para ser ciudadanos no debe dejarse a cargo de la escuela. Hemos visto a través del tiempo, que la enseñanza del civismo en México ha sufrido desorientación y altibajos. A partir de la reforma de 1972 desaparece de la currícula, pasando a formar parte del área de ciencias sociales. Reaparece en primaria y secundaria luego de la reforma de 1993. Dice Ikram Antaki en el Manual del Ciudadano Contemporáneo que la educación cívica no es una disciplina como otras, sino un objetivo de formación. Los padres ya no piden que la escuela primaria enseñe a pensar correctamente, ahora lo que quieren es que sus hijos tengan altas calificaciones. Nos preguntamos si el civismo se enseña en la escuela, si la escuela forma ciudadanos. ¿Acaso se puede enseñar civismo como se enseñan las tablas de multiplicar? Muchos contestaríamos: ¡Claro que no! El civismo se enseña en la familia, en el barrio y, finalmente, la escuela debe desarrollar esos valores. Recordamos la existencia, en Monterrey, del Colegio “Justo Sierra” y la República Escolar, en donde cada aula era un Estado y anualmente se realizaban elecciones para elegir al presidente de esa República Escolar. Efectivamente, así se aprende el civismo, viviéndolo, practicándolo. Pero ¿qué es lo que ven los niños en estos tiempos? La mayor parte de las veces, cuando viajan en el auto familiar, el papá excede los límites de velocidad, algunas veces no respeta el semáforo

El ciudadano Por otra parte, la Constitución señala, en su Artículo 34: Son ciudadanos de la República los varones y mujeres que teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: I. Haber cumplido 18 años. II. Tener un modo honesto de vivir. La población es la razón de ser de la República; ésta tiene la obligación de protegerla de propios y extraños; debe dictar el derecho y hacerlo obedecer, inclusive por medio de la violencia legítima. La República es una construcción colectiva y el ciudadano debe mostrar su deseo de pertenecer a ella, y defender la razón y el derecho en

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José Guadalupe Posada

en rojo, no usa el cinturón de seguridad, se cuela a la brava en las filas de vehículos, se estaciona en áreas prohibidas o arroja basura por las ventanillas. ¿Cómo enseñar civismo a los pequeños si les ha tocado la suerte de vivir entre nosotros? Así, estos niños están viendo y viviendo la ilegalidad. Las anteriores tal vez sean violaciones menores, pero a ellos les resulta claro que no es necesario respetar la ley. Quizás más tarde, ellos copien en la escuela o falten sin permiso. Tras esta formación, luego evadirán impuestos, tratarán de engañar a la aseguradora, o quizás plagien su tesis profesional. ¡Cuidado! Alguno puede llegar a ser gobernador y nombrar a un director del DIF o a un subprocurador del Ministerio Público, a pesar de que no hayan cumplido la edad que la ley exige para desempeñar el cargo; entonces el señor gobernador se burlará de la ley y los nombrará “encargados” para satisfacer sus caprichos. Acaso designe a un contralmirante, sin título de abogado, como director de la Agencia Estatal de Investigaciones de la Procuraduría de Justicia y, una vez exhibida su arbitrariedad, el hipotético gobernador, en un desplante dictatorial, lo nombre “encargado”, ordenando cambiar la ley para suprimir el requisito incómodo y lograr que su marino pueda ser director. Incluso es posible que ese infante imaginario llegara a ser fiscal anticorrupción y ante el Congreso del Estado aceptara, cínicamente, haberse apropiado ilícitamente de 6 millones de dólares de una clienta, abusando de su confianza; pero también pudiera ser que, como jefe de la Fiscalía Anticorrupción, ordenara a un subalterno presentar unos alegatos reducidos a tres cuartillas, como una estrategia para ocultarle al acusado elementos que pudieran servirle en su defensa, violando la equidad que debe tener el procedimiento acusatorio. En cualquier lugar donde se practique el civismo, los ciudadanos le hubieran exigido a ese gobernador imaginario el respeto a la ley, misma que protestó cumplir cuando tomó posesión de su cargo.

Moraleja: más vale enseñarle a tu hijo con el ejemplo, a conocer y a cumplir la ley; no vaya a ser que llegue a gobernador.

Los resultados del abandono La V Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, ENCUP 2012, constó de 118 preguntas realizadas en el domicilio, a quienes mostraron su credencial de elector, contenidas en 10 rubros considerados importantes; sin embargo, los especialistas omitieron un tema fundamental: la República. Dichos rubros fueron:

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1. 2. 3. 4.

La política y los asuntos políticos. Niveles de información y conocimiento político. Interés de la persona por la política. Grados de confianza de los ciudadanos en las instituciones políticas y sociales. 5. Percepciones sobre la democracia. 6. Legalidad, tolerancia, libertad, pluralismo, diálogo y acuerdo. 7. Actitudes, inclinaciones y predisposiciones políticas. 8. Niveles de acción política. 9. Participación ciudadana en organizaciones sociales y civiles. 10. Participación electoral.

43.62%. Cuando es necesario ir a ver a la autoridad para resolver un problema que le afecta a él y a toda la colonia, prefiere que se nombre una comisión en lugar de ir. 20.31% tramitó su credencial de elector solamente para identificarse.

Cultura de la legalidad La moral y la ley nos marcan el camino. Los valores deben conjugarse en la cotidianidad, interesándonos en conocer no únicamente nuestros derechos, sino también las obligaciones correlativas, adoptando una posición ante ellos. Por ejemplo: ¿cuál es nuestra posición frente al desmantelamiento de Pemex o de la Comisión Federal de Electricidad, o ante la reelección de los legisladores, o frente al derecho a contraer matrimonio con alguien de nuestro mismo sexo? Es vital formarnos una opinión fundada ante el nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio y sobre los partidos políticos y los candidatos independientes. Es decir, debemos conocer y valorar nuestras instituciones de justicia, educación, salud, familia, etcétera. Hacia allá debemos avanzar, rumbo a una cultura de la legalidad que nos permita hacer efectivo el estado de derecho. Ocuparnos de que éste realmente funcione; combatir la impunidad, la corrupción, la permisividad, la aceptación y complicidad, la discrecionalidad; oponernos a que se negocie políticamente la ley y a que se judicialice la política. Es tiempo de reconstruir la República. Así como para que algo funcione en una sociedad se requiere la acción de los asociados, para que la democracia impere en la República se precisa el fortalecimiento de sus pilares: pacto social, estado de derecho, seguridad y justicia, y cultura de la legalidad. Nos falta mucho, es cierto. De ahí que no debemos aflojar el paso… pues se nos acaba la vida. §

Una muestra de las preguntas y los porcentajes de las respuestas reflejan la evidente falta de formación cívica. Veamos: 50.75% cree que los problemas de la sociedad deben ser resueltos por el gobierno. 76.10% el medio que más utiliza para informarse acerca de la política es la televisión. 68.71% recurre diariamente a la televisión como fuente de información. 40.34% no sabe el tiempo que duran… los diputados en su cargo. 49.93% elegiría el desarrollo económico en lugar de la democracia. 73.90% están muy de acuerdo y de acuerdo en que a los funcionarios públicos no les preocupa lo que piensa la gente. 87.98% no ha sido miembro de alguna organización de voluntariado o beneficencia. 77.65% no ha sido miembro de una asociación de padres de familia. 86.46% no ha sido miembro de una organización de vecinos, colonos o condóminos. 92.44% no ha sido miembro de alguna organización de defensa del medio ambiente. 98.35% no ha sido miembro de un grupo organizado. 62.38% no están interesados en los problemas de la comunidad, ni siquiera un poco.

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Gerardo CantĂş

Pensar, ejercicio individual y colectivo JosĂŠ Luis Cisneros Arellano

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compartir contigo una pequeña reflexión que pretende motivar nuestro pensamiento hacia una alternativa que considero posible; además, el tema que utilizo para señalar la pertinencia de esta reflexión es importante, y lo digo pensando en lo cotidiano, más allá de sus implicaciones políticas. Empiezo de forma poco común… con una pregunta, y no cualquier pregunta: ¿Por qué podemos preguntar? ¿Has considerado, estimado lector, que si todo estuviera ya escrito o si no existiera la posibilidad de identificar más de un camino por recorrer, podrías siquiera plantear una pregunta con su respuesta? Creo que debemos conceder como verdad que la realidad tiene como elemento constitutivo, de su ser, la apertura necesaria para ofrecer alternativas y con ello el ejercicio de preguntar por ella, por uno mismo y por todos nosotros. Un ejemplo innegable es que cada persona tiene la capacidad de preguntar, de responder y en ocasiones de preguntar por lo imposible o por la pregunta misma. De dar respuestas fantásticas y a veces nuevas. ¿O no? Estoy seguro que en ocasiones has sido capaz de pensar por cuenta propia o bien de inventar o crear algo. Sin embargo, esto se vuelve mucho más difícil e incluso improbable cuando sugerimos la posibilidad de que toda una sociedad pueda pensar o crear algo por su cuenta, como sociedad. ¿Te imaginas, lector, que fuéramos capaces de generar una idea colectiva y de que fuéramos conscientes de que lo hemos hecho, no como conjunto de individuos, sino como un organismo vivo? El problema es que por más que nos esforcemos, parecería que esto no es posible porque la historia de la humanidad se asemeja más al relato fantástico y trágico que algunos cuantos han escrito porque detentaron el poder. Se dice de ellos que son buenos en combinar hechos y transformarlos en datos que todos aprendemos después dentro de un sistema educativo; éste se encarga según nos dicen, de hacernos creer que

Gerardo Cantú

ector: quiero

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todos, como humanidad, hemos creado algo en conjunto. Se dejan de lado, en la periferia, o completamente ignorados, una gran cantidad de situaciones, hechos, ideas y realidades que no se ajustan a lo autorizado y planteado como “obvio” por el mismo sistema. Los griegos le llamaron paideia a la idea de que toda la sociedad era capaz de pensar como si se tratase de una colmena, en donde cada abeja piensa lo mismo que las otras siguiendo el plan general de conservación de la colmena misma. Pero la realidad, quizá me equivoque, es que los seres humanos nos hemos distinguido por ser una multitud de hechos diversos, complementarios y antagónicos; pero han sido reorganizados y encajonados en un continuo relato con sentido sólo para aquellos que han detentado el poder, o el saber, y nos han querido hacerlo ver como si fuera la única realidad. Los sistemas políticos, religiosos e incluso algunos filosóficos han cultivado este panorama. El problema con esto radica en que no todo es medible con la misma vara. Estoy seguro que tú, estimado lector, has conocido situaciones o personas que se salen de la regla, de la norma, de lo ya conocido. Por tanto, esto ofrece una dificultad: siempre existirá algo diferente, algo que no pueda incluso ser admitido o reconocido por otros. Ya imaginarás que esto en política, en religión o en ciencia siempre ha sido motivo de abusos contra aquellos marginados, ignorados... Sus razones se han sustentado en dogmatismos, es decir, en afirmaciones u opiniones que no admiten contradicción a pesar de no ser ciertas. Esto me permite pensar en un asunto interesante: señalar que la principal posibilidad para reconocer la diversidad de la cual estamos hechos, es abrirle la puerta a otras opciones de entendernos, de concebirnos, de organizarnos. Frente a esta opción, he pensado en la posibilidad de que sí seamos capaces de pensar socialmente como si fuéramos un organismo vivo, tal cual lo hace una persona. Revisando en la historia y, por supuesto, en algunas mentes brillantes

que localizamos en los libros o ahora también en internet, he llegado a considerar que han existido momentos en los que pensamos colectivamente. Sin embargo, mi ejemplo no es representativo de un tipo de pensamiento colectivo bien definido, unificado, congruente consigo mismo y sobre todo, duradero. El ejemplo del cual quiero hablar es tan complejo que se manifiesta de muchas formas, al grado de que su naturaleza ocasiona que exista más de una forma de entenderlo. Me refiero a la democracia; pero antes de que me presentes diferentes interpretaciones de ella que cuestionarían mi definición, explicaré qué entiendo por democracia, por lo que empezaré señalando cuáles creo que son sus condiciones de posibilidad. La primera condición es la complejidad que constituye la realidad. El filósofo francés Edgar Morin ha desarrollado una propuesta sumamente interesante sobre la noción de complejidad y aunque algunos han considerado que su filosofía no está justificada, sustentada, ni científica ni filosóficamente, sí la considero digna de ser escuchada. Las razones que dan para criticarla son las siguientes: 1. Se considera que cualquier propuesta académica seria debe estar especializada, es decir, enfocada en un aspecto particular de la realidad, ya que esta condición permite concentrar toda la potencialidad de observación y de análisis sin salirse de los marcos conceptuales, los cuales ayudan a entender con precisión y confiabilidad un proceso de indagación y de obtención de resultados. 2. También se ha considerado, prejuiciosamente, que toda propuesta científica o filosófica debe estar sustentada en un contexto y en unos antecedentes que definen a quien la desarrolla como autoridad en la materia. Este prejuicio se sustenta en la falsa creencia de que los científicos o los filósofos, en virtud de su preparación profesional, son los únicos autorizados para desarrollar investigaciones o proponer

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ideas explicativas sobre la realidad. 3. Se piensa que las disciplinas, sobre todo las científicas, admiten sólo cierto tipo de interconexión o enlace, en virtud de que no cualquier realidad puede ser compatible con otra realidad. Esto significa que un hecho o fenómeno observado ofrece un grado de posibilidades de relación con otro hecho o fenómeno si y sólo si existe un puente natural entre ellos.

Dios de sí mismo en el Antiguo Testamento, que pretende ser suficientemente clara como para no generar falsas interpretaciones. Sin embargo, la expresión yo soy el que seré, que define a Dios (el filósofo alemán del siglo XIX Shelling, buen conocedor del hebreo, señala que ésta es la correcta traducción, en lugar de la conocida yo soy el que soy), hace posible un sinfín de formas de entenderla, lo que permite concebir diferentes maneras de fundamentar a Dios. Existen muchos otros pasajes que pueden ser interpretados desde diversas perspectivas: la virginidad de María, la resurrección de Cristo, los aforismos y metáforas de Cristo, etc. Sin embargo, a pesar de esta posibilidad de interpretaciones, el texto bíblico, así como El Corán, pretenden todo el tiempo ser unívocos, incuestionables. Existe una posibilidad inmensa de que, cada vez que emitimos nuestra opinión sobre la religión que profesamos, sea una herejía, porque ella misma significa “opinión libre”. Esto no significa que lo dicho sea una blasfemia o una ofensa contra la fe; no obstante puede ser una postura equivocada con respecto a lo que la religión pretende que entendamos, sintamos o hagamos sin dudar y sin cuestionar. La segunda condición consiste entonces en que, en el caso de existir un texto sagrado para alguna sociedad, éste no pretenda ser de carácter unívoco. Esta condición haría posible que cualquier interpretación sobre la realidad divina sea autorizada y no rechazada de facto, lo que permite a su vez pensar en la posibilidad de que nuestra opinión pueda explorar caminos alternos y explicaciones diferentes, sin ninguna amenaza de excomunión. Esta condición autoriza a entender la importancia de la tercera condición, la cual está relacionada con el intercambio de experiencias, ideas y visiones del mundo en un marco común de convivencia. La tercera condición hace referencia al intercambio, presente en las sociedades que fomentan el comercio en virtud del tránsito mercantil en el interior de sus fronteras. Ejemplos de esto pueden señalarse en la antigua Grecia y en

Como ya podrás intuir, lector, la propuesta de complejidad que hace Edgar Morin, rompe estos tres requisitos, pues los encuentra insuficientes para dar cuenta de la gran cantidad de factores que intervienen en lo que llamamos realidad. Su propuesta se puede resumir en lo siguiente: la realidad es un entramado de diversas dimensiones, tal y como si se tratara de un vestido hecho en un telar artesanal. Dicho entrelazado genera una nueva dimensión que en algunos casos es completamente insospechada. Además, dicho entrelazado está compuesto por antagonismos, complementariedades, simbiosis y relaciones dialógicas que no se explican ni se reducen a un ámbito en particular. La propuesta de la complejidad señala entonces que no existe un concepto o un criterio que explique en última instancia todas las articulaciones y emergencias que aparecen. Por lo tanto, la propuesta de la complejidad no puede reducirse tampoco al concepto de complejidad ya que para ser congruente consigo mismo, Morin señala que dicho concepto tendría que ser siempre explicado, jamás dado por hecho o asumido sin ser analizado. Esta es la primera de las condiciones. La segunda es la siguiente: Todas las religiones que han existido en el mundo tienen en común un texto que pretende ser unívoco. Esto significa que no existe la posibilidad de más de una interpretación sobre lo que tiene escrito; incluso la interpretación podría ser ya una herejía hacia el texto mismo. Considera, lector, el siguiente ejemplo: la definición que da

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Gerardo Cantú

complementó con la presencia intermitente de grupos sociales invasores y agresivos, pues sería ingenuo pensar que todos los grupos migratorios se rigieron por el modelo de convivencia pacífica. Esto último permite señalar la última de las condiciones necesarias para la aparición de un pensamiento colectivo que llamo democracia. La última condición, pues, son las relaciones antagónicas entre grupos agresivos que invadieron los territorios. En la antigüedad griega, por ejemplo, la rudeza de los campesinos acostumbrados a labrar la tierra en condiciones difíciles, así como el sentido de pertenencia, los llevó a crear barreras artificiales que los protegieran de los invasores. En la Grecia antigua, a dicha barrera artificial se le conoció como polis, que significa muralla; la palabra polis, del griego antiguo, derivó en lo que se conoce como política. En un sentido primigenio, lo político constituye

la Italia del Renacimiento; en ambas se presentaron grandes flujos migratorios que llevaron consigo toda una variedad de formas de vivir y de entender el mundo. En la antigua Grecia, las comunidades mercantes de fenicios, de cretenses y de egipcios, entre otros, guiadas por el interés de todos de intercambiar mercancías, contribuyeron a cuestionar las explicaciones mitológicas que imperaban en cada grupo asentado en las costas. La mentalidad práctica de los navegantes fomentó en las mentes más arrojadas el surgimiento de otras formas de pensar, en particular, al acudir a explicaciones concretas que se encadenaron, con experiencias asumidas como verdades aceptadas. La articulación de ambas versiones permitió desarrollar nuevos discursos confiables en virtud de su ilación congruente con la realidad observada. La presencia de tantas formas de ver el mundo y de vivirlo, se

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un tipo de conciencia colectiva que privilegia el interés por todo aquello que se encuentra en el interior de la muralla, es decir, los asuntos públicos de la ciudad. Con independencia del significado que adquirió la palabra política, esta hace referencia originalmente a un interés compartido que denota, en primera instancia, una idea que, si no todos, al menos la mayoría compartía. Las condiciones dos, tres y cuatro ya mencionadas, vinculadas de forma compleja, tal y como se entiende por dicho concepto en la condición uno, dibujan un panorama que sólo combinado así genera un caldo de cultivo que posibilita la aparición de un pensamiento social. El filósofo griego del siglo XX, Cornelius Castoriadis, consideró que la invención de la democracia en la Grecia antigua constituye un pensamiento colectivo que no se restringe a la idea jurídica de un régimen de gobierno. La idea de Castoriadis consiste en señalar que aquellas personas ocupadas de lo político entendían a la política como el ejercicio de pensar con libertad y cuestionar lo establecido, por ejemplo las leyes, las resoluciones en la asamblea e incluso las relaciones con otras ciudades griegas. La ausencia de un texto sagrado que dictara la forma de pensar de manera unívoca, así como la presencia de grupos de comerciantes que debatían en público las ideas sobre la realidad y la organización social, y la firme convicción de defensa del propio territorio (en este caso hecha por los varones campesinos o marinos que hablaban griego y que tenían medios para pagar su escudo y su lanza), interrelacionadas de manera compleja, permitieron el surgimiento de un modo de discutir el cómo organizarse políticamente. Así, pues, se trata de señalar que la democracia no consistía sólo en la disposición de una mayoría, ni en la elección azarosa de representantes en la asamblea, sino en la forma de vida que tenían los ciudadanos para abordar cotidiana y públicamente, con libertad y con razones argumentadas, cuestionamientos y resoluciones de lo público. Esto no significa que se ignoren las

críticas emitidas por gentes de reconocida trayectoria intelectual como el filósofo Platón, o el llamado Viejo Oligarca, autor de la Constitución de los atenienses, obra por algunos atribuida a Jenofonte. Los personajes antes mencionados planteaban que la democracia, entendida como el gobierno de la mayoría, sustentaba sus resoluciones en engaños y falacias discursivas, lo cual convertía el ejercicio democrático en una demagogia y potencialmente en un fracaso político. Sin embargo, aunque estas opiniones antidemocráticas fueran válidas, las mismas señalan que sí existía una forma de pensamiento colectivo, de libre pensamiento en torno a lo público que aquí he llamado democracia. A este hecho Castoriadis lo considera un verdadero acontecimiento social. Si la invención de la democracia parece ser lo suficientemente valorada como para conservarla, ¿cómo es posible que sea tan efímera? El filósofo francés del siglo XX Alain Badiou, plantea que todo tipo de acontecimiento es efímero, pues se distingue por ser radicalmente novedoso, a tal grado que el sistema ya constituido no le reconoce existencia o legitimidad, porque lo novedoso suele aparecer como crítica al sistema mismo… Algo así como lo que plantea el filósofo alemán del siglo XIX, Hegel. El sistema, en este caso político, al ser cuestionado lleva a cabo una campaña de desprestigio hasta lograr su eliminación. La democracia así entendida es una novedad causada por una urdimbre de complejidades que, como una flor que se levanta sólo por un instante en medio del fango, se convierten en una realidad digna de ser valorada y tomada en cuenta por la misma sociedad. Es un tipo de pensamiento que brota de forma colectiva y nos plantea la posibilidad de generar más pensamientos sociales, como los conocidos a lo largo de la historia. Esta posibilidad es alentadora, pues nos permite presuponer que la sociedad puede autodeterminarse, sin la imposición de formas de ver el mundo pensadas por un solo individuo: llámesele

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héroe, dios, revolucionario, o caudillo, mesías o líder de cualquier índole. La posibilidad de ejercer la autonomía como sociedad, y librarse con ello de la heteronomía, es decir leyes impuestas por alguien ajeno a la sociedad, abre un abanico de oportunidades que nos permiten ser congruentes con las ideas antropológicas del humanista y filósofo renacentista Giovanni Pico de la Mirandola, quien sostiene que: el ser humano no posee una forma definida que lo determine a ser alguien o algo en particular, esto le permite ser libre de elegir su camino y, con ello, generar una diversidad de seres humanos cuya principal dignidad consiste en encontrar la oportunidad de construirse según esa diversidad. El pensamiento colectivo llamado democracia es congruente con esta característica humana primordial; sin embargo, debe reconocerse, como hace Edgar Morin, que acontecimientos tan complejos como éste viven siempre a la temperatura de su propia destrucción. La necesidad de que los límites de la democracia se encuentren en la misma socie-

dad, y no en leyes fijas y hasta dogmáticas, es quizá imperativa. Para concluir, estimado lector, piensa lo siguiente: ¿por qué podemos preguntar? Inicié este texto con esa pregunta y no pretendía explorar la respuesta, sino señalar que si somos capaces de preguntar por la pregunta misma, podría suceder que también podamos pensar colectivamente, como seres humanos. Esto me conduce a emitir una propuesta que me gustaría consideres seriamente: ¿te has dado cuenta de las formas de pensamiento colectivo a las que perteneces y de las cuales no te has percatado antes? La plena conciencia de lo que somos incluye no sólo considerarnos como individuos, o como parte de una familia, o exclusivamente como miembros de una sociedad, sino como partícipes del ejercicio que quizá nos proyecte con mayor exactitud: pensarnos como un “nosotros”. Considéralo, lector, pues con toda probabilidad será condición para contribuir a la generación de más pensamientos colectivos liberadores. §

Hidalgo 2095 Pte., Col. Obispado, Monterrey, Nuevo León, C.P. 64060 Teléfono conmutador: 83 33 08 00 con seis líneas, FAX: 83 33 29 01 Email: grupoorven@prodigy.net.mx

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JosĂŠ Guadalupe Posada

La realidad de las reformas estructurales Rafael Garza Ibarra Pedro Castellanos R.


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de Perogrullo que en el imperante sistema económico neoliberal el futuro y destino de los denominados países emergentes está predeterminado. Sea porque su débil economía no les permita competir en igualdad de condiciones, sea porque a pesar de poseer recursos naturales no disponen del capital y/o la tecnología para su explotación. A lo único que estos países pueden aspirar es a ofertar cualquier número de condiciones o ventajas para la inversión, sobre todo extranjera. Como nación de economía emergente, México compite hoy con otros países por agenciarse las mayores inversiones de capital en los distintos rubros de su economía; para esto ha debido crear condiciones que garanticen y den seguridad a estos flujos de inversión de capital. Es por tal razón que al gobierno mexicano le preocupe tanto tener estables los índices o indicadores macro económicos, pues esta política le permite mantener abiertas sus líneas de crédito; con ello logra, además, dar prueba fehaciente de que el país se somete a las reglas impuestas por el hegemónico sistema económico neoliberal. Es también, en parte muy importante, la razón de ser de las reformas estructurales implementadas por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Sin mencionarlas, es evidente que una gran parte de estas reformas estructurales tienen en común el haber sido diseñadas pensando en crear condiciones que, funcionando como imanes, pudieran atraer las inversiones de capital que el país necesita para su desarrollo. No se puede negar que las reformas estructurales propuestas por el actual gobierno eran necesarias para evitar el desfase con respecto a los vertiginosos cambios de todo orden que trajo consigo el fenómeno de la globalización. No obstante, si el propósito del presidente Peña Nieto con las reformas estructurales era montar al país en el tren del desarrollo y la prosperidad, por los resultados hasta ahora obtenidos

todo indica que para que el pueblo mexicano vea cristalizado este propósito todavía tendrá que esperar un largo tiempo. Lo que es un hecho es que en los primeros cuatro años de gobierno de Peña Nieto se han dedicado tiempo y recursos sin límite a consolidar su proyecto de reformas, descuidando otros aspectos que son esenciales para mantener la paz y la armonía de nuestra sociedad. Hoy en el país se da un clima social que no va de acuerdo con los valores de orden, respeto, honestidad, lealtad, solidaridad, justicia y libertad. Hoy en México existe un estado de cosas proclive a la desconfianza, al desorden, a la conflictividad social y a la delincuencia, la criminalidad, la impunidad y la injusticia. En fin: todo indica que el presidente Peña Nieto ideó su proyecto de reformas estructurales en la lógica maquiavélica de que el fin justifica los medios. Veamos el ejemplo de la reforma laboral. En ciertos aspectos, ésta constituye una regresión de los derechos conquistados en sus luchas por la clase trabajadora mexicana, amén de que como sindicalistas pensamos que esta reforma abre una brecha para en un futuro intentar cancelar derechos fundamentales de los gremios sindicales, como son el derecho de coalición y asociación profesional, de contratación colectiva y de huelga; todo en aras de crear un ambiente laboral y social propicio para la inversión. Lo que hasta ahora podemos concluir con toda certeza es que no se han cumplido las expectativas que el gobierno predijo vendrían con las reformas estructurales: Se dijo que con ellas obtendríamos tecnología de punta; que crecería y se multiplicaría la mano de obra calificada; que las inversiones en el país traerían riqueza, empleo bien remunerado y productividad; que los hidrocarburos, la energía eléctrica, el gas doméstico e industrial, así como los servicios de telecomunicación, reducirían sustancialmente sus tarifas en beneficio del usuario y el consumidor; mas esto no ha sido una realidad, sino por el contrario, hoy la vida en el país es más costosa y existe mayor pobreza.

s una verdad

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Empero, aún existen en el gobierno voces optimistas que aseguran que los efectos de las mencionadas reformas estructurales empezarán a ser visibles a los ojos y en la economía de los mexicanos dentro de diez, quince o veinte años. Esperaremos, pues, el advenimiento de esos buenos tiempos. Lo que es una paradoja que estamos viviendo los mexicanos, en relación con las reformas estructurales, es que mientras nuestro gobierno ofrece facilidades de todo tipo al inversionista extranjero, el emprendedor e inversor nacional sufre un calvario para cumplir el sinfín de trámites burocráticos para fundar una nueva empresa o negocio. Cierto es que el actual gobierno no es el único responsable de todo lo malo que le suceda al país; sería una injusta condena en este sentido, pues lacras sociales como la inseguridad, la violencia, la corrupción, el narcotráfico y la impunidad anclan sus orígenes, eso sí, en anteriores malos gobiernos que permitieron su gestación y evolución sin control. Por de pronto, los pronósticos de los expertos predicen que el próximo año 2017, México tendrá una tasa de crecimiento del PIB menor al 2%; que la inflación estará rondando el 4%; que el dólar seguirá apreciándose frente a nuestra moneda; que el precio del petróleo se mantendrá a la baja y que los recursos para educación y programas sociales, en términos generales, serán menores comparativamente a los asignados en el pasado año 2016. Frente a este panorama económico nada halagüeño, veremos si el presidente Peña Nieto y su partido el PRI siguen apostando el poco capital político que les queda, a los resultados de las reformas, o si, en sus dos últimos años dan un golpe de timón y enfilan la acción a reconstruir el tejido social del país y a buscar la conciliación entre el pueblo y gobierno, mediante la imposición del estado de derecho y el funcionamiento honesto y eficaz de los órganos de procuración y administración de justicia. §

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Vida, pasiĂłn y muerte de las encuestas Salvador Borrego


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como una idea de Carlos Marx en tiempos de la Comuna Francesa, con el propósito de conocer las condiciones laborales de la clase trabajadora de entonces. Fue la primera vez que se trató de indagar la condición de opinión de un amplio sector social, con base en una muestra de éste. Max Weber utilizó el mismo recurso para indagar aspectos sobre la ética protestante y a principios del siglo pasado la revista Reader’s Digest les dio un sentido político electoral con pretensiones predictivas. En 1936 George Gallup cuestionó la metodología de la revista y propuso un esquema que se conoce como muestreo de cuotas para mejor representar a la población en la muestra. Su esquema fue claramente superior al lograr anticipar el triunfo de Franklin Delano Roosevelt a quien el Reader’s Digest daba por perdido. En 1948 fallan las encuestas de Gallup, que mostraron sus deficiencias metodológicas al pretender caracterizar a las poblaciones dando balance en la muestra a unas cuantas características socio-demográficas tales como raza, edad, sexo, nivel económico, etc., y surgen con Paul Lazarsfeld y Samuel Stouffer las encuestas basadas en el muestreo aleatorio, que consiguen ese balance para todas las variables identificadas o no. La magia de la aleatoriedad y con ella de la ciencia estadística, se instauran entonces como las bases sólidas científicas que nos dan hoy –con sus márgenes de error y niveles de confianza–, la idea más razonable de cómo es la opinión pública, a grado tal que Vincent Price, en su libro Opinión Pública, define a esta justo como lo que resulta de una encuesta. El proceso evolutivo antes descrito, desemboca entonces en una sólida actividad académica que sirve de sustento a decisiones tanto políticas como mercadológicas, que logró prestigiarse de modo notable desde el medio siglo hasta hace algunos años; pero se empezó a observar el raro fenómeno de que fallaran, cada vez con más frecuencia, en procesos político-electorales, todas o casi todas las encuestas.

La explicación de este aparente contrasentido es que las predicciones dependían de la condición no explícita de que la opinión pública cambiaba lentamente a través del tiempo, permitiendo en consecuencia que resultados que correspondían siempre a varios días previos (el periodo del trabajo de campo) resultaran vigentes al momento de presentar los resultados de las encuestas; y las más de las veces, al día de la elección, obteniéndose así aquellas predicciones exitosas que contribuyeron a la pretensión de que las encuestas eran nuestras modernas “bolas de cristal” para ver el futuro. Con el nuevo siglo llegó una masificación de la telefonía celular y del uso de la red de internet, transformando a cada persona en transmisor de información que produjo como consecuencia natural que grandes cantidades de personas en cuestión de horas compartan la misma información, y generó por ende que aquella condición no advertida de que la opinión pública cambiaba lentamente ya no siguiera vigente. Quizá por no haber sido advertida entonces con claridad es que ahora tampoco se advierte que cada vez se hace más rápido el cambio en la opinión pública, y que como consecuencia las encuestas de hoy nos informan casi siempre de condiciones pasadas que ya no están vigentes y que tampoco lo estarán en general en el futuro. Justo por esta nueva condición en la movilidad de la opinión pública es que vivimos hoy la debacle de las encuestas. La consecuencia de no advertir esta nueva condición de movilidad de la opinión pública, es que todas las alternativas de solución que se han dado arrojan resultados aun peores que los que obtendríamos al hacer las encuestas como siempre se habían hecho. Es difícil aceptarlo, incluso por razones sentimentales, pero algo que debemos admitir es que las encuestas ya no son adecuadas para seguir la evolución de los procesos político-electorales y de no pocos fenómenos sociales en general. Debemos por tanto migrar a otra rama de la ciencia estadística, tal como el

as encuestas surgen

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control estadístico de calidad, que fue desarrollada justo para dar seguimiento a los dinámicos procesos industriales. Una adecuación de las técnicas de la referida rama de la estadística, tanto en el plano filosófico como en las definiciones y criterios fundamentales, es lo que hicimos desde 1993 para desarrollar un nuevo paradigma y medir la evolución de la opinión pública que hoy conocemos como Sistema de Previsión y Evaluación Política para la Estrategia y la Táctica, de SABA, que rescata lo valioso de la encuesta pero le da un nuevo dinamismo acorde a los nuevos tiempos, y que una y otra vez ha demostrado una condición predictiva más clara y mejor, a más de ser orientadora durante los procesos para que los usuarios sustenten mejor sus decisiones con el propósito de alcanzar el triunfo electoral, mejorar su condi-

ción de fuerza política o simplemente entender mejor el fenómeno social de su interés. Casi nunca tenemos soluciones únicas a los problemas; seguramente en el futuro surgirán otras alternativas de solución, pero sí podemos afirmar que serán exitosas a condición de que reconozcan el nuevo dinamismo de la opinión pública, que hace el tema mucho más complejo de lo que solía ser. El nuevo paradigma abre un campo nuevo para el análisis político en los ámbitos de la sociología, la psicología social y en general en todas las ramas de la ciencia social. En el futuro tendremos, de manera generalizada, otro tipo de encuestas y también otro tipo de análisis político y social, que seguramente serán muy similares a los que se hacen hoy, de manera pública, para el Estado de Nuevo León. §

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A medio siglo del despertar Cris Villarreal Navarro

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ue hace cincuenta años, en junio de 1966,

sorpresas que vendrían en los años subsecuentes. En ese mismo mes, Miguel Ángel Capó Arteaga me invitó a formar parte de un círculo de estudios al que asistía una vez por semana en las casas de distintos compañeros. Entré a estudiar el Manifiesto Comunista, Trabajo asalariado y capital, El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Historia de un proletariado sin cabeza, entre otros textos filosóficos y políticos, y sin darme cuenta empecé a asimilar las herramientas teóricas que me conducirían a interpretar el mundo sobre nuevas bases lúcidas y justicieras. Fuimos la primera generación que creció con la televisión en casa y en esos días, aunados a la formación ideológica que recibía en el círculo, un sinnúmero de eventos mundiales y diversas fuentes de información me confirmaban la honestidad de la nueva visión de las cosas que adquiría. En esos días vi con los compañeros en el Cine “Juárez” La Batalla de Argel; me enteré por el periódico de la invasión yanqui a la República Dominicana; escuché en el local de la sociedad de alumnos en “el palomar”, los discos de 33 revoluciones con la Primera y la Segunda Declaraciones de la Habana en la voz de Fidel Castro. Supimos del asalto al Cuartel de Madera en Chihuahua. Para leer revistas y otros materiales impresos de los países en donde se construía el socialismo, solíamos visitar el Instituto Mexicano Soviético de Relaciones Culturales que se encontraba por la calle de Escobedo, y que estaba a cargo del dirigente obrero Tomás Cueva. Veíamos en los noticieros las marchas por los derechos civiles en los Estados Unidos. También nos abastecíamos de publicaciones subversivas en la librería del camarada Leoncio, del Partido Comunista, por la calle Cuauhtémoc. Nos emocionaba el compromiso del Che que luchaba en algún lugar de la sierra latinoamericana. Lo mismo nos sublevaba que en Sudáfrica Nelson Mandela hubiera sido condenado a cadena perpetua por su lucha contra el Apartheid. Al mismo tiempo, las lecturas literarias complementaban el discernimiento de la teoría re-

cuando concluí mis estudios de bachillerato en la especialidad de Derecho en la Escuela Preparatoria Núm. 1 de la entonces Universidad de Nuevo León. Esta preparatoria tenía como sede el emblemático edificio del Colegio Civil y entre sus vetustos muros, al igual que simultáneamente en otras escuelas preuniversitarias de la ciudad, se gestó el perfil de toda una generación contestataria en la que me precio de estar incluida. La configuración del entorno ideológico en que se fue creando la conciencia crítica de mi generación fue muy sutil e inadvertida y en mi caso inició en septiembre de 1964. Tras pasar el examen de admisión, inicié las clases del primer año de bachillerato en el grupo 14, ubicado en el segundo piso del ala sur de este amado edificio. Por esos días, unos compañeros de clase me invitaron a formar parte de la Planilla “Oro”, que buscaba ganar la Mesa directiva de nuestra escuela. Me ofrecieron la posición de secretaria de acción femenil y acepté. De pronto me vi envuelta en un torbellino de actividades de proselitismo: hacía distintivos, medallones, brazaletes de papel maché color oro y repartía propaganda. En esa campaña también me inicié como oradora cuando tenía que hablar en los grupos de nuestro programa de trabajo, tarea que abordé balbuceando y con gran dosis de nerviosismo. En esa misma semana en que ganamos la Mesa directiva se celebró la fiesta de mis quince años y recuerdo haber invitado a todos los miembros y simpatizantes de la planilla al evento en el Club Monterrey, por la Colonia “Chepe Vera”. Había pasado los siete años anteriores en colegios de niñas; primero en el Mexicano: de monjas del Verbo Encarnado y luego ahí enfrente de la Plaza del Colegio Civil, en el castillo del Colegio “Excélsior”, con salesianas. Debido a esto, mi familia se asombró de la inusual cantidad de amistades del sexo masculino que asistió. Para ellos, esta tal vez fue la primera de las muchas

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organizar eran mis nuevos mandamientos y los tomaba muy en serio. De pronto me vi reclutando compañeras para formar mi propio círculo de estudios con el objetivo de evaluar prospectos de militantes para la organización. El MER había rentado un local en los altos del edificio del entonces Cine “Rex”, por la calle de Zaragoza, y ahí citaba a las compañeras potenciales militantes, que eran unas cuatro o cinco. Por ahí pasaba el compañero Benavides, secretario de organización, a monitorear las diversas reuniones programadas. Para muchas de las familias regiomontanas, la nuestra fue la primera generación que fue a la universidad. Nuestros padres no tenían la menor idea de lo que significaba adquirir esa visión tan amplia y comprometedora que la universidad ofrecía. Eso fue una fuente inagotable de conflictos en nuestros hogares, sobre todo para las mujeres. En la contradicción de ese sentimiento de absoluto compromiso con la organización y los valores tradicionales imperantes, tuve muchos enfrentamientos con la familia. Recuerdo que en una ocasión se presentó la necesidad de asistir a un congreso estudiantil a la ciudad de México. El camarada Sócrates Rizzo, con otra compañera de la célula de Economía, fueron a mi casa a pedir permiso para asistir. La organización correría con los gastos. Como era de esperarse no me lo dieron. ¿Qué iba a andar haciendo una muchacha viajando sola sin chaperón con puros muchachos? En la mística del compromiso revolucionario, sin medir las consecuencias, me puse una doble muda de ropa y fui a reunirme con los compañeros al local de los Transportes “Frontera”, por prolongación Cuauhtémoc; entonces no había central de autobuses. Ya casi abordaba el autobús cuando los muchachos me preguntaron si mis padres habían cambiado de opinión. Les dije que no. Ahí mismo me regresaron a la casa. Tenía 16 años y la organización no se iba a exponer a problemas judiciales por posibles acusaciones de secuestro de una menor.

volucionaria. El único camino, autobiografía de Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”, regalo de mi inolvidable maestro y mentor Horacio Salazar Ortiz, que me conmovió sobremanera. La literatura soviética: La madre, de Gorki, Así se forjó el acero, de Ostrovski, La joven guardia, de Fadeiev, y muchas novelas más abonaron la nueva moral socialista en los jóvenes que estuvimos expuestos a las mismas experiencias. Todo coincidía, y también conducía a la toma de partido por ese generoso, iluminado porvenir que culminaría en la creación del hombre nuevo. Fue así que tras la etapa del círculo de estudios, fui invitada a ser militante espartaquista. El Movimiento Espartaquista Revolucionario (MER) era una organización con fundamentación marxista-leninista y el dirigente e ideólogo principal era Severo Iglesias, en ese entonces estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras. El objetivo de esta organización socialista era la construcción del partido de la clase obrera en contraposición al existente Partido Comunista, que según los principios del MER nunca había fungido como el verdadero partido vanguardia del proletariado mexicano. El MER era una organización muy seria y no cualquiera era invitado a sus filas. Además de en nuestro estado, tenía presencia en Tamaulipas y en Coahuila. También tenía células en varias escuelas de la universidad, en la normal básica, el sector ferrocarrilero, el Seguro Social y en el sur del estado a nivel campesino. El MER se guiaba por el principio del centralismo democrático y la disciplina era muy rigurosa. Desde su ingreso, a los militantes se les hacía sentir que sumarse a la organización implicaba una entrega total. La vida personal pasaba a un segundo plano. Tenía una orientación clandestina por lo que se insistía mucho en la discreción sobre las reuniones y las tareas. Por ese celo obsesivo, que solía despertar burlas entre miembros de la Juventud Comunista, nunca supe de alguna infiltración en nuestras filas. En los años 64 y 66 mi vida cambió radicalmente. Las tareas de agitar, propagandear y

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en la dirección de nuestra organización. Una parte importante de nuestros compañeros optaron por la ruta de la lucha armada, otro sector bajo la dirección de Severo Iglesias seguimos en la vía democrática. Eventualmente, la organización se disolvió a consecuencia de la fuerte orientación política de muchos de sus militantes hacia la lucha armada. Los activistas espartaquistas al interior de la universidad, sin dirección formal y al margen del organigrama original, continuamos operando intensamente, participando en todos los movimientos que se presentaron hasta que nos graduamos a principios de los setenta. Durante esos años de activismo en el campus, la arena en donde se libraban los enfrentamientos más fuertes contra la Juventud Comunista era en las luchas por ganar el mayor número de mesas directivas de las escuelas. El objetivo de ambas organizaciones era obtener más representantes en el Consejo Universitario. Era así que en las siete preparatorias existentes y en todas las facultades donde nuestros grupos tenían presencia: Filosofía, Ciencias Biológicas, Economía, Físico-Matemáticas, Ingeniería Civil, Ingeniería Mecánica, Economía, Leyes, Medicina, el reto anual era un esperado acontecimiento para ver cómo sería la nueva correlación de fuerzas en el Consejo. En escuelas como Leyes en donde la derecha siempre estuvo muy bien respaldada, la

La idea de que la organización regía nuestras vidas se puso más claramente de manifiesto cuando siendo aún estudiante de la preparatoria un día al salir de clases me estaba esperando el secretario de acción política de la organización. Gilberto Guajardo me acompañó a tomar el camión y en el camino me dijo que en la organización se había discutido que había una inusual afluencia de camaradas a la Plaza del Colegio Civil y a esta preparatoria. El motivo eran las muchachas que había reclutado para el círculo de estudios que dirigía yo misma. Para evitar esos devaneos de los camaradas, el Comité Central había decidido que se me planteara hacerme novia de Gabriel Capó Arteaga que era el presidente de la mesa directiva de la Prepa. Yo me quedé un poco estupefacta por la inesperada petición un tanto talibana, pero luego entendí que era una decisión que involucraba la buena marcha de la organización y estuve de acuerdo. Gabriel –que no era mal parecido– era hijo del doctor Gabriel Capó Valle, refugiado de la Guerra Civil Española y hermano de Miguel, el compañero que me había reclutado para la organización. A los pocos días el noviazgo se formalizó y así fue que me hice de mi primer novio. Milité bajo una rígida estructura partidista durante tres años. Ya cursaba el segundo año en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, cuando a finales del 67, se produjo una escisión

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JC y el MER siempre hacíamos alianzas. En ese tiempo no había universidades privadas y en la Facultad de Derecho los hijos de los gobernadores, y de los burgueses, estudiaban a un lado de los hijos de los trabajadores. Durante los cinco años que estudié en esa escuela sólo una vez ganamos la mesa directiva. Esto porque la votación a nuestro favor fue tan arrolladora que a la derecha le resultó imposible instrumentar el fraude electoral que año tras año hacía. Las campañas electorales y el planteamiento de demandas por otras reivindicaciones democráticas en todas las escuelas, constituían cursos intensivos en donde todos nuestros representantes de las dos vertientes visitaban grupo por grupo para explicar al estudiantado nuestra plataforma política. La decidida respuesta masiva de nuestra universidad en apoyo al movimiento estudiantil en la ciudad de México en 1968 y la subsecuente lucha por la autonomía de nuestra universidad fueron producto de esa minuciosa tarea de concientización cuando se recorrían los grupos. En general, los votos de los dos grupos en el Consejo eran en la misma dirección. Estratégicamente nuestros objetivos eran los mismos: la transformación estructural de la sociedad mexicana, y teníamos muy claro que había que empezar por la democratización de los órganos de dirección de la universidad, por la creación de una universidad crítica, militante, bajo un modelo de autogestión. Teníamos muy clara la necesidad de una reforma universitaria que trajera primero la autonomía a nuestra universidad y un programa piloto de enseñanza ligado a las necesidades y demandas del país. Luchábamos hombro a hombro por las mismas demandas: pase automático, contra el aumento de cuotas del transporte público; brigadeábamos juntos, boteábamos para sostener nuestros movimientos; unidos estábamos en los plantones frente a rectoría y hablábamos en los mítines con la misma pasión; pero al mismo tiempo éramos dogmáticos y sectarios como el que más y en algunos casos, cuando se trataba de

dañarnos entre nosotros mismos no se desaprovechaba la oportunidad. Por ejemplo, cuando un compañero espartaquista era presidente de la sociedad de alumnos de la Prepa Uno, se presentó un incidente por el que fue denunciado al Consejo Universitario. Camaradas nuestros del comité central universitario hablaron con los dirigentes de la Juventud Comunista: Raúl Ramos Zavala, Eduardo González Ramírez, Enrique Sergio de la Garza Gutiérrez y Jesús Ibarra, para explicarles las circunstancias en que se había dado la acusación, para pedirles sus votos de apoyo cuando se ventilara el caso de su expulsión en el Consejo. La JC, en el mejor espíritu sectario, votó en contra y nuestro compañero fue expulsado de la universidad. Siguió sus estudios en la Universidad Michoacana en donde no duró mucho porque la Casa del Estudiante, donde vivía, fue atacada por la policía con el saldo de un estudiante muerto, así que fue a terminar sus estudios de Economía a la UNAM. Dentro de la militancia del MER resaltaban las mujeres. Había una célula en el Seguro Social, otra en la Escuela Normal Básica. Había presencia femenina en preparatorias, Ciencias Químicas y en Ciencias Biológicas y entre las obreras de “Medalla de Oro”, Confecciones y Maquilas y empleadas de Teléfonos de México. Recientemente leí una disertación sobre el movimiento armado en Monterrey que escribió un estudiante de doctorado de la Universidad de San Luis Potosí. En ella señala que la participación de la mujer no fue muy destacada en la lucha armada que se dio en nuestra ciudad. De inmediato se me vinieron a la cabeza seis nombres que demuestran lo contrario, aunque en el libro Guerrilleras de María de la Luz Aguilar aparecen los nombres de muchas más. Entre las más destacadas se cuentan: Elisa Irina Sáenz Garza, de las Fuerzas de Liberación Nacional, detenida y desaparecida por el Ejército Mexicano en Ocosingo, Chiapas, en 1974; Esthela Ramos Zavala, desaparecida con su esposo desde 1972; Nora Ri-

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vera de Glockner, ejecutada en 1976 junto a su esposo en la ciudad de México; Rosa Albina Garavito, miembro del Comando “Carlos Lamarca” quien fue herida gravemente en el ataque a los Condominios “Constitución” de Monterrey, en enero de 1972; Isidora López Correa, miembro de la Liga “23 de septiembre”, quien sufrió prisión política en el Penal del Topo Chico, y Edna Ovalle, miembro de la Liga de Comunistas Armados, quien pasó por las filas del MER y vivió exiliada en Cuba tras el secuestro del avión Boeing 727 en Monterrey, en noviembre de 1972, hasta que fue amnistiada. Los compañeros del original Movimiento Espartaquista Revolucionario que optaron por la lucha armada y que posteriormente serían conocidos como los Macías, iniciaron su foco guerrillero rural en el sur del estado. En esa región sostuvieron enfrentamientos con el ejército y a la postre se dirigieron a la sierra de Durango. Tras la ineficacia de su primera experiencia militar optaron por la guerrilla urbana. Realizaron varias expropiaciones exitosas en Monterrey, en Nuevo Laredo y una frustrada en Ciudad Victoria. Por el secuestro frustrado de Eugenio Garza Sada unos fueron masacrados, otros fueron capturados y sufrieron prisión política, entre ellos algunos que no participaron en ese particular operativo. A mediados de 1972 participaron en las conversaciones para fusionarse con otras organizaciones armadas y crear la Liga “23 de Septiembre”. En cuanto a las facciones que permanecimos en el campus para promover las luchas estudiantiles que obtuvieron la autonomía de nuestra universidad, entre otros logros, tendríamos que hacernos una dura autocrítica. Deberíamos hacer un acto de contrición por no haber logrado superar nuestras intrascendentes diferencias y así haber dejado construida una estructura sólida que hubiera garantizado la sistemática formación de cuadros permanentes en la universidad. Haber instituido una profusa plataforma teórica de círculos de estudio, como una herramienta de conciencia crítica para que la univer-

sidad nunca hubiera quedado tan desprotegida y divorciada de los intereses de las mayorías como se encuentra en la actualidad. Simultáneamente, por toda la distorsión creada por los medios masivos al servicio de la oligarquía, se presenta como un imperativo ético contar nuestra historia. Como es el caso de una de las “Trece Rosas”, víctima del franquismo que la noche antes de su fusilamiento escribiera a su madre: “Que mi nombre no se borre de la memoria”; a nosotros, los sobrevivientes de esas luchas, nos toca cumplir con esa tarea, la de garantizar que los nombres de nuestros compañeros abatidos no se borren de la historia. En esa misma dirección Arturo Martínez Nateras coordina hoy la compilación de diversos ensayos que narran e integran la Historia de la Izquierda en México en el Siglo XX; Rosa Albina Garavito escribió su experiencia en su libro: Sueño a prueba de balas; María de la Luz Aguilar aglutinó el papel de las mujeres mexicanas en la lucha armada en Guerrilleras; Hugo Esteve Díaz realizó una extensa investigación en su Crónica del movimiento armado socialista en México (1960-1990): Amargo lugar sin nombre; el Taller Editorial “Casa del Mago” ha publicado: La Guerrilla olvidada, jóvenes de los setenta y otras importantes publicaciones sobre el movimiento armado. También están los Cuadernos para dignificar la historia de La Casa de Todos y Todas, que cuentan la trayectoria de las Fuerzas de Liberación Nacional, que nacieron aquí en Monterrey. Esperemos que al igual que en el Renacimiento, que fue una restauración de la grandeza clásica perdida, todo este sedimento de lecturas se convierta en el abono para que una nueva generación de combatientes aprenda de nuestra experiencia y que un nuevo movimiento estudiantil emerja de las entrañas de esta nuestra querida universidad pública para tomar la estafeta por la instauración de la ineludible universidad científica, humanista, crítica, democrática y popular. §

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ISSSTELEÓN* hace 24 años Armando Hugo Ortiz G.

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partidas que ISSSTELEÓN subrogaba al sindicato para prestaciones médicas. Juan Pablo era diputado local, posición que en el corporativismo del PRI correspondía al magisterio estatal. El 14 de mayo, en víspera del Día del Maestro, Juan Pablo Reyes, una vez que solicitó licencia como legislador, fue detenido con lujo de exhibicionismo, acusado de desviar fondos del servicio médico. “Qué buen regalo nos diste”, dijo Elba Esther Gordillo, secretaria nacional del SNTE a Rizzo, durante la ceremonia realizada en “Los Pinos” al día siguiente, 15 de mayo de 1992. (Revista Proceso, 25/10/93). Con el encarcelamiento de Juan Pablo Reyes había doble ganancia: se denostaba la imagen del profesor con su exlíder acusado de ratón, y se prevenía la muy lejana probabilidad de que como legislador, en un insólito arranque de vergüenza, convirtiera su escaño congresal en trinchera de sus colegas mentores. ¡Pobrecitos profes! Era la condolencia de moda en octubre del 92. De un momento a otro el señor gobernador remitiría la iniciativa de ley y adiós a la jubilación dinámica. Para el común de la gente era inevitable; sin embargo, desconocían la variable que alteraba la ecuación autoritaria. Para sus ideólogos e instrumentadotes, tal ignorancia resultó cara. La variable fue la tradición revoltosa del magisterio, forjada en las turbulencias estudiantiles de los años 60 y 70.

Qué chulas se ven mis maestras vestidas de rojo y negro.

¡Pobres profesores!

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era cierto, no en balde esa incómoda sensación del individuo con tumor maligno del que ya saben médicos, parientes y amigos, todos menos él mismo, la víctima. Así se sintieron los profesores durante varios meses. El primer foco amarillo prendió con una nota de prensa del 22 de octubre de 1992, perdida en las páginas interiores del periódico El Norte: el director del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores de Nuevo León (ISSSTELEÓN), Arturo Kirsch Kleiman, fue removido de su puesto. Uno de los tantos cambios que cíclicamente se hacen en el aparato gubernamental, salvo un agregado de “fuentes extraoficiales”: probable desvío de fondos. Al día siguiente, 23 de octubre, el gobernador Sócrates Rizzo García anunció que el ISSSTELEÓN, organismo responsable, entre otras cosas, del sistema de pensiones, jubilaciones y servicios médicos de los profesores, estaba en quiebra. Sanear su déficit, “superior a la deuda pública estatal”, requería una revisión a fondo de todo el esquema. El Instituto suspende pagos a sus acreedores. El 5 de noviembre se declara la situación insostenible. Entre la verborrea tecno-burócrata-propagandística, el mensaje está claro: el mejor sistema de jubilaciones del magisterio nacional debía morir. Con este objetivo el gobernador, a unos meses de su toma de protesta, había puesto en marcha el aparato autoritario. Al iniciar el año 1992 se anunciaban manejos irregulares del ex secretario general de la Sección 50 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Juan Pablo Reyes y su equipo de finanzas, en las l run run

¡Patria o Muerte, venceremos! La Sección 50 agrupa a maestros del sistema estatal de educación, se nutre fundamentalmente con egresados de la Escuela Normal “Ing. Miguel F. Martínez”, fundada desde el siglo XIX, en menor escala también con los titulados en las Normales “Pablo Livas”, de Sabinas Hidalgo, y “Serafín Peña”, de Montemorelos, municipios al norte y sur de Nuevo León. Al iniciar la década de los 60, la Normal Bási-

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ca, como la mayoría de los centros de educación superior, resintió el efecto perturbador de la Revolución Cubana recién triunfante, encabezada por los míticos Fidel Castro, “Ché Guevara”, Camilo Cienfuegos, y sus huestes barbadas. La “Miguel F. Martínez” vivía los últimos años de la gestión del profesor Oziel Hinojosa, implacable director que se consideraba heredero en línea directa de los patriarcas de la educación en el Estado: Serafín Peña, Pablo Livas y Miguel F. Martínez. Se enfrentó a ingenuas protestas estudiantiles, como el rechazo de los varones a usar corbata. En el ascenso de Eduardo Livas al gobierno del Estado, en 1961, asume la dirección de la Normal “Miguel F. Martínez” el profesor Abel Garza Livas, primo del gobernador, mucho más flexible que Hinojosa. En 1963 encabeza la mesa directiva estudiantil Salvador Reynaldo Zúñiga Coronado, quien organizó paros parciales de clases contra catedráticos acusados de prepotentes, entre ellos Rogelio Villarreal. La primera huelga escolar en esa institución se dio al año siguiente, alegando que la dirección de la escuela incumplía el reglamento. Luego de varias semanas de iniciativa se obtuvieron algunas concesiones. En lo subsiguiente fue tradición que en cada ciclo escolar la Normal Básica tuviera suspensiones de clases más o menos prolongadas, originalmente por exigencias estudiantiles. Las acciones se radicalizaron al iniciar la década de los 70. De las protestas infantiles de entrar al aula sin corbata se llegó a la quema de camiones urbanos en el patio de la Normal. La experiencia de las luchas estudiantiles de varias comaladas normalistas iba permeando a la organización sindical –entonces Sección 49 del SNTE– vía los jóvenes profesores. Se cuestionaba el charrismo sindical en asambleas y a través de publicaciones diversas. En esto influían gentes maduras como José Sánchez Partida y Everardo Leal Marroquín, de la vieja guardia del profesor Humberto Ramos Lozano. A Jesús Caballero Guillén, un poco más joven, se le

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atribuían ligas con el Movimiento de Liberación Nacional. Alrededor de ellos también se aglutinaron normalistas egresados en la época de Oziel Hinojosa, como Abel Garza, Cástulo Hernández y Manuel Flores. Ya en el plano sindical, los jóvenes tomaron protagonismo en las protestas de 1965 contra el entonces secretario de la Sección, Valdemar Cantú, por firmar un convenio considerado leonino. Esta efervescencia no era fruto del veneno de los “agitadores comunistas vendepatrias”, como vituperó la prensa. El magisterio afrontaba un problema: el gobierno estatal no podía dar plazas a todos los egresados de las Normales oficiales. Esta insuficiencia hizo crisis en 1965, cuando sólo se pudo absorber un poco más de la mitad de la horneada en ese ciclo. Al año siguiente se agravó el problema con los nuevos titulados y se formó el Frente de Maestros sin Trabajo (FMT), encabezado, entre otros, por Roberto Ramírez y Eduardo Soto Perales. El FMT realizaba marchas de protesta desde la sede de la Dirección de Educación: Venustiano Carranza y M. M. de Llano, hasta el palacio de gobierno. La participación político-sindical de los noveles profesores se iba vertebrando. La Escuela Normal Superior del Estado, sita en Venustiano Carranza y Aramberri, se convirtió en el punto de reunión de los “disidentes”. La Superior era el posgrado de la Básica, requisito para tener empleo en las escuelas secundarias. Su estancia incluía enseñanza extracurricular en movilizaciones estudiantiles.

El autobús oficial de la escuela, bautizado “El Ché Guevara”, recorría el Estado de Nuevo León con brigadas estudiantiles en campañas combativas. A pesar de lo agitado de esa época, la comunidad magisterial de Nuevo León no se involucró con el movimiento de la capital y la tragedia del 2 de octubre. A nivel individual sí se establecieron contactos, por lo que en la cacería de brujas a nivel nacional, Roberto Ramírez Pérez estuvo prisionero en Lecumberri. Sin cargo alguno fue liberado semanas después. El círculo de la Normal Superior tuvo sus primeros frutos tangibles cuando el Frente Democrático Magisterial, agrupación formada en el Aula Magna del plantel, obtuvo mayoría abrumadora de delegados para el Congreso Seccional en el año de 1970, siendo secretario general de la Sección 50 Gonzalo Campos Cuevas. Las posiciones oficialistas fueron barridas y se nominó una delegación de “independientes” al Congreso Nacional en Nuevo Laredo: Edelmiro Maldonado, Zenaido Martínez Mendoza, José Sánchez Partida, Arturo Delgado Moya, Cástulo Hernández Gálvez, Amel Garza Martínez, Sergio Antonio Escamilla Tristán y Pedro Ramírez Arreola. Este respaldo de las mayorías, que supuso asumir el poder de la sección sindical, se esfumó en menos de un año, por un lado a causa de las manipulaciones de los líderes oficiales y por otro las pugnas entre los “democráticos” y los MRM (Movimiento Revolucionario del Magisterio, organización del Partido Comunista). § * Inicio del libro del autor: De Rojo y Negro ISSSTELEÓN 93. Movilizaciones del magisterio nuevoleonés. Grafógrafos Editores, Monterrey, México, 1995.

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Un episodio de violencia en el Congreso de Nuevo León Abel Moreno López

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en el ámbito de la política, la civilidad es un ideal. Sea por razones ideológicas, políticas, económicas o de interés particular o de grupo o de otro tipo, pero siempre la interacción entre actores de la política se ve marcada por la confrontación en diversas intensidades, llegando a provocar o promover violencia. Es debido a ello que la civilidad surge como un ideal en el que si bien coinciden la mayoría de los actores políticos, no todos ni siempre la ejercen. En el proceso histórico del Poder Legislativo local no han faltado episodios en los que desbordadas las pasiones, a falta de argumentos convincentes, ha aparecido la violencia. Tal es el caso del presente relato. Vale señalar que al abordar este tema dentro del marco de la historia política de Nuevo León, no se trata de hacer un panegírico de la violencia, se trata antes bien, de llamar la atención sobre un caso deleznable, con la certeza de que sólo al reconocer los propios claroscuros, se les puede evitar. Hay quien dice, parece que con razón, que quienes no conocen el pasado corren el riesgo de volver a vivirlo. El episodio que nos ocupa se dio a mediados de la década de los años 20 del pasado siglo. Hace 90 años. El escenario era el de un gobierno dividido, con un gobernador emergente, proclive a la confrontación y un Congreso opositor que fue capaz de superar sus divisiones por las acciones del ejecutivo; todo esto en una época en la que el uso de la fuerza era herramienta privilegiada para superar las controversias. Los primeros cuarenta años del siglo XX presentan una imagen contrastante de Nuevo León. Por una parte, el impulso de la naciente industria y el comercio que serían decisivos para la superación del Estado y su ubicación definitiva en la vanguardia del país; por otra, un ambiente de tensión e inestabilidad política, tanto por la situación imperante en lo nacional, como por las propias circunstancias políticas locales.

Episodios tales como el del 2 de abril de 1903, en que la voz de las oposiciones a la dictadura son acalladas con violencia; la campaña maderista en Monterrey en 1910; los gobiernos villistas; el gobierno de Antonio I. Villarreal; el desafuero de gobernadores; la multiplicidad de alcaldes en Monterrey; el juicio a Pablo González; el fusilamiento de Jesús María Guajardo; la toma de Monterrey en la rebelión escobarista; el surgimiento y cierre de la universidad; la intentona de la educación socialista; la nulidad electoral de 1935 y el enfrentamiento obrero-patronal frente al Casino Monterrey en 1936: todos son, entre otros, ejemplos de la inestabilidad política que marcó la historia de esta entidad en esas cuatro décadas. Particularmente en los años veinte, se vive una gran agitación política. La revolución triunfante vive un ambiente de confusión en el que no se acierta a definir a los ganadores, y se genera una lucha intestina que afecta a todos y compromete el ejercicio gubernamental. La inestabilidad política es el signo de los años 20 en Nuevo León. En este ambiente, el Congreso del Estado es la arena natural en que se dan los enfrentamientos entre los actores de la política que defienden intereses diferentes. Sirva para ilustrar ese difícil ambiente político, la XXXIX Legislatura que debió funcionar entre 1921 y 1923, cuando cuatro de quince diputados fueron sustituidos por motivos diversos y este organismo no concluyó su periodo legal. La Legislatura XL (1923-1925) presentó de inicio la irregularidad de haberse instalado dos “cámaras” el día 11 de septiembre, una “que sesionó en el recinto oficial y fue reconocida como legal por el gobernador interino, doctor Ramiro Tamez, y la que se instaló, sin quórum pero con el apoyo del presidente Álvaro Obregón, en el cuarto número cuatro del Hotel “Bridges”, ubicado por la calle Colón de Monterrey. En 1925 inicia funciones la XLI Legislatura Constitucional, que arranca otra vez con el fenómeno de instalarse dos legislaturas, una en el

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recinto oficial y otra en el lugar conocido como “casa de los espantos”, ubicada por Zaragoza a la altura de Madero. Corría la década de los veinte, marcada por la inestabilidad política también en lo nacional. Es el año de 1926, exactamente a la mitad del mes de octubre. El lugar de los hechos es el palacio de gobierno, el ala sur-poniente, donde tuvo su asiento por 85 años el Poder Legislativo y su exterior inmediato, esto es la calle Zaragoza entre las de 5 y 15 de Mayo. Jerónimo Siller ocupaba el cargo de gobernador substituto desde el año anterior, en virtud del desafuero del originalmente electo general Porfirio González. Aún le restaba casi un año de ejercicio como gobernador, pero era evidente que no tenía una adecuada comunicación con los integrantes del Poder Legislativo, mismos que le habían conferido ese cargo. Desde mediados de año venían presentándose desavenencias entre los diputados y entre éstos y el gobernador Siller. Era una etapa de transición en la que los ánimos de confrontación eran más valorados que los de concertación y, desde luego, que los de civilidad. Un vistazo rápido, a vuelo de pájaro a las actas y expedientes del Congreso, permite vislumbrar la realidad imperante: el 28 de septiembre el diputado Chávez Abarca denuncia en tribuna que la noche anterior fue amenazado y públicamente injuriado por el agente de la Policía Especial del gobernador, José Cuéllar. Dijo: “ya resulta intolerable la actitud de esos agentes”, y solicitó se consignara el caso a la autoridad competente y se pusieran estos hechos en conocimiento del gobernador. El primero de octubre, las Comisiones Unidas de Legislación y Gobernación proponen discutir y aprobar tres dictámenes que ya habían sido aprobados el mes de agosto anterior, y que se refieren al conflicto municipal de la ciudad de Monterrey, a la suspensión del tesorero general del Estado y a la derogación del Decreto Número 28, emitido por el Congreso con fecha 21

de abril de 1920. Estos temas, aprobados por unanimidad, constituían el fondo del problema político con el gobernador Siller y fueron la gota que derramó el vaso de la confrontación. El primero de los decretos establecía que el Congreso del Estado reconoce y sostiene relaciones con el Ayuntamiento Constitucional de Monterrey que preside el profesor Antonio Moreno. El segundo decreto comunicaba al gobernador substituto permitiera el ejercicio de sus funciones al tesorero general Hilario Contreras Molina; por su parte, el tercer decreto decía que carece de toda legalidad y en consecuencia es nulo el Decreto 28 del 21 de abril de 1920, en virtud de que tiende a lesionar la autonomía municipal que consagra el Artículo 115 de la Constitución General. El Congreso sostenía que si el gobernador no hacía uso de su derecho de veto, es decir, la facultad que le señala la Fracción XI del Artículo 85 de la Constitución local, que le permite en un plazo de diez días objetar los decretos, y a la vez no les daba debido cumplimiento, ni los publicaba y acataba en sus términos, se consideraría consumada la violación constitucional por parte del titular del Ejecutivo. Es decir, que el gobernador Siller pudo ejercer su derecho de veto contra esos decretos y que al no hacerlo, debió haberlos publicado, pues de lo contrario estaría violando la Constitución. El gobernador por su parte, sostenía que dichos asuntos estaban siendo revisados por la Suprema Corte de Justicia, por lo que debían suspenderse. Ese fue uno de los asuntos leídos en la sesión del viernes 15 de octubre de 1926, que dio inicio a las diez horas y cincuenta y cinco minutos, bajo la presidencia del diputado Alfredo Garza Nieto, con asistencia de los diputados Leocadio González M., Ambrosio Solís, Francisco Chávez Abarca, José Martínez Tamez, Arnulfo González Rubio, Nieves Alberto Hernández, Guadalupe Mainero, Enrique Garza, Rodolfo Hinojosa, Alonso Lazcano, Felipe Martínez B., Reynaldo García Welsh y Conrado de la Garza.

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Gerardo Cantú

La respuesta del gobernador se turnó a la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales y justo en ese momento algunos individuos “bien conocidos como agentes del Ejecutivo, tratan de alterar el orden; la secretaría, por acuerdo del presidente y con fundamento en el reglamento, demandó enérgicamente que dejaran de estar interrumpiendo a los oradores y guardaran la compostura que reclama el recinto del Congreso”, según se lee en el acta de aquella sesión. En el uso de la palabra, el diputado González Rubio denuncia que desde hace mucho “el Ejecutivo del Estado ha tratado de amedrentar por todos los medios que tiene a su disposición, á los CC. Diputados”, y agrega: “anoche salimos de Montemorelos a las siete, el compañero García Welch, Felizardo C. Villarreal y el que habla, en un automóvil; ajenos a todo acontecimiento desagradable, hasta Villa de Juárez, veníamos per-

fectamente pero en el tramo comprendido entre Los Lermas y la Villa de Guadalupe, nos encontramos un auto que enfocó los reflectores en el que nosotros ocupábamos; García Welsh y Felizardo venían dormidos, y yo, que estuve enfermo, no traía arma; un amigo nuestro que ocupaba asiento delantero, en compañía del chauffeur, traía una carabina 30 x 30 que el señor Villarreal había puesto allí por precaución, y si no hubiera sido que estuvo listo a contestar a los asaltantes y apuntarles con el arma hubiéramos sido acribillados a balazos, estilo “La Mexicana”, por los individuos José Cuéllar (a) “Pasitos”, Julián García, jefe de la Policía Especial del Gobierno y el chauffeur del mismo C. Gobernador, quienes con imprecaciones propias de un asalto y carabina en mano, detuvieron nuestro auto”. Siguieron otras intervenciones reprobando los hechos denunciados y otras acusaciones,

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hasta que se propuso consignar los hechos a las autoridades competentes, lo que fue aprobado por unanimidad. Enseguida se levantó la sesión. Eran las once horas con cincuenta minutos. La cosa no terminó ahí. Desde temprano, tanto en el recinto como en los patios y en el segundo piso del palacio de gobierno, se observaba un gran número de personas destacando los empleados de riego y limpia, así como agentes de las policías estatales y municipales. Se dice que esa gente había sido convocada para ejercer presión sobre los diputados, pues se presumía que en dicha sesión se propondría desaforar al gobernador. Los ánimos estaban caldeados y por eso, al abandonar los diputados la sesión, dieron inicio las hostilidades, según se relata en diversos expedientes y actas que obran en el archivo legislativo nuevoleonés. De las diversas versiones enunciadas en dichos textos y lo consignado por la prensa de la época, puede decirse que la confrontación se dio en varios frentes, tanto en el recinto como en el patio, con disparos desde el segundo piso y de la azotea e incluso en la calle Zaragoza. No todos los diputados portaban armas, pero los que traían sólo contaban con una carga; pero por parte de los policías y empleados que encabezaban la agresión se contaban por lo menos 100 individuos y hubo quien afirma que se hicieron más de mil disparos hacia las instalaciones del Congreso y hacia los diputados. Algunos legisladores y otras personas que no portaban armas, optaron por esconderse en la Sala de Comisiones y otros se aventuraron a salir

y cruzar la calle Zaragoza, para guarecerse en el Hotel “Palacio”; en ese intento fue muerto el oficial mayor del Congreso, señor Óscar Sepúlveda. Dentro de las oficinas resultó herido el reportero de El Noticiero, señor Narciso Solís Zúñiga. Estos hechos reavivaron las disputas entre el gobernador y los diputados, y la polémica traspasó ahora las paredes del palacio de cantera y llegó lo mismo a los tribunales locales y federales, a los medios de comunicación, las legislaturas locales, las cámaras federales y a la presidencia de la república. Estos actores continuaron su ejercicio legal hasta el año siguiente en que iniciaría una breve tregua en el periodo de inestabilidad política local, con la llegada de Aarón Sáenz y el Partido Social Democrático de Nuevo León, pero esa es ya otra historia… A noventa años de distancia de los hechos narrados, resulta importante reflexionar sobre las circunstancias en que se da actualmente la lucha política, porque aunque se vive en un nuevo contexto, el debate no siempre se da en las condiciones de civilidad deseables. No todos los actores guardan la madurez requerida en el discurso y muchas veces la pasión amenaza desbordarse. No se trata de lograr criterios unánimes en todos los temas, ni de alcanzar consensos por decreto, ni de imponer un poder sobre otro. Se trata del imperio de la razón, del ejercicio del derecho a disentir, de que la tolerancia cobre vigencia y la civilidad presida la toma de decisiones… De eso y no de otra cosa se trata en la política… §

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El Diario de Viaje de Ignacio Martínez Elizondo, Recuerdos de un viaje en América, Europa y África, Librería de P. Bregi, París.

Rebeliones y turismo al modo de Ignacio Martínez Elizondo Raymundo Hernández Alvarado


I

Martínez Elizondo. ¿Quién es este rebelde olvidado –o tránsfuga– de Clío? Hombre pluridisciplinario que lo mismo es poeta, médico, general, periodista, ateo crítico y etnólogo aficionado que lo lleva a ser de los primeros mexicanos en recorrer el mundo en una sola ruta en 1875 y ampliarla a los cinco continentes en 1883. ¿Cuál era su tesis política que lo lleva a ser republicano y luego combatir al presidente Juárez y al sucesor Lerdo de Tejada para luego trocar al porfiriato, e igual para luchar contra Díaz? En realidad no son poca cosa sus revueltas. Entre 1865 (el año en que logra ser el primer médico en titularse en Monterrey como alumno de “Gonzalitos”) y 1878, Martínez Elizondo se adhiere a cuatro rebeliones de tonalidades diferentes, las mismas de las que es perseguido sin atraparlo. Sus pocos seguidores del centro y muchos de la frontera opinaban que Ignacio era un hombre valiente y de convicciones liberales, que lo convertían en el líder adecuado para dirigir una insurrección contra Porfirio Díaz. Todo indica que en definitiva son más las preguntas que genera este disímbolo personaje escasamente investigado por la historia. Hasta la muerte de “El Buscapiés”, como era apodado, tiene consecuencias: asesinado en Laredo, Texas, el 3 de febrero de 1891, su discípulo Catarino Garza Rodríguez acusa al gobernador porfirista de Nuevo León, Bernardo Reyes, de ser el autor intelectual del crimen, lo que causaría la rebelión precursora revolucionaria catarinista en la frontera.

José Eleuterio González declama la poesía “Una edad”, (Zorrilla, 1984, p. 303). Luego recitaría otra épica en honor al general Mariano Escobedo en su entrada triunfal a la capital nuevoleonesa en 1865, a los 23 años de edad, (Ibidem). Bajo la guía de su mentor “Gonzalitos”, Martínez Elizondo es el primer médico en titularse en la Escuela de Medicina de Monterrey, (Ortiz, 2009) al presentar el 8 de agosto de 1865 su examen profesional con la tesis “¿Hay o no fiebres esenciales?” (Huerta, 2011). Recién egresado se registra como médico para ejercer en Matamoros, Tamaulipas, el 16 de octubre de 1865, (González, 2016). En esta etapa de su vida Ignacio se declara “ateo materialista”. En las filas del Ejército del Norte lucharía contra la invasión francesa hasta 1867 y tras perder Díaz la elección de ese año frente a Benito Juárez, en 1869 rompe los lazos con los republicanos asumiéndose antireeleccionista y ser acosado por su antiguo jefe, el general Mariano Escobedo.

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Insurrecto compulsivo Más tarde apoya a Porfirio Díaz en su rebelión de “La Noria” en 1871. A Ignacio le valió la pena el esfuerzo y en este año asciende al grado de general brigadier promovido por el general Pedro Martínez, aunque se desconoce la evolución completa de sus grados, salvo el de mayor. Vendría una pausa e Ignacio ejerce la medicina en Tula, Tamaulipas, donde acumula buenos ahorros y decide cumplir otra pasión: conocer los pueblos del mundo. A la muerte de Juárez en 1872, Sebastián Lerdo de Tejada asumía como nuevo presidente, triunfante en la elección frente a don Porfirio. Pero ante la tenaz subversión de Martínez Elizondo, el gobierno lo persigue y el doctor organiza una “fuga turística” para viajar, solo, por Norteamérica, Europa y África en 1875. Un segundo recorrido completo sería el de 1883.

De médico a militar republicano Ignacio nace al parecer en 1842 en la sierra de San Carlos, Tamaulipas, y se naturaliza en Monterrey a los cuatro años de edad, donde hace sus estudios básicos y luego medios en el Colegio Civil; aquí se aficiona a la poesía, para proseguir en la Escuela de Medicina y Farmacia del Colegio Civil en 1859, donde en honor de su maestro

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Esto lo llevaría a ser considerado de los primeros mexicanos en recorrer el planeta en una sola ruta, durante el auge de la revolución industrial. Lo que comprobaría no sería otra cosa que un mundo contrastado por el progreso y el atraso en esta fase capitalista. Al llegar Porfirio Díaz a la presidencia, el doctor Martínez Elizondo sería uno de sus brazos armados, con poder de mando en la ciudad de México y después en la Cuarta Región Militar, entre 1876 y 1878. Pronto también renegará del aspirante a dictador.

Antireeleccionista puro Pero ¿qué tan antagónico es el liberal Martínez Elizondo a la reforma juarista? Ésta, anidada en la filosofía positivista, buscaba la separación completa, de siglos, del pensamiento religioso y se proponía insertar a las nuevas generaciones mexicanas en el modernismo, mediante una revolución educativa e intelectual. Dicha reforma se oponía a la medieval filosofía escolástica dominante en la etapa colonial e impedía la evolución del pensamiento y la consecuente gestación de la vida democrática. Inspirado en las tesis políticas de José María Luis Mora, buscaba derribar el sistema social, económico y político heredado de la Nueva España, (Lombardo, 1963). En este contexto, ¿qué lleva al doctor Martínez a cambiar de bando y adentrarse en el positivismo porfiriano? Esta corriente barrediana calificaba de anarquistas a los liberales y anteponía el orden y el progreso para garantizar la paz y el desarrollo del país. Tal parece que Ignacio no buscaba expresiones filosóficas afines a sus inquietudes liberales de rebelde nato, de agente pragmático y aguerrido que rechazaba la reelección por considerarla antidemocrática, proviniera de Juárez, Lerdo o Díaz o de quien fuera. “Las dificultades presentadas por Martínez como militar, demasiada iniciativa y desobe-

Médico y general Ignacio Martínez Elizondo. Fotografía tomada de Historia gráfica de Tamaulipas, Octavio Herrera Pérez, México, D.F., 1989, p. 202.

diencia, no ayudaron a establecer una relación duradera entre él y Díaz […] se retiró de las armas para dedicarse a la medicina. Al repetirse las causas por las que luchó contra Juárez y Lerdo, Martínez volvió a la oposición pugnando por la no reelección, sólo que ahora contra Díaz.” (Katz, 1986, p. 65). Dos incidentes ocurridos en ciudades y años distintos dan una aproximación para conocer el carácter irritable como militar, aunque como médico era distinto, pues en esta faceta “era muy estimado por su carácter afable y bondadoso”; mas como periodista era también “agresivo y valiente” (Zorrilla, 1984, p. 303). El primer incidente ocurre en 1864 en Monterrey, cuando luego de servir Ignacio como mayor en el cuerpo médico del Ejército del Norte, tiene un altercado con un sujeto que le dispara

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a los pies: esto daría origen al mote de “El Buscapiés”, apodo que aprovecha para llamar así a un periódico que editaría: El Mundo, de 1981, citado por Young, (2010, p. 92). El otro suceso se da con su superior, el general Mariano Escobedo, porque éste lo había insultado en el Casino de San Luis Potosí, lo que motivó al galeno a retar a duelo al héroe contra la intervención francesa, sin que se haya sabido el resultado. (Ibíd.)

de la exitosa revolución de 1910, Francisco I. Madero”, (Young, 2010, p. 96). En junio de 1886, el cónsul mexicano en Brownsville informaba de una banda de rebeldes en la frontera movida por Ignacio Martínez, lo cual inquieta a Díaz al vincular este hecho con un manifiesto en El Mundo y un supuesto apoyo de los caudillos Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo, lo que hacía temer el paso de armas a México, (Op. cit., p. 90).

Contra Porfirio Díaz

Ambiente denso precede al crimen

Tras su regreso del primer viaje a fines de 1875, Martínez recluta seguidores para el alzamiento de Tuxtepec que llevaría a Díaz al poder, además de dedicarse a adoctrinar a las mujeres para que ellas influyeran en sus maridos, hermanos o padres para hacerse del lado de Porfirio. Esto le valió otro mote, el de “Doctor de señoras”, (Op. cit., p. 93). En 1878 acepta puestos militares en la capital del país y en la Cuarta Región Militar del Ejército con Porfirio Díaz, pero luego renuncia por una reelección de Díaz y una disputa con el ministro de Guerra a quien después combate por medio de la prensa. En 1881 funda en Matamoros la Logia Masónica “Aurora Boreal” No. 14. Al provenir la ruptura con el régimen de Díaz, funda un periódico antiporfirista después de la reelección de aquél en 1884. “El general y doctor Ignacio Martínez publicó en San Antonio y Austin El Libre Pensador y El Mundo; su hermano Paulino editó El Chinaco, en Laredo (1890), San Antonio (1891) y Austin”, (Fernández, 2001, p. 296). Dos años después se le atribuye a Ignacio la autoría del Plan Restaurador del Orden Constitucional, de agosto de 1886, que pretendía restablecer la Constitución de 1857. “Demandas sorprendentemente similares a las expresadas en subsecuentes proclamas revolucionarias liberales, incluyendo las de Francisco Ruiz Sandoval (1890), Catarino Garza (1891) y aun la del líder

Lo anterior provocó el nerviosismo del jefe de la zona militar, general Bernardo Reyes, quien desde Monterrey envía 250 soldados por tren a Nuevo Laredo para aplacar la revuelta atribuida a Ignacio. En 1888, en el transcurso de la magnificada rebelión de Martínez, emerge el matamorense Catarino Garza Rodríguez a la política electoral del Condado de Starr, Texas, ya en discursos o como periodista. Tras otra rebelión fallida en 1890, ahora de Francisco Ruiz Sandoval, el doctor Martínez Elizondo es blanco de una campaña de desprestigio y hostilidad, y sujeto en Texas al espionaje de los agentes de Díaz y de Bernardo Reyes. La campaña contra Ignacio incluía su desacreditación moral y el divisionismo entre sus partidarios, “...hasta que el (3 de) febrero de 1891, estas confabulaciones tuvieron éxito: en las calles de Laredo le dispararon… La versión más común sostenía que Martínez había ido a la casa de Eusebio García entre las 9:00 y 10:00 de la mañana para una visita médica […] no sabía que dos hombres bien armados y montados lo esperaban. Mientras uno de estos hombres le hablaba, el otro se colocó por detrás y le disparó por la espalda […] y los asesinos escaparon hacia México”, (La Colonia Mexicana, 1891, citado por Young, 1910, p. 134).

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La ruta del escape turístico de 1875

cubanas no les permiten bajar a tierra, ante el temor de que se unan a los precursores rebeldes que luchaban por su independencia de España. El 17 de mayo la nave arriba a Nueva York, entonces ciudad de un millón de habitantes, donde se encuentra con la elegancia al observar la salida del trabajo de cientos de hombres y mujeres que rivalizaban por el gusto y la pulcritud de sus trajes. Igual constata que es una ciudad de moda y lujo, “de hoteles”, sitios donde viven los profesionistas y recién casados. Ignacio juzga que este tipo de costumbres afecta la moral de la ciudad y cree que la mujer, al no tener qué hacer en su hotel o casa, cae en el ocio y tentaciones, pues no ve al marido en todo el día. Deja América el 22 de mayo al salir a Liverpool, Inglaterra, en el vapor “City of Richmond”.

De 1875, el diario de viaje de ocho meses de duración de Martínez Elizondo, incluido en su libro Recuerdos de un viaje por América, Europa y África, es considerado uno de los más interesantes escrito por un mexicano. Aquí condensamos su contenido. (El segundo viaje, por los cinco continentes, de dos años de duración sería en 1883). Ignacio se sumaba en ese tercer cuarto del siglo XX a otros mexicanos como Bulnes, Gastelum, Payno, Zarco, quienes también recorrerían Asia, Europa o Norteamérica. O el recorrido de Bernardo Gutiérrez de Lara que por cuatro meses, a caballo y coche, viajó de su natal Revilla, Nuevo Santander, a Washington en 1811, como embajador de la independencia mexicana, enviado por Miguel Hidalgo para solicitar apoyo al gobierno norteamericano, (Clark, 2010). El viaje del doctor Martínez fue así: en coche Tula - SLP - Aguascalientes - Guadalajara - Querétaro - México - Veracruz; en buque: Veracruz La Habana - Nueva York - Liverpool; por tierra, en Europa: a Manchester - Londres - Francia España - Marruecos - Suiza - Italia - Austria - Polonia - Rusia - Prusia - Bélgica. Y su regreso así: París - Nueva York - Nueva Orleans - Brazos de Santiago, Texas - Matamoros - Monterrey - Tula; todo esto en un lapso de ocho meses. Parte en diligencia de Tula a las 7:00 horas del 7 de abril de ese 1875 y tarda tres días en llegar a San Luis Potosí, donde casi es reconocido por guardias en momentos en que es buscado por sus enemigos: el general Mariano Escobedo y el gobernador potosino Pascual Hernández, “...de quienes he sido víctima y a quienes después he colocado en la picota del ridículo. Si me pudieran atrapar se vengarían cobardemente de mí.” (Martínez, 1884, p. 8). El 26 de abril llega a la ciudad de México, para luego en Veracruz abordar el barco “City of Mérida” el 6 mayo. El 11 de mayo de ese año 1875, Martínez llega a La Habana, donde se da cuenta que a los mexicanos del barco las autoridades

Londres, París, Madrid, Marruecos El día 10 de junio acude a una carrera de caballos en el pueblo de Ascott, a la que asiste toda la aristocracia de Londres y la familia real. También investiga la pobreza londinense y conoce que “...más de diez mil infelices mueren de hambre anualmente en esta portentosa Babilonia y unos 20 mil amanecen preguntándose diariamente cómo ganarán el sustento del día...”, (Ibíd., p. 98). Ignacio Martínez critica la ciudad de Londres por la elevada prostitución de mujeres casadas, y escribe que es tan poco lo retribuido por su trabajo y tan cara la vida, que es fácil morir por falta de abrigo o alimentos, lo que obliga a las jóvenes a corromperse para poder llevar pan a la boca. Llega el 13 de junio a París, a las 6 de la tarde. Aquí describe “...los oleajes humanos, vestidos y adornados de la manera más elegante del mundo, cargados de joyas de valor y de gusto, acicalados, enguantados, perfumados, que sirven de modelo a las sociedades más aristocráticas de América y Europa...”. (Ibíd., p. 105). En París se entera que son comunes los suici-

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cuyos montes “Hacho” y “Gibraltar” eran las antiguas Columnas de Hércules. El día 25 sale de Ceuta a Teután. El viajero le comenta a otro guía su disgusto porque las mujeres se cubren el rostro y éste responde que es un deber religioso y que sólo el marido puede verles la cara; que al casarse el novio lo hace sin ver el perfil, pidiendo sólo la descripción a los padres, aceptando así la boda.

En Pompeya y con el Papa Pío IX Ya en Italia, Turín, sede del vino Vermut, recibe a Martínez Elizondo el día 14; por la tarde arriba a Milán con su catedral de mármol blanco. Iniciada su erección en 1386, en ese 1875 aún faltaban por terminar 20 de las 135 agujas que adornan su exterior. El día 18 está en Génova, donde critica que en la Iglesia de San Juan no dejen entrar a las mujeres si no es de rodillas. El 29 sale de Nápoles a Portici; aquí visita las excavaciones arqueológicas por las que se lograron desenterrar los cuerpos humanos petrificados por la ceniza y lava en la gran erupción del Volcán “Vesubio” que acabó con las ciudades de Stabia, Herculano y Pompeya, mil 700 años atrás. El 30 de agosto acepta una invitación en grupo para visitar al Papa Pío IX en el Vaticano. Al aparecer el Papa, dice algo amable, luego acerca el anillo a un boliviano para que lo bese, y “al pasar frente a mí le di mis excusas al ayudante, de que no podía hincarme por tener una rodilla anquilosada.” Al oírlas, Pío IX me pregunta: ¿Es usted de Puebla? –No señor, de Tamaulipas, le contesta y comenta: “Mis ideas de libre pensador se oponen a doblar la rodilla ante otro hombre”, (Ibíd., p. 402). El 5 de septiembre llega a Viena, donde conoce la tumba de Maximiliano, con una dedicatoria de “su subordinado leal, el conde de Orizaba, 1868”. El 9 llega a Varsovia, antigua capital del reino de Polonia, para luego viajar a San Petersbur-

El Arco del Triunfo, de París, inaugurado en 1836. Ignacio Martínez Elizondo, Recuerdos de un viaje en América, Europa y África, grabado de Bourdelin, E., p. 117, Librería de P. Bregi, París.

dios en el Río Sena. El 18 camina por el Museo del Louvre. Al llegar a la “Sala Etnográfica de México”, decepcionado escribe que las únicas “curiosidades que nos representan son unos muñecos de barro de Guadalajara y algunos tipos populares como el charro, la frutera y el velero”. (Ibíd., p. 145) El 8 de julio, ya en Madrid, Martínez asiste a una corrida de toros sentado cerca del palco del rey y al preguntar si éste va a acudir, un vecino le responde que lo sabrá cuando el público aplauda o silbe, según esté de humor. Visita luego la villa de “El Escorial” donde le invitan vino y refiere que éste es tan barato que si alguien en las aldeas cercanas pide un vaso con agua prefieren llevarle vino, porque el agua es más cara. Por la tarde de ese 21 cruza el Estrecho de Gibraltar y llega al continente africano separado por 27 kilómetros. Arriba a la ciudad de Ceuta, península de siete colinas bajo el poder español,

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go, en Rusia, en cuya frontera ve el rudo trato a los extranjeros al ser bajados con pasaporte en mano. El 12 observa que las mujeres no son bellas, son gordas porque así las prefieren los hombres. Recorre Berlín, Colonia y otras ciudades. El 28 regresa a París, donde por las últimas convulsiones en Francia recuerda que debe regresar a México para sumarse a la rebelión contra Lerdo de Tejada.

que ahora les tocará militar en bandos enemigos. Dice al respecto: “…él defenderá al gobierno que tratamos de derrocar y estaremos en bandos opuestos”. (Ibíd., p. 512). El 9 de diciembre de 1875 llega a su destino final, la ciudad de Tula, concluyendo así un viaje a lo largo de 240 días. Al año siguiente se incorporaría a la rebelión de Tuxtepec de Porfirio Díaz. §

Fuentes consultadas

Filibusteros texanos

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El 25 de octubre parte de Havre en barco hacia Nueva York; viaja en el buque L’Amerique, y llega el 3 de noviembre a América a las 10:30 horas. El 4 está en Filadelfia. El 15 arriba por vapor a Brazos, Texas, a 32 kilómetros de Matamoros; lo hace después de varios días de esperar navío. El 19 de noviembre sale de Reynosa a Camargo en una diligencia que llevaba a otra familia. Al llegar a Guardados de Arriba, antes de Mier, encuentran a 60 hombres armados, civiles, a toda carrera y en desorden; al acercarse éstos a la diligencia preguntan si sabíamos de los americanos en Camargo. Esa partida de angloamericanos pertenecían al ejército, pero se habían separado para saquear las villas desde Guerrero hasta Camargo, según los registros históricos de la región. El 20 de noviembre de ese 1875, Ignacio Martínez llega a Monterrey, donde 10 años atrás se había titulado como médico. Visita parientes y amigos y dice de la ciudad: “…su gente bien moralizada, es amable, bondadosa, consagrada siempre al trabajo y con gran afecto al estudio”, (Ibíd., p. 508). También se desvive en elogios a su maestro, el doctor “Gonzalitos”, de quien dice que “es una de nuestras más puras y veneradas glorias nacionales”. (Ibíd., p. 509). El 30 llega a Santiago, Nuevo León, villa habitada por gente rubia ojiazul. Ignacio la llama la Suiza de México. El 5 de diciembre llega a Galeana, Nuevo León, cuna de su persecutor Mariano Escobedo. Escribe que ha hablado con su amigo y jefe, el general Pedro Martínez, pero

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JosĂŠ Guadalupe Posada

Historia de los votantes de izquierda JesĂşs Ibarra Salazar

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J

Castañeda publicó un ensayo donde plantea varias ideas que merecen ser analizadas con mayor profundidad.1 Él dice que la izquierda nunca “…ha sabido o podido transformar su fuerza electoral de masas, o electoral, en una victoria en la única elección que realmente cuenta en México: a saber, la elección presidencial…”. Como es común a los partidos y a sus candidatos, Castañeda coloca la mayor atención en la elección presidencial, en un elevado porcentaje de la campaña electoral y en la asignación de recursos que se concentran en esa elección (lo que no está mal); pero su desatención de las otras dos elecciones (en el 2012 será más) lo conduce a un grave error en el cuidado y análisis de las votaciones. El autor sugiere: “Para entender por qué es crucial analizar la historia política del país y de la izquierda en general, pero también cada una de sus intervenciones puntuales con fuerza de apoyo a victorias ajenas, pero con causas afines…”, luego agrega: “… del papel del voto de la izquierda, o de la izquierda azul, en la elección de Fox de 2000… la historia del voto útil.” Más adelante dice que los votos que habrían sido para Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y luego otorgados a Fox, fueron entre uno y dos millones, a lo que llama el voto útil o voto ciudadano por el candidato menos malo. Más que el estudio del “voto útil”, prefiero analizar el comportamiento del voto de los mexicanos, apoyado en datos duros, con todos los asegunes que tiene la contabilidad de los resultados electorales, lo que puede aproximarnos a entender este “voto útil” desde una perspectiva distinta. María de las Heras en sus encuestas se orientó por conocer varios tipos de voto: el duro, el diferenciado y el switcher. (¿Por quién vamos a votar

y por qué?, Editorial Aguilar, 2006). El primero, el duro, es el voto de los electores por su partido, vota lo mismo para todas las elecciones; el segundo, el voto diferenciado, es el voto por el candidato y se otorga a uno u otro partido; y el tercero, el switcher, es el voto que en la elección anterior fue depositado en favor de un partido (voto duro) y que para las elecciones siguientes cambia de sentido, por un partido distinto. Para el análisis, vale suponer que, en las tres elecciones federales, que incluyen a la presidencial, la menor de las votaciones para un partido proviene de electores que lo hicieron también por las otras dos: el voto duro. Una vez que se tiene determinada dicha votación mínima, de entre las otras dos hay una que es mayor, donde a los votos duros se suman los de ciudadanos que emitieron su voto por el candidato, más que por el partido: el voto diferenciado. En la elección de 2000 a la que Castañeda hace referencia, los votos para el PAN fueron 14 millones 192 mil 303 en la de diputados; en la de presidente fueron 15 millones 750 mil 593, y en la de senadores 14 millones 131 mil 610. Al parecer, pues, no se dice si la forma en que se ha calculado el “voto útil” se deriva de estas votaciones totales. El voto duro del PAN, a partir de esas votaciones nacionales, se ubica en la de senadores, y la mayor en la de presidente. De aquí que de voto diferenciado –de acuerdo con nuestra propuesta el voto diferenciado es de 1 millón 618 mil 983–, se sumó al voto duro, que está entre uno y dos millones de votos que habrían de provenir del voto no emitido para Cuauhtémoc Cárdenas, y de origen en la “izquierda” no precisamente “azul”, sino roja. Más adelante volveré a este voto, así como al voto duro, para ver que son distintos a los hasta aquí presentados. Por lo que toca al PRI y a los partidos que formaron la coalición, su voto duro fue para la elección de presidente, con 14 millones 399 mil

orge

1. Castañeda, Jorge G., “La izquierda se quedó a la orilla del río en el año 2000”, en Arturo Martínez Nateras, (coord.), La Izquierda Mexicana del Siglo XX. UNAM, México, 2016, p. 605 y ss.

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588 votos, mientras la mayor de las tres se reportó en la de senadores, con 15 millones 105 mil 315. Para el PRD (más las votaciones de los partidos de la coalición), el voto duro se expresó en la elección de presidente, con 6 millones 186 mil 797, y la mayor en la de senadores, con 6 millones 994 mil 353. Sin embargo, las votaciones duras no siempre se presentan en una misma de las elecciones si se analizan casilla por casilla. Unas veces aparecerán en la presidencial, en otras en la de senadores o de diputados, por lo que, al acumularlas, estas cifras serán muy distintas a las votaciones totales nacionales. Adicionalmente a lo anterior, habrá que eludir las casillas de los votos de residentes en el extranjero, pues esta labor sólo la puede hacer la presidencia, lo mismo que en aquellas en las que por distintas circunstancias no se registran votaciones en alguna de las elecciones. Así, trabajando el voto casilla por casilla, determinando el voto duro de cada partido y calculando el voto diferenciado para cada partido o coalición, tenemos lo siguiente: El voto duro del PAN resulta en 13 millones 683 mil 970, y su voto diferenciado en 2 millones 239 mil 185. Muchos más que el millón 618 mil que calculamos con las votaciones nacionales. El voto duro del PRI resulta en 13 millones 721 mil 441, y su voto diferenciado en 2 millones 345 mil 312. El voto duro de la izquierda resulta en 5 millones 988 mil 567, y su voto diferenciado en 1 millón 423 mil 362. El voto switcher es el que nos puede indicar cuántos votos se emitieron en favor de uno de los partidos o coaliciones, o por sus candidatos, ya que este tipo de voto se refiere a los electores que en una elección votaron por un partido, y en la siguiente lo emitieron por uno distinto. El voto switcher, el voto duro que tiene un partido y que de una a otra elección sufrió pérdidas o ganancias, es el que nos puede dar una

idea más certera sobre los beneficios del “voto útil” obtenido por Fox, y sobre sus orígenes. El PAN pasa de 1994 a 2000 de 8 millones 340 mil 317 a 13 millones 683 mil 970 votos, una ganancia de 5 millones 343 mil 653 votos; el PRI tiene en el mismo periodo una pérdida de 3 millones 538 mil 918 y la izquierda pierde 1 millón 290 mil 700 votos. Es decir, si suponemos que los votos perdidos por el PRI y el PRD pasan a los votos ganados por el PAN, entonces el que más aporta es el PRI. Los votos ganados por el PAN, por Fox, provienen de su propio voto duro, de los nuevos electores que sufragaron por este candidato, y de los votos que tanto el PRI como el PRD perdieron como voto duro, la mayoría de origen priísta. Pero se puede estudiar este comportamiento del voto, como lo sugiere el estudio de Roxana Rodríguez, para las elecciones presidenciales desde 1988 hasta 2012, con la salvedad de que, para analizarlo voto por voto, casilla por casilla, las de 1988 no se tienen, por lo que sólo se puede hacer de 1994 a 2012, es decir, cuatro elecciones presidenciales. Las variaciones en las votaciones duras de partidos y coaliciones pueden observarse en la siguiente gráfica, de 1994 a 2012:

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Gerardo Cantú

En el proceso electoral del 2000, como ya se dijo, el PAN se beneficia de las pérdidas tanto del PRI como de la izquierda, con poco más de tres millones 800 mil votos; en el de 2006, la beneficiada es la izquierda, con Andrés Manuel López Obrador como su candidato, que suma las pérdidas del PRI y del PAN; y en el 2012, el PRI toma las bajas del PAN y de la izquierda. Si en cada proceso electoral se toma en cuenta el efecto del candidato o de la campaña electoral, se puede afirmar que el efecto Fox en el 2000 y el de AMLO en el 2006 fueron un factor de importancia; asimismo que, en el 2012, además de la influencia que EPN pueda haber ejercido, la compra del voto se constituyó en un elemento determinante.2 Mucho más se puede hacer para el estudio de los electores, de su comportamiento en el voto en función de su situación económica y social; más cuando desde 2005 el INEGI, en convenio con el IFE-INE, ha publicado el Conteo de Población y Vivienda de aquel año, así como el Censo General de Población y Vivienda de 20103, georreferenciado por secciones electorales, la geografía electoral básica, con información socioeconómica, nos puede dar una idea más precisa de la relación entre partidos, votos y población. §

2. https://www.dropbox.com/s/kz62dvcdu3im052/Compra%20 de%20votos%202012_.pdf?dl=0 3. http://gaia.inegi.org.mx/geoelectoral/viewer.html

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Sobre el Estado laico y los derechos humanos En términos del Artículo 3º Constitucional, la educación en México “tenderá a desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia”. El criterio que orientará la educación “se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”. Como instituciones de educación superior, caracterizadas por los valores de libertad de cátedra e investigación y de libre examen y discusión de las ideas –establecidos en la fracción VII del mencionado Artículo 3º constitucional–, los rectores firmantes nos manifestamos a favor de la vigencia y fortalecimiento del Estado laico en la definición y dinámica de los marcos sociales de convivencia. El Estado laico constituye una condición necesaria de las sociedades modernas, en la medida en que garantiza la pluralidad de las ideas y hace posible el respeto hacia la diversidad étnica, religiosa, moral, ideológica y filosófica, a partir de una ética que se sustenta en los derechos humanos. Por ello, un Estado laico y democrático debe asegurar los derechos de todos. En 1948, México suscribió la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual proclama que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos” y señala que todas las personas tienen derecho a casarse y formar una familia. Por su parte, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su Artículo 1ª, además de reconocer los derechos humanos, prohibe la descriminación fundada en motivos de cualquier índole. Retomando este principio, el 19 de junio de 2015 la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que “bajo ninguna circunstancia se puede negar o restringir a nadie un derecho con base en su orientación sexual”. Sin embargo, la discriminación por motivos de orientación sexual constituye un fenómeno presente en México, lo que ilustra la necesidad de promover la creación de ciudadanía a partir de valores como la tolerancia y el respeto a la diversidad, así como fomentar actitudes abiertas al conocimiento, la empatía y apertura hacia los demás. Al estar motivadas por un propósito de solidaridad social, las instituciones de educación superior firmantes compartimos una posición firme de respeto a los derechos humanos de todos y cada uno de los ciudadanos. Nos pronunciamos a favor de la inclusión, la solidaridad social, el pensamiento humanista y la paz. Refrendamos el compromiso de contribuir a la libre discusión de las ideas, propiciando herramientas para el diálogo informado y sustentado en evidencias científicas. Dr. Enrique Luis Graue Wiechers, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México Dr. Salvador Vega y León, Rector General de la Universidad Autónoma Metropolitana Mtro. Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, Rector General de la Universidad de Guadalajara Mtro. Rogelio Guillermo Garza Rivera, Rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León

Revista Proceso, Núm. 2082, 24 de septiembre de 2016, Cd. de México.


José Guadalupe Posada

Sobre “Votos, estómagos, bolsillos...” J. G. Martínez

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P

a una respuesta fiable revisamos los escritos publicados por José Alvarado en 1931. En “Inquilino por nacimiento” nos informa que llegó a la ciudad de México en 1930, para estudiar en la Escuela de Jurisprudencia. Años después, en páginas autobiográficas recordaría la impresión que le produjo: “Me sentía como el hombre que sale de un mundo incompleto para llegar a otro, terminado de hacer y pletórico de grueso vaho humano, producido por el amor, la aventura y un anhelo inextinguible. Y ese vaho me acariciaba la piel y penetraba mi olfato”. Esto en el mismo año de su arribo a la capital. Aunque, es de rigor recordar que un año antes –1929– había asistido como delegado al Congreso Nacional Estudiantil, en representación del Colegio Civil de Monterrey, con la propuesta para la creación de la Universidad del Norte en Nuevo León. El mismo año, la campaña vasconcelista atravesaba por momentos difíciles. Los jóvenes simpatizantes efectuaban reuniones y mítines por toda la ciudad con la intención de ganar adeptos. El que estaba programado para que participaran como oradores Alejandro Gómez Arias, Adolfo López Mateos y José Alvarado, se suspendió por la represión violenta contra otro grupo en el que asesinaron a Germán Martín de Campo. Su ejemplo de lucidez y valentía pasó a ser símbolo de toda una generación, la Generación de 1929. Alvarado, ya inscrito en la Escuela de Jurisprudencia, se pone en contacto con sus amigos vasconcelistas que había conocido en Monterrey: Manuel Moreno Sánchez, Enrique Ramírez y Ramírez, Andrés Henestrosa y Alejandro Gómez Arias. Si en el Colegio Civil luchó por elevar la calidad educativa y mejorar la selección de los docentes y en la Revista Estudiantil escribió “Crónicas, cuentos y biografías”, seguiría haciendo lo mismo en la Universidad Nacional. En el periódico Mensaje: Crítica y orientación, publicado el 8 de mayo de 1931, escribe en el número 3 una nota titulada “Al margen”, en uno de cuyos párrafo dice: “Ahora que los dueños del

poder temen más que nada a la verdad y tratan de acabar con los únicos que podemos decirla”; ahí impulsa a los estudiantes a luchar con firmeza contra la deshonestidad oficial. Se integra luego al Comité Universitario de Política y en un boletín de fecha 12 de mayo de 1931 donde aparece su firma, defiende al licenciado Luis Cabrera por el atraco sufrido al señalar en una conferencia los errores y desviaciones de la Revolución Mexicana. En Gaceta Universitaria, Núm. 1, de abril de 1932, dirigida por Rubén Salazar Mallén y en cuyo consejo de redactores estaban: Toscano, López Malo, Ramírez y Ramírez, Alvarado y Octavio Paz, en el artículo “Croquis de una actitud”, Alvarado propone y enfatiza que: “Para situar a la Universidad en el nivel que marca la época le añadiremos la función política y la interesaremos en la realidad social…”. En otro periódico juvenil, éste de 1932, La Huelga, Núm. 11, en su escrito “Esquema”, sintetiza sus propuestas: “Queremos transformar a la Universidad para colocarla frente a la vida… Sacar de la Universidad a Bassols, a Castro Leal y a Lombardo”, esto por oponerse a la reforma educativa. Este episodio juvenil lo recordaría en varios artículos publicados en la revista Siempre! La secuencia seguida tiene como fin precisar la importancia que Alvarado daba a la universidad en la transformación social, al pretender colocarla frente a la vida. El artículo que ahora se ofrece a los lectores de Vuelo lo consideramos inédito, porque en la parte superior del borrador dice “Barandal” y en el espacio siguiente aparece el título. Además, porque el autor se coloca frente a la vida llena de contrastes, donde impera la corrupción, se palpa la miseria y el vaho humano estruja la piel. La revista Barandal publicó los primero cinco números de agosto a diciembre de 1931; el sexto corresponde a enero y febrero, el séptimo y último, al mes de marzo de 1932. No sabemos si los editores de la revista –Rafael López Malo, Salvador Toscano, Octavio Paz y Arnulfo Martínez Lavalle–, se separaron por

ara acercarnos

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José Guadalupe Posada

sus orientaciones teórico-estéticas, causa que Alvarado decidió no hacer pública. En la revista de marzo, por cierto la última, se incluyó el ensayo “Colocación sin colores”, donde Alvarado intenta esclarecer los ángulos cinematográficos. Dado lo novedoso de sus argumentos fue muy celebrado por sus amigos. Pero la pregunta sigue golpeándonos: ¿Por qué el artículo que hoy publicamos no se incluyó en los primeros números de Barandal ? ¿Decidió publicarlo en alguna otra revista? Lo cierto es que, peatón empedernido –solo o con amigos–, sus pasos lo llevaron por todos los rumbos, algunos truculentos, de la ciudad de México. Así conoció sus diversos olores y se dio cuenta de la

miseria y explotación de los trabajadores. Este artículo juvenil, escrito en 1931, resulta de gran importancia por ser una querella contra los gobernantes corruptos y sus cómplices. Esta querella, latente, sin reposo, la encontramos en miles de fragmentos de sus crónicas, motivo por el que Alejandro Gómez Arias lo consideró un agitador político, social y artístico. Los dejamos, pues, con el texto “Votos, estómagos, bolsillos…”. Si es inédito o no, carece de importancia; lo cierto es que de entonces a la fecha los cárteles del poder siguen acrecentando su codicia e hinchando sus bolsillos con el dinero del pueblo, mientras millones de mexicanos continúan sobreviviendo con alimentos manidos. §

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Gerardo Cantú

Votos, estómagos, bolsillos... José Alvarado

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Portales y en Nativitas el pan escasea y baja de peso, muchos médicos de la ciudad se quejan de los abusos en los precios de las medicinas y los introductores de ganado del Distrito Federal advierten una maniobra de los curtidores extranjeros para pagar menos por las pieles. Un panorama metropolitano donde destaca como una montaña, la explotación que sufren todos los días, a través de diversas manos, los habitantes de la ciudad de México y sus populosos aledaños. He aquí las delicias de vivir en la metrópoli: tortillas verdes, negras o amarillas, correosas todas; carne dura y de segunda; leche cara y mala; pan cada vez más breve; grasas y aceites de tercera clase y, por si poco fuera, la más amplia variedad de bebistrajos falsificados en tabernas y piqueras. Porque no son únicos los especuladores con las medicinas, ni los tahoneros que disminuyen y

encarecen el pan. Los pobladores de la ciudad de México sufren la mala calidad y el precio excesivo de todo lo que tienen que llevarse a la boca. Y los traficantes de víveres hacen rápida y robusta fortuna, mientras los consumidores aumentan el número de los enfermos de toda clase de padecimientos intestinales y ven sus bolsillos cada vez más flacos, cada vez más tristes. Lo más grave, sin embargo, es que ya se ha hecho costumbre vender porquerías a los metropolitanos. Y venderlas a precio de alimentos de primera clase. Basta ir una vez al Rastro de Ferrería y ver la carne que adquieren los fabricantes de chorizos y de longanizas, verde y pestilente, para darse cuenta de lo que hacen comer a nuestro pobre pueblo. ¡Ah! Pero ¿quién es el político que protesta contra ello? A los políticos les interesan los votos, no los estómagos ni los bolsillos de los ciudadanos.§

ientras en

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Armando Lรณpez

Poemas Pedro Garfias

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Asturias

Gerardo Cantú

Asturias, si yo pudiera, si yo pudiera contarte… Asturias verde de montes y negra de minerales. Yo soy un hombre del Sur; polvo, sol, fatiga y hambre, hambre de pan y horizontes… ¡Hambre! Bajo la piel resecada ríos sólidos la sangre y el corazón asfixiado sin venas para aliviarle… Los ojos ciegos, los ojos ciegos de tanto mirarte sin verte, Asturias lejana, hija de mi misma madre.

Prepara tu salto último lívida muerte cobarde, prepara tu último salto que Asturias está aguardándote sola, en mitad de la Tierra, hija de mi misma madre.

Dos veces, dos, has tenido ocasión para jugarte la vida en una partida, y las dos te la jugaste. ¿Quién derribará este árbol de Asturias, ya sin ramaje, desnudo, seco, clavado con su raíz entrañable que corre por toda España crispándonos de coraje?

de Poesías de la Guerra Española

Romance de tus ojos Cómo he buscado tus ojos anoche, tus ojos negros. Todo era negro en la noche. Por las ventanas del cielo veía asomar tus ojos, tus ojos negros, y los míos los buscaban desalados por el viento hasta volver a sus nidos como pájaros enfermos. De los árboles colgaba tu negra mata de pelo. Pero tus ojos, adónde? adónde tus ojos negros?

Mirad, obreros del mundo su silueta recortarse contra ese cielo impasible, vertical, inquebrantable, firme sobre roca firme, herida viva su carne. Millones de puños gritan su cólera por los aires, millones de corazones golpean contra sus cárceles.

de Romances y canciones

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Las tribulaciones del estudiante Törless. Volker Schlöndorff. 1966

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A propósito del cine realista

Nazario Sepúlveda E.

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a que escriba sobre cine en esta revista, asunto que no me ocurre con frecuencia pues, por diversas razones, he sido rechazado, despedido y corrido de tres diarios locales en este orden de situaciones y bien, he aceptado y a ver cuánto duro pues lo que escribo y digo no es del gusto de muchos. He aquí el reinicio de esta actividad que, cronológicamente, se inició en 1980 y me gusta mucho hacerla. Fue también en los años 80 cuando empezó a llegar a la ciudad, y con tardanza como siempre, el cine denominado realista y que era representado por el entonces muy brillante y diverso joven cine alemán, que nació en Alemania Occidental como protesta de los jóvenes cineastas contra la mediocridad del cine germano que era en muchos sentidos, pésimo. Así, un alemán afrancesado: Volcker Schlöndorff, realizó en 1966 la coproducción con Francia Der Junge Törless–El joven Törless, adaptación fidelísima de la novela del austriaco Robert Musil que sorprendió a todo el mundo cuando fue presentada en Cannes, pues esta cinta realista le devolvía al cine alemán la calidad y la grandeza que había tenido desde 1919 hasta 1933, cuando surgió la dictadura de Hitler, y Schlöndorff, continuó con una carrera que dura hasta hoy y en 1966, 67, otros jóvenes como él le volvieron a dar la vida al cine más inútil de la Europa Occidental de entonces y los filmes realistas en estreno, llegaban a Monterrey –pero a los cine clubes, claro– y en ellos descubrí el afán de los germanos por mostrar la realidad en casi todos sus aspectos cotidianos y no había aquí la censura establecida por la hipocresía de los productores. En Hollywood, por ejemplo, en los años 30 se prohibía mostrar la pobreza que asolaba a los Estados Unidos y los censores atenuaban la visión de la miseria urbana y la suavizaban y embellecían porque el mostrarla tal cual, era “inmoral” y “peligroso” y se tuvo que esperar a la década de los años 40 para que en Italia, el Neorrealismo revelara la dramática situación en que vivía el pueblo italiano durante

la guerra y después de ésta, sin concesiones a la hipocresía y a la mentira. Ahora, ya no existe joven cine alemán pero el realismo continúa afincado en los cines de muchos países, como por ejemplo en Irán, en Chile y hasta en varios directores mexicanos como Reygadas, Eimbke y otros y si bien Reygadas es con frecuencia un realista declarado, como en la película que hizo con los menonitas del norte del país y hasta empleó menonitas auténticos en los papeles principales de la obra, hay muchos cineastas buenos y malos que no pueden ni quieren ser realistas pues saben que el público mayoritario, rechaza este tipo de filmes. Al respecto, recuerdo que en los años 80 hubo alguien que declaró que no le gustaba el cine alemán y en cambio, traía una vez consigo un videocassete de los de entonces en donde se hallaba un filme de Steven Spielberg que poco o nada se ocupaba del mundo de la realidad y esta persona, tenía todo el derecho a gustar del cine de Spielberg pero ¿tenía el derecho a manifestar su total rechazo por el joven cine alemán que llegaba al cineclub de la UDEM, del Centro Cultural Alemán y de muy pocos cines comerciales? El asunto continúa con muchos de los que aquí se ocupan, principalmente, de elogiar sin límites al cine comercial que predomina en esta ciudad e ignoran al cine llamado de arte. Decía una vez un célebre cineasta francés llamado Jean Renoir que el cine que él hacía no era realista. Sin embargo, se traicionaba a sí mismo durante los años 30, pues casi todas sus obras de ese tiempo eran un retrato realista de la sociedad en la que vivía y hay que decir que el público francés de la época rechazó muchos de sus filmes, y cuando un poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial estrenó su obra maestra Las reglas del juego, el fracaso con el público fue total y tuvieron que pasar veinte años, nada menos, para que fuera aceptada y reconocida como una de las mejores películas de todos los tiempos, al exhibírsela en un Festival de Venecia en su versión recuperada y reconstruida. La verdad desnuda es con frecuencia molesta y esto

e invitan amablemente

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ocurre bajo las dictaduras y bajo la democracia. Mi película favorita de Renoir es un mediometraje de sólo 43 minutos de duración que recrea un cuento realista de Guy de Maupassant y que el cineasta realizó en 1937 y se vino a exhibir hasta 1946 por varias razones. El filme, titulado Partiere campagne – Una salida al campo, narra el día de campo en un verano, de una familia de pequeñoburgueses parisinos. Dos mujeres del grupo: madre e hija, son pretendidas y seducidas por dos jóvenes pescadores y si la madre no tiene problema alguno tras el hecho, la joven hija descubre aquí el placer de la seducción erótica y de la brevedad de éste. Tiempo después el hombre y la joven, casada ahora con un papanatas, se reencuentran y recuerdan el momento de ese encuentro y ambos lo añoran. Ya no es posible que vuelva a ocurrir y, al igual que en el cuento, se separan definitivamente y los dos no podrán olvidar nunca la felicidad que tuvieron y lo poco que les duró y Renoir, que en esta breve obra maestra se dio el gusto de reproducir varios cuadros pintados por su padre Auguste Renoir, fue fiel al estilo de Maupassant y él, a pesar suyo, fue aquí un realista absoluto. Cuando he presentado este filme a los jóvenes actuales, lo han considerado excelente. De esta suerte, se ve que no todos rechazan el realismo en el cine y lo disfrutan cuando tienen la oportunidad de verlo, ya sea en el cine de arte o del comercial. A propósito de este último cine, hay que referirse al género de las cintas de pistoleros norteños, que se suponía que imitaban y muy mal, al cine norteamericano e italiano de los años 70 y 80 con títulos como Pistoleros famosos o El silencio asesino. Por supuesto que nadie o muy pocos

lo consideraban en serio. Sucedió entonces que la situación de violencia y muerte que vive México ahora, ya estaba prefigurada en estas películas hechas casi todas con el fin de ganar dinero, exceptuando, claro, a las cintas de Alberto Mariscal. Y ha ocurrido el caso de que la vida ha imitado y repetido al ¿arte? Bueno, pues mejor dicho al comercialismo más abierto y si éste acabó siendo realista a pesar suyo, ¿entonces qué? Por algo la reciente muerte de Mario Almada, el actor más idóneo para estos filmes, ha sido revalorado como una gran figura del cine nacional y claro, merece serlo. Mientras tanto, el cine de Hollywood, cada vez más prepotente y mediocre en todo el país, insiste en fabricar la misma historia una y muchas veces del relato dizque de terror combinado con esa condición que según los estadounidenses es natural (?) y normal (?) en ellos y que es la paranoia hacia los enemigos gratuitos que, sobre todo, persiguen y destruyen a los inocentes gringos. Al final pues sucede que el mal triunfa por completo, lo cual indica el pesimismo ante el american way of life y además están las inacabables llegadas de filmes con héroes sacados de las tiras y revistas cómicas y los personajes normales de origen humano son cada vez menos. ¿Y el realismo?, pues muy escaso y muy ninguneado. Por todo esto, fui al cine, dizque de arte, y disfruté un filme francés titulado La magia de los sentidos, –de un cineasta llamado Eric Besnard–, sobre la historia del amor que surge entre un joven autista y una atractiva viuda, y todo era normal, tranquilo, creíble y realista y la gocé bastante, por lo tanto seguiré buscando y recomendando el cine realista.§

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Gerardo Cantú

Un carnet nunca visto* (Entrevista a Julián Guajardo)

Armando de León Montaño


A

León Montaño: Ajado y apenas legible es como aparece hoy el carnet número 15347, que acredita a Julián Guajardo Lozano como miembro del Partido Comunista Mexicano. Está firmado en la ciudad de México D.F. por el secretario general del Comité Central, Arnoldo Martínez Verdugo, y tiene fecha del 22 de febrero de 1978. Julián Guajardo Lozano: ¡Jamás lo he mostrado a nadie!

ALM: Hábleme de ello. ¿Qué hay detrás de su filiación? JGL: A comienzos de los años sesenta cuando comencé a destacar como director, llamé no sólo la atención del público al que le gustaba el teatro, sino también la de algunos políticos.

rmando de

ALM: Lo que prueba que el arte no se desliga de la política. JGL: Para nada. Entonces unos de ellos me invitaron a “hacer algo más” por sus causas particulares.

ALM: ¿Por qué? ¿Tiene miedo de mostrar sus verdaderas tendencias? ¿O acaso se arrepiente de haber sido militante de izquierda? JGL: Nada de eso. No lo mostraba porque no confiaba en nadie de las personas que querían hacer mi historia.

ALM: ¿ Por sus partidos? JGL: Por sus partidos. ALM: ¿Por qué cree que lo hicieron? JGL: Unos lo hicieron por mera simpatía, y otros porque veían en mí a un vocero de ideas –un vocero importante– y que esas ideas le llegaban al público a través de mis obras.

ALM: ¿Nadie jamás le inspiró la confianza suficiente para mostrarlo? JGL: Sólo hasta cierto punto. ALM: ¿Por qué? JGL: Porque eran sólo reporteros que querían cubrir sus notas y no podía exhibir el documento sino en algo más serio.

ALM: ¿Oyó el canto de sirenas en ese tiempo? JGL: Oí el canto, pero como Ulises, permanecí ajeno al poder. ALM: De lo contrario su carrera se hubiese manchado. JGL: Así es. Y por eso pagué una factura. Cuando yo era muy joven mi familia sufrió el hostigamiento de la Embajada de los Estados Unidos en México.

ALM: ¿Como un libro? JGL: Como un libro. No en revistas ni en pasquines. ALM: Me alegra entonces que estemos haciendo ese libro, y por supuesto: que yo le inspire confianza. ¿Estamos viendo una primicia en este carnet? JGL: Estamos viendo algo original de mi historia personal.

ALM: ¿Por qué? ¿Cómo sucedió? JGL: Fue en los años sesenta. Todo porque había aceptado una beca del gobierno de Checoslovaquia, un país afín al bloque socialista.

ALM: Guárdelo bien. No lo vaya a perder. Pareciera un simple cartón, pero en él hay toda una historia con un costo político, supongo. JGL: Así es.

ALM: ¿De qué forma lo hostigaban? JGL: Llamaban a la casa por teléfono o enviaban mensajes escritos a mi padre, tratando de asustarlo.

* Tomado de: Julián Guajardo, un hombre de teatro, tomo I, col. Personajes/19, Armando de León Montaño, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, 2014.

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ALM: ¿Qué cosas le decían? JGL: Le decían que no permitiera que yo me fuera para allá porque en ese lugar mi mente se iba a pervertir y me convertiría en otro. ¡Claramente le dijeron que me volvería comunista! ALM: Vaya preocupación. ¿Cómo reaccionó su padre? JGL: Al principio con miedo. Como todo padre, se sorprendió, y me preguntaba si eso no me iba a afectar en mi carrera, pero yo le di argumentos para que estuviera tranquilo. Pero los gringos insistieron. ALM: Si querían disuadirlo de ir a Checoslovaquia, ¿no hablaron directamente con usted? JGL: ¡Claro! ALM: ¿Y qué alternativa le dieron? JGL: Con tal de que no me fuera me ofrecieron una beca en una de sus universidades. Con más lana, más tiempo, y otros beneficios. ALM: Lo que habría seducido a cualquiera… JGL: A cualquier hijo de puta, pero no a mí.

Gerardo Cantú

ALM: ¿Por qué? JGL: Porque yo tenía bien clara y estudiada la cultura norteamericana. A mí no me ofrecían absolutamente nada los Estados Unidos, culturalmente hablando. Era y es una cultura muy pobre, a pesar de su riqueza material. Por eso, contra la voluntad del Tío Sam, decidí irme a Europa. ALM: Y allá se pervirtió: se volvió comunista. JGL: No. ¡Porque ya era! ALM: Je, je, je… JGL: ¡Ja, ja, ja! §

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José Guadalupe Posada

Desolación de la lucha libre Gabriel Contreras

L

es dueña de un inmenso potencial dramático. Ha desplegado, en distintos momentos, una extraordinaria fuerza dentro del imaginario popular en nuestro país. Por cuenta propia, la lucha libre operaba en la primera mitad del siglo XX de una manera similar al deporte, pero la proyección que le otorgó la pantalla cinematográfica la catapultó hasta niveles insospechados, haciendo de “El Santo” el superhéroe mexicano por excelencia, una figura que se debate entre el cuento de detectives, la ciencia ficción y el melodrama. Sin contar con un plan premeditado, la figura de “El Santo” acabaría por contaminar al cine mexicano, y dio lugar a émulos, cuya suerte, por cierto, no fue la mejor del mundo: así, “Huracán Ramírez”, “Blue Demon”, “Mil Máscaras” y “ Tinieblas” tuvieron su oportunidad, siempre malgastada. En cierto momento, la lucha libre fue desterrada del cine mexicano, naufragó en aguas oscuras y, de pronto, fue adoptada por la telea lucha libre mexicana

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visión, que no tardó en convertirla en una de sus figuras consentidas. Así, en imitación de las funciones de lucha norteamericanas, surgió la llamada AAA, que habría de dotar de elementos multimedia a un espectáculo antes meramente rústico, primitivo y escénicamente pobre. La AAA puso en juego el confetti, la música estruendosa, las edecanes, el show de luces, e impuso además una sexualidad provocativa a los luchadores, haciéndolos debatirse entre la figura del stripper y la del padrote. Hoy, nuevamente, la lucha libre mexicana navega en aguas turbias, abre los ojos inmensamente en busca de horizontes, naufraga aparentemente sin esperanza, y espera quizás a la llegada de una nueva oleada creativa, que le permita ir más allá de la imitación, el subsuelo y el marasmo. La gran ventaja de todo esto es que existen, hoy, promotores empeñados en aprender, en escuchar, y en cambiar las cosas, en la expectativa de que, más allá de la rutina, surja una nueva oportunidad de cambio. §


José Guadalupe Posada

Posada, tan grande como Goya o Callot, fue el creador de una riqueza inagotable. Producía como un manantial de agua hirviente. Intérprete del dolor, la alegría y la aspiración angustiosa del pueblo de México, hizo más de quince mil grabados; así lo asegura el editor Vanegas Arroyo. Mano de obrero, armada de un buril de acero, hirió el metal ayudado por el ácido corrosivo para arrojar los apóstrofes más agudos contra los explotadores. Precursor de Flores Magón, Zapata y Santanón, guerrillero de hojas volantes y heroicos periódicos de oposición. Ilustrador de los cuentos y las historias, las canciones y las plegarias de la gente pobre. Combatiente tenaz, burlón y feroz; bueno como el pan y amigo de divertirse, cuyo reducto fue un humilde taller instalado en una puerta cochera, a la vista, pero al flanco de la Iglesia de Santa Inés y de la Academia de San Carlos. ¿Quiénes levantarán el monumento a Posada? Aquellos que realizarán un día la Revolución: los obreros y los campesinos de México. Fue tan grande que quizá un día se olvide su nombre. Está tan integrado al alma popular de México, que tal vez se vuelva enteramente abstracto. Pero hoy su vida y su obra trascienden (sin que ninguno de ellos lo sepa), a las venas de los artistas jóvenes mexicanos cuyas obras brotan como flores en un campo primaveral, después de 1923. Su producción, libre hasta de la sombra de una imitación, tiene un acento mexicano puro. Analizando su labor puede realizarse el análisis completo de la vida social de México. Los valores plásticos que contiene la obra de Posada son todos los más esenciales y permanentes de la obra de arte. Su composición, de un extraño dinamismo, mantiene sin embargo el equilibrio más grande de los claros y los oscuros en relación a la superficie del grabado. El equilibrio, a la par que el movimiento, es la calidad máxima del arte clásico mexicano, es decir: el precortesiano. Del arte clásico mexicano es propio también el amor al carácter, y el empleo, a la vez terrible y drolático de la muerte convertida en elemento plástico. Posada: la muerte que se volvió calavera, que pelea, se emborracha, llo-

José Guadalupe Posada Diego Rivera

E

México han existido siempre dos corrientes de producción de arte verdaderamente distintas, una de valores positivos y otra de calidades negativas, simiesca y colonial, que tiene como base la imitación de modelos extranjeros para proveer a la demanda de una burguesía incapaz, que fracasó siempre en sus intentos de crear una economía nacional y que ha concluido por entregarse incondicionalmente al poder imperialista. La otra corriente, la positiva, ha sido obra del pueblo, y engloba el total de la producción, pura y rica, de lo que se ha dado en llamar “arte popular”. Esta corriente comprende también la obra de los artistas que han llegado a personalizarse, pero que han vivido, sentido, trabajado expresando la aspiración de las masas productoras. De estos artistas el más grande es, sin duda, José Guadalupe Posada, el grabador de genio. n

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José Guadalupe Posada, en Museo del mismo nombre, Aguascalientes.

ra y baila. La muerte familiar, la muerte que se transforma en figura de cartón articulada y que se mueve tirando de un cordón. La muerte como calavera de azúcar, la muerte para engolosinar a los niños mientras los grandes pelean y caen fusilados, o ahorcados penden de una cuerda. La muerte parrandera que baila en los fandangos y nos acompaña a llorar el hueso en los cementerios comiendo mole o bebiendo pulque junto a las tumbas de nuestros difuntos. La muerte que es, en todo caso, un excelente tema para producir masas contrastadas de blanco y negro, volúmenes recientemente acusados, y expresar movimientos bien definidos de largos cilindroides formando bellos ángulos en la composición; magistral utilización de huesos mondos. Todos son calaveras, desde los gatos y garbanceras hasta Don Porfirio y Zapata, pasando por todos los rancheros, artesanos y catrines, sin olvidar a los obreros, los campesinos y hasta los gachupines. Seguramente ninguna burguesía ha corrido con tan mala suerte como la mexicana, por haber tenido como relator justiciero de sus modos, acciones y andanzas al grabador incomparable que fue José Guadalupe Posada. Su buril agudo no dio cuartel ni a ricos ni a pobres; a éstos les señaló sus debilidades con simpatía y a los otros, con cada grabado les arrojó a la cara el vitriolo que corroyó el metal en que creó su obra. La distribución de blancos y negros, la inflexión de la línea, la proporción, todo le es propio, y por su calidad lo mantiene en el rango de los más grandes. Porque fue un clásico al que no le subyugó nunca la realidad fotográfica, la infrarrealidad. Siempre supo expresar como valores plásticos la calidad y la cantidad de las cosas dentro de la superrealidad del orden plástico. Si es indiscutible lo que dijo Auguste Renoir que la obra de arte se caracteriza por ser “indefinible e inimitable”, podemos decir que la de José Guadalupe Posada es la obra de arte por excelencia. Ninguno lo imitará. Ninguno lo definirá. Por su forma es toda la plástica; por su contenido es toda la vida, cosas que no pueden encerrarse en la miserable gaveta de una definición. §

José Guadalupe Posada nació en la ciudad de Aguascalientes el 2 de febrero de 1852. Desde muy joven se inició en el dibujo satírico. A causa de las audaces ilustraciones que aparecieron en la publicación local El Jicote, tuvo que abandonar su ciudad natal. Radicado en León, Guanajuato, realizó grabados y trabajó en una escuela secundaria como maestro de litografía. A los 35 años llegó a la ciudad de México en donde abrió su propio taller y conoció al impresor Antonio Vanegas Arroyo, con quien colaboraría incansablemente en la tarea de informar al pueblo de los más diversos acontecimientos, utilizando formas originales y divertidas. Entre otras cosas, Posada ilustró corridos populares que lo mismo trataban de hechos políticos, crímenes truculentos, accidentes y hasta pronósticos del fin del mundo. Su genio le dio vida a innumerables calaveras y esqueletos a través de los cuales el artista ejerció una aguda crítica social del México de finales del siglo XIX e inicios del XX. José Guadalupe Posada influyó poderosamente en el arte mexicano de las generaciones siguientes. Su talento y originalidad son ahora reconocidos en el mundo. Hizo más de 15 mil grabados. Murió en la ciudad de México el 20 de enero de 1913. §

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Gerardo Cantú el enamorado Arturo Cantú Sánchez

E

de sus pensamientos, con la luna pálida arriba, distante, el enamorado deshoja los pétalos de su esperanza. La mirada perdida ve hacia dentro de sí, sólo tiene ojos para la mujer que cruza por su cabeza. No se sabe, no sabe él, si está sentado entre las dos sillas, en el aire, o está de pie, adelante; la mujer a su espalda, que vuela como un papalote, lo sostiene. Los rojos de la noche, o del día, densos siempre y azulados a veces, forman innumerables torbellinos que devoran poco a poco lo real. Los respaldos de las sillas desaparecen, el enamorado se antepone a otra figura, ya sin rasgos, con la que se confunde, y quizá muy pronto gire hasta integrarse a su propio sueño. La mujer, atrás, lejos de precipitarse en el vacío, pareciera despedirse como en el famoso cuento: “Adiós, buen hombre, gracias por enseñarme a volar”. El cuadro presenta ya con claridad un recurso que el pintor utilizará de muy diversas maneras en lo sucesivo: el cruce de dos figuraciones, una horizontal y otra vertical. Lo horizontal puede resultar en varios personajes, como en la serie de las celestinas; en otros casos, como en El dulce encanto, es lo vertical lo que se multiplica. A veces lo horizontal representa lo imaginado, lo que escapa hacia el deseo, lo que el pensamiento quisiera detener; pero con frecuencia también los papeles se cambian y la figura vertical, en el primer plano, es la que resulta fantasmal, evanescente. El pintor puede así jugar con dos presencias simultáneas dentro del lienzo y dos estratos de lo real en el significado. El resultado es un realismo propio de la manera de Cantú, donde las distorsiones y toda la gama de recursos pictóricos modernos están siempre al servicio de una representación de lo real más precisa y más rica. De una realidad que resulta, por lo mismo, más compleja y poética. §

Gerardo Cantú, Autorretrato, óleo sobre tela, 1956.

n la noche roja

Gerardo Cantú, Nueva Rosita, Coah., 1934. Estudió en el Taller de Artes Plásticas de la Universidad de Nuevo León, 1950-1952, en “La Esmeralda”, México, 1952-1955, y en la Academia de Artes Plásticas de Praga, Checoslovaquia, 1958-1961. Ha expuesto su obra en forma individual y colectiva en muchas ciudades de México y del extranjero. Entre otros, ha realizado los murales: “Homenaje a Lázaro Cárdenas”, México, 1972; “El oro negro”, Monterrey, 1979; “Tecnología ayer y hoy”, México, 1982.

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En recuerdo del maestro Israel Cavazos Carlos González Rodríguez

Alfonso Reyes Aurrecoechea

Hace apenas unos cuantos días la sociedad de Nuevo León y en especial la de Monterrey se estremeció. Un hombre casi leyenda nos dejó: Israel Cavazos Garza. Pudo presumir de ser un hombre vital y vigente a sus 93, casi 94 años de edad. No sé si para bien o para mal pero nos acostumbramos a su gentil y amable presencia. No fue un anciano. Acudió a sus citas ya sea para dar una conferencia, para presentar un libro o para recibir algún homenaje. Su figura, un poco encorvada, decía él era porque los años pesaban. Escribió muchos libros, muchos de ellos verdaderas guías para quienes desearan seguir sus pasos como historiadores. Ir a consulta al Archivo Municipal de Monterrey y tratar con él (pues dirigió esta importante memoria de nuestra ciudad por muchos años) era un espléndido momento, tan sólo con solicitar el documento. Si corríamos con suerte ahí mismo recibíamos una lección de historia en compañía de su fiel compañera, la maestra Lilia Villanueva de Cavazos. Sin duda, fueron tiempos que no volverán. Algún día me tenía que pasar: que mi interés por la historia me enseñara que la verdad de ésta se encuentra en la verdad de los documentos. El maestro Israel lo sabía y de él lo aprendí. Desde aquellos días de descubrimiento entendí que para saber historia se tiene que leer, además de lo que otros escriben, tus propias investigaciones de lo nuevo, tu aporte. A partir de ahí, ya tienes el “virus” del cual él hablaba. Él, un hombre de memoria pro-

digiosa, escribió sobre la memoria de miles de personajes nuevoleoneses y de otras latitudes. Su diccionario biográfico se constituye como un alarde, en el buen sentido de la palabra. Él mencionaba con frecuencia que le gustaría morir como murió don Miguel Nieto: trabajando, escribiendo sobre su escritorio. Su muerte no ocurrió así, pero sí lo hizo trabajando, pues tenía iniciados dos grandes proyectos, como siempre de gran aportación a la historiografía de Nuevo León y de México. Se nos ha ido un grande, un personaje de aquellos que dejan un hueco muy difícil de llenar. Este 5 de noviembre de 2016 la sociedad de Nuevo León tendrá que lamentar una gran pérdida. Maestro Cavazos: refrendamos el compromiso de siempre con usted, esto es, seguir sus pasos y, al menos, tratar de imitarlo. §

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Reseña Julia Ibarra

M

Wollstonecraft y su Vindicación de los derechos de la mujer, 1792 (Educación, política y filosofía en el siglo XVIII) se intitula el libro escrito por Diana Arauz Mercado, publicado en diciembre de 2015 por la Universidad Autónoma de Zacatecas y Zenzen Baltza Editores. Esta obra a la vez que presenta un análisis extenso del texto, ofrece al lector un estudio preliminar sobre el contexto imperante al momento en que se da la lucha por los derechos del sexo femenino, lucha realizada por hombres y mujeres –sobre todo mujeres– mucho tiempo previo a los escritos wollstonecraftianos. Desde el inicio, poco a poco Arauz guía a sus lectores para adentrarlos en el pensamiento filosófico de Wollstonecraft, pensamiento que contrasta con las costumbres de la sociedad inglesa del siglo XVII, y previa a esa etapa histórica, en donde la mujer no es más que un objeto que el hombre posee, sea por línea familiar o por casamiento, recordando que esta forma de vida de las féminas era bien vista por la sociedad, sin importar la clase social o el nivel educativo. En 242 páginas, Diana Arauz analiza los trece capítulos que conforman el texto de la filósofa inglesa, mediante el análisis de citas textuales y paráfrasis de su pensamiento. Asimismo, analiza las refutaciones que la misma Mary lleva a cabo y que Arauz reafirma respecto a las ideas de cómo se debe criar y educar a las mujeres, cuál debe ser su comportamiento familiar, político y social, y su emancipación individual respecto del sexo opuesto. Como la autora lo advierte en su libro, no pretende presentar un resumen completo de la filosofía de Mary Wollstonecraft ni de la Vindicación de los derechos de la mujer, –ni mucho menos arrojar una mirada feminista a tal Vindiary

cación–. Pero sí pretende, y lo logra, que se conozcan las ideas filosóficas, políticas y educativas propuestas por la escritora inglesa, y que las mismas sean trasladadas al siglo XXI, para confrontar la realidad del siglo XVII con la que se vive hoy respecto a la participación activa de la mujer en la familia, en las leyes y en la sociedad. En la obra de Arauz resulta enriquecedor leer el estudio preliminar realizado por ella, aun y cuando se haya leído previamente el escrito wollstonecraftiano. Como fuere, es importante que el lector se acerque a esta obra sin cargas afectivas, pues de lo contrario se corre el riesgo de llevar a cabo una lectura prejuiciada. Por considerarlo significativo, citamos enseguida el último párrafo del libro: “Finalmente, Wollstonecraft nos recuerda, una vez más, que los derechos y deberes son inseparables. Cierra su Vindicación de los derechos de la mujer increpando al sexo contrario: ¡Hombres, sed justos! No señaléis los errores femeninos con mayor severidad, conceded el privilegio de la ignorancia a quienes negáis los derechos de la razón… No se puede esperar virtud donde la Naturaleza no ha dado entendimiento”. §

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/ Alfonso Reyes Martínez y Francisco Javier Galván Castillo. En la portada: Muchacha con sombrero, grabado, Gerardo Cantú,


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