No hay ojos para esta noche, ni almas para este infierno. Debajo del almendro quedaron los recuerdos de los niños, la risa de la abuela y el perfume del joven desaparecido. La fuerza no alcanzó a abrazarlos a todos. Algunos cerraron la puerta para siempre y los otros, se vistieron con coraza, ahora son incredulos.
Cinco Me gustaría que no vuelvas más; dile a tu espectro que no me joda. Hemos vendado las heridas y estamos construyendo un nuevo abrigo. Ya la vida me mostró contigo lo que no merezco y de mi parte no hallo gracia en tus visitas clandestinas.
Seis Ven pronto a mi encuentro. Las manos yacen cianóticas y la luz se viste de invierno. Ven pronto, no sé, si pueda mantener el latido ante esta ausencia.
Ya no hay noches, ni lunas. Y el sol cae como si el desierto suplicara amnistía.
Ocho Hoy somos polvo de cantera, pero ayer fuímos la constelación de este cielo.
Nueve Cuando no caigan las hojas y el viento silbe afónico sabrás que no volveré.
Ven pronto y libera la sangre de mi pecho, esta casa y yo sentimos la necesidad de tus ojos, tu cuerpo y tus besos.
Mientras, siéntate en la ventana, espera nuestra hora clandestina. Destapa un cabernet sauvignon y espérame. Vendré a tomar el vino de tu boca; tocaré suavemente tu espalda y dejaré que te recuestes sobre mi pecho. Haré circulos con tu cabello liso y te abrazaré hasta el alba.
Siete
Diez
Estoy sin ti, no estoy conmigo; ven pronto.
En el borde del abismo convergen los sueños.
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A veces me pasa; de hecho siempre me pasa…
Ciudad, revista de asuntos urbanos • Edición 29 • ISSN: 0123-238X