Cruzar(se): 15 de septiembre de 2020

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Cruzar(se) 15 de septiembre de 2020

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15 de septiembre de 2020: Cruzar(se) Junta Editora: Roxanna D. Domenech { Directora Anto Gamunev Sonia Cabanillas Martín Cruz Santos María José Moreno Juan Carlos Quiñones Carlos García Alexandra Pagán Vélez { Lectora externa Hugo R. Viera Vargas { Lector externo Junta Asesora: Sugelenia Cotto { Presidenta

Portada: José Orlando Sued


ÍNDICE Mayra Encarnación Tribulación 6

Crucifijos rotos 8 Camino 9

José Orlando Sued Recorridos internos 10

Mario R. Cancel Sepúlveda

Microhistoria: introducción a una historiografía polémica 26

Garvin Sierra

Soneto para Esteban 40


Mirih Berbin Sus manos 42

Día de museo 44

Una mujer es una selva 46 Códigos serials 48 Crucifijos 49

Reynaldo J. González Figueroa

Una breve genealogía de la negritud caribeña 50

Gabriela Meléndez Rivera

La conversación sobre racismo en Puerto Rico 58

Vibeke L. Betances Lacourt Enseñando a leer, doce años después:

La lectura como herramienta decolonizadora dentro del salón de clases Universitario 62

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Para colaborar: artículos de investigación, reflexión; reseñas; notas de opinión; comentarios de textos; fotoensayos o arte plástico; entrevistas; textos creativos; y otro tipo de escrito que suponga un En

Cruce

publicamos

análisis o mirada crítica a la sociedad contemporánea.

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Política y sociedad: Los escritos de crítica sociopolítica presuponen colaboraciones de los diferentes saberes de las Ciencias Sociales, las cuales a través de principios o esquemas conceptuales o teóricos analizan y explican los fenómenos y estructuras sociales.

Letras:

Los escritos literarios de autor (poemas, cuentos, dramas, fragmentos de novela, prosa poética…) que muestran la sensibilidad humana e inspiran a la creación. Asimismo, reseñas, críticas a textos literarios y otros acercamientos literarios o propiamente lingüísticos.

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Los escritos dedicados al análisis, el estudio y la presentación de todo aquello que comprenda al mundo cultural. Abarca la gestión cultural, la autogestión, los estudios culturales, la música, el arte plástico, movimiento escénico, danza, la cultura popular y el arte urbano, vistos preferentemente desde el prisma de la cotidianidad. La fotografía como narrativa visual que sirve para retratar la cotidianidad y la realidad social, y los acercamientos a la obra fotográfica de algún autor.

Cine: Los escritos que analizan o reflexionan

acerca del mundo cinematográfico y cómo se atiende desde lo visual los temas de relevancia contemporánea. Se aceptan formatos audiovisuales.

Los derechos de las publicaciones son exclusivas del autor. Todas las colaboraciones y comunicaciones se harán al correo institucional de la revista

editorescruce@uagm.edu


Mayra Encarnaciónletras

Tribulación Me habito desde el quebranto de mi ser. Juego con todas las piezas del rompecabezas. Ninguna ficha asume la verdad. Por cada movimiento, tropezamos con la injuria del vivir. Cada cruce destroza los pasos sin huellas. Este es el juego que todos jugamos… (Este es el juego) Te apiadas… Me apiado. Surco el camino. La vía me deshabita. No hay versos conexos. No hay alocución coherente. Vacío…

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Crucifijos rotos Violento los crucifijos rotos caminos deshechos espejos contraídos Sueños de baúl abierto al olvido Las cruces ataviadas de esperanzas Las cruces desposeídas de manos, pies, llantos… Madero sin cuerpo Corona sin espinas Violento las cruces de los crucifijos rotos Violento las cruces de los crucifijos rotos Abandoné mi personificación de mártir Regresé con los mortales.

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Camino

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Camino sin pasos firmes con sobrepeso Camino líquido sueño desatado tiempo Vuelco la semilla Enjugo la tormenta Camino Camino sin pasos firmes enmarañando el fluir del viento Camino la flauta agudiza el ocaso mi ceiba enraíza la tregua Camino solitaria multitud de seres humanos Camino paso desteñido del desamparo Vereda del quebranto vórtice de gritos taciturnos Camino Camino

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José Orlando Suedpolítica y sociedad

Recorridos internos ¿Qué tanta importancia podría tener otro fotorreportaje de edificios abandonados y escombros reduccionistas? En el tono de la pregunta estaba la respuesta, o al menos eso creía. Además, resultaría muy arriesgado pecar del cliché de presentarse como fiscalizador de injusticias. El récord histórico de los “salvadores” que alimentan a personas sin hogar (cámara en mano) y se desgarran las vestiduras vociferando injusticias que solo les importan mientras duren los comentarios y los likes en la publicación que hicieron en las redes sociales, es un estigma que algunos no queremos validar. Y total, ya “todos” saben que las escuelas están abandonadas y en un progresivo e incesante deterioro. Sin embargo, hace unos días conversé con una vecina de mil cosas, entre estas, del Puerto Rico del ayer. Salió a relucir el porqué del término “más jala’o que un timbre de guagua”. Perdón si para algunos resulta obvio (lo lamento: no viví la experiencia), pero según me contó, el cable que se halaba para pedirle al chofer que detuviera el 10

autobús solía estar tan estirado que llegaba hasta el suelo. El relato pasó de los autobuses a las escuelas de Río Piedras y Santurce, que eran una parada referencial del recorrido. Fue así como me enteré de que la antigua Escuela Labra solía confrontar el “problema” de que los turistas entraban al edificio a contemplar su arquitectura. Ello escaló a tal punto que las autoridades escolares tenían que custodiar los portones para impedir que esto ocurriera. Dada la belleza y valor arquitectónico de ese edificio no es de sorprender que albergue al Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico al presente. Quienes se cuestionan cómo esto era posible, probablemente no están al tanto de que hace 50 años Santurce no tan solo era un muy importante espacio comercial frecuentado por turistas y público en general, sino que además era un espacio amigable para el flujo peatonal. Este recorrido, sazonado por anécdotas que giraban en torno a múltiples negocios de la época, tendría una parada abrupta en la Escuela Lucchetti. Resulta ser

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que mi vecina había estudiado allí, por lo que la melancolía no dudó en hacerse presente. Mientras esto ocurría me enfrentaba a las preguntas: ¿Le muestro las fotos que tomé los otros días? ¿Qué gano con hacerlo? ¿Quiero vandalizar una memoria? Una caminata cualquiera, justificada en el deseo de ejercitarme alrededor de la Laguna del Condado, me llevó a estacionarme frente a esta escuela. Era inevitable verla y no percatarse de ese microcosmos en descomposición. Cualquier rótulo de “prohibido el paso” era tan obsoleto como caricaturesco. De igual modo, en ese mundo de letreros equivalentes a espantapájaros, contrastaba con el jardín de jeringuillas que circundaba el lugar un edicto que sentenciaba “No se permiten beepers, drogas, armas y celulares: vestimenta inapropiada (pantalones y blusas cortas)”. Quizás muchos hemos escuchado el término “letra muerta”, pero pocos internalizan que el asesino 12

de esas palabras es su incapacidad de ser operacionales en el mundo real. Yacen en el museo de los intentos decorativos infinidad de proclamas, placas y manifiestos diseñados para evocar autoridad, grandeza o aplausos de las multitudes, mas no para ser ejecutables. De este modo, entre palabras maquilladas, remembranzas y un voto para con la honestidad, decidí mostrarle las fotos a mi vecina. Al ver las imágenes su reacción fue de indignación, mas no de desesperanza. “Pero mira, aún así de abandonada, todavía se ve lo bonita que era. Mira esa entrada, qué hermosa. ¡Por Dios, mira los bancos!”. Mientras reaccionaba a las fotos, la escuela pasó de ser planos arquitectónicos o una nefasta decisión de política pública y se convirtió en un recorrido en la memoria; en tiempos mejores. Ahora, lo que le daba valor a ese espacio no era la firma del arquitecto que lo diseñó o un corredor de bienes raíces, sino el espacio social que fue posible en

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torno a él. La ubicación armónica de esta escuela como punto de encuentro social le daba sentido a la palabra “ciudad” pues la urbe, a fin de cuentas, es (o debería ser) la suma de muchos espacios que se conectan y nos conectan entre sí. Vale la pena repetirlo: la ciudad está viva mientras los espacios que la componen interaccionan y posibilitan dinámicas sociales. Cuando lo arquitectónico y lo utilitario se fusionan de modo efectivo se crea un ecosistema simbiótico que posibilita una razón de ser en donde fácilmente germina la memoria y con ello el sentido de pertenencia colectivo. En cambio, la ciudad en ruinas se convierte en cliché seudoexistencialista cuando se emplea para grabar videos musicales que aspiran a validar ya sea una actitud bohemio-dark o un alegado “malianteo” que demuestre que “hay calle”. De este modo, si “hay calle”, quiere decir que me he enfrentado a lo peor; que no le tengo miedo a na’; que

me metí en las entrañas de la ciudad y sobreviví. La ciudad es “mala” porque es inhabitable; es un monstro que hay que domar. Esas susodichas incursiones “arriesgadas” a inframundos “peligrosos” llenos de sombras y abandono son un mero montaje que convierten a la ciudad en un enemigo tan imaginario como prefabricado. Esta lógica torna a un espacio social abandonado en background decorativo que valida, entre muchas otras cosas, machismos, depresiones autorrecetadas y seudovalentías. Vale puntualizar que en otras versiones alternas de “tener calle” lo que se presume es haber viajado, experimentado y vivido. Pero cuando este concepto se apropia del abandono para fabricar fantasmas autoreferenciales, un efecto inevitable es que ese deterioro urbano sea expropiado de su realidad gestacional. En esos casos la memoria suele ser casi un equivalente a estorbo público merecedor de un lapidario “Ay, ya supéralo, concéntrate en el futuro y olvida lo que ya pasó”. 13


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Sobre el concepto “estorbo público”, resulta irónico cuando quien lo emplea es la misma maquinaria gubernamental que creó ese abandono. Por otro lado, vale preguntarse ¿a qué público es al que estorba ese espacio que es extirpado del entretejido de lo social si ya “nadie” pasa por ahí o depende de él? Al parecer, desentonar a la vista es el motor principal que le da sentido al concepto “estorbo público”. Sin embargo, en el caso de mi vecina esa escuela, indistintamente de su deterioro, jamás sería portadora de ese calificativo. A diferencia de lo que pensé en un principio, los recuerdos que le dan sentido a una historia de vida difícilmente pueden ser vandalizados. Esos espacios que ayudan a construir la memoria suelen ser un referente de proyectos urbanos que sí cumplieron una función social. Se distinguen por hacer una ciudad habitable equivalente a un canvas en blanco en el

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que las personas pueden integrarse a múltiples capas de interacción social. Lo ajeno y lo que enajena se distinguen por su desconexión: por un individualismo plagado de controles de acceso, áreas VIP y otros constructos de falsa seguridad y cuestionable prestigio social. Estar ajenos como sociedad es transitar de encierro a encierro. La ausencia de áreas comunes que le den forma a la palabra socializar suele redundar en desconfianzas colectivas que convierten al vecino en hipérbole de miedos e inseguridades. Como muchos ya deben saber, la distancia es capaz de inventar bosques encantados, tierras de tribus salvajes y “zonas calientes”. Las “metas sociales” de algunos aparentan estar trazadas: compiten por crear la jaula más bonita y no por construir el punto de encuentro más abierto y acogedor. En el Puerto Rico de hoy, para muchos, tomar el autobús es sinónimo de pobreza y caminar la ciudad es equivalente

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a peligro; en cambio, encerrarme en mi casa y sentirme seguro mientras miro desde la distancia es sinónimo de poder y un buen estatus social. El panóptico carcelario del que nos habló Foucault también tiene rostro de progreso y de metrópolis cuando la ciudad nos convierte en carceleros de nosotros mismos. Algunos hacemos chistes sobre los filtros fotográficos de algunas aplicaciones que restan edad o fabrican atributos físicos, pero en el contexto de la ciudad y sus encierros resulta imperativo saber qué es lo que filtran las ventanas de seguridad y los controles de acceso. Estas fotos son la autopsia de un país en abandono o de una política pública ajena a su función social, mas no de la memoria de mi vecina. Mi preocupación por mostrarle estas fotos era tan imaginaria como autorreferencial: los

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escombros que le mostré no fueron de su mundo, sino del mío. Ella no necesitaba rescatar nada de ese lugar; era yo, incapaz de quitarme el sombrero de educador, quien fantaseaba con restaurar la escuela e integrarla nuevamente al devenir de la ciudad. Cuando recorrí la escuela fue de modo externo; no podía ver lo que un día posibilitó este espacio dado mi condición de explorador ajeno a su historia. En cambio, mi vecina me narró un recorrido interno que fue posible en gran medida a un espacio social que, además de servir para educarla, fungió de escenario para crear su memoria tanto individual como colectiva. El punto de referencia desde donde construimos nuestra memoria dice mucho de nosotros al igual que del país en que vivimos. Lo que la ciudad privilegia y endiosa

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es un buen referente que se debe leer en contraposición de lo se que abandona y criminaliza. Desafortunadamente, la memoria no tiene cabida en una gráfica de estadística ni es cotizable en el mercado de valores. De ahí el hecho de que muchos de los centros de encuentros sociales con los que contamos al presente en realidad son espacios de interacción comerciales. El mercado necesita la interacción sociocultural sin que necesariamente esta premisa se pueda aplicar a la inversa. Por eso, las fotos y los espacios que le dan forma a nuestra memoria son el escenario perfecto para hacerles una radiografía de nuestros valores, pues cuando se definen las prioridades también se define lo que no importa. Habitamos la ciudad cuando la conocemos y 22

dejamos de inventar a sus habitantes; cuando necesitamos darles nombre y apellido a esos culpables que destruyen, se apropian y restauran espacios comunes por lo que ahora nos quieren cobran la entrada. Ojalá que la aspiración sea a que los recorridos externos e internos encuentren un campo fértil en la ciudad que nos circunda; que la meta sea, no el cliché de encontrarnos en las calles y darnos un abrazo fraternal, sino un primer paso tan simple como caminar la ciudad, cruzarnos en el camino y no temernos los unos a los otros.

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Mario R. Cancel Sepúlvedapolítica y sociedad

Microhistoria: introducción a una historiografía polémica Conferencia Inaugural en II Simposio de Microhistoria: una mirada al suroeste. Anfiteatro Ramón Figueroa Chapel, Recinto Universitario de Mayagüez (UPR), 11 de octubre de 2016. Auspicia Programa de Historia, Departamento de Ciencias Sociales, Facultad de Artes y Ciencias, Asociación de Estudiantes de Historia del RUM y Centro Cultural de Lajas Anastacio Ruiz.

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El debate sobre la microhistoria es un tema clásico en la historiografía europeo-americana. Desde la década de 1970, cuando llamó la atención de un grupo selecto de profesionales, hasta mediados de la década de 1990 cuando se anunció su crisis, la microhistoria

Puerto Rico no estuvo ajeno al debate. La historiografía profesional puertorriqueña se desarrolló en el espacio universitario en el marco de la segunda posguerra y la Guerra Fría. Aquella fue una atmósfera contradictoria en la cual convergió la modernización

revolucionó la disciplina. Ya ha pasado casi medio siglo de ello y una parte significativa de la escritura historiográfica de alta calidad de las décadas del 1970 y el 1980 se redactó en el marco de la microhistoria. La propuesta fue la contestación de la intelectualidad de una época a una praxis que entonces se consideraba agotada: la historia social y económica. Me parece que, a la altura de 2016, estamos en posición de volver sobre aquel tema que tantas implicaciones tuvo en el desenvolvimiento de este campo de estudio.

material y la profundización de la dependencia política. La discusión sobre la microhistoria social y económica de la década de 1970 en el país se expresó como un contrapunto de la historiografía del 1950. Los ribetes políticos de aquellas eventualidades en el marco colonial eran muchos. A principios de la década de 1990 también se anunció su derrumbe en nombre de otras perspectivas. Mirar hacia aquel fenómeno hoy es, por lo tanto, más que meritorio.

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Microhistoria: herencias El pasado de la microhistoria ha sido vinculado a varias tradiciones intelectuales del siglo 20 surgidas en el periodo entreguerras. Desde la Paz de Versalles hasta la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, los cimientos de la civilización occidental se conmocionaron y, con ello, la forma convencional de historiarlos fue puesta en entredicho. La explicación me parece meritoria. La microhistoria ha sido reconocida como una reacción crítica, lo mismo ante la New History estadounidense, la historia total y la nueva historia social francesa e incluso el materialismo histórico. No todos lo microhistoriadores que se han planteado el problema de sus orígenes lo ven del mismo modo. Algunos han buscado fuentes más remotas para explicar su metodología. Voy a plantear dos posibles alternativas que derivan de mi experiencia académica. Cada vez que dicto un curso de historiografía y hablo de Giambattista Vico me topo con una pista interesante. La reflexión de aquel jurista y retórico italiano en su tratado La Ciencia Nueva publicado en 1725, distinguía entre la historia ideal, la particular y la concreta. En el concepto de la “historia concreta” se podrían apoyar a los microhistoriadores en su búsqueda de un antecedente. El asunto traería soluciones, pero crearía nuevos problemas. Vico contradiría a los microhistoriadores porque lo que el pensador cristiano buscaba en la historia concreta era el reflejo o la continuidad de la ideal. Los microhistoriadores italianos no aceptarían esa premisa. Para ellos la impugnación de la mirada macro tendría un valor análogo o incluso más relevante que su validación. A lo sumo, utilizarían ese diálogo contencioso entre lo concreto o micro y lo ideal o macro, con el fin de apuntar la discontinuidad entre una y otra esfera.

De igual manera, cada vez que en un curso de pensamiento social converso sobre la epistemología kantiana encuentro otra pista. La fenomenología kantiana admite que todo conocimiento es “para sí” o perspectivo, sin que ello condujera necesariamente a un relativismo absoluto porque el “imperativo categórico” lo impediría. El papel del que mira es tan o más relevante que lo mirado. La microhistoria expresa una actitud análoga. El hecho de que Carlo Ginzburg, uno de precursores de la microhistoria italiana del 1970, encuentre en la microsociología de George Simmel y en el presentismo de Benedetto Croce1 antecedentes legítimos para su práctica, me dice que estoy lejos de equivocarme. Simmel y Croce fueron consustanciales al impulso neokantiano que invadió la historiografía, las ciencias sociales y la literatura durante la primera parte del siglo 20. De un modo u otro, la microhistoria se mueve entre la historia concreta viciana y el conocimiento “para sí” kantiano aunque muchos microhistoriadores no estén conscientes o de acuerdo con ello. La crítica historiográfica y los microhistoriadores de las décadas del 1970 al 1990, prefirieron buscar legitimidad en el pasado mediato. Por eso eligieron proyectarse como una consecuencia comprensible de la experiencia de tres vertientes interpretativas específicas del siglo 20: la nueva historia social francesa, la historia desde abajo y la etnología y la antropología. Un consenso en torno a la genealogía de la microhistoria, reconocía que la tendencia representaba una protesta contra la historia total, sociologista y estructuralista que se impuso en la década de 1920 desde Francia a través de la revista Annales. Se asumía que la misma había ido llegando a sus límites y se desgastaba. Lo que se ponía en duda era su capacidad para reflejar la complejidad de la realidad por medio de los procedimientos cuantitativos y la serialización de datos que se había impuesto en la tendencia. La crítica 1

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Ginzburg (1994): 34, 35. Cruzar(se)


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microhistoriográfica asumía una “nueva complejidad” en la cual el individuo readquiría la importancia que había perdido para la interpretación. La historia total, sociologista y estructuralista, alegaban, se había transmutado en una propuesta aplanadora que no veía la excepcionalidad en el acontecer, sino solo lo que se

Fernand Braudel del tiempo histórico y las duraciones con el fin de mirar en otra dirección.2 Llamo la atención sobre un hecho: las duraciones larga, media y corta braudelianas tienen mucho en común con la historia ideal, particular y concreta de Vico. La dirección en la cual miraba la microhistoria era la corta duración,

repite. La naturaleza de las redes sociales ameritaba una elucidación que solo la mirada microhistórica podría suplir. En el fondo los argumentos tenían que ver con la concepción de la idea de la libertad humana ante el asunto del historicismo y se apoyaban en argumentos que recordaban algunas de las intempestivas de Federico Nietzsche. Por ello, en primer lugar, la microhistoria fue explicada como una revisión de la nueva historia social francesa. Se cuestionaba la validez de la cuantificación y las series mientras se invocaban la interpretación de

el acontecimiento que constituía su materia prima. El problema era que Braudel y la nueva historia social francesa, habían surgido como una protesta contra el protagonismo de la corta duración y el acontecimiento por la predilección que la historiografía positivista tradicional o del siglo 19 había manifestado por el estudio de los personajes excepcionales o las figuras proceras. La actitud de los microhistoriadores parecía un retorno al pasado. Es cierto que la microhistoria retornaba al acontecimiento o la corta duración, pero 2

Braudel (1970): 64 ss. 29


lo hacía de forma innovadora. La innovación radicaba en que, si bien no se negaría a trabajar con el personaje excepcional, estaría en mejor posición de trabajar con el personaje secundario.3 En segundo lugar, no solo se trataba de volver al acontecimiento, objeto que la historia social y económica francesa había obviado por considerarlo

microhistoriadores.5 El efecto de ubicarse abajo para estudiar el abajo cambiaba por completo el producto historiográfico. A Thompson, un marxista heterodoxo y crítico, le preocupaba más aclarar la formación de la clase obrera inglesa en sus propios términos que ajustar el fenómeno o el objeto de estudio a una preconcepción acorde con las posturas materialistas

anodino. También se proponían observar desde la cercanía. La empatía con lo observado se convertía en un componente del proceso investigativo, asunto que Marc Bloch había señalado como un valor en su memoria histórica poco antes de morir en 1942.4 La afinidad de la microhistoria con la intención de Edward P. Thompson, un historiador inglés de tradición materialista de producir una historia desde el abajo social, era también invocada por los

históricas que representaba. Los microhistoriadores, de modo análogo, aspiraban darle prioridad a la revisión de los procesos y dinámicas que lo micro develaba, y no a la apariencia final de los mismos. Los espacios de la vida ordinaria que la macrohistoria invisibilizaba adquirían un lugar de privilegio en la historiografía propuesta. La microhistoria, como la historia desde abajo, se sentía atraída por los márgenes y su discursividad y llamaba la atención sobre la diferencia, la discontinuidad y sus valores, contrario a la macrohistoria o a la macrosociología.

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Ginzburg (1994): 4. Bloch (1949/1970):108 ss.

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Revel (1995) :132. Cruzar(se)


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En tercer lugar, esa misma obsesión con lo microscópico, el acontecimiento, el abajo social y la cultura subalterna o popular, los condujo hacia los espacios de lo privado, la cotidianidad y su historización. La microhistoria fue un “análisis con lupa”6 o un modo de acercamiento microscópico o close up7 que sancionó la observación historiográfica de lo cotidiano y los actos que ejecutamos por hábito, pero también legitimó la mirada de lo extraordinario o las transgresiones que refutan el orden, acontecer que de otro modo hubiese sido reducido a la condición de lo trivial, lo excepcional y la paradoja.8 La historia de Menocchio el molinero de Friuli del siglo 16 escrita por Ginzburg en 1976 es el mejor modelo de ello

realista por excelencia, la histórica. Aquella era una forma agresiva de romper con el prejuicio volteriano de la oposición entre literatura e historia.12 Percibir la narración como una forma de conceptualizar o explicar la realidad, requería articular un retorno a las fuentes literarias que la historiografía apenas había dejado atrás en el periodo entreguerras de modo que historiar y narrar volvieron a ser considerados procesos consustanciales13 con lo que el debate sobre el lugar de la historiografía entre las ciencias sociales y las humanidades volvió a colocarse en el horizonte. Peter Burke, el historiador cultural inglés, llamaba la atención en 1991 sobre las posibilidades de lo que llamaba la micronarración, un concepto inventado

pero no es la única.9 La lógica de que lo cotidiano y lo extraordinario informan sobre la naturaleza de la historia forzó una revisión de la relación de los historiadores con la etnología y la antropología, asunto que confluiría con Michel de Certeau en su reflexión sobre lo cotidiano en 1980.10 El sueño de una historia total ya no miraría hacia las estructuras sociales y su poder coercitivo sobre la individualidad: imaginar un ser humano más libre, con un margen de acción más amplio que el que hipotéticamente le reconocen las estructuras sociales fue un logro común de aquel esfuerzo. En cuarto lugar, el retorno al acontecimiento forzó a una revisión de la escritura histórica y la

sobre la base de la microhistoria, como medio para exponer problemas históricos. Su definición de micronarración no podía ser más clara: “la exposición de un relato sobre gente corriente en un escenario local.”14 En una reflexión de 1994, cuando la microhistoria atravesaba por su crisis de madurez, Ginzburg insistía en la genealogía literaria de su proyecto microhistoriográfico. En la misma apuntaba el impacto de la lectura de las novelas naturalistas franco-rusas en especial La guerra y la paz de Lev Tolstoi, de Henry Beyle alias Stendhal, de Raymond Queneau e Italo Calvino, entre otros, cuando redactaba su obra maestra El queso y los gusanos. Burke también

forma de textualizarla. La historia social y económica francesa habían rechazado la narración por su relación con la corta duración y los acontecimientos.11 La microhistoria la redime y la revisa llamando la atención sobre la relación entre la narración ficcional moderna por excelencia, la novela, y la narración

había insistido en ese punto en su texto de 1991. El retorno de la narración, otra de las revoluciones de la historiografía de fines del siglo 20, y la revinculación de la historia y la literatura, tuvieron en la rebelión de la microhistoria un papel determinante. La cita indirecta que Ginzburg hace de Tolstoi mientras lee una crítica de Isaiah Berlin, sobre el autor ruso me parece emblemática: “un fenómeno histórico puede ser comprensible solamente mediante 12 Voltaire (2010). URL “Voltaire y la Historia” 13 Chartier (2000): 62-63. 14 Burke (1999): 299.

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Fernández García (2014): 108. Ginzburg (1994): 32-33. Hering Torres y Rojas (2015) Ginzburg (1976/2000) Certeau (1980/2000) Ginzburg (1994): 35.

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la reconstrucción de la actividad de todas las personas que han formado parte de él.”15 La microhistoria como ejercicio de narración representó, por lo tanto, una revolución análoga a la de novela experimental y fenomenológica del periodo entreguerras y la antinovela francesa de 1960 y 1970, pero en efecto más tardía. La microhistoria equivalía a la apropiación creativa de la historia ficcional de Ulrich, el “hombre sin atributos” de Robert Musil en su ciclo novelesco de 1930 a 1942.16 Aquí debo hacer un comentario de profesor de historia. Siempre he lamentado que las referencias que hago en mis clases a narraciones literarias de todo tipo no conduzcan a mis estudiantes a leer más novelas. La manía de considerarlas una

El libro de Luis González y González, Pueblo en vilo. Microhistoria de San José de Gracia publicado en 1968, revisa por otro lado 400 años de historia en un pueblo pequeño e “ignorado” por la macrohistoria mexicana desde una perspectiva cualitativa y empática. La Invitación a la microhistoria difundida por González en 1973, demuestra que esta vertiente ofrecía y ofrece un campo amplio para la experimentación con el manejo del tiempo, el espacio, el ritmo narrativo e incluso con la justificación de lo que se investiga: González y González había nacido en San José de Gracia por lo que el vínculo emocional con el tema, una apostasía desde la perspectiva de la historiografía positivista, cumplía en su caso un papel

mera fuente secundaria de la historia y no otra forma de exponer una imagen de mundo válida, prejuicio producto de Voltaire, todavía está allí.

decisivo. La microhistoria, el microanálisis como le denominó Revel,18 la historia local como en algún momento la bautizó González y González,19 la historiografía indiciaria, la historia a escala, la historia del acercamiento o el close-up, como la nominó Ginzburg sobre la base de una observación del teórico y cineasta Siegfried Krakauer, o la tercera vía entre el positivismo crítico y la historia social y económica estructural, ha renovado la historiografía hasta el presente. El interés en mantenerla distante de lo que Nietzsche motejaba como el objeto de los “meticulosos micrólogos” de la “historia anticuaria y arqueológica”, de la historia petite o pequeña que

Una definición y muchos nombres Claro que la tradición europea fue determinante para el fenómeno y el debate de la microhistoria. Pero no fue la única. Los parámetros de una actividad como la de hoy no me permiten comentar la tradición estadounidense ni la hispanoamericana. En todo caso los debates fueron menos intensos, ambas vertientes se desarrollaron alrededor de la praxis y dieron menos relevancia a las disputas epistemológicas

y filosóficas que los microhistoriadores europeos. George R. Stewart, un investigador de Berkeley, y su microhistoria de la batalla de Gettysburg publicada en 1959 ha sido invocada como un antecedente incuestionable. Unas 15 horas de combate y un cañoneo final de 45 minutos producían el efecto de la lentificación, la cámara lenta y la concentración del espacio que alguna microhistoria bien escrita genera.17 15 16 17

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Ginzburg (1994): 31. Musil (1940/1973) Ginzburg (1994): 35.

se nutre de lo pintoresco y alimenta el orgullo de las elites locales, siempre ha sido una preocupación de los microhistoriadores profesionales. Los choques que produjo esta experiencia seguían sin resolverse a la altura del año 2000. Se trataba de varios asuntos centrales que no tengo tiempo de discutir con profundidad en este momento y que solo resumiré de manera breve. 18 19

Revel (1995) Arias (2006) y González y González (1973)

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El primero era si la microhistoria representaba una profundización de las concepciones modernas de la historia o una propuesta posmoderna. El segundo tenía que ver con la relación de la microhistoria con el materialismo histórico aspecto en el cual Ginzburg y Eric Hobsbawm, el historiador marxista

en el asunto pasó revista sobre el tema y señaló tres ejes que definen la naturaleza de la microhistoria.20 El prime eje es el constructivismo ideológico, postura que presume que el conocimiento es el resultado tentativo de la relación entre el sujeto cognoscente y el objeto por conocer a partir de los instrumentos

inglés, discutieron en algún momento. El tercero trataba de resolver si la microhistoria continuaba la historia social y económica en un nuevo nivel o si la dilapidaba. Todos emanaban de la conciencia de la crisis de los paradigmas o presunciones que habían sostenido la cultura moderna desde el siglo 18 hasta la crisis de la década de 1970. Definir el fenómeno de la microhistoria ya no es tan complejo. Esos 50 años de praxis nos han educado para tomar con pinzas los argumentos de sus acólitos y de sus enemigos. Los rasgos más significativos se derivan de las afirmaciones de aquellos que la fundaron. En 2013 un especialista

cognitivos del primero, el microhistoriador en este caso. La proximidad de ello con el conocimiento “para sí” kantiano y su relación fronteriza con el relativismo absoluto seguían presentes. El segundo eje deriva del primero y del hecho de que ese tipo de conocimiento tentativo informa más sobre las formas de apropiar un problema que sobre una verdad definitiva y final. Giovanni Levi insistía en que de lo que se trataba era de ver el conflicto a la luz de sus procesos y no de su resultado.21 El tratamiento

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20 21

Man (2013): 168-169. Levi (1994) : 18. Cruzar(se)


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que la microhistoria da a los hechos históricos es experimental, por lo que las puertas siempre quedan abiertas para que otros miren esos hechos con una mirada fresca sin que los diferendos tengan que ser interpretados como una afirmación de que “todo vale”. El carácter experimental de la microhistoria se relacionaba con la revolución en la forma de enfrentar el documento y la metodología: el microhistoriador debía intensificar el interrogatorio y dejar que las preguntas surgieran del mismo documento. Ello equivalía a una invitación a ir a la fuente sin una preconcepción o hipótesis. Debo decir que el reconocimiento de la ambigüedad de los documentos no era un asunto nuevo. Jacques Le Goff había afirmado que “todo

Microhistoria y monografía se oponían por diversas vías. Por un lado, el formalismo de la monografía ponía límites al constructivismo, al experimentalismo y al protagonismo del discurso en la investigación. La monografía seguía sirviendo a un concepto de ciencia que se rechazaba y la microhistoria se movía en el espacio de las artes. Por otro lado, si la monografía se elaboraba con el fin premeditado de verificar la macrohistoria, la microhistoria en muchas ocasiones la impugnaba. Del mismo modo, la microhistoria quería dejar atrás la historia oral, metodología con la cual Levi fue duro en extremo. En una entrevista de 1999 afirmaba que la microhistoria había surgido específicamente

documento es mentira” y “cualquier documento es al mismo tiempo verdadero.”22 La inusual relación entre el microhistoriador y el documento ya estaba clara en ese aserto. El tercer eje se relaciona con la relevancia que le da el microhistoriador al discurso, a las formas argumentativas, descriptivas y narrativas con el fin de explicitar los hechos históricos. El recurso de la cita directa y la recurrencia a las metáforas para producir un efecto en el lector “literaturiza” la discursividad dándole un tono distinto al texto resultante que lo acerca a la narrativa ficcional sin llenar los vacíos con mentiras como asumiría Voltaire. Los tres índices tienen que ver con la reducción

de la crítica a la historia oral y “su aplicación muy simplista, muy basurista” del testimonio y reiteraba su desconfianza en la “utilización de las fuentes orales como fuente de información histórica… factual.”24 Para Levi la historia oral era “historia basura”, afirmación grosera que solo le permitía hacer pública su visibilidad en el campo historiográfico internacional. En cuanto a la historia local que en Hispanoamérica se asocia con González y González, Levi era enfático: “yo me ofendería mucho si fuese considerado un historiador local” decía en otra entrevista de 1993.25 Levi rechazaba que la microhistoria italiana y la historia local mexicana fueran la misma

de la escala de la mirada y el apetito por conocer la densidad de lo real. Pero la microhistoria no fue el único mecanismo para adelantar el microanálisis: allí estaba la monografía positivista crítica o la que producía la historia social y económica francesa, la historia oral y la historia local. Los microhistoriadores aspiraban superar la monografía porque asumían que aquella se manejaba como un proceso de “verificación de reglas macrohistóricas generales”23 y la microhistoria no.

cosa por consideraciones epistemológicas y culturales que no vale la pena discutir en este momento. Su base de apoyo era un comentario del antropólogo Clifford Geertz quien afirmaba que “los antropólogos estudian en los pueblos, no estudian los pueblos”26 y concluía que el hecho de estar en un pueblo era un “accidente, no tiene ningún interés”: la microhistoria estudia en pueblos, no a los pueblos.

22 23

Le Goff (1991) : 238-239. Man (2013) : 169.

24 25 26

Levi (1999) : 190. Levi (1993): 17. Levi (1993): 18. 35


En suma, la microhistoria se imaginó como una forma renovadora de conocer el pasado o como un nuevo tipo de historia distinta de las otras. El carácter polémico de la microhistoria, por lo tanto, siempre ha estado allí. Las pugnas con el positivismo crítico, la nueva historia social y económica, la modernidad, la monografía, la historia oral, la historia local, solo se ha mitigado porque han sido olvidadas.

Un balance y una invitación Un balance de la cuestión de la microhistoria nos deja con la sensación de que, en algún momento, las aguas llegaron a su lugar. Las disputas intelectuales entre los defensores del materialismo histórico, la nueva historia social y económica francesa y los microhistoriadores en el contexto del reto al paradigma de la modernidad fueron sin duda agresivas, pero la

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sangre nunca llegó al río. Los historiadores parecen poco dados a la sangre, después de todo. Para los microhistoriadores se trataba de dos adversarios enormes y difíciles de ignorar por el significado que ambos habían tenido en el desarrollo de la historiografía del siglo 20. Además, la institucionalización de un estilo siempre tiene un efecto moderador. La crítica de la microhistoria desde el materialismo histórico, por ejemplo, estuvo encabezada por Eric Hobsbawm.27 En el 2004 este historiador marxista inglés la acusaba de lo obvio, de abandonar la meta de la historia total, de poner en duda la capacidad de la historia de producir un saber confiable o verdadero y, por ello, de desviarse hacia el campo abierto de la ficción literaria, de ser descriptiva y cultural. Detrás de aquellas acusaciones estaban los 27

Hobsbawm (2014) Cruzar(se)


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mismos argumentos de Voltaire vueltos a formular, y la poca voluntad del materialismo histórico a renunciar a ellas, aspecto en el cual coincidía con la historia social y económica francesa. El microanalista Revel enfrentó en 1995 la crítica de la historia social y económica con un argumento interesante. Ante la acusación de que la microhistoria disolvía la aspiración a una historia total sostenía que “en el fondo (la microhistoria expresaba)... el viejo sueño de la historia total” de un modo creativo.28 La noción de lo total en los microhistoriadores posee un carácter diferente. La totalidad de la nueva historia social y económica francesa o del materialismo histórico, se buscaban

Un último comentario. La microhistoria no pretendía huir de la macrohistoria o de los macrotemas de la historiografía positivista crítica, el materialismo histórico y la nueva historia social francesa. La guerra, la revolución social o cultural, la lucha de clases, la clase obrera, una figura procera, no desaparecían del panorama. Levi insistía en que “se puede hacer microhistoria de Galileo Galilei o de Piero de la Francesca”30 porque la reducción de la escala no es solo útil para el lugar o el escenario. Se puede volver a la guerra mirando hacia los soldados en las trincheras y no a los generales o los movimientos tácticos estratégicos, o a la revolución buscando respuestas en los actos de los militantes y no de los cuadros

a partir de la universalidad de las estructuras que se asumía establecían las posibilidades y las limitaciones de la acción humana. La totalidad de la microhistoria se buscaba en la base material y a diferente escala. El interés de los microhistoriadores por los procesos y el experimentalismo se constituía en una “reconstrucción de lo vivido”. La expresión metafórica de Revel vuelve a recordarme el vitalismo nietzscheano y su concepción de la oposición de la historia y la vida. La microhistoria aspiraba demostrar que no había un corte real entre lo local y lo universal. Lo local, decía Revel, era una “modulación particular de lo global”.29 Una modulación es una variación o una inflexión, no un reflejo o una réplica. En la

revolucionarios y los líderes. O se puede estudiar a Ramón E. Betances Alacán escudriñando sus días como médico titular en la ciudad de Mayagüez o las circunstancias concretas de alguno de sus llamados destierros. Ninguno de esos acercamientos censura los temas estudiados de la historia total que se asume. Por el contrario, permitirán al historiador a regresar a las generalizaciones con información fresca. Dos anécdotas breves para terminar. La primera tiene que ver con una historia de Hormigueros que en 2012 me pidieron que escribiera. En la reunión inicial con los interesados uno de ellos celebraba el proyecto porque el mismo llamaría la atención sobre los grandes hacendados del pueblito cuyos

medida en que puede chocar con lo general y se resiste a su hegemonía, deja el saber histórico en el territorio de la incertidumbre e invita a revisar las interpretaciones deterministas mecánicas que emanan del estructuralismo. El saber incierto y la identidad que juega en los intersticios de un proceso que no es predecible o previsible, nos deja con una “nueva cartografía social”, un nuevo mapa en donde lo excepcional y lo normal, los materiales fundamentales de la mirada micro poseen un valor incalculable.

apellidos todavía dominaban el panorama social y cultural de la comunidad. Yo le dije que, aunque reconocía la legitimidad del proyecto, ese no era el tipo de microhistoria que yo estaba en disposición de producirles porque mirar la historia de un pueblo a la luz del papel de sus capitalistas y explotadores me parecía una simplificación poco profesional. No quería hacer una historia petite o la labor de un “micrólogo” o anticuario. Yo iba con la idea de mirar ciertos lugares dispersos en el tiempo y el espacio en el marco de

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Revel (1995) : 130. Revel (1995) : 135.

Levi (1993) : 17. 37


la comunidad, que luego ensamblaría a la luz de la hipótesis de una probable y cambiante identidad local. Esos lugares eran un poco la arqueología, un culto legendario, los orígenes civiles de la localidad en el pugilato entre Mayagüez y San Germán como signos de modernidad y tradición, el antes y el después del 1898 y la imagen y autoimagen de la comunidad en distintos niveles. Lo que yo quería era poner a dialogar lo micro y lo macro. La historia de los hacendados, los capitalistas, los explotadores, la institución del ayuntamiento, la reduje a un capítulo. Quería hacer microhistoria social y cultural con los recursos de la crítica histórica y literaria. La segunda anécdota tiene que ver con una

Fuentes citadas y recomendadas

visita que recibí en mi oficina en la universidad a mediados de la década de 2000. Desde que empecé a escribir me interesaron las figuras marginales, los seres que giraban alrededor de las grandes figuras, el papel de los seres invisibles en medio de los grandes acontecimientos. También me llamaban la atención las zonas oscuras de las vidas de esas grandes figuras, los momentos en que la contradicción aflora en sus vidas y que las historiografías comprometidas, de izquierda o de derecha, no son capaces de ver por su afán de uniformidad o verticalidad. Durante los años 1980 hablé mucho con Loida Figueroa Mercado sobre la figura de Simplicia Jiménez Carlo, la segunda pareja de Betances. Ambos escribimos algún suelto sobre

Arias, Patricia (2006) “Luis González. Microhistoria e historia regional” en Desacatos 21: 177-186.

aquella mujer olvidada cuando Loida trajo algunos papeles de Cuba. Yo terminé por redactarle, no una monografía ni una microhistoria, sino un cuento surrealista. Poco después de ello recibí la visita de una dama que me aseguró que era la reencarnación de Simplicia. Quería saber si yo podía asegurarle que se parecía a ella. Es posible que este hecho no llame la atención de un historiador positivista, materialista o socioeconómico, pero sin duda, ambas Simplicias merecerían una buena y creativa microhistoria.

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Garvin Sierra

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Soneto para Esteban

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Mirih Berbinletras (entrega 1)

Sus manos a mi madre Mirian

Mis pequeĂąas manos siempre eran tomadas por otras manos de mujer para cruzar la calle, para comprar en un sĂşper o permanecer en la emergencia de un hospital. Poco a poco vi suplir anillos por venas brotadas dedos sutiles por quemaduras de cocina, de plancha de sueĂąos Mis jĂłvenes manos llenas de anillos y pintura decorativa esperaban la oportunidad de tocar las manos fuertes de una mujer madura

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Mi mano iba a misa y se sentaba a su lado para esperar la hora del Padre Nuestro o la cuenta regresiva del Feliz AĂąo Ahora, a mis manos no les da tiempo de pintarse a veces se ven cortadas y empiezan a brotarse las venas por el esfuerzo de sostener unas pequeĂąas manos para que no se suelten y comprendĂ­ que la belleza de las manos de mi madre no estaba en ningĂşn esmalte sino en todo lo que hasta hoy puede sostener con ellas.

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Día de museo Cuando éramos niñas, mis hermanas y yo chapoteábamos en el riachuelo que daba al fondo de la calle donde vivía mi abuela, pescábamos cangrejos y hacíamos competencias para ver qué piedra tocaba más veces el agua. Sabíamos que iba a llover porque la tierra de la orilla estaba fría y el sonido de los pájaros anunciaba la hora de despedirse del río En las grandes ciudades, el río se observa sobre un puente, el caudal está atrapado entre piedras y mallas con horarios para ir a visitarlo y aunque te quites los zapatos no tocarás su tierra, no entenderás 44

su idioma, mis hijos conocerán solo una parte

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El rĂ­o es una vitrina de Centro Comercial, un museo

Nos falta mucho para volver al rĂ­o.

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Una mujer es una selv Una mujer es salvaje Esta mujer es más que vientre sexo y poesía las mujeres no siempre queremos ir al baile sabemos remar hacia otra dirección sabemos además que con eso no pasa nada. Estas mujeres, las de este lado, no somos esclavas, decimos lo que pensamos. Nos gusta ser distintamente iguales parecidamente únicas nos gusta vestir de morado de lucha de verde vegetal como nos dé la gana mis mujeres no son mías, son familia del mundo occidental mis hombres no han sido míos han sido de mis afectos. Nadie es de nadie

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dejen de equipararnos en pertenencia o fuerza. Sabré que van por buen camino cuando empiecen a parir. Nosotras podemos cuidar de una idea y de un bebe las mujeres sabemos leer argumentar tenemos posturas sabemos de calle del otro de los otros.

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va

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Las mujeres lloramos a nuestros muertos cantamos a la vida y nos hacemos una sin preguntarnos quĂŠ es ser un hombre. Una mujer es una selva dormida ÂĄpiensa bien si la quieres despertar!

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Códigos seriales Me pregunto cuántas más de nosotras habrá allá afuera códigos seriales que van sumando ideas en la manera como nos sentimos me pregunto cuántas como yo guardan sus secretos en un papel libros abiertos que cuentan historias y se dan palmadas en señal de apoyo libros moviéndose para que nuestras voces se impongan aún después que hayamos muerto

olvidando el pequeño detalle de que nosotras, a pesar de levantarnos, de dejar ir lo que no sirve, de suprimir emociones y banalidades, terminamos cayendo una a una exactamente igual pero seguiremos del mismo modo reproduciéndonos.

pero qué si no hay un patrono si nadie nos ha dicho que hacer si han sido amables toda la vida y dentro muy dentro sigue el reclamo sigue la espera sigue la fuerza de esa voz sacudiendo y diciendo: -¡pelea! ¡di lo que piensas! ¡muestra tu plumaje de ser de nadie!no se trata de esforzarse en ser lo que no somos es ir por la vida buscando y hurgando espacios existenciales 48

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Crucifijos Cuando esperes que las olas te arrebaten y se lleven la arena en las ruinas antiguas después de la lluvia de Dalí cuando los dedos tiemblen más por los años que por la brisa cuando el vestigio de un día nublado te recuerde esa lluvia que no atravesaste suspírame un poco y verás que después de tantos crucifijos seguiremos penando pero nunca más solos. 49


Reynaldo J. González Figueroaletras

Una breve genealogía de la negritud caribeña 50

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La caribeñidad es el producto de una mezcla amplia de culturas que, como consecuencia del porvenir histórico, se encontraron y se situaron en la región geográfica que hoy llamamos el Caribe. Para entender su origen, primeramente, habría que comprender el valor histórico de esta región, y luego analizar la construcción de la identidad caribeña, cuya base posee un peso racial innegable, a pesar de su constante negación. Una vez establecido el origen y desarrollo de la identidad caribeña, es posible adentrarse en sus complejidades y observar los matices que le acompañan, y lograr obtener una visión amplia sobre su actualidad y sus diversas manifestaciones en las diferentes sociedades caribeñas. Sin embargo, a pesar de sus complejidades y multiculturalidad, la identidad caribeña posee una piel compartida sobre la cual la cicatriz de la esclavitud permanece imborrable. Esa piel es la piel negra, que raptada y obligada a situarse en territorio desconocido, fue víctima de la

pureza del horror humano. Sin embargo, a pesar de los grandes esfuerzos de los vencedores de la historia por ocultar con máscaras blancas el rostro negro, esa negritud tomó el color de la resistencia, y en el pulseo entre lo blanco y lo negro, la caribeñidad se gestó dentro de la confusión de poseer piel negra, pero consciencia blanca. Estas consideraciones las tomo desde una mirada simplista, ya que el colorismo caribeño no es reducible al binarismo blanco-negro; sin embargo, es necesario hacer ese contraste para colocar sobre la mesa el problema racial de nuestra cultura caribeña en los diversos países que componen el mosaico del Caribe. Esta discusión es comprensible mediante el establecimiento de una genealogía de la negritud caribeña que establezca los orígenes de la cultura negra en nuestra región. Esta genealogía está necesariamente enlazada al proceso de conquista de las Américas como resultado de la sed imperialista de

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Europa, que comenzó con un erróneo descubrimiento (el encuentro de dos mundos), seguido por el genocidio indígena y la posterior sustitución de la mano de obra nativa por la mano de obra africana. Este proceso entre los siglos XVI y XVII supuso la construcción de un sistema colonial sostenido por una base económica esclavista y mercantilista en su dimensión material, y cohesionado culturalmente por unos valores hegemónicos racistas, imperialistas y patriarcales que mantuvieron en función un sistema de negación y explotación del humano negro que se mantuvo hasta finales del siglo XIX, seguido por una segregación que hoy día perdura por medio de una cultura que visualiza la negritud como parte de

en el tiempo, tiene varios significados. En tiempos contemporáneos, la ancestralidad africana puede ser discutida como referente al esclavo traído de las costas africanas, a las generaciones nacidas en el Caribe y a las generaciones posabolición, la cuales sufrieron la condena del racismo por medio de la segregación. Sin embargo, la poesía es capaz de remontar la consciencia del lector a tiempos pasados, al pleno hierro caliente del carimbo esclavizador. Y desde allí que es posible reconstruir un imaginario pasado en el cual la ancestralidad africana no solo haga referencia a las poblaciones raptadas e instaladas en el sistema colonial, sino a las sociedades africanas libres previas al comercio triangular de la esclavitud. La poesía

un relato marginado que cuenta la historia de una ancestralidad negra unida por la resistencia. La historia del Caribe vista como la historia de la esclavitud posee una serie de facetas proporcionales a los cambios históricos que se han dado a través del tiempo. Es por eso por lo que no podemos hablar de la negritud caribeña como un asunto homogéneo o como un fenómeno social que se desarrolló de la misma forma en todas partes del Caribe insular y continental. Por tanto, la genealogía de la negritud supone un abanico amplio de manifestaciones racistas sustentadas por los valores hegemónicos blancos y occidentales que cada sociedad en el Caribe adoptó. La literatura ha logrado compilar esta amplitud y ha

negrista cubana tiene una particular conexión con este imaginario debido al material religioso que contiene. Tres palomas sobre mil hojas pobladas /de rocío ` para ofrendar la libertad

retratado de maneras infinitas las formas en la cuales el racismo se ha manifestado, así como ha hecho posible retratar de forma directa la cultura negra desde el interior y desde el punto de vista exterior de quienes no han experimentado el racismo desde la posición de víctima. De modo particular, la poesía ha sido capaz de transmitir la condena y el horror, pero también la pureza de la negritud como identidad forjada desde el sufrimiento, pero sostenida por la resistencia, capaz de irradiar esperanza y una belleza inigualable. La ancestralidad africana, dependiendo de la localización

Miguel Barnet, trata de la ceremonia de purificación de los esclavos mediante el cual rinden tributo a sus dioses, siendo esta una conexión pura con los dioses de sus ancestros, aquellos que vivieron en su tierra original. Este tributo pudiera hacer referencia a ese primer eslabón de la genealogía negrista: su lugar de origen. El rapto de las poblaciones africanas y su puesta en venta por medio de un comercio esclavista que conectó a África con las Américas, fue el camino mediante el cual la negritud africana se asentó por

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A leyó Kiní bá wó Eleggua cuida la puerta en camisa de /zarza blanca para que el diablo no se meta La misa ha terminado… los cuervos ya /no tienen derecho a las estrellas Este fragmento de “Ebbo para los esclavos” del cubano

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Miguel Barnet y Amelia Agostini del Río

siempre en la geografía caribeña, en su historia y en su cultura, no como elemento secundario, sino como zapata sobre la cual la colonización se construyó. Este camino desde las costas africanas a las costas caribeñas por medio del océano Atlántico, culminaba con la entrada del humano negro a su mayor condena: la esclavitud. En la isla ha entrado el ritmo, la cadencia de una África lejana, Son de ébano los cuerpos; Espigas de azucenas son sus almas Al sol, el viejo dios, en la ardiente sabana el negro esclavo sin tregua trabaja. Porque se ha de salvar al indio ¡se olvidan que el negro tiene alma! La llegada del negro africano al Caribe está representada en este fragmento del poema “Los negros” de la puertorriqueña Amelia Agostini del Río, 53


en el cual se describe un encuentro entre el Caribe y África, y con este encuentro, la fusión de dos mundos en uno solo, y unidos por el yugo del mercantilismo colonial. Se trató de la llegada del esclavo, que relevando al indígena de su secuestro mortal en suelo propio, fue sentenciado al segundo eslabón de la genealogía: el rapto y su condena. Las poblaciones nativas de África, asentadas de forma abrupta en el Caribe como consecuencia del porvenir histórico marcado por el imperialismo, hicieron de esta geografía como una suya, pero no por decisión, sino por imposición. De este modo, tras la llegada del humano negro, generaciones de origen africano nacieron en suelo caribeño. Esto supuso el nacimiento de la negritud caribeña, que, por cuatro siglos de colonización europea, fue la productora principal en la economía extractivista colonial, por medio de una mano de obra esclava que operó desde la negación del negro como identidad humana. El siguiente fragmento del poema “Paisaje con un merengue al fondo” del dominicano Franklin Mieses Burgos, relata la germinación de una negritud caribeña consciente de su historia, de su origen y secuestro, así como de su herida, la esclavitud. Del mismo modo, se siente una actitud rebelde representada por el merengue como música de reafirmación y rebeldía negra. Este eslabón representa el nacimiento de la negritud caribeña. Por dentro de tu noche solitaria de un llanto de cuatrocientos /años; por dentro de tu noche caída entre /estas islas como un cielo terrible sembrado de /huracanes; entre la caña amarga y el negro que no /siembra porque no son tan largos los cabellos 54

Franklin Mieses Burgos

/del agua; inmediato a la sombra caoba de tu /carne: tamarindo crecido entre limones /agrios; casi junto a tu risa de corazón de coco; frente a la vieja herida violeta de tus /labios por donde gota a gota como un oscuro /río desangran tus palabras, lo mismo que dos tensos bejucos /enroscados bailemos un merengue: un furioso merengue que nunca más se /acabe.

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La identidad de la negritud caribeña, unida por su piel, por el sufrimiento y por la negación sistémica de su identidad, es la identidad de la resistencia. Representa la resistencia de los ancestros negros, del esclavo y de los hijos de los liberados. Se trata de una resistencia al sometimiento del cuerpo negro. El siguiente fragmento de “Majestad Negra” de Luis Palés Matos relata la corporalidad negra, desde una perspectiva sexual y con una clara tendencia al exotismo, mientras que el trabajo esclavo ambienta el escenario en el cual el cuerpo negro se manifiesta y que funda sobre su piel una hermandad caribeña que comparte la negritud como identidad fundacional. Culipandeando la Reina avanza

Estas etapas que aquí describo, que incluyen el lugar de origen, la llegada, la esclavitud y el nacimiento de una cultura y una identidad afrocaribeña, son referentes que facilitan el entendimiento del racismo a través de los años y en la contemporaneidad de la cultura negra. En la actualidad vivimos en sociedades que han borrado de la historia la esclavitud, pero peor aún, han adoptado la negritud como elemento cultural lejano, alterno y alterado por los valores hegemónicos, que hoy en día han sido encaminados hacia una aceptación del cuerpo negro, pero desde un acercamiento superficial que no ataca la ontología del racismo. Esta brevísima genealogía puede servir como retrato de un pasado que se refleja en nuestro presente.

y de su inmensa grupa resbalan meneos cachondos que el gongo cuaja en ríos de azúcar y de melaza. Prieto trapiche de sensual zafra, el caderamen, masa con masa, exprime ritmos, suda que sangra, y la molienda culmina en danza. Por la encendida calle antillana va Tembandumba de la Quimbamba. Flor de Tortola, rosa de Uganda, por ti crepitan bombas y bámbulas, por ti en calendas desenfrenadas quema la Antilla su sangre ñáñiga. Haití te ofrece sus calabazas;

Se trata de un presente que replica los valores racistas de la cultura occidentalizada y que continúa teniendo como figura ideal al cuerpo blanco. Esta noción está apoyada por ideologías que reproducen la explotación del humano y la negación de identidades, entre ellas la negra. Esto es producto del valor hegemónico racista, por lo que podríamos concluir que la historia de la negritud caribeña, en tanto sigue siendo víctima de un racismo que sentó sus bases en la esclavitud, sigue siendo la historia de la resistencia. Resistencia al blanco, resistencia a la negación, resistencia al sistema.

fogosos rones te da Jamaica; Cuba te dice: ¡dale, mulata! Y Puerto Rico: ¡melao, melamba! Este poema de Palés podría representar el cuerpo negro como escenario de la fuerza física, de la sexualidad, y de una cultura negra caribeña conectada por la fogosidad de la rebeldía como producto de la resistencia contra la condena de la esclavitud y el racismo.

Luis Palés Matos 55


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15 de septiembre de 2020

Convocatoria: Pandemia y sociedad edición especial

El 28 de marzo nuestra revista publicó una edición especial titulada “Cuarentena y expresión: nuevo Cruce”. En esos momentos estábamos comenzando a sentir el temor de lo que podría significar la propagación del coronavirus. Seis meses más tarde continuamos habitando espacios físicos limitados y los efectos de la pandemia los sentimos en carne y hueso. Las clases a distancia se reiniciaron hace unas semanas con un sinnúmero de contratiempos y bajo mucha incertidumbre. Además, nos han acompañado y abatido una serie de desastres políticos, económicos y de salud pública. Por otra parte, a través de estos meses se han continuado gestando de manera virtual la gran mayoría de nuestras actividades; reuniones de trabajo, celebraciones familiares, talleres, conciertos y manifestaciones artísticas que han provocado diversas exposiciones y acercamientos. Ante la realidad de encontrarnos medio año bajo medidas de confinamiento, surge la urgencia de convocarles nuevamente. La intención de esta próxima edición especial es compartir/presentar las maneras en que ustedes examinan nuestro acuartelamiento: las preocupaciones en cuanto al tema de la educación a distancia, los temores al contagio, las restricciones a las cuales hemos estado sometidxs, entre otras miradas críticas a nuestro(s) contexto(s). Nos interesa compilar diferentes textos (composiciones, ensayos breves, textos creativos), artes plásticas, entre otras expresiones artísticas que cuestionen, problematicen, denuncien y se expresen sobre los efectos, afectos y acciones que surgen como resultado de la pandemia en Puerto Rico, al igual que en otras partes del mundo. La fecha de entrega está pautada para el 20 de septiembre de 2020 para que así podamos publicar esta edición especial el 28 de este mismo mes. Nos interesa ante todo textos ágiles reflexivos y críticos; por ello, hemos limitado la cantidad máxima de páginas a 5, aunque podemos ser flexibles de tratarse de reportajes o resultados de investigaciones. Deben estar identificados dentro del documento con el título y autor (a). En términos de imágenes, pueden sumar las 15 (en alta resolución e identificadas con el nombre con el cual quiere que sean identificadas en la revista). Les agradecemos que colaboren con nuestro interés de gestar un espacio de encuentro de perspectivas para promover y provocar modos plurales de transitar/vivir y cuestionar la pandemia en todas sus manifestaciones.

editorescruce@uagm.edu 57


Gabriela Meléndez Riverapolítica y sociedad

La conversación sobre racismo en Puerto Rico 58

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La propuesta de exponer la racialización en Puerto Rico tiende a ser suprimida por el absurdo ideal de que el mestizaje nos matiza y nos hace iguales en oportunidades y beneficios. Sin embargo, para poder expresar los severos problemas raciales que padece el país, desde una perspectiva personal, hay que prestar atención a los momentos de socialización que provocaron –si es que ocurrió– el cuestionamiento de esa aparente igualdad racial sobre la que las instituciones insisten tanto. La perspectiva del privilegio, en este caso la mía, no testifica desde la experiencia, pero le es posible contemplar igualmente la forma en la que las personas con privilegios de colorismo reaccionan ante la gente negra, incluso de

externa sobre la gente negra, con objetivos evidentes de explotación. Por lo tanto, no es sorpresa que el resentimiento hacia los rasgos fenotípicos de la gente negra sea una de las formas más comunes de racismo en la isla. Para la celebración de mi graduación de sexto grado decidieron llevar a toda la clase a disfrutar de un día de piscina. La única compañera negra que teníamos –aunque para aquel entonces yo aún no sabía diferenciar eso muy bien– fue sentenciada a los bordes de la piscina. Su pelo alisado no le permitió disfrutar aquella tarde con nosotres porque su madre la miraba desde lejos para asegurarse de que el dinero que había invertido no fuera desperdiciado en una zambullida. Lamentablemente, no solo era el factor económico lo

forma infiltrada en la privacidad de les primeres. El racismo, antes de ser un fenómeno sistemático, es una ideología que comienza su formación desde la mirada y conceptualización

que importaba, también era el contundente rechazo hacia el pelo natural de mi compañera que no cumplía con los estereotipos de belleza caucásicos.

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Además del cabello, el cuerpo de mi compañera comenzó a ser igualmente incómodo para ella tan pronto llegamos al noveno grado. La madre y el padre de su mejor amiga estuvieron de acuerdo con que lo mejor sería separarlas, pues el desarrollado cuerpo de mi compañera solo podía ser el resultado de que ya estaba expuesta a cosas de adultos. La hipersexualizaron en la escuela, se acusaba incluso a maestros de mirarla con ojos maliciosos y cayó sobre ella la responsabilidad de cubrirse lo más que pudiese. Nuevamente, la mirada del otro que recaía sobre mi amiga era violenta e insistía en encasillarla como un ser erótico y exótico aun a su corta edad. Yo todavía no entendía nada e incluso admito haber sentido

Además de la racialización individualizada que arremata contra el cuerpo, también en Puerto Rico se presencia la versión sistemática que ejerce sobre las comunidades. Los cuentos de juventud de mi padre siempre involucraban gente de otros barrio adyacentes al suyo. Cada grupo tenía sus características, pero los más peligrosos siempre eran “los negritos de Sabana”. Les contemporáneos con mi papá, que viven entre Vega Baja y Dorado, concuerdan en que Sabana es un barrio muy peligroso aún, nunca me recomiendan la ruta que lo atraviesa. Cuando entré a la universidad me enteré de que mi compañera de la escuela vivía allí. No es casualidad que un barrio reconocido como empobrecido o violento sea una comunidad de gente

prejuicio sobre el porqué ella ya era tan nalgona y el resto no. Entonces, no es la persona negra quién se define como tal, es la mirada del poder la que le atribuye sus supuestas características. El concepto del yo queda violentado por las consecuencias de esa mirada. Mi compañera es el ejemplo más completo, pero no el más cercano. En la secundaria, tuve una pareja que fenotípicamente representaba a una persona afrodescendiente, excepto por su color de piel, que pasaba como blanco. Su mamá era una mujer negra con su cabello alisado y su padre un hombre que compartía su pigmentación. La única vez que me presenté en su casa con mi pelo alisado, su madre reaccionó diciéndome: “Ahora sí te puedes montar en mi carro”. Me sorprendió su comentario, sobre todo viniendo de alguien que podría haber estado más familiarizada con comentarios racistas. Sin embargo, fue la primera vez que me sentí racializada. A esa edad ya podía entender el privilegio de ser una persona blanca con cabello rizado e incluso tener un rizo considerado bajo las características de “manejable” y “bonito”. La madre de mi excompañero se encontraba evidentemente prejuiciada con el estigma de la negritud, incluyendo su propia negritud. 60

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negra. Es, sin lugar a duda, otro modo de control sobre elles. Despojarlos de espacios, riquezas, educación, entre otros, para condenarles a que produzcan miedo en los demás efectuando el estereotipo embrutecido, animalizado y criminalizado que le conviene al racismo sistematizado. Por otra parte, no es hasta mi cuarto año en la Universidad de Puerto Rico, que pude, a través de un curso, conceptualizar términos que manejé desde siempre sin nombrarlos. Ya nada me parecía casualidad. Muchas de mis compañeras de la secundaria optaron por cortarse el pelo maltratado por el alisado y permitirse renacer en una cuerpa definida por ellas mismas y no por la mirada de ningún otre. Comprendí

la raza como una percepción animal reforzada con siglos de historia y diversos contextos que nos ciega la humanidad. Sin embargo, todavía señalar la estructura sistémica del racismo y la racialización en Puerto Rico sigue percibiéndose como un gesto de changuería. Igualmente, observando los rostros de les estudiantes matriculados en el curso, no veo a mi compañera de escuela ni a nadie que se le parezca. Lamentablemente, la academia, quien debería ser ente accesible de propaganda educativa sobre estos asuntos, continúa profanando las experiencias de personas negras como mi compañera y escribiéndolas desde su mirada.

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Vibeke L. Betances Lacourt- política y sociedad

Enseñando a leer, doce años después: La lectura como herramienta decolonizadora dentro del salón de clases universitario 62

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Irónicamente, enseñarle a leer a jóvenes que han pasado, como mínimo, doce años de su carrera escolar pensando que saben hacerlo ha sido una de las mejores experiencias dentro de mi vida profesional. Al comienzo de cada semestre recibo decenas de estudiantes orgullosos de haber entrado en lo que es considerado una de las universidades más exigentes

limitó a enseñarles a leer para memorizar: repetir. En otras palabras, son estudiantes muy buenos que no comprenden todo el potencial creativo y ciudadano que tienen en sus manos. A partir de este panorama, mi principal reto se divide en dos: 1) ¿cómo llevar a estos jóvenes a descubrir por ellos mismos que no están leyendo de una manera competente1? y 2) ¿cómo

del país; la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez. De entre los once recintos que componen el sistema UPR, este en específico, se destaca por la competitividad de sus estudiantes cuyos coros en celebración de su alma mater suelen ser “muchos quieren… pocos pueden”. Por lo tanto, estoy frente a un estudiantado que genuinamente considera que el curso de Español es un espacio desperdiciado dentro de sus currículos: según ellos, ya saben leer. No obstante, estos jóvenes son producto de un sistema educativo que, cuando más o cuando menos, se

hacer de la lectura una herramienta de decolonización dentro del salón de clases? Hablar de un estado colonial en Puerto Rico es hablar de más de quinientos años de historia. Por lo tanto, no debería sorprender una educación cuya finalidad ronda los intereses político-económicos del imperio. Desde la instauración del Departamento de Instrucción Pública, conocido hoy como el 1 Se utiliza el término lector competente según lo define Antonio Mendoza Fillola en “El lector ingenuo y el lector competente: Pautas para la reflexión sobre la competencia lectora” (2000). 63


Departamento de Educación, la educación pública de mi país ha estado al servicio del estado. De hecho, continúa siendo, así pues, luego de 95 años teniendo puertorriqueños como Secretarios de Educación, en el 2017, el gobernador nombró a una estadounidense como Secretaria de Educación quien, avalada por el Tribunal Supremo, ordenó un masivo cierre de escuelas. Valdría la pena señalar que a la luz del 2019 la Secretaria de Educación dimitió de su cargo y está bajo investigación por el Buró Federal de Investigación por sus gestiones dentro de dicha dependencia gubernamental. En el libro La americanización de

El problema de la educación en Puerto Rico queda definido desde sus orígenes. Según establece Ngugi WaThiong’o en Decolonising the Mind: “Aprender, para un niño colonizado, se convierte en una actividad cerebral y no en una experiencia emocionalmente sentida” (19). Es decir que el proceso cognoscitivo dentro de la colonia se limita a repetir lo que se les es enseñado y no a experimentar lo que sucede a sus alrededores. En Puerto Rico sucede de ese modo. La meta de este tipo de educación se convierte en que los jóvenes vean el modelo creado por otras personas en circunstancias que no son las de ellos y

Puerto Rico y el sistema de instrucción pública, Aida Negrón de Montilla recoge documentos gubernamentales en los que se deja al descubierto la intención adoctrinadora de dicho sistema. Lo mismo afirma el profesor e historiador Mario Cancel cuando señala que “La presencia de Estados Unidos en Puerto Rico a partir del 1898 dirigió (la educación) hacia el objetivo de americanizar a los puertorriqueños” (Cancel 321). Por lo tanto, el sistema de instrucción pública de Puerto Rico nace a manos del imperio estadounidense con la intensión de adoctrinar a los niños y niñas puertorriqueñas.

que las repitan: mientras mejor sea la repetición, más se les dirá que han aprendido. Tanto Wa Thiong’o como Paulo Freire resaltan la importancia del texto y el contexto. Para el último, el vínculo entre texto y contexto permite sentar las bases de la educación liberadora. Por otro lado, Wa Thiong’o se enfoca en señalar, sobre todo, la distancia en la educación colonial entre el contexto -- lo que les rodea-- y el texto --lo que se les enseña--. Para él, esa distancia es la que sienta las bases de la creación y mantenimiento de una mentalidad colonizada. Afirma que en África “lo atípico es visto como normal y lo normal

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como atípico” (27). Esta dinámica imperial que Wa Thiong’o nombra mentalidad del colonizado es la misma que se percibe en la ciudanía puertorriqueña. Lamentablemente, la mayor parte de las ocasiones, esta mentalidad es fomentada desde grados elementales y se mantiene a través del tiempo gracias a los medios de comunicación. Así pues, se habla tanto de la supuesta benevolencia de los arawuacos ante la llegada de los conquistadores hasta del terror de ser un país independiente por la supuesta pérdida de negocios norteamericanos. Tomando en consideración el texto de Wa Thiong’o, con el tiempo no me ha quedado más

Mi ponencia no pretende ser una investigación de base científica cargada de información cuantitativa ni cualitativa. Más bien intenta dejar al descubierto mi experiencia como docente enfocada en lograr enseñar un curso cuya finalidad es formar ciudadanos conscientes, que lean y piensen de manera crítica. No obstante, desde mis años de estudiante, estuve inmersa en el campo de la investigación acción participativa. Por lo tanto, como docente, esto ha sido parte de mi día a día. Este tipo de investigación tiene como meta desarrollar desde la práctica un conocimiento que mejore los procesos e intervenciones pedagógicos.

que aceptar que en efecto “la enajenación colonial interviene de dos formas: un distanciamiento activo de la realidad que nos rodea y una activa identificación con aquello que es más lejano a nuestro entorno” (28). Por lo tanto, es precisamente ante esto que posiciono mis clases. Mi meta es lograr que los estudiantes vean en la lectura crítica una herramienta que no solo les servirá en sus demás cursos, sino que comprendan que a través de ella comenzarán a formarse como ciudadanos comprometidos. Ahora bien, antes de entrar de lleno en mi reflexión, me parece necesario hacer una aclaración.

Así que, para mí, el salón de clases se convierte en el espacio de investigación. Reenfoques: La lectura y la participación activa El primer semestre que dicté el curso de Español Básico confirmé que, para los estudiantes, en palabras de Freire, “en lugar de ser el texto y su comprensión, el desafío pasa a ser su memorización” (48). Aprendí ese semestre que para poder demostrarle a los estudiantes que debían estar más conscientes de sus prácticas y procesos lectores tenía que llevarlos a aceptar que, en efecto, leían para memorizar. Es por 65


esto que, en los siguientes semestres que he dictado clases, empiezo haciéndoles una breve historia que va de la siguiente manera: “Juan era un chico de 17 años. Este había nacido en Mayagüez en enero del 1990. Él tenía una camisa amarilla y unos pantalones negros. En cambio, su papá, solía ponerse una camisa azul y un mahón. Juan no salía mucho y tenía un solo mejor amigo: ese mejor amigo era su papá”. Luego de hacerles la breve historia les pido que apunten todo aquello que anotarían en un repaso. Las contestaciones suelen ser las esperadas: “Juan”, “Mayagüez” y “enero 1990”. La norma es que solo una o dos personas digan que les parecía curioso el hecho de que, aun teniendo 17 años, Juan solo tuviera un amigo y que, además, no saliera mucho. En ese caso, los estudiantes que

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señalan ese detalle suelen además vincularlo con sus experiencias como jóvenes que prefieren salir con sus amistades. No obstante, cuando les pregunto a esas mismas personas qué apuntaron como “información importante”, los datos que ofrecen nada tiene que ver con lo que dijeron. Un ejercicio tan sencillo como ese, me permite demostrarles que están acostumbrados a memorizar y a repetir, pero no a analizar la información. Primera lección: La importancia de la palabra El primer texto que utilizo en el salón de clases se lo debo a la Dra. Julia Cristina OrtízLugo. Cuando comencé a ser Ayudante de Cátedra, “El ejercicio del poder” y “La construcción de la

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identidad” (D. Cassany) fueron dos de los textos -no literarios- que recomendó utilizar en nuestros salones. A partir de esto y como introducción a la unidad, les suelo hacer la siguiente pregunta a los estudiantes: “¿Para qué sirven las palabras? ¿Para qué sirve leer?”. Las contestaciones, nuevamente, tienden a ser las esperadas: “para ser más cultos”, “para mostrar lo bello”. Y si bien que en cualquier otra ocasión una contestación así dejaría a varias personas felices, ya dentro del salón de clases, suele ser obvio que ni siquiera para eso se acercan a los libros. Es entonces cuando entran en juego las lecturas de Cassany. Las dos afirmaciones claves que se desprenden de esos textos son las siguientes: “Al hacer uso de cualquier

clase al validar sus respuestas con sus pares y 2) se dan cuenta que el contexto inmediato que los rodea no es el que rodea a sus demás compañeros: Puerto Rico no es una, sino múltiples experiencias. Por lo tanto, comprenden que es necesario la discusión de ideas mediada por el genuino interés de comprender lo que el otro o la otra quiere decir. El primer ejercicio que gira en torno a las estrategias lectoras que les ofrezco nace gracias al libro de la Dra. Hilda Quintana Didáctica de la comprensión lectora. Para desarrollarlo le pido a los estudiantes que lean dos textos que narran --desde dos perspectivas distintas-- los sucesos de la marcha del 1 de mayo del 2017 que se celebró en la ciudad capital

género discursivo se está construyendo una identidad” y “A través de estos se ejerce o se subvierte el poder dentro de una sociedad”. Entender el poder que tienen los géneros discursivos que utilizan los hace repensar la importancia de leer de manera crítica: ¿qué tal si ya no se lee para memorizar, sino para cuestionar? Segunda lección: El viaje fuera del país con un boleto de retorno cuasi inmediato Hablar de las situaciones sociopolíticas en Puerto Rico constituye un duro reto. Generalmente las opiniones están fundamentadas en lo que señalan los medios de comunicación o las tradiciones familiares. Por lo tanto, el traer a la discusión los temas que aquejan

de Puerto Rico y que terminó con varios arrestos. El primer texto con el que trabajan se titula “Destrozos y violencia durante el paro nacional” y fue publicado en un periódico de la Isla. Por otro lado, el segundo texto se titula “Mei-Dei” y fue publicado en la página Parpadeando de la Dra. Rima Brusi Gil. Antes de asignar el texto les pregunto a los estudiantes su opinión con respecto al suceso. Luego les presento las imágenes de ambos textos para que me digan su parecer. Sus opiniones suelen estar bastante divididas entre los que creen que fue un paro violento y una apertura al vandalismo y los que piensan que los medios de comunicación no se enfocaron en los

a la población puertorriqueña es un asunto complejo. Dentro de este panorama se corre el riesgo de entrar a una discusión mediada por opiniones sin datos que sustenten lo que se afirma. Cada vez que entro al salón de clases tomo en consideración ese detalle y como primera estrategia de enseñanza los divido siempre en pequeños grupos de cinco o seis personas para que antes de ofrecerme una respuesta, realicen entre ellos una breve discusión socializada. De esta dinámica he aprendido que: 1) los estudiantes se sienten más seguros a la hora de participar de manera activa en la

asuntos positivos y las propuestas. Les recuerdo, entonces, que la intuición es una manera válida de comenzar a posicionarse sobre los asuntos, pero es solo la primera parte: siempre es necesario buscar más información para sustentar lo que se piensa. Les pido entonces a los estudiantes, como ejercicio rector, que intenten crear un perfil del autor o de la autora que redactó el texto. Para eso, el primer paso es buscar las palabras claves o pistas contextuales que les permitan identificar la subjetividad del autor o autora y apuntarlas en una tabla para poder realizar 67


su perfil sustentado con evidencia. Como ejercicio final les pido que adopten una postura con respecto al tema tomando en consideración lo leído. Las posturas, claro está, suelen ser repensadas y replanteadas: la importancia de opinar de manera informada comienza a entenderse. La lectura entonces implica para ellos la comprensión de lo leído y, finalmente, el posicionamiento ante ello. No obstante, hay temas

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más difíciles de trabajar. Uno de los textos que llevo a clase es la transcripción de la charla de Ngugi Wa Thiongo: “En contra del feudalismo lingüístico y el colonialismo lingüístico”. En él, WaThiong’o expone las relaciones de poder que, mediadas por las relaciones entre las lenguas, se entablan en un país. Las primeras veces que asigné el texto no comprendía como un texto sencillo se les hacía tan difícil de comprender a los jóvenes. Decidí entonces ir con ellos parte por

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parte en el texto pidiéndoles que hicieran un listado de las palabras que más se repetían. Finalmente llegaban a la conclusión de que eran aquellas que vinculaban las lenguas con las relaciones de poder. No obstante, identificar la propuesta del autor seguía haciéndoseles difícil. En miras de comprender lo que sucedía les pedí la solución que ellos darían. Para mi asombro, la contestación solía ser “crear un idioma universal”,

que de paso, terminaba siendo el “inglés”. Según sus percepciones, Puerto Rico era una demostración de cómo el inglés podía hacer que nos comunicáramos con más personas: esa era la solución. La importancia de la cultura y cómo esta va de la mano de una lengua materna era lo que estaban pasando por alto. ¡Pero, claro! ¿Cómo no saber eso desde un inicio? Todavía no habían aprendido a silenciar la voz que les exige que se escuchen a ellos mismos y no al autor. Para subsanar esto, decidí dirigirlos al párrafo en el que se encontraba la propuesta para que se enfocaran en aquello que de momento marcaba el cambio en lo que WaThiongo había ido diciendo. De ese modo lograron encontrar la propuesta: un sistema de redes entre lenguas mediante traducciones. Finalmente, aprovechando la defensa que habían hecho de la enseñanza del inglés en el país, les presenté las razones que están consignadas en los libros de historia que no les dan a leer. Basta una oración como: “La gran masa de puertorriqueños son pasivos y plásticos… sus ideales están en nuestras manos para crearlos y moldearlos.” (Montilla), para que repiensen lo dicho. De momento, el texto de Wa Thiong’o no está tan lejano, hay un vínculo con el país y esto da pie a que cuestionen lo que por tradición dan por válido. El sacarlos del país para luego traerlos de vuelta, les permite cuestionar sus posturas y opiniones, haciendo uso de todas las estrategias lectoras necesarias, para ir más allá de lo primero que se nos es narrado: la sospecha no necesariamente es mala. Lo mismo sucede cuando se hablan de asuntos relacionados a la violencia machista dentro del país. Para la unidad que dedico al asunto de género, suelo llevar el cuento de Mario Benedetti “Réquiem con tostadas”, los cortes de periódico digitales de Puerto Rico y los comentarios a estos en línea. La pregunta con la que inicio la clase es: “¿Existe la violencia machista en Puerto Rico?” Las contestaciones: “muy

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poca”, “hemos mejorado bastante”. Luego, leemos “Réquiem con tostadas”. La lectura es guiada. Suelo pedirles a los estudiantes que reorganicen la información que da el texto con la tabla que ven en la página siguiente. Luego de leer el texto y completar la tabla les pido a los jóvenes que me digan qué piensan sobre los personajes y sus situaciones. Haciendo uso de las citas que recopilaron a través de todo el texto los estudiantes me comunican que no solo comprendieron mejor el texto luego de leerlo haciendo uso de la estrategia que les presenté, sino que son capaces de ver cómo el texto señala que no todos los hombres son iguales. Finalmente, suelo presentarles una diapositiva en la

necesario hacer de la clase de Español Básico, más allá del papel, un curso que realmente provoque a los estudiantes, que salga de los confines de la literatura y que, no por eso implique la negación de esta, sino la inclusión de otros géneros discursivos que necesitan ser analizados y discutidos dentro del salón de clases para formar ciudadanos comprometidos y competentes. No obstante, por ahora, me conformo con saber que, si en el día de hoy me dijeran, “enseñar a leer, ¿para qué?”, contestaría que les enseño a leer para que aprendan a ser ciudadanos conscientes de lo que ocurre en su país. En otras palabras, que enseño a leer porque es la base y cimiento de toda mi esperanza.

que se ven varios casos de hombres que ultimaron a sus parejas y luego, presento los comentarios que se hacen en dichas noticias. En sus mentes, Puerto Rico comienza a hacerse más grande, ya no es el pequeño espacio que “yo” ocupo, sino que va más allá de sus realidades individuales. Puerto Rico, entonces, es un país diverso con asuntos que deben ser pensados y trabajados.

________ Ponencia presentada en el IX Congreso Internacional de la Catedra UNESCO 2018, CUENCA – ECUADOR.

Apuntes para concluir Como dije al inicio, mi ponencia no pretendía ser un estudio riguroso, sino un dejar al descubierto mis experiencias como educadora. El tiempo enseñando me ha dejado claro que es necesario siempre mantenerse en un continuo proceso de investigación. En un país colonizado, la educación es una de las pocas herramientas que nos quedan. Desde mi experiencia, la lectura crítica remueve, con mayor destreza, las vendas que no nos permiten ver lo que sucede a nuestro alrededor. Sin embargo, este tipo de educación no es la norma, ni siquiera en la universidad. Si bien las profesoras que han estado antes que yo, y resalto figuras como las doctoras Julia Cristina Ortiz, Elsa Arroyo y Carmen Rivera, han ido trazando la ruta, todavía queda mucho por realizar. Es 70

Referencias mínimas: Benedetti, Mario. “Réquiem con tostadas”. La muerte y otras sorpresas. Madrid:Alfaguara, 1968. Brusi Gil, Rima. “¡Mei-dei!”. Parpadeando. 21 mayo 2017. En línea. Cancel, Mario y Héctor Feliciano. Puerto Rico su transformación en el tiempo. San Juan: Editorial Cordillera, 2008. Cassany, Daniel. Taller de textos. Leer, escribir y comentar en al aula. Barcelona: Paidós, 2006. El Nuevo Día. “Destrozos y violencia durante el paro nacional”. El Nuevo Día. 1 mayo 2017. En línea. Freire, Paulo. Cartas a quien pretende enseñar. México: Siglo XXI Editores, 1994. ---. La importancia de leer y el proceso de liberación. México: Siglo XXI Editores, 1984. ---. Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI Editores, 1968. Cruzar(se)


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Mendoza Fillola, Antonio. “El lector ingenuo y el lector competente: Pautas para la reflexión sobre la competencia lectora”. Puertas a la lectura. 9.10, 2000. pp. 120 127. Negrón de Montilla, Aida. La americanización de Puerto Rico y el sistema de instrucción pública, 1900-1930. Rio Piedras: Editorial UPR, 1977.

Wa Thiong’o, Ngũgĩ. Decolonizar la mente: La política lingüística de la literatura Africana. España: Grupo Penguin Random House, 2015. ---. “En contra del feudalismo lingüístico y el darwinismo lingüístico: Relaciones de poder entre las lenguas”. Derechos lingüísticos. 3 octubre 2009. En línea.

Quintana, Hilda. Didáctica de la comprensión lectora. Cataño: Editorial SM, 2010.

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