Revista Ecología & Desarrollo N°3

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SALUD NATURAL ● AMBIENTE ● DERECHOS HUMANOS ● OPINION ● INSTITUCIONES ● ECONOTICIAS

! l a r u t a n Viva lo

Criterio naturista de la unidad orgánica

Drogadicción: Agentes terapéuticos naturales

Uno de los más sólidos fundamentos de la Fisiología, tratada desde el punto de observación naturista, es el criterio de la Unidad Orgánica. Todo el sistema naturista gira alrededor de ese centro de gravitación. El cuerpo es un solo órgano y la vida una sola función; tal es el inmortal postulado hipocrático que expresa que, para la mejor comprensión de los fenómenos vitales es precisa la reintegración de los diversos sistemas y órganos en un total organismo y las distintas funciones, en la función total vida. Toda noción, sistema o especulación basados en el estudio o concepto de órganos separados e independientes será falsa de origen y conducirá al error…Así pues toda la fisiología (como estudio de las desviaciones de la función normal) y toda la terapéutica (como estudio de los medios de recuperación de la normalidad) han de basarse en el criterio inmutable de unidad, de una unidad perfecta en que cada segmento, cada órgano, cada tejido y cada célula del sistema orgánico están íntimamente relacionados con todos los demás, sin detrimento de cumplir cada parte su cometido especial dentro del genial concierto y actividad del conjunto.

Dijo el Prof. Trofólogo, Nicolás Capo, que comiendo frutas y vegetales no se apetece ya el beber alcohol, fumar ni drogarse. Las digestiones carnívoras piden drogas, las frutas dan equilibrio mental. Ingerir o inyectarse productos alucinógenos no puede concebirse sino en una mente anormal. Este estado de “apetencia” de algo “extraño” tiene sus causas. Las ubicamos en la impureza sanguínea del individuo, debido a que la mayoría de la humanidad se alimenta hoy, no de productos naturales, sino por el contrario, de alimentos enlatados, consumo enorme de carnes, pescados, preparaciones industriales comerciales, incompatibilidades químicas de los alimentos entre sí; esto, unido a una vida sedentaria, alcoholismo, tabaquismo, sexualismo, la falta de aire, sol, falta de vitaminas madres en el cuerpo, hace que el hombre no pueda más que desbordarse hacia el fatal callejón de los drogadictos con sus neurosis. Los jóvenes vegetarianos y naturistas que no comen sustancias cadavéricas, como tampoco fuman ni beben alcohol, no temen caer en el vicio de los drogadictos porque su sangre pura y sus estados cerebrales y de conciencia no apetecen ni mental ni fisiológicamente ninguna droga, y el deseo de todo producto nocivo a la salud es en ellos inexistente. La causa fundamental de la drogadicción es el carnivorismo. Uno de los agentes terapéuticos naturales más regeneradores es el ajo, convirtiéndose en un medicamento muy importante para profesionales de la Universidad de Washington, quienes demostraron las grandes cualidades terapéuticas del ajo en la curación de los adictos a las drogas. Extracto líquido de ajo es utilizado por el Prof. Norman Tamarkin en su clínica para regeneración de los adictos. Un 85 % de sus enfermos han dejado de tomar heroína al cabo de tres semanas de tratamiento y sin sentir el menor dolor o malestar. Los pacientes siguen además una dieta a base de zumos vegetales que sirven de complemento para eliminar el veneno de la sangre producido por drogas.

Dr. Eduardo Alfonso

EL BIEN ¿Común a todos los seres vivos? Casi todos tenemos motivos, cercanos o no, para estar desconcertados respecto al mundo en que vivimos. Lugares sucios, preocupaciones familiares, y alimentación deficiente, son situaciones que de alguna manera todos vemos o sufrimos. Pero todo esto, que está impuesto en nuestras vidas ¿es inevitable? El mundo que conocemos no es una fatalidad, sino una consecuencia de cierta manera de hacer las cosas, por quienes fomentan las migraciones internas, desarraigando a la gente de sus lugares naturales, sometiéndola a actividades penosas, utilizando los cursos proveedores de agua potable como resumideros; dispersando la basura sin cuidado ni consideración; cercando a pueblos enteros en suburbios pestilentes y ruinosos y arrasando con ecosistemas ancestrales, sin titubear en la descarga de gases tóxicos y sustancias radiactivas en la atmósfera común. Por ultimo –como si fuera poco- disponen políticas económicas sustentadas en la incertidumbre y en el desamparo. Todo esto luce como obra azarosa del destino pero, es, en cambio, el resultado de la imprudencia de demasiada gente que, desprevenida e ingenua, deja que otros piensen por ellos, que les ahorren “el pensar”. Es consecuencia de la falta de precaución en la obediencia o acatamiento de ideas ajenas. Hay que pensar. Es preciso pensar. Los que dirigen la manera de vivir – de sufrir y de morir- de la sociedad, los que imponen las formas de actuar, son los que piensan. Y si los que piensan cometen un error que nadie advierte o que no se atreven a señalar, el error y sus consecuencias se multiplicarán por miles, por millones, por miles de millones. Los niños y los adultos debemos acostumbrarnos a pensar. Pensar en la mejor manera de hacer las cosas, para que lo que hagamos resulte bien, un bien gran-

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de que nos abarque a todos y un bien permanente que resulte útil a muchas generaciones. Y ¿cómo encontrar la respuesta a cuestiones aparentemente tan difíciles? La naturaleza nos ayuda a resolverla. En la naturaleza todo responde a una única pregunta: “¿Cómo hacer para preservar con felicidad la vida, utilizando los recursos existentes y las propias cualidades y condiciones biológicas?” Para encontrar la respuesta adecuada sólo es preciso observar con atención. En la naturaleza, el individuo –animal o vegetal- desarrolla sus propias potencialidades genéticas, condicionado por las características y recursos (equilibrio fenológico) del medio ambiente del que forma parte. Los seres humanos no estamos exentos de esta limitación, aunque sin duda podamos contrarrestar los efectos directos del medio y hasta sacar provecho de ellos. A modo de comparación, la situación de la existencia humana es similar a la de los himenópteros. Estas criaturas construyen su propio hábitat –su falansterio- apenas vinculado con la realidad circundante por un hilo de néctar. De tal modo, todo lo que acontece en sus vidas no depende de la “fatalidad” sino de la diligencia, del trabajo, de la organización, del sacrificio, del interés personal al bienestar y de la conveniencia general. Es necesario, desde luego, que cada cual renuncie a vicios que son actos de independencia, como así también que cada cual adquiera cierto número de virtudes esforzadas, relativas al deber heroico y a una razón de supervivencia de la especie que mire siempre al porvenir. Pedagoga Marta Balbi

S.E.N.D.A.


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