EL MONO #91 "DENTISTAS"

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el diente volador

una historia real de Diana Peláez

Siempre me han dado mucho miedo los dentistas. Mi madre me llevó un par de veces cuando era pequeña y, la verdad, nunca me gustó. El taladro, la luz, el olor… todo dentro del consultorio me daba sensación de miedo. Y aunque nunca tuve una experiencia verdaderamente mala, desde niña le dejé muy claro a mi madre que no me gustaba ir y que no quería tratarme los dientes, que prefería tenerlos feos. Ella, quizás por orgullo, me dijo que estaba bien y no volvió a pedirme que fuéramos. Fui creciendo y mi sonrisa fue a peor. Tenía la higiene dental básica pero, al nunca haberme tratado con ortodoncia, tenía los dientes torcidísimos y en muy mala posición. O sea, mi colmillo medio vuelto, dos dientes ocupando un mismo espacio... un rollo muy cubista. Crecí y llegó un punto en el que ya me parecía demasiado, ya no quería seguir viéndome de esa forma y ese deseo se sobrepuso al miedo que todavía tenía a los dentistas. Así que volví y comencé a tratarme. El dentista me dijo que mi única opción era que me pusiera brackets -mi peor pesadilla- y con eso se solucionaría mi sonrisa en unos años. Acepté. Aquí cabe decir que, por haber faltado tanto tiempo al dentista, tenía un problema también en las encías -periodontitis- que hacía todo más difícil y que me terminaría perjudicando en lo que vendría después. El dentista me pegó los brackets muy fácil y durante el segundo ajuste un par de semanas después, le dije que me dolía mucho uno de los colmillos. Más o menos lo revisó y me dijo que era normal, así que cambió las gomas, me apretó un poco más y, durante la mañana

siguiente, pasó lo peor. Desperté con un dolor exagerado y con mucha sangre en la boca y en mi almohada. Fui a verme al espejo y me di cuenta de que mi diente se había soltado totalmente de la encía. Digamos que todavía tenía el diente pegado a los brackets pero ya no a mi dentadura. Ahí se veía mi diente, como volando por encima de todo con la encía destrozada. Obviamente comencé a llorar y gritar del terror y cuando me calmé un poco llamé al dentista. Fui, me revisó, y me desarmó los brackets para quitarme el diente. Me lo quitó, me arregló la encía y me dejó el hueco. Me dijo que viéramos después lo de los brackets. Para ese momento, yo todavía sentía que todo había sido un accidente o culpa mía. Que no me había cuidado bien o algo. Pero empecé a notar comportamientos muy extraños del doctor así que fui a otro a por una segunda opinión. Me dijo que el tratamiento había sido pésimo y que era negligencia del primer dentista porque primero habría necesitado pasar por otro proceso de ortodoncia antes de ponerme los brackets que, además, estaban mal colocados y por la periodontitis eran muy peligrosos. Quise demandarlo pero vi que era mucho rollo al final no hice nada.


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