Moda: la dictadura perfecta
AÑO 12 • NÚMERO 149 • OCTUBRE 2021
PRECIO AL PÚBLICO 25 PESOS
7151050001851
· Manifiesto antimoda · Conoce Sucedeleyendo, más información en la página 27
Ana Torfs
Espacio oscuro donde no pueden ponerse las cosas
01.10.2021 – 27.02.2022
muac.unam.mx
Sideshow [Espectáculo paralelo], 2019. Fotograma. © Foto: Ana Torfs
Índice Francisco Solís
8 S. Nob.
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José Luis Trueba Lara
[Infinitivos cuerpos] La moda viceversa / Itzel Mar [Música] Íconos del tiempo Fabián V. Escalante
14 La inquisición de la viralidad José Luis Trueba Lara
16 Perder la fortuna, el estilo, jamás París y el exceso desbordado Brenda Ríos
18 A la moda, dómala Julio Trujillo
20 [La jiribilla] En el centenario de Cintio Vitier Julio Trujillo
22 Sanar nuestra sexualidad, entrevista con Wendy Maltz Fátima López
Yara Sánchez De La Barquera Vidal
Moda: la dictadura perfecta
6 Un manifiesto antimoda
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Directora General y editora
Editorial
yara@revistaleemas.mx Coeditor
E
n uno de sus artículos para The New York Tribune de 1885, “La filosofía del vestido”, Oscar Wilde escribe sobre la diferencia entre el arte y la moda: “La moda es efímera. El arte es eterno. De hecho, ¿qué es la moda en verdad? ¡Una moda es una manera de fealdad tan absolutamente insoportable que tenemos que alterarla cada seis meses!”. Es una afirmación muy fuerte para alguien que fue un referente del estilo de su tiempo; luego continúa con una digresión sobre las cualidades que debe tener un vestido para estar bien hecho. Habla del color, del corte, de la decoración, etcétera. No significa que despreciara la moda: despreciaba el sistema en el que se manejaba culturalmente la ropa, pues él también había dicho: “Uno debe ser una obra de arte, o traer una puesta”. En este número de la revista Lee+, queremos analizar esta paradoja. ¿Cómo la moda, al ser una forma de expresión artística, resulta también un sistema que oprime y estandariza? Analizaremos el trabajo de algunos diseñadores; la literatura que existe a su alrededor; los fenómenos sociales y culturales en los que la moda ha sido el centro del debate. También veremos cómo su crueldad ha llevado a la tumba a algunas personas en su afán por alcanzar la perfección y la belleza, o bien, la propia fama, recordemos a Stella Tennant, Margoux Hemingway, L’wren Scott, Kate Spade y Gianni Versace; también a aquellos que han luchado por marcar una diferencia y realizar creaciones artísticas de alto nivel, como Martin Margiela y Vivienne Westwood. Tal vez lleguemos a la misma conclusión que Wilde, al afirmar que el fenómeno económico y social de la moda es un pasatiempo, pero cuando roza las orillas del arte se hace eterno. +
24 Las terrazas de Guanajuato, un asiento privilegiado del FIC
Editor Adjunto Julio Trujillo julio@revistaleemas.mx Director de arte y editor audiovisual Edwin Reyes Maya edwin@revistaleemas.mx Difusión Cultural Beatriz Vidal De Alba beatriz@revistaleemas.mx Marketing Fabián Vásquez Escalante fabian@revistaleemas.mx Correctora de estilo Mariana Aguilar Mejía Editora de contenido web Citlali Figueroa Consejo editorial Alberto Achar
Yara Sánchez De La Barquera Directora General Revista Lee+ de Librerías Gandhi
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En portada: Stella Tennant Diseño original para Lee+ por Rodrigo Rojas @rodrohas
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Editor responsable: Yara Beatriz Sánchez De La Barquera Vidal, Información y Ventas Publicidad: (55) 5335 1327. Editado por www.taraediciones.mx contacto@revistaleemas.mx, Distribución: Librerías Gandhi, S.A. de C.V., Dirección: Calle Comunal No.7, Col. Agricola Chimalistac, C.P. 01050, Alcaldía Álvaro Obregón CDMX. Número de Reserva al Título ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2009-051820092500-102. Certificado de Licitud de Título No. 14505 y Certificado de Licitud de Contenido No. 12078 expedidos en la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro Postal EN TRÁMITE. Preprensa e impresión: Multigráfica Publicitaria S.A. de C.V. en Democracias no. 116, col. San Miguel Amantla, Azcapotzalco, C.P. 02700, Ciudad de México. Título incorporado en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa e indirecta, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la presente obra, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de la legislación autoral y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones correspondientes. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Librerías Gandhi y la casa editorial se deslindan de los mensajes expresados en los espacios publicitarios cuya responsabilidad pertenece al anunciante. Hecho en México.
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Un manifiesto antimoda
Martin
Margiela
Francisco Solís
L
de la moda de finales de los ochenta. Margiela decidió volver a lo esencial: la forma que da la tela, el proceso de construcción de las prendas; mostró los andamios, las tablas, los clavos y el pegamento en la estructura de cada creación. Sin un rostro, sin una personalidad, sin esa presencia personal en los medios, era necesario que las colecciones hablaran por sí mismas. Y así ocurrió. Todo el tiempo y el esfuerzo que dedicaron los otros diseñadores a crear sus figuras públicas, Margiela lo utilizó en el estudio, en el trabajo. Sus desfiles eran un manifiesto antimoda. Llevó a la prensa a los barrios más pobres de París, y desarrolló sus presentaciones entre gente local, con niños corriendo en la pasarela al lado de las modelos, con los invitados —que portaban sus costosos vestidos y bolsos— sentados en lavadoras e insumos de una tienda de muebles de segunda mano. En estos desfiles se presenciaban, a veces, decisiones de último minuto, como mostrar las prendas que vestían a las modelos todavía en las bolsas de plástico en las que llegaron al lugar, pues le había parecido a Martin que se veían mejor así, como un comentario a la industria y a las marcas ready to wear. Contrario a lo que se hace en las pasarelas comunes, Margiela invitaba a las modelos a ver, sonreír e interactuar con el público; quería que se les viera como personas, no como maniquíes o bellos ganchos para colgar ropa; esto causó euforia, y las reacciones del público lograban que sus eventos se convirtieran en una fiesta bastante inusual. Lo llamaron “el hombre invisible”, “el misterioso Margiela”, y llamaron a su movimiento “el culto a la invisibilidad”, y más allá de ser una nota curiosa en una publicación de entretenimiento, su trabajo lo colocó como uno de los diseñadores más influyentes en los últimos 30 años en la industria de la moda. Se sabe poco de él; existen ahora un par de fotografías en internet, ninguna reciente. De hecho, en el documental Martin Margiela: in his own words, cuenta sus recuerdos mientras sólo se muestran sus manos, que exploran las cajas en las que obsesivamente conserva objetos, prendas, dibujos que documentan sus procesos, al lado de otras cajas con objetos personales y juguetes de su infancia. El 29 de septiembre de 2008, la Casa Martin Margiela celebró su vigésimo aniversario en París. Esa noche, Martin Magiela dejó el mundo de la moda para siempre. La Maison Martin Margiela aún existe y se encuentra bajo la dirección creativa de John Galliano. Quienes lo han conocido hablan de Margiela como se habla de una figura mitológica, como la aparición de un fantasma amigable y dedicado que hace magia con sus manos. Su formación y la manera en que condujo su carrera hicieron que sus piezas encontraran un punto intermedio entre productos de consumo y obras de arte posmoderno. Este creador quedará en la historia como la personalidad sin personalidad y el diseñador de moda antimoda. +
a personalidad es algo que, hasta hace unos años, estaba intrínsecamente ligado a la moda. Ésta confeccionó frases que se ajustan a nuestros oídos: “La moda es una forma de expresión de uno mismo”. En este sentido, se trata de un mundo en el que la celebridad y la ostentosidad de los diseñadores y sus ideas de elegancia o de extravagancia ofrecen un estilo de vida y una adición importante al valor de las personas por el hecho de portar su nombre en una etiqueta. Sin embargo, cada mucho tiempo, surge una figura que cuestiona estos lugares comunes, le da la vuelta al vestido y nos muestra las burdas costuras que están detrás de los aparatosos volúmenes y orillas perfectas. Martin Margiela, como ningún otro, asumió este personaje: creó una moda antimoda y una personalidad antipersonalidad. Su etiqueta es un pedazo de tela en blanco, con cuatro puntadas blancas que traspasan la prenda y se ven desde fuera, ésa es la marca de la Maison Martin Margiela desde 1987. No lleva su nombre y, sobre todo, no lleva su rostro. No me gusta la idea de ser una celebridad. El anonimato es muy importante para mí; me da equilibrio el hecho de ser como todos los demás. Siempre quise que mi nombre estuviera ligado a un producto de mi creación, no a mi cara. Martin Margiela en Martin Margiela: In his own words El mismo Jean Paul Gaultier, su antiguo mentor, asegura que los hechos de no mostrar su rostro en ninguna de sus pasarelas, no dar entrevistas, no tener un afán protagónico son, por sí mismos, un manifiesto muy poderoso, que le dan a Margiela un aire enigmático y provocador. Martin llevó esto a sus pasarelas: cubría el rostro de sus modelos con telas, máscaras o pelucas, para no distraer la atención del movimiento de sus prendas. No buscaba que las personas aspiraran a tener la belleza de una modelo; quería que apreciaran sus prendas por lo que es posible hacer con las telas, las costuras y distintos materiales. En sus últimos desfiles, en los que ha mostrado la cara de sus modelos, elegía a éstos en castings callejeros; mostraba la belleza natural de las personas comunes, todos con rasgos distintivos, cabello desordenado, piel y facciones imperfectas. La deconstrucción de las piezas, que literalmente mostraban las costuras, los maniquíes en que fueron montadas, la visibilidad de los pliegues y los forros fueron efectos tan revolucionarios que hicieron que todo, fuera de su propuesta, se viera pasado de moda. Esto se vio enfatizado por la influencia de los diseñadores japoneses, capaces de hacer vestidos completos sin realizar un solo corte, quienes además lograban una arquitectura completa sólo con un pedazo de tela y un par de costuras. En síntesis, un contraste necesario con la ostentosidad, opulencia, color y superficialidad
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José Luis Trueba Lara
S. Nob. H
asta donde tengo noticia, la nueva palabra comenzó a popularizarse en las primeras décadas del siglo xix. Su nacimiento en Inglaterra no era resultado de una chiripada: aquí y allá se miraban las personas que no nacieron en buena cuna y que, sin ningún recato, se sentaban en los lugares más chic, con la ropa que —por lo menos a golpe de vista— rimaba a todo dar con el último alarido de la moda. El más poderoso de los caballeros les abrió las puertas que durante siglos se mantuvieron casi cerradas. A pesar de su dinero, los pelafustanes marcados por el arribismo provocaban que las cejas de la realeza se alzaran con desprecio. Ellos eran los snobs, quienes se ganaron el apelativo gracias a las listas de los exámenes de Oxford y Cambridge, en las que los profesores anotaban la abreviatura S. Nob. para que no se les olvidara que ese alumno era alguien sine nobilitate (sin nobleza) y, por lo tanto, no se parecía a sus compañeros que llegaron al mundo gracias al afortunadísimo coito de una pareja con blasones.
I Los snobs habían nacido sin nada y, para su desgracia, se enfrentaban a un problema que parecía imposible de resolver. A ellos les pasaba algo muy parecido a lo que le ocurrió al burgués de Molière cuando descubrió que a todas luces hablaba en prosa. Efectivamente, eran los hombres que se hicieron a sí mismos: los protagonistas del trabajo que a veces era fecundo y, por supuesto, los más preclaros representantes de la meritocracia, que nacía gracias a las actividades empresariales y académicas. En el mejor de los casos, los arribistas apenas poseían un título que los cobijaba con un escudo de armas que no era el de su familia: un diploma universitario. Por lo menos en teoría, el éxito económico estaba a su alcance, pero el miasma de lo naquete bien podía acompañarlos hasta la tumba. La idea del nuevo rico ya se mostraba con toda su fuerza. Ante tamaño problema, algo tenían que hacer. A como diera lugar, a marchas forzadas, debían adquirir la distinción y las maneras de los nobles. Como en aquella época aún no se tenía la cachaza de perpetrarle a una hija el estrambótico nombre de Milady, la solución tenía que encontrarse en otro lado, y las editoriales comenzaron a darles respuestas: en el siglo xix, de a de veras se popularizaron los manuales de urbanidad y buenas costumbres, escritos por supuestas nobles que les enseñaban a los snobs los modales de la realeza. En español, además del infaltable Carreño, los libros de este tipo formaban legión: Saturnino Calleja publicaba a la baronesa Staffe; la viuda de Bouret, a la condesa de Tramar, y los hermanos Barral a la condesa del Castellá, tres nombres que tal vez ocultan a los negros literarios que se ganaban unos pesos enseñando lo que jamás habían practicado. Si bien es cierto que gracias a estos librines los snobs podían aprender a comportarse como si fueran los más ínclitos representantes de la realeza, también lo es que esto no era suficiente para figurar en sociedad. Si para ser torero hay que parecerlo, lo mismo vale para la nobleza. Así pues, había que agenciarse la ropa a la altura de sus nuevas costumbres. Los snobs que tenían lana no afrontaban grandes problemas para comprar los trapos necesarios, pero los que sólo poseían ansias de figuranza pasaban las de Caín. En tiempos de don Porfirio, Pancho Bulnes era claro a este respecto: ellos preferían apretarse el cinturón y pasar hambres con tal de vestirse a la francesa. El mito genial del “como te ven, te tratan” había llegado para quedarse. Una vez que estaban educaditos y bien vestiditos, los snobs tenían que seguir adelante con los cambios: su casa no podía seguir siendo la que era; los muebles que copiaban los de la realeza tenían que ocupar el espacio. En los asuntos del comer y el beber, les pasaba más o menos lo mismo; los platillos con nombres desconcertantes y las bebidas finolis aparecieron en sus mesas. Y si la lana no les alcanzaba para lograrlo, siempre había modo de salir adelante. En los manuales para enfrentar los apuros domésticos, podían encontrar las maneras de hacer pasar un vino blanco y dulzón por moscatel: nomás había que agregarle flores secas de sauco, salvia y algo de cilantro; si querían una champaña, nada mejor que hervir un vino blanco corrientón con azúcar, bicarbonato, negro de huesos, semillas de apio y tantito ácido tartárico. Si lo que se afirma en las Mil y una recetas de artes y oficios resulta saludable es un asunto sobre el que no he tenido la mínima intención de experimentar. Pero el caso es que, gracias a estos consejos científicos, los dueños de la casa podían fingir que eran de lo más nais y seguramente dejarían boquiabiertos a sus invitados, que jamás se habían echado un farolazo de Veuve Clicquot. Al final, si el conejillo de Indias nomás fruncía la nariz y la lengua le quedaba rasposa por el ácido tartárico, era una prueba fehaciente que no sabía de lo bueno y seguía siendo un chundo acostumbrado al chínguere y el tlachicotón. Así, después de muchos esfuerzos, ellos y todo lo que los rodeaba mutaban sin remedio: sus casas, roperos y alacenas rebosaban de
chunches. Lo curioso es que esta acumulación no necesariamente los salvaba de su mal fario: “Más que un relato sobre la codicia —escribe Alain de Botton en Ansiedad por el estatus—, la historia de los bienes suntuarios podría interpretarse con mayor acierto como un registro de traumas emocionales”. Esos objetos son “el legado de quienes, sintiéndose presionados por el desdén de los demás, han incorporado una extraordinaria cantidad de elementos a su yo desnudo para hacer ver que también ellos pueden tener derecho al amor”, al respeto y a satisfacer sus ansias de pertenecer. II Las ansias de ser alguien y codearse de tú a tú con los meros meros no se terminaron en el siglo xix. Sin grandes problemas, el registro de los traumas emocionales resistió el paso del tiempo. Doscientos años más tarde, siguen más firmes que una roca, y los guanabí forman parte de un tupidísimo paisaje que parece abarcarlo todo. En las sociedades marcadas por la democracia, todos tienen derecho a ser amados, respetados y a pertenecer al grupo que desean. Es más, esos afanes transformaron la economía: las tarjetas de crédito —que se generalizaron—, las ofertas incesantes y la posibilidad de comprar a meses sin intereses demostraron que una parte de los snobs podían satisfacer sus deseos sin grandes problemas. En la mayoría de los casos, las ventas masivas son preferibles a las pequeñas compras de un grupo de privilegiados. En las sociedades democráticas, el mercado de lo snob funciona a pedir de boca: los nuevos manuales de etiqueta que prometen transformar a sus lectores en algo parecido a la realeza se editan a la menor provocación. La única diferencia con sus antepasados es que no fueron escritos por una condesa o una baronesa; sus autores son aquellos que —por lo menos en teoría— sí la hicieron y están dispuestos a revelar sus secretos con tal de salvar de la ignominia a sus lectores. Con la ropa y las joyas ocurre algo parecido. El outlet, las baratas de fin de temporada y la ropa de bajo precio que cambia de colores y diseño cada pocas semanas en las tiendas que ofrecen la posibilidad de volvernos de lo más chic a cambio de unos cuantos pesos son la materialización de los nuevos paraísos. Incluso, en ellos se puede vivir la experiencia de contar con un personal shopper, que ayudará a los neófitos a agenciarse el outfit perfecto. Y si de plano no se tiene lo suficiente para ir a estos lugares, siempre existe la posibilidad de comprar las prendas y los accesorios que se fabricaron en los talleres de los bucaneros y que se venden en los tianguis. En el fondo, a muchos no les importa que en la carátula de su reloj se lea Curtier en vez de Cartier o que en la etiqueta de su saco aparezcan las palabras Hugo Poss. Lo prioritario no recae en si esos objetos son verdaderos; lo decisivo es que lo parezcan y sus portadores se vean de lo más in, aunque traigan un modelito de hace tres temporadas. La comida tampoco pudo escapar del nuevo esnobismo: si antes un plato rebosante expresaba la certeza de que se comía como los reyes y la gula era una indudable señal de que se tenía de sobra, lo que hoy rifa es una suerte de antigula, marcada por lo exótico y lo orgánico. Los platos que resultan tan minimalistas como las casas y en los que se presumen los productos ajenos de la química son fundamentales para mirarse en público, aunque en lo privado ocurran otras cosas. Cuando los historiadores del futuro nos vean, quizá dirán algo parecido a lo que señalaba don Pancho Bulnes. Es cierto, todo parece indicar que no hemos cambiado gran cosa desde que aparecieron los primeros snobs, que se esforzaban al máximo por parecer gente de la realeza: cada novia que se compra un vestido que copia los que usaron las nobles británicas refrenda esta presencia. La acumulación de objetos todavía representa el registro de nuestro deseo de ser amados, respetados y aceptados, si hoy les llamamos tendencia es lo de menos. La nueva palabra tiene un aroma a rancio que clarito se lee en la expresión sine nobilitate. +
9 José Luis Trueba Lara. Escritor, editor y profe. Colabora en la radio y de pilón sale en la tele. Duerme la siesta con su esposa y ha publicado varios libros. Es un lector que ha llegado al extremo de trabajar para pagarse el vicio. Twitter: @TruebaLara
Infinitivos cuerpos
La moda viceversa Itzel Mar
E
l yo es un cuerpo; algo que posee forma, límites, y, por lo tanto, puede ser apreciado a través de los sentidos. Precisamente, en términos de percepción, un ser humano puede ser advertido como un conjunto de elementos en el que destacan básicamente dos: el cuerpo y el rostro, ambos demandantes de las miradas propias y ajenas; tanto que, para poder mantener la atención en uno, es necesario desentendernos del otro. Porque no es posible hacerles caso minuciosamente de manera simultánea. El rostro incluye ojos, nariz, mejillas, sonrisa, gestos, frente, arrugas, comisuras y uno que otro accesorio. El cuerpo lo conforman el tronco, el cuello, las extremidades, las caderas, la espalda y la cabeza, los zapatos y la ropa. Esta última, una especie de extensión, como los aretes en el caso del rostro. Pero, ¿por qué vestirse? ¿Para qué sirven los adornos? ¿Por qué se le ocurrió un día a alguien que la desnudez debía ser escondida? ¿Para comunicarnos requeríamos cubrirnos y utilizar chucherías? ¿Quizá la necesidad de protección frente a la intemperie? ¿Andar por la vida en alguna forma de empaque acaso nos humaniza? Arropar el cuerpo y ornamentarlo representan una experiencia compartida en prácticamente todas las culturas; requisito ineludible para formar parte de una colectividad. Vestirse suele enfatizar la idea de resguardo, mientras que los adornos tienen la intención de modificar el cuerpo para mostrarlo más atractivo. La ropa y los adornos son cosas, y las personas nos caracterizamos por acumular estas cosas y convertirnos un poco en ellas. Los objetos vinculan y emocionan. Voluntaria e involuntariamente, cumplimos las expectativas de poseer ciertos enseres, como resultado de nuestra búsqueda permanente de ser aceptados en una determinada tribu. Así surge la idea de la moda. Podemos decir, entonces, que ésta hace referencia a un sistema de organización y a una expresión sentimental de carácter colectivo, que por su naturaleza suele ser pasajera. Pablo Fernández Christlieb dice, no sin ironía: “La moda es el dispositivo por el cual una cosa deja de servir antes de que se acabe”. Utilizar lo que se encuentra de moda nos permite tramitar nuestra identidad de aprobación. Por eso, en teoría, usar unos zapatos Ferragamo, una mochila Tous y un perfume Lancôme nos vuelve seres potencialmente más atractivos y queribles. La palabra moda no suele ser de primera necesidad ni hace referencia a asuntos de carácter urgente. Así, cuando nos sentimos banales, no nos da por leer a Nietzsche o a Emil Cioran, sino hojeamos desenfadadamente Vogue o Elle. Sin embargo, abstenerse completamente de lo moderno, es decir, de lo que se encuentra a la moda o en tendencia, se convierte en una especie de desacato que puede merecer la crítica más feroz e incluso alguna forma de destierro. Las modas suelen representar la lógica y el sentido común del momento en que surgen. Son metáforas de la emoción grupal y de las ideologías. Por esa razón, no hubo
manera de persuadir a las mujeres del siglo xix de no utilizar las crinolinas, los olanes y el corsé que deformaban su apariencia al exagerarla y ceñirla al mismo tiempo; entre más diminuta fuera la cintura, más respetable se consideraba a una mujer. Amarrar literalmente a las damas fue necesario, pues se requería moldearlas, embellecerles la existencia a punta de estrujamientos hasta darles el talle de un reloj de arena. La decencia era proporcional a la falta de aire y a la intensidad del jadeo al hablar. La moda —esa novedad provisional— se convierte en una realidad entre mediados y finales del siglo xix, cuando comienza a ser posible una mayor adquisición de objetos, la ropa, entre ellos, anteriormente utilizada hasta el colmo del remiendo. Las prendas duraban décadas, e incluso eran parte de las herencias, pero la transformación económica y tecnológica como resonancia de la Revolución Industrial dio pie al inicio de la era infinita del derroche y de la imposición de lo efímero. La conclusión: entre las modas conservadoras, emperifolladas, antiestéticas, por razones de género, abstractas, holgadas, asimétricas, oscuras, la única que ha sobrevivido a todas y a ella misma es la elegancia, que se parece más a una habilidad y a un estado del alma. Su apariencia es lo simple, aquello que se hace notar de tanto pretender pasar desapercibido, sin hacer ruido; de ahí el consenso entre muchas mujeres de diferentes generaciones respecto de que su ropa favorita es un vestido negro y liso. La idea original de esta prenda pertenece a Coco Chanel, quien durante la primera mitad del siglo xx le dio el valor de creación a la vestimenta más confortable y desenfadada, al otorgar un estatus sobresaliente a lo sencillamente cotidiano. Así como sus vestidos, su frase más famosa permanece vigente: “La moda es efímera, pero el estilo permanece”. Lo elegante es un gesto de coherencia y de buen gusto frente a las circunstancias. En 1922, Paul Valéry afirmaba: “La elegancia significa transferir libertad y economía a lo visible. La facilidad en asuntos difíciles. Encontrar sin pretender haber buscado. Saber sin revelar que uno ha aprendido”. Así, como voluntad, la elegancia nos reitera que lo cómodo y lo armonioso ocupan poco espacio y no suelen producir escándalo, y que la rudeza y lo tosco estorban tanto como las lentejuelas, la pedrería y los moños. +
10 Itzel Mar. Poeta, editora y psicóloga. Disfruta releer muchas veces sus libros preferidos e inventar palabras. Twitter: @aegina23.
LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO La resurrección del Cristo que mora en tu interior Paramahansa Yogananda
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Música
Íconos del tiempo Fabián V. Escalante
C
on el paso del tiempo, se han creado diferentes referencias socioculturales para hablar de un periodo, ya sea alguna vestimenta de aquel entonces, el peinado sensacional, una paleta de colores de excesivo uso, un acontecimiento histórico, algún movimiento generacional, cierto personaje relevante o las canciones que sonaban por doquier: todo para referirnos a la moda de ciertos años. Probablemente alguna moda de aquellos días se mantenga vigente, tal vez haya evolucionado para adaptarse al tiempo y a las nuevas generaciones, pero ¿qué tan efímero es el concepto de la moda? Realmente estamos al tanto de cuando algo pasa de moda o pierde relevancia. Un hecho que posiblemente resulta más visible es cuando han pasado algunos años y ciertas tendencias se retoman; en ese preciso momento, en el que ya lo hemos visto antes, todo resuena a lo que ya quedó atrás; tiene un sabor a reciclaje y surge un ¿por qué? sobre la idea de volver a usarse. Es más rápido hacer un conteo de las viejas tendencias que regresaron hoy en día que recordar a qué época pertenecen. Sin duda, la nostalgia es el efecto que mantiene con vida a ciertas generaciones, que se han encargado de contar algunos de sus años dorados. Con esta nostalgia, las nuevas generaciones buscan retomar lo que parecía estar guardado en un baúl, para ahora posicionarse en la moda vintage, una revisita al pasado para traer una vieja imagen contemporánea. Sin pensarlo en absoluto, la música ha formado parte de la historia y de la materialización de la moda y la antimoda. Definitivamente, los sonidos, las composiciones y los ritmos se han encargado de ponerle un toque diferente a cada década. La música viene acompañada de un montón de ídolos que marcaron un antes y un después en diferentes generaciones, todo para contribuir a un futuro incierto. Pero ¿qué tanto conocemos de sus historias, que han servido como aportes de libertad generacional?
De cara Debbie Harry (Libros Cúpula) Un retrato de la cara de Blondie, aquella rubia que se impuso en el camino de la new wave para representar la postura de la mujer punk y exitosa. Liderando un grupo conformado por hombres y confrontando la misoginia de la industria musical, logró canonizarse como un ícono de la cultura pop.
La ira es energía John Lydon (Malpaso Ediciones) El caos y la confrontación fueron la tarjeta de presentación de una de las bandas de punk más rompedoras: Sex Pistols, vociferada por Johnny Rotten, quien hasta la fecha se mantiene con el espíritu persistente de expresar. Está de moda no estar a la moda. Lydon decidió mandar al carajo la pinta punk, cuando el punk se convirtió en un estilismo.
The Beautiful Ones Prince (Reservoir Books) El trabajo, la conceptualización, la transformación y la cima: el recorrido de un personaje que cautivó a la cultura pop. Si pudiéramos describir a Prince en una sola palabra, la correcta sería reinvención. Unas memorias publicadas de manera póstuma nos muestran la historia reconstruida de un ícono de la música y la moda, definitivamente alguien que no pasará de moda jamás.
El año del Mono Patti Smith (Lumen) Las maravillosas cualidades artísticas de Patti Smith son el reflejo de sus referencias culturales, que impregnan su música, sus letras, los libros escritos y las fotografías tomadas a su entorno. No sólo es la madrina del punk y una representante de la música, también abandera una mente ligada al feminismo y a la intelectualidad, que sigue compartiendo su paso por esta vida.
Dancing with Myself
A todo riesgo
Billy Idol (Simon & Schuster) Su acercamiento y sus estudios relativos a las artes, llevaron a Billy Idol a desempolvar un libro de sociología que lo inspiraría para nombrar a su primera banda: Generation X, agrupación que le dio la oportunidad de permanecer hasta esta década como uno de los solistas más grandes y revolucionarios del punk.
Chrissie Hynde (Malpaso Ediciones) La sinceridad es la forma más profunda de acercarnos a alguien. Al conocer las posturas, las reflexiones y el desarrollo de Chrissie, podemos ver la libertad y los excesos que trazan el mapa de un viaje que marca su destino para liderar a una de las bandas de rock más importantes del siglo xx, The Pretenders.
Morrissey: autobiografía
¿Cuándo es ahora?
(Malpaso Ediciones) Un recorrido por una feroz infancia, una adolescencia incomprendida y la visión del mundo que desea tener en sus manos, así podemos ver la formación del líder de la banda británica The Smiths, que abriría el paso al britpop para influenciar a más bandas. Poco a poco, su vida se convierte en poesía para detonarse en canciones con un sinfín de referencias de su amor por la literatura.
Johnny Marr (Malpaso Ediciones) Si el punto de partida consistía en una buena formación musical en una de las décadas más notables de la escena en Manchester, la integración de un grupo era algo inevitable. Johnny dejó a un lado la resaca del punk, el estatus del rock y la aburrida batalla ganada por la música de su momento y, consciente de su generación, comenzó a buscar una nueva ola.
La chica del grupo
The Storyteller
Kim Gordon (Contra) Ícono de autonomía, feminismo y del rock alternativo, así podemos presentar a Kim Gordon, miembro fundadora de la ya disuelta banda Sonic Youth. Gordon no buscaba escribir de Sonic Youth, sino hablar de sus raíces, sus relaciones y emociones. Toda una revelación de aquella imagen que ella misma ha creado con el tiempo para mostrar a la verdadera Kim.
Dave Grohl (Dey Street Books) Si bien este libro está a punto de ser lanzado, se espera un acercamiento honesto y lleno de emociones que han acompañado en 40 años de carrera a Dave, un precursor del rock que ha creado un equilibrio en la música y que ha mantenido una banda sólida e imparable. Un baterista convertido en ícono viviente del rock.
Cyndi Lauper: A Memoir
Diarios de Kurt Cobain
Sin duda, una de las figuras pop favoritas de MTV fue Cyndi Lauper, con un colorido pop y fiel a su esencia, que se ha mantenido presente hasta nuestros días. Lauper cuenta la historia de su llegada al éxito de una manera graciosa, honesta y real. Se mantiene optimista a pesar de las desgracias y el arduo trabajo que implica grabar un álbum.
(Reservoir Books) Un acercamiento íntimo al recuerdo póstumo de Kurt Cobain, a través de cartas, comentarios, trazos y borradores de canciones. En este diario se encuentran pensamientos que giraban en torno a sus adicciones, la depresión y la inestabilidad con su esposa. Se trata de una aproximación al líder de una generación, que trascendió como leyenda e inspiración para nuevas agrupaciones.
Porcelain. Mis memorias
More Myself: mi viaje
Moby (Sexto Piso) Las fiestas rave probablemente se convertían en un punto de encuentro para conocer la propuesta de la escena underground, y Moby no duda en negarlo ni en contarlo. Los escenarios de excesos y perdiciones se convirtieron en la oportunidad y el posicionamiento de una de las carreras más importantes en la música electrónica, y por supuesto que se puede dejar a un lado la vida de adrenalina para iniciar un camino de activismo y veganismo.
Alicia Keys (Ediciones Camelot) La búsqueda de sí misma y una mirada al pasado, a su infancia, su desarrollo musical, sus momentos de inspiración, su llegada al éxito y algunas historias inquietantes. Alicia sigue trabajando y ofreciendo una voz exponencial a diferentes movimientos, con los objetivos de conseguir soluciones y crear conciencia para ayudar a prosperar en este mundo. Todos pueden formar parte de este viaje que ha recorrido y sigue recorriendo la gran Alicia Keys.
Fabián V. Escalante. Le encanta leer Sombra y hueso de Leigh Bardugo. Cuando no escucha música, escribe un poco; ama a los gatos y a los perros. La voz en off en las entrevistas de Lee+.
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José Luis Trueba Lara
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n 2005, el happy slapping era el reto de moda. Divertirse con él no resultaba muy complicado: quienes lo operaban sólo debían encontrar una persona indefensa para darle un bofetón mientras grababan con su teléfono lo que ocurría. No se necesitaba más, tampoco menos. Después de esto, subían los videos a la red y el público podía pasar un buen rato mirando cómo degradaban a alguien. El número de visitas que tenían esos videos deja clara su popularidad: los millones de likes que recibían son indiscutibles. Las cosas habrían continuado de no ser porque empezaron las protestas y fueron proscritos: nadie en su sano juicio podía apoyar que se le diera una cachetada a un indefenso para que otro se divierta. Lo más extraño de este caso es que los adolescentes que fueron detenidos por estas acciones siempre le dijeron lo mismo a las autoridades que los sentaron en el banquillo: sólo era un juego, una diversión como cualquier otra. Ninguno se detuvo a cuestionar lo que había hecho, la moda —por donde quiera que la vieran— no podía ser algo malvado. Nadie, absolutamente nadie asumió que existían otros tipos de virus que podrían provocar una pandemia. A pesar de la imposibilidad de oponerse a lo que ocurrió con el happy slapping, también es necesario reconocer que, en más de una ocasión, los juicios sumarísimos de la viralidad han sido expeditos y fulminantes. Gracias a los votos, que se manifiestan en los likes o los dislikes, se condena al presunto culpable, incapaz de presentar las pruebas de su inocencia. Una mayoría integrada por pulgares que apuntan hacia abajo basta y sobra para condenar a cualquiera: el castigo nada tiene que ver con la justicia, sino con una sumatoria que se otorga a sí misma las supuestas cualidades de la democracia y la corrección política, sin darse cuenta de que está infectada. Los seres sin rostro o sin nombre actúan de la misma manera que el César cuando decidía el destino del gladiador derrotado: sus deseos y sus caprichos determinaban la vida o la muerte. Los ejemplos de estos casos son abundantes: alguien perdió el trabajo por escribir que las lentejuelas de Juan Gabriel eran nacas; otro no pudo titularse porque su tesis no tenía un lenguaje incluyente, y su caso —en vez de ser discutido en la academia— se ventiló en las redes sociales, y alguien más se quitó la vida por ser denunciado por un acoso que nadie sabía si ocurrió. Esa denuncia era anónima y la réplica, imposible. La inquisición de la viralidad, que se asume como juez y verdugo, nos pone delante de un problema grave: la tiranía de una mayoría que vota por la vida o la muerte de una persona y no tiene ninguna responsabilidad por sus actos.
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La inquisición de la viralidad II A pesar de la corrección política que la anima y la nutre, la inquisición de la viralidad es siniestra: limita la libertad, cancela la posibilidad de la diversidad y obliga a aceptar los dictados de una mayoría que se proclama como única poseedora de verdad y virtud. Estamos ante un hecho que destruye un planteamiento de Isaiah Berlin, una idea en la que creo irracionalmente, pues me permite mantenerme cuerdo en un mundo de locos: “El hombre se diferencia de los animales no tanto por ser poseedor de entendimiento o inventor de instrumentos y métodos como por tener capacidad de elección; por elegir y no ser elegido; por ser jinete y no cabalgadura; por ser buscador de fines, fines que cada uno persigue a su manera, y no únicamente de medios”. Es decir: yo no sólo tengo derecho a elegir cómo prepararé mi desayuno, también lo tengo para pensar que las lentejuelas de Juan son nacas o para escribir como se me pega la gana e ignorar la @, que no puede pronunciarse como una letra. Los inquisidores de la viralidad se esfuerzan por anular la posibilidad de elegir algo diferente, de proponer una ruta distinta o de mostrar una opinión a contracorriente. Nadie tiene derecho a ser distinto de ellos, un hecho que nos pone delante de una extrañísima paradoja: los adalides de la pluralidad, la inclusión y la corrección política en realidad hacen todo lo posible por anular y castigar a los que no siguen sus pasos. Los incluyentes son fervientes devotos de la exclusión y los políticamente correctos son capaces de crímenes con tal de mantener sus ideas. Ellos condenan al yugo de la aceptación y la conformidad a una siniestra homogeneidad y a la religiosidad que sólo puede tener una secta. Sin embargo, desde mi perspectiva, las cosas están claras y son distintas de lo que proponen: un mundo de seres iguales no es humano, es un hormiguero perfectamente funcional, predeterminado y pacífico, un espacio donde la elección resulta imposible y todos se transformaron en una cabalgadura que no se atreve a rebelarse. El miedo a la condena y a la muerte social los paralizan. Creo que la tiranía de la viralidad se ha convertido en el arma preferida de los criminales agazapados, de los que anónimamente se suman a la masa y se transforman en los verdugos de los diferentes. Estoy cierto de que John Stuart Mill tiene razón al afirmar que ellos “no pueden comprender por qué sus hábitos no han de ser bastante buenos para todo el mundo; y lo que es más, la espontaneidad no forma parte de su ideal […] más bien la consideran con recelo, como un obstáculo perturbador y acaso invencible”. Efectivamente, los nuevos inquisidores han olvidado la lección de docta ignorancia que Sócrates nos ofreció al asumirse como un tábano que aguijonea a la polis. Ellos prefieren el grillete o el báculo de la corrección política a la posibilidad de asumir el riesgo de la duda y pensar que la mayoría puede equivocarse y optar por una imbecilidad. El número de likes que reciben o dejan de recibir es el código que marca su vida.
III ¿Por qué razón un individuo puede convertirse en un verdugo sin sentir remordimientos?, ¿de qué manera puede justificar el sufrimiento o la muerte de un semejante? La respuesta a estas interrogantes no es simple, apenas se puede intuir gracias a ciertos experimentos y contagios. A comienzos de la década de los sesenta, Stanley Milgram llevó a cabo una serie de experimentos para analizar el fenómeno de la obediencia. La persona que participaba se enfrentaba a una disyuntiva precisa: obedecer y asesinar a alguien o desobedecer y salvarle la vida. El resultado fue sorprendente: 65 por ciento de los participantes “mataron” a una persona por seguir las órdenes de quien supuestamente era más poderoso y podía eximirlos de cualquier responsabilidad. La justificación “yo hice lo que me dijeron” les parecía suficiente, y no se detuvieron a pensar que sus palabras eran idénticas a las que pronunciaban los criminales de guerra. Algo de esto llevan a cabo los inquisidores de la viralidad: “A mí me pidieron que diera un like o un dislike, y eso fue lo que hice. Yo no maté a nadie, sólo di un clic para dar mi opinión”. Aunque el experimento Milgram da algo de luz, sus conclusiones no bastan para explicar por qué razones alguien se suma con gusto a un linchamiento viral. Esa persona, en el fondo, podía negarse a dar un like o un dislike. Por esta razón vale la pena asomarnos a otro experimento, el que llevó a cabo Solomon Asch para valorar el peso que tenía la aceptación en las decisiones de un individuo. La prueba era simple: se reunía un grupo de personas en el que sólo una sería analizada. A todos se les hacía una serie de preguntas; los que no serían analizados daban una respuesta notoriamente falsa. Ante estos hechos, 75 por ciento de los analizados se sumó a las respuestas falsas con tal de no llevarle la contra al grupo. Ellos querían ser aceptados y anhelaban a toda costa evitar la crítica. Así pues, a la idea de “yo hice lo que me dijeron” se suma el deseo de formar parte y no ser criticado por los otros verdugos. Si alguien vive o muere es lo de menos, el like o el dislike los hizo formar parte de algo y, si ese algo sonaba políticamente correcto, tanto mejor. Ahora agreguemos un último elemento: la idea de la higiene digital, que ofrece la posibilidad de no tocarse ni mostrarse, de estar lejos de los virus que pueden contagiarnos. Hoy, los cuerpos pueden no aparecer en las pantallas: ellos son los rectángulos grises de Zoom, las siluetas que se muestran en las redes sociales para otorgar el anonimato casi absoluto. En esa zona gris, los virus de la nueva inquisición pronto encuentran organismos donde alojarse y crecer. Ellos se transforman en las sombras que serán aceptadas, en las grisuras que hacen lo que les dicen, en los furibundos defensores de las sectas que apelan a la corrección política y a la inclusión con tal de excluir y llevar a cabo juicios sumarísimos. Nada puede detenerlos y, en cada contacto, pueden contagiar a otros con el virus que se apoderó de ellos. La nueva pandemia empezó mucho antes que se mostrara el covid-19, aunque sus víctimas aún no han sido contabilizadas. + 15
Brenda Ríos
Perder la fortuna, el estilo, jamás
PARÍS y el exceso desbordado
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ué viene a nuestra mente cuando decimos París? ¿El Louvre? ¿Los cafés al aire libre? ¿Las francesas que presumen de no engordar nunca sin hacer régimen? ¿La moda? ¿Las novelas de adulterio jugosas? Le debemos más que eso. Le debemos los libros coffee table, los peluqueros, los diseñadores, los panaderos, la fascinación por la realeza, que se transforma en fascinación por las celebridades: alguien a quién mirar y copiar, si se puede y el bolsillo lo permite. Le debemos los centros comerciales, las vitrinas, la idea de ir de compras, las guías de viajero, la alta cocina, los altos y complicados peinados, el modo de usar los cubiertos, la cristalería, el vino, la comida, los sombreros, la poesía, los jardines, las ideas de refinamiento y elegancia, las fiestas, el adulterio, los peluqueros, los oficios dedicados a mejorar la apariencia que cobraron vida en Versailles. La vida del palacio se extendía al mundo en una muestra de esplendor, lujo y fastuosidad, sin llegar a lo grotesco o a lo extremo. Contención y elegancia, sutileza. Eso era París. Para los alemanes, el suicidio; para los franceses, el romance. Para unos, el orden; para otros, el placer, ¿y sí? ¿Es sólo el placer la posibilidad del encantamiento en la posmodernidad? París es sinónimo de refinamiento, delicadeza y lujo. Pero no siempre fue así. Dice Joan DeJean, en su libro The Essence of Style: How the French Invented High Fashion, Fine Food, Chic Cafés, Style, Sophistication and Glamour, que la historia de cómo París se convierte en lo que pensamos cuando alguien dice París es la historia de hombres y mujeres que pudieron reinventar la rueda en distintos campos, gracias a que entendieron la importancia de dos conceptos: mantener el alto nivel de calidad y olvidarse de lo barato. Nunca subestimar la importancia de la decoración y el ambiente. Los franceses, dice ella, entendieron muy bien el concepto de marketing; fue ahí donde empezó la moda, la industria de la moda, y desde entonces no suelta el monopolio de una imagen que perdura, esplendorosa y actual. Ella, la parisóloga (ha escrito once libros sobre París, entre literatura francesa, historia, arquitectura y demás), en otro de sus libros más vendidos, How Paris became Paris, The Invention of the Modern City, cuenta cómo las ciudades modernas le deben tanto al diseño urbano, a la planeación metódica, a los espacios abiertos de una ciudad que se abría al mundo en un periodo entre guerras. París eliminó las fortalezas y abrió los cafés y las calles, las vitrinas: las mujeres caminan en la ciudad, a diferencia de cualquier otra ciudad europea. Nada de esto sucedió en el xix, sino dos siglos antes. Ahí radica la verdadera modernidad y, seguramente, el éxito posterior. París fue, por mucho, la ciudad mejor planeada de Europa desde el siglo xvii, no por nada también fue la primera en tener guías turísticas para recorrerla.
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“Para los franceses, el buen gusto es el más fructífero de los negocios”, afirma Jacques Necker —citado por la genial Joan DeJean—, un banquero genovés y uno de los últimos ministros de finanzas del gobierno francés antes de la Revolución de 1789. ¿Pero qué es el buen gusto? Si se trata de algo que se gasta tanto y se reinventa, entonces podemos alcanzarlo, no resulta imposible. París es una marca propia, un sello de garantía. Una idea de que lo mejor y lo más refinado que hubo en el mundo estaba ahí antes, en un solo lugar con demarcación geográfica. La París sucia, con una política dura respecto de los migrantes, no nos interesa tanto; está demasiado cercana, es real. ¿Las pelucas son de buen gusto? Representan el antecedente de las extensiones, quizá. Ya existían en la Antigüedad clásica, pero no fue hasta la París del siglo xvii que se hicieron populares y extremas. Sin embargo, existe el rumor de que se comenzaron a usar, así como los sombreros grandes, en el instante en que los reyes y los hombres de la nobleza comenzaron a perder cabello. Parece que la sífilis tuvo que ver con ello; atacó a militares, duques, papas y artistas de toda índole. Como muestra, están ahí los maravillosos retratos que servían también como escaparate privado de moda cortesana. Como nota al pie, cabe recordar que el sombrero pequeño que usan las mujeres de clase trabajadora en Bolivia surgió porque, a inicios del siglo xx, un vendedor inglés que tenía un excedente de producción logró convencerlas (al inicio eran las mujeres de clase alta y, luego, como sucede con el tiempo, la moda “baja” y se queda, transformada y adoptada, en la clase obrera) de que ese sombrero pequeño era “la última moda en París”. Esa expresión permearía toda América en los dos últimos siglos en distintos niveles: en la alta y en la baja cultura; en la alta y en la baja costura, como lugar común, como pretexto, como justificación. Importa París y no Francia en sí. Fue Walter Benjamin quien definió al flâneur, justo porque, además de todo, en París se camina. Por las mismas calles donde décadas antes Baudelaire escribió los Pequeños poemas en prosa, que son viñetas de una París urbana y moderna: con luz eléctrica; con gente en la calle, bebiendo a altas horas, haciendo la vida: una combinación del mundo industrial, un rechazo al modelo burgués, a lo convencional, al puritanismo del viejo mundo. Y la imagen que perdura no es ésa, sino la otra: la de París del exceso y el esplendor. París es un producto de importación tan especial que el informe anual Top 100 City Destinations 2019, realizado por Euromonitor Internacional, la anuncia como la sexta ciudad más visitada en el mundo. Es decir, cinco siglos después del trabajo de mejora y embellecimiento a cabalidad por los jardineros, arquitectos, decoradores,
Brenda Ríos. Escritora. Vive en Ciudad de México (intentó escapar, pero no lo logró) y no tiene mascotas. Tampoco es vegetariana. Ha escrito unos diez libros de ensayo y poesía. Algunos de ellos pueden ser descargados de manera libre (porque es buena y generosa) en <poesiamexa.wordpress.com> y en <laflecharoja.com.mx>.
artistas del gabinete Luis XIV, el trabajo de propaganda sigue intacto: la ciudad más romántica, la ciudad mejor diseñada, la ciudad con los mejores cafés, la ciudad más auténtica, la más etc. de lo etc. Tan sólo el turismo genera ocho por ciento del producto interno bruto de Francia. Luis XVI no estaba solo en el diseño de la ciudad, que sigue más o menos su diseño original, contaba con su ministro de finanzas Jean-Baptiste Colbert, quien escribió el libro moderno de proteccionismo económico y las guerras comerciales. Juntos crearon una economía del lujo y de la élite. Una política económica vinculada a la cantidad de oro y plata que pudieran mantener en reserva. La marca propia que comenzó en el siglo xvii sigue hasta ahora. París es tan cliché que logra algo espléndido: en lugar de abaratarse por la repetición, gana en sí misma, gana sentido en esa repetición. Sus edificios son emblemas, así como sus monumentos. Es tan vulgar que resulta elegante; un oxímoron que se planeó de antemano. Tan lugar común que Woody Allen salió de Manhattan para hablar de ella e hizo justamente eso: retratar la época dorada de principios del siglo xx: la París bohemia, triste y expectante de antes de la Segunda Guerra Mundial. La ciudad que Hemingway inmortalizó en París era una fiesta. Todo lo que importó para el arte contemporáneo sucedió ahí. Fue en esa ciudad donde estaban los pobres, los muertos de hambre, sufriendo el otro lugar común del mundo: ser artistas, beber vino y vivir en una buhardilla con vista a la Torre Eiffel. Muchos creen que París es la ciudad de la moda desde el siglo xx, pero no. DeJean cuenta que, en el periodo del Rey Sol, el duque de Saint-Simon ofreció una fiesta digna de las descripciones de Tom Wolfe. Tuvo cuidado en todos los detalles del vestuario, tan bien realizado que el propio rey lo felicitó. La gente enloquecía entonces, tiraba la casa por la ventana para relucir la ropa más suntuosa. Todas las tiendas de París se vaciaban en pocos días. Dos duquesas quedaron arruinadas al haber secuestrado a la modista para poder tener todo listo a tiempo para las fiestas, y también para prevenir que otras personas usaran ese servicio. Así nadie podría opacarlas. En ese entonces, se acostumbraba tener varios vestidos y trajes nuevos; entre la madame de Saint-Simon y su esposo, eso tuvo un costo de unas 20 mil libras (el equivalente a un millón de dólares actuales). Sin duda, un lujo. El mismo Luis XIV supo lo que había creado, pero no le preocupó la locura de estos esposos, de quedarse en bancarrota con tal de que las mujeres pudieran tener vestidos elegantes. La bancarrota a cambio del estilo. Sin embargo, no parece arriesgado decir que, si no fuera por el derroche de Versailles y el modo en que se gastaba, más allá de lo permisible, París no sería París. Coco Chanel pudo existir gracias a un trabajo previo: llegó al óleo enmarcado en una habitación dispuesta. Cada diseñador impone y da lustre. El cuerpo femenino es una herramienta para el arte. Un arte doloroso y caro, por supuesto. Porque la moda es imperativa y feroz: el vestido no llega a una, una debe trabajar para entrar en él. Trágico, pero cierto. Louis Vuitton deja de ser un nombre para convertirse en sinónimo de un concepto. Ahí radica la belleza. La moda debe ser exclusiva, causar el resquemor y la diferencia abismal entre quienes pueden costearla y quienes no. La ropa extravagante, extrapequeña y extracara está destinada a muy pocas personas. Eso es lo que está detrás de la demarcación del precio. La moda logra ser arte en un sentido, de nuevo, de exclusión y de exclusividad. Oilver Rousteing, diseñador y cabeza creativa de la famosa marca de lujo Balmain, protagoniza un reality donde él, joven, millonario, exitoso, busca a sus padres biológicos. Wonder Boy, se llama el programa de Netflix. Y de nuevo, como antes, desde siempre, parece un joven Chanel empecinado en que los cortes sean clásicos; el brillo, eterno, y todo esté cubierto de glamour. París sigue marcando la pauta del exceso, el desbordamiento y la locura, con tal de no perder el estilo. +
Julio Trujillo
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o imaginaba Andy Warhol, cuando dijo que en el futuro todo el mundo iba a tener quince minutos de fama, que el futuro le daría la razón de tal manera que, hoy en día, su dictum ha dado un giro de 180 grados y no poca gente está en la búsqueda de quince minutos de anonimato. Pero no toda la gente: los anzuelos de la fama siguen bien agarrados de nuestras agallas aspiracionistas e incluso queremos más de los quince minutos que Warhol profetizó; queremos ser una tendencia duradera; queremos estar de moda y, de ser posible, dictarla. La fama es un animal tan voraz que no es raro enterarse de celebridades que no hacen nada y no han hecho nada para merecerla: son famosos porque son famosos. Si le empiezan a tomar muchas fotografías a alguien, llamará la atención de otros fotógrafos, que a su vez… ¿Qué hizo ese alguien? No importa saberlo: lo estamos fotografiando, produciendo su fama en tiempo real. Tampoco importa saber que toda moda, que toda tendencia, son trampas, imanes poderosísimos que nos atrapan con su espejismo momentáneo; nos dan una bebida dulce y adulterada y nos hacen creer, aunque sea por un momento dichoso, que pertenecemos, que formamos parte de un club de elegidos: no importa saber que es una trampa, porque el narcótico resulta demasiado poderoso, y optamos por esos quince minutos con las zapatillas de Cenicienta al precio de horas, día y años con el carruaje convertido en calabaza.
“Vivimos en una época en la cual las cosas innecesarias son nuestra única necesidad”: el poderoso ir y venir de la oferta y la demanda genera el monstruo de la apetencia de lo inútil, cuyo valor más profundo consiste, precisamente, en que no sirve para nada. “En los días que corren, la gente sabe el precio de todo y el valor de nada”: y no sólo eso, sino que, mientras más caro el precio, más abundante nuestra salivación; el valor es para los moralistas. “Vivimos en una época que lee demasiado para ser sabia y piensa demasiado para ser hermosa”: la dicha reside en una ignorancia media, que no se entere de las terribles verdades que nos definen, pero que no sea incapaz de mantener una conversación en un nivel deliciosamente superficial. “El placer es la única cosa sobre la que vale la pena elaborar una teoría”: el placer como ídolo, incluso como dios de la actualidad, único objetivo al que aspiramos y que, al alcanzarlo, se desvanece de inmediato para volver a comenzar a cazarlo. “La única diferencia entre un capricho y una pasión eterna es que el capricho dura algo más”: somos hijos de la fugacidad, de las cucharaditas de miel, no aspiramos a nada duradero, sino al colocón de una brevísima felicidad. “Las personas me gustan más que los principios, y las personas sin prinUna trampa magistral que nuestra propia necesidad cipios me gustan más que nada en el mundo”: frase que nos recuerda a aquella de atención ha producido es la del auditorio vacío o de Groucho Marx: “Éstos son mis principios, si no les gustan, tengo otros”. “La moda personal para llevar. Basta autorretratarnos, hacer única manera de deshacerse de una tentación es cayendo en ella”: no hay por uso de los filtros que mejor oculten aquello que odia- qué resistirse; si nos caracteriza nuestra naturaleza de clientes, de target y de vícmos de nosotros (aquello que nos aleja de la moda) y timas, pues seámoslo sin remordimientos y con absoluta entrega. Borges dijo de gustarnos. En un mundo acotado, con una cuenta abierta Wilde que fue lo suficientemente serio como para ser frívolo, y en esa sentencia en alguna red social, podemos ser el público y el protago- radica la clave para leer a Dorian Gray: con las poderosas pinzas de la ironía, que nista, aplaudirnos mucho y soñar con los reflectores. En es hija de la inteligencia. Oscar Wilde domó a la moda, la hizo suya y la hizo sallos viejos tiempos, nos caracterizaban dos puntos de vista: tar como un león a través del aro de su propia creatividad. No sobra decir que la el macro, en el que observábamos al cosmos, y el micro, moda, las tendencias de la época y la corrección política del momento se venen que escuchábamos al otro, a nuestro semejante; ambas garon de semejante individuo tan hermoso, tan independiente, y lo metieron fueron herramientas precursoras de la tecnología y del hu- a la cárcel para cancelar la amenaza de una mente tan horrorosamente libre. manismo. Pero la sociedad se enfermó, perdió la paciencia, La tendencia o trending topic es un fenómeno que me recuerda a esos pey la lente con la que mirábamos hacia afuera se volteó para queños remolinos de polvo y tierra que de repente toman fuerza y en unos enfocar al mismo ser que la sostenía, engrandeciendo el ego pocos segundos ya se han convertido en una enorme espiral ciclónica que y facilitando el narcisismo, la obsesión de la selfie. Clientes amenaza con llevárselo todo a su paso. Hay quien aspira a ser una tendencia cautivos del imperativo del goce y la belleza, llevamos a cabo y hay quien lo es por fatalidad: el animal se alimenta de sí mismo y sus nula triste proeza de reducir el cosmos a una aplicación; el mun- trientes son aprobaciones o rechazos anónimos, likes, adoraciones súbitas do, a Instagram, un ámbito de identidades huecas, adictas a la o linchamientos de los que nunca nadie es responsable. Como la moda en instantánea cirugía plástica de un filtro. Una nueva pesadilla el vestir, la tendencia crea un furor silencioso al que, inexplicable, trisdel Bosco sería así: una comunidad infantilizada y rota que en temente, queremos pertenecer. Esto es particularmente peligroso para el lugar de ver hacia afuera se contempla, sorda, enajenada, en un escritor, la escritora, que comenzarán a adecuar sus enunciados según la maravilloso espejo de bolsillo. La civilización se ha arrodillado aceptación inmediata que vayan generando, traicionando su propia voz ante sus smartphones. para ser la voz de todos, olvidando o ignorando aquella declaración de Pero no nos pongamos dramáticos ni osemos aventar la pri- Paul Valéry: “Prefiero ser bien leído por pocas personas que mal leído mera piedra, que nadie está exento de vanidad ni de necesidad por muchas”. Y no está mal tener muchos lectores, ¿eh?, siempre y cuande atención. Oscar Wilde dijo genialmente: “Que hablen de mí, do al autor no le importe demasiado ni moldee su obra. Un seguidor aunque sea bien”. Y ya que mentamos a ese príncipe de la frivo- no es necesariamente un lector, y un lector no es necesariamente un lidad, nos parece un extraordinario ejemplo de alguien que supo aval de nada. Pero hoy resulta difícil, dificilísimo, resistir el canto de las domar a la moda. Oh, perfecto palíndromo: “A la moda, dómala”, sirenas de la popularidad y de la moda. Mejor, tal vez, que las sirenas que le debemos a Miguel González Avelar, de ilustre memoria. no canten para nosotros, aunque las busquemos, como nos lo recuerda Domar a la moda no es rechazarla ni abrazarla, sino reconocer su trágicamente Julio Torri, pues el rechazo es una escuela de fidelidad existencia como un factor más que moldea nuestros días; tomar a nosotros mismos. Tal vez… o mejor aún, domar a la moda, jugar el de ella lo que nos sirva y plazca, y aderezarla con nuestra perso- juego y salir airosos sin sacrificar lo único que de veras vale y que nalidad, sin esperar aplausos ni reconocimiento, pues ya el mismo podemos aportar: un estilo propio, una voz, una personalidad. El juehecho de llevar un bombín rosa en la cabeza nos llena de regocijo go, lo sabemos, es peligroso como un tornado. ¿Sabremos plantarnos y seguridad personal. Si expurgamos esa biblia de lo superficial que firmes ante su influencia o dejaremos que nos alce y zarandee con su es El retrato de Dorian Gray, obra maestra de Wilde, encontraremos promesa de gloria efímera? Ésa es la cuestión, la endiablada cuestión una abundancia de pepitas de oro sobre el tema de nuestro interés. de nuestros días. +
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Julio Trujillo. Poeta. Le gustan las esdrújulas, la poesía inglesa y el café cargado. Su libro más reciente es Jueves (Trilce, 2021). Twitter: @amadonegro.
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A LA MODA, DÓMALA 19
La jiribilla
En el centenario de Cintio Vitier Julio Trujillo En uno de los primeros números de la revista cubana Orígenes, que hoy es una leyenda bibliográfica, una de las mejores revistas culturales que se hayan hecho en el ámbito de la lengua, Cintio Vitier escribe estas palabras: “La opulencia o exquisitez de un fruto es secundaria frente al acto de su desprendimiento”. Es una frase muy de él, muy cubana, además, que dice mucho con recursos mínimos. Una frase muy poética, pues, y que viene de un gran poeta, que hoy, recién cumplido su centenario, resulta muy poco leído. Vitier se refiere a la belleza de una expresión que se consuma, es decir, al momento en que el poeta encuentra su voz y se realiza: cuando el fruto madura, se independiza y se desprende. El poeta y crítico Vitier pudo definir de muchas maneras muy serias y articuladas ese milagro del hallazgo de la propia voz, pero eligió una imagen frutal, llena de duende y jiribilla. Y así es su poesía. ¿Qué es la jiribilla? La búsqueda de lo imposible, que, al llevarse a cabo, engendra una posibilidad nueva. Eso y mucho más. La jiribilla consiste en un sabor, una disposición, una danza en el borde del abismo. José Lezama Lima, artista colosal que ejerció una notable influencia en la obra de Vitier (y con quien fundó Orígenes), define la jiribilla con jiribilla: “Jiribilla del paroxismo, de la hondura del frenesí frente a la muerte”, dice, y también: “Jiribilla, diablillo de la ubicuidad. Simultaneidad en las estaciones, que unen el oro y el gris como dos brazos”. Uno abre un libro de poemas de Vitier, lee: “¡Es el riesgo, el ardiente / perfil, la vida a pico / entre rocas que van a sangrar!”, y sabe que está ante el ángel de la jiribilla: el riesgo, el ardiente perfil, la vida a pico. Hay un breve y hermoso poema de Vitier que vale la pena citar íntegro. Se titula “El día siguiente”: El mal no puede con el día que empieza, que se levanta aunque sea así, penosamente, con todas sus flores y luces y promesas, como un animal glorioso, malherido.
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El poema sería bueno, a secas, si no rematara con ese malherido, que le confiere su verdadera belleza. En la lucha contra el mal, el día triunfa, aunque no sin mostrar las heridas de la batalla, sin las cuales no sería glorioso. Se trata de la luz de la jiribilla contra la noche cerrada, el malherido amanecer. La poesía nace en el borde, en la colisión de los contrastes y sólo es posible, quiero insistir, si aspira a lo imposible. Vitier dice: “Si pudiera sin hablar decir / Si pudiera sin morir vivir / Si pudiera sin arder saber / Si pudiera sin cerrar abrir”, pero abre cerrando, sabe ardiendo, vive muriendo y dice cuando habla porque ésa es la fricción necesaria para engendrar la chispa poética que luego le permitirá decir, felizmente: “Las palabras se hicieron frambuesas en la boca”. Debería sorprendernos más ese milagro que se da frente a los ojos y en la sangre cuando de un conjunto de palabras surge el poema como un animalillo recién nacido y ya inmortal. Vitier supo todo esto con la lucidez del poeta-crítico, después de haber escrito libros de ensayo tan importantes como Lo cubano en la poesía y Ese sol del mundo moral. Y detrás del ángel de la jiribilla, ese chisporroteo creativo al borde del abismo, hay algo más en la poesía de Vitier: la fe, una fe enemiga del escepticismo; una fuerza que permite que entre un poema y otro el mundo no se caiga en pedazos; una fe bíblica y conservadora, que vertebra su obra sin atentar en ningún momento contra una tendencia a la jerigonza y a la travesura verbal. Ahora que calladamente se celebra su centenario, leamos la poesía de Cintio Vitier y preguntémonos con él: “Decir la muerte ¿será parte de la vida?”. +
Entrevista a Wendy Maltz
Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi
Sanar nuestra sexualidad Fátima López
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a calidad de nuestras relaciones marca una diferencia en la vida, sin importar cuántos doctorados, contactos o dinero tengamos. El sentirnos amados, cuidados, respetados y el poder crear relaciones responsables, desde el amor y la compasión con el otro, nacen, sin duda, de un profundo trabajo interior. El camino de nuestro pleno desarrollo como adultos implica tomar responsabilidad personal sobre la sanación psicoafectiva y sexual. En este sentido, la sexualidad representa un espectro mayor, ya que impacta en la forma como nos vemos a nosotros mismos y en cómo nos relacionamos con el mundo a nivel personal, incluso a nivel profesional.
La sexualidad se ha considerado un tema tabú, y justamente ese voto de secreto ha hecho tan desafiante la posibilidad de sanar nuestros deseos, pasiones y también las heridas infligidas. Es por esto que el libro de Wendy Maltz, El viaje para sanar la sexualidad (HarperCollins, 2021), editado por primera vez en español, resulta una verdadera revelación y un completísimo manual para todo aquel que desee tomar el camino de sanar. Wendy Maltz es una reconocida terapeuta sexual norteamericana que sufrió en carne propia este tipo de violencia. Se le considera una de las más grandes especialistas en abuso sexual y en sexualidad saludable del mundo. En su sitio <www.healthysex.com> comparte diversas herramientas para desarrollar relaciones íntimas basadas en la sexualidad saludable. Este libro fue publicado originalmente en inglés en 1991, y se convirtió en un clásico en el tema de la sexualidad, con más de 250 mil ejemplares vendidos en todo el mundo. Es una fortuna tenerlo, finalmente, en español. ¿Por qué hablar de sexualidad? Me introduje en este tema porque vi una conexión entre sentirse bien con uno mismo y superar problemas sexuales, y tener la capacidad de ser más asertivo en el mundo, más seguro, más creativo; este patrón se repetía una y otra vez mientras la gente sanaba sus problemas sexuales. Se sentían más seguros para buscar un nuevo trabajo, hablar abiertamente sobre sus necesidades o crear una diferencia en sus comunidades a través de nuevas formas, en lugar de cargar con el peso de años de vergüenza, secretismo y silencio. La sexualidad implica cómo nos sentimos con nosotros mismos, como hombre, mujer o transgénero; quiénes somos en nuestro cuerpo; tiene que ver con poder tocar y compartir en comunicación íntima con otro individuo y sentir placer con nosotros mismos o con una pareja, en nuestro cuerpo. Es un aspecto esencial de quiénes somos. La epidemia del abuso sexual La autora utiliza el término epidemia para hablar del abuso sexual, y las cifras, tristemente, lo confirman. En México, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ensu) estima que casi cinco millones de mujeres fueron víctimas de delitos sexuales o de acoso callejero durante el segundo semestre de 2020. De los casos de violencia sexual que sufrieron las mujeres mayores de 18 años de julio a diciembre de 2020, 98.6 por ciento no fueron denunciados.
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Asimismo, Maltz resalta que, a nivel mundial, una de cada tres niñas, y uno de cada seis niños han sufrido de abuso sexual. Si consideramos que la mayoría de los casos no han sido denunciados o hablados, esta cifra podría ser mucho mayor. Así que, en efecto, hablamos de una verdadera epidemia. ¿Cómo definir el abuso? Como un ataque a la sexualidad de la persona. El sexo fue usado como un arma y fue visto como un objetivo. Entonces, las repercusiones impactan muchísimo a la persona. Esto puede generar problemas como depresión, ansiedad, incluso problemas médicos, condiciones que causan inflamación, síntomas gastrointestinales, hasta dolores de cabeza. Todo eso puede estar relacionado a una historia de abuso sexual. El libro plantea una detalladísima tipificación del abuso sexual, desde las formas más complejas y traumáticas hasta las más sutiles. Asimismo, comparte testimonios, detalla problemas físicos y emocionales que podrían estar relacionados con la sexualidad y plantea herramientas específicas para sanar la relación con nuestro propio cuerpo y con el del otro. Los ha llamado ejercicios para reaprender el contacto, y se trata de herramientas de exploración de la intimidad que pueden realizarse solos o en pareja. El otro Para Maltz, la pareja puede ser un gran apoyo para las víctimas de abuso sexual. Algo que resulta importante mencionar es que las parejas de los sobrevivientes de abuso sexual también son víctimas del abuso original. También sus vidas han tenido un impacto debido a aquello que la persona que aman atravesó. Y la intimidad de la pareja es dañada debido a los problemas que el sobreviviente pudiera tener en relación con el contacto. El libro está hecho también para educar a las parejas, porque cuando dos personas aprenden sobre las repercusiones del abuso aprenden que también pueden beneficiarse al apoyar al sobreviviente: al ir más lento, al abrirse a la comunicación y hacer cambios para permitir que el sobreviviente se sienta más en control del contacto y de lo que pasa. Cuando dos personas en una relación están bien informadas y trabajan juntas en este camino, pueden lograr muchísimo progreso
Fátima López. Poeta, actriz y directora de escena. @fatimalopezmx (Twitter / IG)
y pueden, incluso, fortalecer su relación. Muy seguido escucho de las propias parejas que dicen: “Aprendí muchísimo; aprendí a ser mejor amante por esto”. El objetivo, para Maltz, sería tener relaciones consensuadas, responsables, en comunicación e intimidad con el otro. El movimiento #MeToo Maltz plantea la necesidad de hablar de sexualidad tanto como hablamos de deportes o de comida. Mientras éste sea un tema que implique vergüenza o culpa, no podremos sanar del todo, ni desarrollar relaciones íntimas satisfactorias. Reconoce que el movimiento mundial #MeToo fue un parteaguas en el tema, al permitir que se hablara abiertamente de abuso sexual, pero también que los gobiernos, las instituciones y el público en general tuvieran más conciencia sobre el asunto.
la responsabilidad de sanar emocionalmente desde su sexualidad. Finalmente, el objetivo del libro, según Maltz, es lograr el salto de convertir víctimas en sobrevivientes y, después, en personas que florecen en cada aspecto de su vida. Allá afuera es un mundo difícil para mucha gente, y realmente lo importante son las conexiones amorosas que tenemos y que podemos crear. Eso es lo que nos puede mantener a flote, y no qué tanto dinero tienes o cómo te ves, sino el hecho de sentirte especial, cuidado, respetado… Entonces es este amor saludable, que fortalece, donde genuinamente nos sentimos cuidados, celebrados, lo que más importa en la vida. +
Gracias al movimiento #MeToo aumentó el escrutinio público; ha habido celebridades y gente importante que han denunciado el abuso sexual que ellas han experimentado, y los medios también se han enfocado más en problemas como el abuso sexual en escuelas, en equipos deportivos, en la Iglesia. Así que ya hay una conciencia de que es un problema bastante serio, que afecta a muchas personas. No estás solo si te pasó a ti y, si acaso estás lidiando con repercusiones psicológicas, sexuales, en tus relaciones, es totalmente comprensible. Sin embargo, pareciera que el movimiento #MeToo fue apenas un punto de partida y, al menos en América Latina, hay mucho por hacer. Maltz, sin embargo, tiene una visión esperanzadora: Ahora hay una generación de nuevos consejeros y terapeutas, de comunidades que pueden ayudar. Y también creo que, con el tiempo, muchas cosas van a cambiar en México. Soy muy positiva al respecto. Más gente tiene que hablar y también es necesario que más mujeres estén en posiciones de poder para que esto ocurra; eso definitivamente ha sido un factor importante en otros países. A pesar de que el libro está enfocado en buena parte en el abuso sexual, no creo que sea exclusivo para personas que lo han padecido, sino también para cualquier persona que quiera asumir
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Festival Internacional Cervantino
Las terrazas de Guanajuato, un asiento privilegiado del FIC
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os balcones ofrecen una vista panorámica del paisaje, son un puente de conversación con el vecino de enfrente o fungen como palco de acceso exclusivo a uno de los festivales culturales más importantes de Latinoamérica, el Festival Internacional Cervantino (fic).
Las fachadas color pastel con ventanales enmarcados de flores son parte del retrato de Guanajuato, estado anfitrión de la fiesta cultural que —a un año de cumplir su 50 aniversario— abre de nuevo sus puertas para recibir a la audiencia cervantina de México y del mundo. La pandemia ha trastocado nuestras vidas en todos los aspectos; los medios para acceder a nuevas formas de entretenimiento también han sido afectados. Los conciertos masivos quedaron guardados en los recuerdos con el anhelo de volvernos a encontrar frente a frente, saltando y cantando al unísono las canciones de nuestro artista favorito. El virus SARS-CoV-2 acabó con muchos hábitos de nuestra vida cotidiana, pero también llegó a transformar algunos otros de manera positiva; la producción, la realización y las formas de apreciación artística no fueron la excepción. Este año, el Festival Internacional Cervantino experimentará un formato híbrido, con el objetivo de llegar más allá de Guanajuato y hacer de la cultura un derecho al alcance de todos. Del 13 al 31 de octubre, el público se reencontrará desde la virtualidad y en los escenarios presenciales representativos de esta fiesta. La explanada de la Alhóndiga de Granaditas, las escalinatas de la Universidad de Guanajuato, la Exhacienda San Gabriel de Barrera, el Teatro Juárez, el Teatro Principal, la Plaza San Fernando, el Pasacalles y El Trasnoche son algunos de los sitios emblemáticos marcados por historias de trascendencia nacional. En ellos se cimbró la semilla de la lucha independentista de México, al igual que las raíces de la libre expresión a través del quehacer artístico. Sin embargo, la Plaza de San Roque fue el lugar en el que todo comenzó. Ubicado en el corazón de Guanajuato, frente al templo que lleva el mismo nombre, este espacio dio lugar a la puesta en escena de los Entremeses de Miguel de Cervantes Saavedra, ocho historias repletas de ironía y humor, escritas en 1615. En 1953, el dramaturgo y poeta mexicano Enrique Ruelas Espinosa trasladó estas pequeñas piezas de un solo acto a la Plaza de San Roque, colocadas como intermedio entre obras de mayor duración para mantener la atención del público hasta el final de la función. Infidelidad, amor y ambición fueron algunos de los temas abordados en
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En foto: La Bruja de Texcoco / Cortesía prensa fic
estas comedias, basadas en acontecimientos reales extraídos de la cotidianidad. A cuatro siglos de su registro literario, la edición 49 del fic llevará los Entremeses al lugar en el que transformaron el universo escénico mexicano, así como a las plataformas digitales, para continuar con esta tradición en la cual la sociedad se ha visto reflejada. Los personajes de La cueva de Salamanca, La guarda cuidadosa, Los habladores y Los mirones se convertirán en caricaturas para contar sus historias de amor y desamor como nunca antes. Éste y cien espectáculos más integrarán la programación de este año, con 74 eventos presenciales y 27 virtuales, sin dejar a un lado los protocolos de salud para la salvaguarda de los asistentes. Alemania, Argentina, Brasil, Canadá, China, Colombia, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, Georgia, Grecia, India, Israel, Italia, Japón, México, Perú y Reino Unido, además de la región de Quebec, armarán las piezas de este rompecabezas cultural para evidenciar los elementos identitarios de cada país. Cuba será recibido como el país de honor de la edición 49, e iniciará su participación con un espectáculo inaugural acompañado por el estado invitado, Coahuila: Formell y los Van Van compartirán escenario con la Orquesta Filarmónica del Desierto; una fusión de songo y acordes orquestales para bailar al ritmo de ambas culturas. La oferta en formato virtual destaca por la participación de compañías orquestales, dancísticas y teatrales, además de conceptos musicales juveniles que buscan atraer la mirada de nuevos públicos. Tal es el caso de la compañía italiana No Gravity, que desafiará las leyes de la física con Infierno, una obra con cuerpos suspendidos en un juego de luces surreal. Las letras con sentido poético del brasileño Chico César, el rap sudamericano en quechua de Liberato Kani y el collage de sonidos electrónicos de la agrupación argentina Vita Set tendrán lugar en el entorno digital. En el plano físico, destacan las presentaciones de la Paris Mozart Orchestra y sus explosión sinfónica basada en la mitología; la puesta en escena Juguetes Rotos, de Producciones Rokamboleskas, una historia que evidencia la represión de género, y el rock británico con toques de mexicanidad a cargo de Mexrrissey. Durante 18 días, las terrazas de Guanajuato abrirán sus ventanales, ya sea para presenciar un espectáculo desde la comodidad de su hogar o para compartir desde las alturas las historias del fic con visitantes de todo el mundo. El Festival Internacional Cervantino vuelve a su lugar de origen y, con éste, el espíritu de las expresiones artísticas en tiempos pandémicos. Consulta la programación completa y detalles de las transmisiones en: <festivalcervantino.gob.mx>.
LOS LEÍDOS NO FICCIÓN
FICCIÓN
EL CLUB DE LAS 5 DE LA MAÑANA Robin Sharma GRIJALBO
LA CANCIÓN DE AQUILES Madeline Miller ALIANZA DE NOVELAS
De la autora de Circe, una epopeya inolvidable: Grecia en la era de los héroes. Patroclo, un príncipe joven y torpe, ha sido exiliado al reino de Ftía, donde vive a la sombra del rey Peleo y de su hijo, Aquiles. Aquiles, el mejor de los griegos, es todo lo que Patroclo no: fuerte, apuesto, hijo de una diosa. Él lo toma bajo su protección y ambos se adentran en las artes de la guerra.
Robin Sharma desarrolló El club de las 5 de la mañana hace más de 20 años, gracias a los revolucionarios hábitos que les permiten a sus clientes incrementar la productividad, mejorar su salud y afrontar con serenidad la época en que vivimos. Este libro, de profundo impacto personal, nos descubrirá las rutinas que han hecho posible que muchas personas alcancen grandes resultados al tiempo que nuestra felicidad y vitalidad aumenta.
LA BAILARINA DE AUSCHWITZ Edith Edger PLANETA
EL PODER DEL AHORA UN CAMINO HACIA LA REALIZACIÓN ESPIRITUAL Eckhart Tolle GRIJALBO
Un libro sobrecogedor, potente e inspirador, que busca ayudar a todos aquellos cuyos traumas les impiden vivir en plenitud. Como su mentor, Viktor Frankl, Edith es una superviviente cuya experiencia vital y su trayectoria le han permitido ayudar a miles de personas que viven incapacitadas por cicatrices emocionales.
El poder del ahora es un libro único. Tiene la capacidad de crear una experiencia en los lectores y cambiar su vida. Hoy es considerado una obra maestra. Para lograr la iluminación sólo tenemos que comprender nuestro papel como creadores de nuestro dolor. Es nuestra mente la que causa los problemas con su corriente de pensamientos, atándose al pasado, preocupándose por el futuro.
CIRCE Madeline Miller ALIANZA DE NOVELAS
DE ANIMALES A DIOSES Yuval Noah Harari DEBATE
En el palacio de Helios, dios del sol y el más poderoso de los titanes, nace una niña. Pero Circe es una niña rara: carece de los poderes de su padre y de la agresiva capacidad de seducción de su madre. Cuando acude al mundo de los mortales en busca de compañía, descubre que sí posee un poder, el poder de la brujería, con el que puede transformar a sus rivales en monstruos y amenazar a los mismísimos dioses.
Hace cien mil años, al menos seis especies de humanos habitaban la tierra. Hoy sólo queda una: la nuestra. ¿Cómo logró nuestra especie imponerse en la lucha por la existencia? ¿Por qué nuestros ancestros se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegamos a creer en dioses o en naciones; a confiar en el dinero, en los libros o en las leyes? Harari traza una historia de la humanidad y las tres grandes revoluciones que nuestra especie ha protagonizado.
LA BIBLIOTECA DE LA MEDIANOCHE Matt Haig ALIANZA DE NOVELA
EL NEGOCIADOR. CONSEJOS PARA TRIUNFAR EN LA VIDA Y EN LOS NEGOCIOS Arturo Elías Ayub GRIJALBO
Sin saber cómo, Nora Seed aparece en la Biblioteca de la Medianoche, donde se le ofrece una nueva oportunidad para hacer las cosas bien. Hasta ese momento, su vida ha estado marcada por la infelicidad y el arrepentimiento. Nora siente que ha defraudado a todos, y también a ella misma. Pero, ¿esto está a punto de cambiar?
SOY MALINTZIN Pedro J. Fernández GRIJALBO
JÓVENES
La protagonista indiscutible de la conquista de México cuenta su verdadera historia. De forma íntima, esta inolvidable novela recrea la vida de una mujer que fue protagonista de momentos y batallas que marcaron el violento choque de dos mundos, y que llevó palabras entre el capitán castellano Hernán Cortés y el huey tlatoani, Motecuhzoma.
PERFECTOS MENTIROSOS 1 Alex Mirez MONTENA
A TRAVÉS DE MI VENTANA Ariana Godoy ALFAGUARA JUVENIL
A DOS METROS DE TI Rachael Lippincott NUBE DE TINTA
En este nuevo libro, Arturo Elías Ayub, director de Fundación Telmex, nos muestra las mejores prácticas para ser un emprendedor, tomar buenas decisiones y encontrar lo mejor para todas las partes. A través de anécdotas, él nos comparte lo que ha aprendido en los negocios y en la vida.
CÓMO GANAR AMIGOS E INFLUIR SOBRE LAS PERSONAS Dale Carnegie DEBOLSILLO
El único propósito de este libro es ayudar al lector a que descubra, desarrolle y aproveche esos poderes latentes que no emplea. Algunos puntos importantes del contenido: Maneras de agradar a los demás—Cómo causar una buena impresión—Convertirse en buen conversador e interesar a la gente—El secreto de Sócrates—Cómo obtener cooperación—Cómo criticar y no ser odiado por ello.
LA SELECCIÓN Kiera Cass ROCA INFANTIL Y JUVENIL
CULPA MÍA Mercedes Ron MONTENA
ELECTRÓNICOS
ARTE Y RECREACIÓN
PEQUEÑO CERDO CAPITALISTA Sofía Macías AGUILAR
En este libro, Sofía Macías enseña de manera sencilla cómo obtener el mejor beneficio del dinero, incluso para quienes creen que son un desastre en finanzas. Con Pequeño cerdo capitalista tendrás las herramientas más efectivas para ahorrar, invertir y usar de la mejor manera tus ingresos.
A partir de cien fotografías inéditas, comentadas por el divulgador de la historia Alejandro Rosas, La ciudad que ya no existe es un paseo entre avenidas, edificios históricos, personajes cotidianos y momentos emblemáticos de la ciudad que ya no es, la ciudad que siempre se transforma. “Éste es un paseo por la ciudad de nuestros antepasados, la que hoy buscamos heredar a nuestros hijos y nietos”, afirma Alejandro Rosas.
BOULEVARD Flor M. Salvador NARANJA
MANDALAS PARA EL ALMA Andrea Agudelo PLANETA
Luke y Hasley no eran el prototipo de la pareja perfecta. Sin embargo, ambos definieron lo que crearon: una historia en la que dos adolescentes inventan su propio boulevard ante la llovizna que hay en sus corazones, con un cielo pintado de azul cálido en una parte, y otra de un azul eléctrico que se tiñe con un grisáceo nostálgico.
EL CLUB DE LAS 5 DE LA MAÑANA Robin Sharma GRIJALBO
Robin Sharma desarrolló El club de las 5 de la mañana hace más de 20 años, gracias a los revolucionarios hábitos que les permiten a sus clientes incrementar la productividad, mejorar su salud y afrontar con serenidad la época en que vivimos. Este libro, de profundo impacto personal, nos descubrirá las rutinas que han hecho posible que muchas personas alcancen grandes resultados al tiempo que nuestra felicidad y vitalidad aumenta.
EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO Viktor Frankl HERDER
Éste es el estremecedor relato en el que Viktor Frankl nos narra su experiencia en los campos de concentración. Durante esos años de sufrimiento, sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda, absolutamente desprovista de todo, salvo de la existencia misma. Él, que todo lo había perdido, pudo reconocer que, pese a todo, la vida es digna de ser vivida.
EL SUTIL ARTE DE QUE TE IMPORTE UN CARAJ* Mark Manson HARPERCOLLINS
Por décadas se nos ha dicho que el pensamiento positivo es la clave de la felicidad y la esencia de una vida próspera, pero en los días que vivimos eso se acabó. Es tiempo de presentarte la antítesis de los libros de desarrollo personal: una forma distinta de ver la vida, una forma distinta de alcanzar la buena vida, que se da cuando empezamos a dominar el sutil arte de mandar las cosas al diablo.
JUGUEMOS A LEER. LIBRO LOS COMPAS LOS COMPAS DE LECTURA Y CUADERNO Y EL DIAMANTITO LEGENDARIO PERDIDOS EN EL ESPACIO Mikecrack, El Trollino Mikecrack, El Trollino DE EJERCICIOS Rosario Ahumada Y Timba VK Y Timba VK EDITORIAL TRILLAS MARTÍNEZ ROCA MARTÍNEZ ROCA
NIÑOS
LA CIUDAD QUE YA NO EXISTE Carlos Villasana PLANETA MÉXICO
Este libro te lleva a un viaje de transformación espiritual hacia tu interior, por medio de la meditación. Pintar mandalas es un arte que te ayuda a sustraerte de la realidad cotidiana y te sumerge en lo más profundo y sublime de tu ser. Este libro refuerza la conexión con tu esencia, sana tu alma y tu cuerpo, armoniza y equilibra tu espíritu.
LAS MEDIDAS DE UNA CASA Xavier Fonseca EDITORIAL TERRACOTA
Esta obra imprescindible da al profesionista y al usuario, de manera clara y sencilla, todos los datos de la antropometría, análisis de mobiliario, diseño urbano, control ambiental, incluyendo el uso de energía solar, circulaciones y otros. Además, incluye un capítulo sobre las necesidades para conjuntos y zonas habitacionales.
MANDALAS: LIBRO DE ARTE PARA COLOREAR LAROUSSE EDITORIAL NUEVA IMAGEN En este libro encontrarás más de 60 mandalas hindúes para colorear y crear hermosos mosaicos, que puedes conservar en el libro o convertirlos en parte de la decoración de tu lugar favorito. Aquí no hay límites: ilumínalos con plumones, acuarelas o con lápices de color. Sólo tienes que elegir la mejor técnica y dejar volar tu imaginación. Al final, ¡tu libro de arte será único!
MANDALAS NATURALEZA Y ANIMALES LAROUSSE EDITORIAL NUEVA IMAGEN
Más de 60 ilustraciones sobre la naturaleza y los animales para colorear y crear hermosos mosaicos que te permitirán transformarte en un artista y, por supuesto, encontrar los momentos de paz y serenidad que abrirán las puertas a un viaje interior.
LOS COMPAS Y LA CÁMARA DEL TIEMPO Mikecrack, El Trollino Y Timba VK MARTÍNEZ ROCA
MI LIBRO MÁGICO LECTOESCRITURA (CLÁSICO) NUEVA EDICIÓN Carmen Espinosa Elenes De Álvarez GRUPO EDITORIAL ONCESETENTA
Porque en papel la experiencia es otra
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