Máskara. Año 2, Número 7, Julio 2021

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CONTENIDO 1

MÁSKARA: Un año después Página 3

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Ética y muerte en pacientes críticos Página 5

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Apuntes sobre un libro extraordinario

Director General: Rodrigo Castro de la Mata Editor: Aland Bisso Andrade Revisores: Max Yoza Yoshidaira, Alejandro Daly Turcke Germán Valenzuela Rodríguez Diseño y Diagramación Carola Dongo Pérez

Página 8

Foto de portada: Jimena Agois.

Instrucciones para el congresista electo

Correo: revistamaskara@gmail.com

Página 11

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DIRECTORIO

Copyright

Entre montañas y glaciares, en el reino del viento Página 14

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The Four Doctors

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Diez canciones contemporáneas sobre la Revolución

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Ascenso al Fujiyama Página 23

El viaje de Nahuac Página 25

Portada: Máscara del Carnaval Mardi Gras, New Orleans https://www.youtube.com/ watch?v=2zxonstdxGg


MÁSKARA: Un año después Rodrigo Castro de la Mata Cirujano de abdomen

E

ste primer año será inolvida-

Las rutinas cambiaron, se hizo

torias nos llevan a escuchar una

ble: un año con MÁSKARA y mas-

común el trabajo a distancia;

canción que trae algún recuerdo

carilla; sacos y corbatas olvida-

algunos sintieron la jubilación

escondido en el almacén de la

dos en el closet (quien sabe si con

temprana; se replantearon las

memoria, a todo aquello que nos

fecha de vencimiento) y una nue-

prioridades y hasta tuvimos que

lleva a cambiar para bien, que

va indumentaria vista antes solo

acostumbrarnos a vivir los ritos

nos insta a controlar nuestros

en películas de ciencia ficción.

funerarios en silencio. El merca-

temores con ideas y humildad,

La pandemia nos puso un mundo

do laboral cambio muy rápido,

y que nos anima a celebrar sin

de calles desiertas, aulas vacías y

muchos puestos de trabajo des-

esperar motivos especiales. Dé-

reuniones virtuales. Nunca como

aparecieron o se reinventaron;

monos tiempo para contemplar

ahora la tecnología en nuestras

la inteligencia artificial en nues-

sin prisa aquello que nos haga

vidas, con sus promesas, ame-

tros teléfonos fue reemplazando

feliz. Hagamos de MÁSKARA un

nazas y peligros, llevándonos a la

nuestra natural “intuición”, y al

momento de relajo y aprendiza-

adicción de las redes, al mensaje

mismo tiempo se incrementaron

je, un refugio de paz y tolerancia

rápido con información muchas

las compras por internet, la mú-

para convivir con nuestras dife-

veces irrelevante, pero propia de

sica en línea, los libros electró-

rencias.

una comunidad virtual. Ideas e

nicos y todo lo que el streaming

ilusiones que desde “la nube” han

nos puede ofrecer. Fue así que,

hilvanado amores intensos o pe-

en medio de esta pausa forzada

leas irreconciliables, sobre todo

y cambios, nació la idea de crear

en estos tiempos de polarización.

una revista que sirva de medio

Con MÁSKARA hemos descubierto y disfrutado de las habilidades y talento de colegas médicos tanto nacionales, como extranjeros 3

para difundir la obra y pensamiento de los colegas que, además de la ciencia médica, cultivan diversos campos de arte y del humanismo. Con MÁSKARA hemos descubierto y disfrutado de las habilidades y talento de colegas médicos tanto nacionales, como extranjeros.

Nuestros

Hagamos de MÁSKARA un momento de relajo y aprendizaje, un refugio de paz y tolerancia para convivir con nuestras diferencias

colaboradores

borran las fronteras que cons-

Junto con Alejandro Daly, Max

truimos en el imaginario, sus his-

Yoza, Germán Valenzuela y Aland

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Bisso, nos embarcamos en una aven-

Mi especial agradecimiento para

ción de la revista, quienes le dan

tura editorial que, estoy seguro, na-

Jimena Agois por el arte de las

vida a la revista con su impecable

vegará por mucho tiempo aún en

fotos de portada y para Carola

y desinteresado trabajo. Solo nos

aguas turbulentas.

Dongo por el diseño y diagrama-

faltan tus ganas y tu historia.

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Ética y muerte en pacientes críticos Pascual R. Valdez Médico Internista (Argentina)

E

l desarrollo vertiginoso de la medicina intensiva durante las últimas décadas, tanto por la incorporación de información y alta tecnología, como también por la inadecuada utilización de muchos recursos, plantea problemas éticos y legales durante la toma de decisiones en las unidades de cuidados intensivos El avance de la tecnología ha posibilitado posponer la muerte (la expectativa de vida en Argentina ha aumentado 10 años en las últimas 5 décadas,

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de 65 años en 1960 a 76 años en 2017), pero muchas veces solo prolonga el proceso de agonía sin prolongar la vida. El médico ha actuado históricamente según el principio de “El deber de asistencia”. Según incuestionables premisas básicas, como la de Ferrater Mora: “Vivir es preferible a no vivir”; tampoco es discutible que la protección de la vida humana sea el soporte del sistema jurídico, y también es real que el médico apunta a preservar la vida y postergar la muerte. Estas premisas, que caracterizan al paternalismo profesional, entran hoy en colisión con el principio bioético de autonomía. Un principio que, basado en la libertad personal, exige

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el respeto a la capacidad de decisión y voluntad de las personas. La palabra autonomía deriva del griego autos (“propio”) y nomos (“regla”, “autoridad” o “ley”), y tiene diversos significados (autogobierno, elección individual, libre voluntad, derechos de libertad, intimidad, ser dueño de uno mismo, elegir el propio comportamiento). Este principio no debe aplicar para aquellas personas que, por edad (niños), incapacidad, ignorancia, alteraciones psiquiátricas (suicidas, adictos) o privación de la libertad, sean incapaces de actuar en forma suficientemente autónoma. El filósofo Emmanuel Kant considera que el respeto a la


ticas: insatisfacción de la familia del paciente con la atención recibida en el final de la vida, comunicación insatisfactoria con el personal asistencial e insuficiente manejo del dolor. El avance tecnológico ha transformado a la medicina en un gran negocio y ha fragmentado el cuidado; “hacer todo” por el paciente significa, actualmente, agregar más aparatos y medicamentos.

autonomía deriva del reconocimiento de que toda persona tiene un valor incondicional y la capacidad de determinar su propio destino, en tanto que el filósofo John Stuart Mill se centra más en la “individualidad” como determinante de la vida de las personas, indicando que se debe permitir que todo ciudadano se desarrolle en función de sus convicciones personales. La autonomía adquiere caracteres particulares en los pacientes críticos, donde puede ser considerada ausente o reducida. Siguiendo este esquema, se identifica a dos tipos de pacientes: aquellos internados en salas generales que puedan requerir, en alguna oportunidad, asistencia en cuidados intensivos, ya sea en forma programada (caso de cirugías) o bien por la evolución natural de su enferme-

dad, y los pacientes que en forma aguda requieren ingresar a una unidad de cuidados intensivos por complicaciones inesperadas o por urgencias extrahospitalarias.

El principio de autonomía implica la idea de la libertad personal que exige respetar la capacidad de decisión y voluntad de las personas. Es común observar los siguientes hechos en las unidades crí-

La discusión acerca de terminar con el tratamiento de sostén vital en los enfermos sin esperanzas suele incomodar a los profesionales, por lo que algunos prefieren no indicar sostén, en lugar de suspenderlo. Existen varias investigaciones acerca de abstención versus suspensión del soporte vital, con resultados contradictorios; así como si hay o no una disquisición moral entre las estrategias de abstención o retiro (para algunos “eutanasia pasiva”) versus la eutanasia (activa). Se define “encarnizamiento terapéutico” a la sobre atención médica sin contenido humano, producto de creencias, valores y hábitos de la cultura. Por lo general, se percibe al final de un proceso que involucra sucesivas acciones y en su génesis se observan cuatro aspectos: el progreso tecnológico, la santificación de la vida, la omnipotencia de la medicina y la ausencia de una decisión firme. Se define como futilidad al tratamiento que ya no es capaz de alcanzar objetivos fisiológicos. Desde el punto de vista ético es un tratamiento que no

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La futilidad es un tratamiento que no ofrece una esperanza razonable de beneficio, supone una carga para el enfermo, su familia y la sociedad, y más bien retrasa la muerte y prolonga la agonía. ofrece una esperanza razonable de beneficio, supone una carga para el enfermo, su familia y la sociedad, y más bien retrasa la muerte y prolonga la agonía. A pesar de las diversas definiciones, leyes y normas existentes, se debe profundizar en el conocimiento y aplicación de los conceptos en los profesionales de la salud que atienden pacientes con enfermedad terminal, a fin de identificar conductas que puedan atentar contra los principios de autonomía y justicia, y con la perspectiva de establecer nuevas formas de educación e intervención en los programas docentes y asistenciales.

costosos y con frecuentes efectos secundarios, sin que tal conducta de los profesionales implique un beneficio en la cantidad y calidad de vida. A pesar de que muchos profesionales pueden tener conceptos de la bioética en el fin de la vida, en el momento de tomar decisiones asistenciales es común ver situaciones de futilidad y encarnizamiento terapéutico. Los procesos formativos en bioética abordan los aspectos teóricos vinculados a la muerte digna, pero el simple trabajo asistencial no los tiene en cuenta, por lo cual los médicos dirigen sus actividades solo hacia la recuperación de parámetros fisiológicos y clínicos. Adicionalmente, la pandemia por COVID-19 generó la “muerte en soledad”, en el contexto del desborde de los sistemas de salud. Cuando estos pacientes son internados permanecen solos en

Los enfoques socio-antropológicos destacan la necesidad de contar y promover rituales de acompañamiento y despedida en el paciente en terminal, a fin de permitir un tránsito adecuado de aceptación, sanación y comprensión del morir. La cercanía del entorno afectivo en estos casos se ha visto anulada durante la pandemia, resultando en muertes desoladas que pulverizan condiciones mínimas de dignidad en el final de la vida y dejando heridas abiertas en los seres queridos. ¿Estamos a tiempo de hacer algo?

“Los enfoques socio antropológicos han destacado desde siempre la necesidad de contar y promover rituales de acompañamiento y despedida en el paciente en terminal”

Es habitual que los pacientes con escasa chance de sobrevida sean sometidos a una serie de tratamientos invasivos, por demás

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una habitación con restricción de visitas, y cuando son transferidos a cuidados intensivos pierden por completo la conexión con sus familiares y amigos, y muchos de ellos mueren sin poder despedirse.

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Apuntes sobre un libro extraordinario

Eduardo Penny Médico Internista y Geriatra

P

edro Gargantilla Madera, médico español y divulgador científico, es autor de diversas publicaciones, como: “Enfermedades de los reyes de España, “Las enfermedades de los Borbones”; “Manual de historia de la medicina”; “Historia curiosa de la medicina”, “El médico judío”, “Las enfermedades que cambiaron la Historia”, entre otras. En esta oportunidad nos ocuparemos de “Las enfermedades que cambiaron la Historia”. La obra contiene 32 narraciones cortas en las cuales varios hechos históricos estuvieron influenciados en forma significativa por la presencia circunstancial de algún problema de salud. Revisemos en forma sucinta algunas de las principales narraciones. El falso correo militar Los británicos engañaron a los nazis a fin que disminuyan la vigilancia sobre el desembarco en Europa desde el norte de África. Para ello utilizaron el cadáver de un joven británico que murió de neumonía. Lo hicieron pasar como un correo militar al dejarle un maletín con falsa información sobre la zona del desembarco. El cadáver fue abandonado en aguas españolas, donde Franco era simpatizante y confidente de los nazis, situación que los llevó a descuidar Sicilia, lugar donde finalmente ocurrió el desembarco.


El jorobado traidor Leónidas, acompañado de 300 valerosos espartanos, enfrentó una invasión persa en el Estrecho de las Termópilas. Recordemos que cuando las madres espartanas entregaban los escudos a sus hijos, decían: “Vuelve con él o sobre él”, destacando así el honor por encima de cualquier otra cosa. Efialtes, un pastor a quien le negaron formar parte del ejército por ser jorobado y deforme, traicionó a Leónidas a cambio de poder integrarse al ejército persa. El traidor le mostró al enemigo el único camino que conducía a la retaguardia de los espartanos y por lo cual fueron derrotados

jara de liderar la Liga de Delos. Frente al ataque, los atenienses se atrincheraron en su ciudad, pero al cabo de un tiempo sufrieron una epidemia caracterizada por dolor de cabeza intenso, enrojecimiento e inflamación de los ojos; la lengua y la garganta tenían aspecto sanguinolento, la respiración se agitaba y el aliento era fétido. Muchos siglos después, gracias al estudio del ADN, se afirma que se trató de una epidemia de fiebre tifoidea, causante de la muerte de alrededor de 300,000 personas. Atenas fue así tomada y destruida perdiendo su hegemonía, y dando por terminada su época de oro. El dolor de Alejandro Magno

Fiebre tifoidea en Atenas Durante el denominado Siglo de Pericles (siglo V a.C.) Atenas embelleció utilizando los fondos de la Liga de Delos, una asociación de 275 ciudades o polis independientes de Grecia. Esto generó que Esparta le declarara la guerra al no lograr que Pericles de-

Alejandro Magno, con tan solo 20 años de edad, en el siglo IV a.C. se convirtió en rey de Macedonia e inició la conquista de grandes territorios para formar un poderoso imperio. Cuenta la historia que cuando conquistaron Babilonia, los macedonios festejaron en grande bebiendo

Recreación fílmica de Efialtes, el jorobado que traicionó a Leónidas

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alcohol en abundancia. Al día siguiente Alejandro manifestó dolor abdominal intenso, escalofríos, malestar general y sudoración, lo cual genera la sospecha de pancreatitis aguda post alcohólica. Alejandro falleció 12 días después a los 32 años, finalizando así el proyecto expansionista de su imperio. Setas venenosas El emperador romano Claudio, conquistador de Britania, era un hombre colérico, sanguinario, mujeriego, glotón y bebedor. Todos sus invitados tenían que soportar sus desagradables eructos y flatos durante sus banquetes. Además, padecía de múltiples tics y de crisis convulsivas. Uno de sus alimentos preferidos fueron las setas (hongos), por lo que se cree que falleció a los 64 años, envenenado por la ingesta de alguna seta venenosa; hecho fraguado por Agripina, su pérfida esposa. Esta situación llevó a la creación de la primera Ley Anti veneno en la historia, la “Lex Comelia Maestration”.


Rasputín, la depresión de Carlos V que cambió el mapa de Europa; el falso embarazo de María Tudor que frustró la unión de dos imperios y muchas otras historias que valen la pena leer.

“El triunfo de la muerte” (Pieter Brueghel el Viejo). Pintura inspirada en la mortal peste que azotó Europa en el siglo XIV

La insuficiencia cardiaca de Adriano Adriano, el primer emperador romano en usar barba completa, construyó el muro en Britania de alrededor de 129 kilómetros y fue un administrador altamente eficaz de los dominios del Imperio Romano. Adriano presentaba crisis de disnea, dolor torácico inicialmente al esfuerzo y luego en el reposo (angina), hinchazón de pies y piernas (edema). Su médico Hermógenes le hizo el diagnóstico de “hidropesía cardiaca”. Ante su falta de mejoría, Adriano solicitó a su médico un veneno para poner fin a su vida, pero falleció antes de llegar a tal extremo, con lo que Hermógenes no quebrantó su juramento hipocrático. La peste Antiguamente, cualquier enfermedad epidémica era denominaba peste, pestilencia o plaga. El daño no solo afectaba el área de la salud, sino también lo eco-

nómico, lo social, lo político y hasta lo psicológico, produciéndose una elevada mortalidad. Se considera que la peste antonina (atribuida a la viruela) mató en Roma unos 10 millones de habitantes y fue determinante en la desintegración del imperio romano. Durante la Edad Media la peste bubónica también causó muchos millones de muertes en Europa.

“Las enfermedades que cambiaron la Historia”, es un libro de lectura ágil y amena, pero con las limitaciones propias de la especulación científica que no siempre pueden verificarse.

Otras historias Otros relatos interesantes nos cuentan acerca de la contaminación plúmbica que sufrieron los romanos debido al uso de utensilios de plomo; la hemorragia digestiva que acabó con Atila y evitó la invasión de los Hunos a Europa; las hemorroides de Napoleón que influenciaron su derrota en Waterloo; la viruela que trajeron los conquistadores al nuevo mundo; la epilepsia de Juana de Arco que libró a Francia del dominio inglés; la hemofilia de Zarevich que catapultó a

Pedro Gargantilla Madera (Madrid, 1972). Médico, escritor y divulgador científico

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Instrucciones para el congresista electo

Aland Bisso Andrade Médico Internista

E

l congresista electo gana con todos los honores la denominación de “padre de la patria”. Probablemente, tenga la vaga idea de patria como un conglomerado de millones de personas que tratan de sobrevivir unas sobre otras dentro de un territorio definido, acorde al mapa que vio en sus libros escolares. En todo caso, más allá de pretender una definición, le debe aflorar un “sentimiento pa-

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trio” cada vez que canta el himno nacional o cuando aplaude el paso gallardo de un batallón de escolares famélicos desfilando en ayunas en fiestas patrias. También es probable que el corazón le palpite más rápido y se le infle el pecho bajo el sopor de un estado de “peruanidad”, cada vez que Chile se atribuye la propiedad del pisco o cuando repiten los goles de Paolo. Sin embargo, cada cosa debe tener su lugar y nada tiene que ver ese sentimiento con la aprobación de dietas especiales, viajes, comisiones, oportunismo político y una que otra dádiva a cambio

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de favores subterráneos que le esperan en los próximos cinco años de curul. En mérito a la importancia del evento, la juramentación del nuevo congresista debe contener ingredientes especiales. No bastará con poner la mano sobre la Biblia y decir un simple: “Sí, juro”. Todo lo contrario, la vida le ofrece un abanico de alternativas para expresar el juramento en el momento cumbre de su popularidad: puede jurar por las cenizas de su abuela bendita, por la masa de ambulantes que mueven la economía, por los hé-


roes anónimos que defienden la minería informal, por lo caídos en defensa de los valles cocaleros, por el código Da Vinci o por la última edición del Kamasutra. No hay problema, todo vale. Si no cumple sus promesas ni Dios ni la patria lo demandarán, y menos perderá sus consabidos beneficios. Es importante recordar que jurar “por Dios y por la plata” ya perdió originalidad. Están avisados.

“…es probable que el corazón le palpite más rápido y se le infle el pecho bajo el sopor de un estado de peruanidad, cada vez que Chile se atribuye la propiedad del pisco o cuando repiten los goles de Paolo” Por tanto, el juramento es lo de menos. Si no quiere que el comité de ética recomiende su desaforo con la seria consecuencia de perder sus jugosos ingresos, sólo debe mantener perfil bajo, no incurrir en escándalos ni actos delincuenciales y llevar un buen cojín (con lana de carnero es mejor) para resistir un sentón

de doce horas y dar un “carpetazo” electrónico cada vez que su bancada así lo requiera. Total, si veinte años no es nada, cinco se pasan volando. Eso sí, debe buscar la ayuda de un buen nutricionista, pues permanecer un lustro sentado le aseguran una ganancia no menor de quince kilos; basta con ver las odiosas fotos del antes y el después. De otro lado, no menos importante es la vestimenta que debe lucir ese día. El elegante terno azul noche y el traje sastre para las damas, ya pasaron de moda. El flamante congresista debe vestir acorde al pueblo que lo eligió. Si procede de las entrañas del ande debe llevar una estola de lana de alpaca, vivos multicolores en la solapa o una bufanda con los siete colores de la bandera Inca. Estoy seguro que más de uno se animará por llevar sombrero de paja, machete y látigo en mano. En caso de ser dama, la pollera con sus tres faldas de lana y fuste no puede dejar de usarse. Y mejor todavía si decide vestir como la Palla de Corongo, porque así tendrá la

oportunidad de lucir una regia prenda de cabeza cargada de flores y joyas para la envidia de sus pares.

En mérito a la importancia del evento, la juramentación del nuevo congresista debe contener ingredientes especiales El representante amazónico llevará chaquiras en ambas muñecas, una vincha con plumas naturales y, en caso de ser mujer, una corta falda que permita mostrar sus mejores argumentos. Es obvio que debe ir descalzo(a), lo contrario traicionaría los principios telúricos de la masa indígena. La cerbatana es opcional. El congresista norteño, con sombrero y poncho de lino, debe

Palla de Corongo

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tramitar con mucho anticipo el permiso para ingresar montado en su caballo de paso. Para tal objetivo, la comisión de protocolo debe preparar una cláusula especial que permita colocar pañales especiales al equino elegido por motivos obvios. Finalmente, a fin de no desentonar con la tradición, el nuevo congresista debe construir con esmero la imagen que lo entronizará en la historia y que se comentará para siempre en el “Salón de los Pasos Perdidos”. Puede hacer que sus incondicionales le laven los sobacos o sus trajinados pies, practicar el tiro al blanco con los canarios del vecino, pasar la factura de los siete panes con chicharrón que se come al día; piratear y vender

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la señal satelital de la televisión china, tomar vacaciones en una isla griega mientras hace escala para asistir a la cumbre mundial de la defensa de las ballenas o darles chamba de asesores a sus siete sobrinos que decidieron dejar las tierras bélicas del VRAEM. El entendimiento y práctica de estas instrucciones le depararán una feliz performance y la promesa vívida de ser reelecto en las próximas elecciones o, quien sabe, terminar como alcalde vitalicio en el pueblito que lo vio nacer. De cualquier forma, la democracia se habrá regodeado henchida de emoción, más allá del verdadero interés de la masa de electores y de contribuyentes.

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A fin de no desentonar con la tradición, el nuevo congresista debe construir con esmero la imagen que lo entronizará en la historia y que se comentará para siempre en el “Salón de los Pasos Perdidos”


Entre montañas y glaciares, en el reino del viento

El autor, con su hija Belén, en la cumbre del Cerro Mojón Rojo en el Chaltén

Rodrigo Sabio Médico Internista y Cardiólogo (Argentina)

“Persigo la felicidad. Y la montaña responde a mi búsqueda” (Chantal Maudit)

T

al vez el haber migrado desde Buenos Aires hacia la Patagonia, hace ya varios años, me permitió cumplir el propósito de subir montañas y poder escuchar el inconfundible sonido del silencio exterior, pero que, al mismo tiempo, lleva claros mensajes hacia nuestro interior. Luego de horas o días dedicados a caminar en las montañas es entonces que estamos donde queremos, moviéndonos al compás del viento y agradeciendo cada sitio donde paramos unos minutos para luego continuar la ruta.

Vivir y sentir profundamente el clima patagónico, donde pueden pasar las cuatro estaciones en un mismo día, es cuando ya estamos inmersos en la montaña y entre glaciares que se derraman desde sus laderas, donde también podremos sentir temperaturas extremadamente bajas. Experimentar en cada paso que ascendemos significa que nos esforzarnos por alcanzar una meta. En cada pisada se siente ese mágico sonido del crujido del hielo bajo nuestros pies, llevando en nuestra espalda el peso de las mochilas

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En la cumbre del cerro Moreno (Parque nacional Los Glaciares)

con el material de escalada para vencer la pared de roca que nos espera en el próximo tramo. La sola representación mental de estar allí, encordados y dispuestos a subir, hace que nuestro corazón se acelere y hasta nos suden las manos. ¿Acaso eso no alcanza para “resetear” el cerebro de nuestra tarea diaria y sus problemas?

“Vivir y sentir profundamente el clima patagónico, donde pueden pasar las cuatro estaciones en un mismo día, es cuando ya estamos inmersos en la montaña y entre glaciares…”

donde concurren escaladores de todo el mundo por lo atractivo de sus paredes de granito. Si ahí se decide escalar en roca, suele existir un largo camino previo de aproximación que muchas veces incluye el tránsito por algún glaciar y desplazarse en forma segura por el hielo. En la escalada en roca clásica, o tradicional, el escalador que va primero en la cordada coloca seguros removibles en diferentes lugares de la pared (fisuras, agujeros) que permita detener una caída accidental por medio de una cuerda asegurada desde abajo por el segundo miembro de la cordada. A diferencia de la escalada deportiva, donde los

La sensación de escalar un muro de roca en las montañas no puede explicarse fácilmente, es una experiencia individual única. En muchas circunstancias para llegar a nuestro objetivo se deben atravesar glaciares y transitarlos encordados, llevando materiales específicos (crampones, piolet, casco, etc.) debido a que a veces las grietas de un glaciar no están visibles por estar tapados por puentes de nieve y hasta pueden

Amanecer en la Laguna Torre, al pie del mítico Cerro Torre.

Dentro del montañismo existen diferentes disciplinas. En algunos lugares de la Patagonia argentina, como el Pueblo del Chalten,

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seguros ya están colocados en la pared y son vías pre diseñadas, en la escalada tradicional se debe decidir el lugar optimo donde colocar estos seguros (empotradores) para que cumplan su función. El avance en la pared se hace de a tramos, donde luego de progresar una cantidad variable de metros según las condiciones, posibilidades y largo de cuerda, se realizan reuniones entre los miembros de la cordada y se repite la secuencia progresando en la pared. La escalada en roca no solo requiere atención en los aspectos técnico y físico, sino también a nivel mental ya que se avanza por un terreno vertical donde la exposición aérea puede generar temor a la caída.

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creo que no. Entendiendo que la enfermedad cardiovascular es la causa más frecuente de mortalidad en muchos de nuestros países. Si tenemos claro que entre los factores de riesgo se encuentran la pandemia de la obesidad, el sobrepeso y el sedentarismo, pienso que un deporte de riesgo seria permanecer quieto, inmóvil, sentado en un sillón dedicando horas enteras a la pantalla de la TV y alimentándonos con grasas saturadas. Y, más aun, dejando este mismo modelo a nuestros hijos, potenciando las horas de pantalla y la inactividad en un sedentario mundo virtual.

Escalada en hielo, Glaciar Perito Moreno (Parque Nacional Los Glaciares)

variar las condiciones de los mismos por diversos factores, como la temperatura o la hora del día, y el riesgo de caída en una grieta puede ser mayor. Es importante transitar el glaciar con el material necesario para poder auto rescatarnos o rescatar a nuestro compañero en caso de caída.

al porqué del magnetismo que algunos seres humanos sentimos por estar sobre el hielo. Recorrer grandes distancias para transitar por los glaciares es algo único, diferente y solitario, pero sobre todo “vivo”. Las respuestas llevarían libros enteros de reflexión; lo mejor es presenciarlo y disfrutarlo.

“La sensación de escalar un muro de roca en las montañas no puede explicarse fácilmente, es una experiencia individual única”

Finalmente, dejo una pregunta más: ¿escalar montañas es un deporte de riesgo? Personalmente

Estimados lectores, los espero en la Patagonia infinita y les dejo algunas fotos de aquellos lugares que pueden ser suyos también cuando nos visiten. Seguramente, muchos de ustedes también sienten esa atracción inexplicable por las montañas, glaciares y un entorno natural y viven las conclusiones de aquel proverbio tibetano: “ El que escuchó alguna vez la voz de la montaña, nunca lo podrá olvidar”.

Transitando sobre el Glaciar Rio Blanco Superior. Detrás, las agujas Saint Exupery, Poicenot y Cerro Fitz Roy.

En relación a este tema, algo que me sorprendió durante los últimos años vividos y disfrutados en la hermosa Ciudad de Calafate -“Tierra de Glaciares”- es que aún no encuentro una respuesta

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The Four Doctors

“The Four Doctors” (John Singer Sargent, 1907)

Carlos Seas Ramos Médico Infectólogo

E

en SUNY-Brooklyn– conducien-

n marzo del 1994 terminé un año de entrenamiento en investigación clínica en el Clinical Sciences Division del International Centre for Diarrhoeal Disease Research en Dhaka, Bangladesh, período que considero el más provechoso de mi carrera. An-

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tes de finalizar mi entrenamiento viajé a los Estados Unidos y con mi hermano gemelo -que hacía la residencia de medicina interna do un automóvil hicimos un viaje por toda la costa este, desde New York hasta Miami Cuando llegamos a la ciudad de Baltimore, pese a nuestra corta estancia, acudimos al antiguo edificio del Hospital Johns Hop-

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kins, lugar donde la mayor atracción era el Hopkins Welch Medical Library, una de las bibliotecas con el mayor número de volúmenes de historia de la medicina en el mundo. Mi mayor asombro ocurrió en el West Reading Room, donde vi una impresionante pintura titulada “The Four Doctors”. Un óleo que muestra las imágenes icónicas de los médicos fundadores de la escuela de medicina Johns Hopkins: William Welch (Decano


y Jefe de Patología), William Osler (Jefe de Medicina), William Halsted (Jefe de Cirugía) y Howard Kelly (Jefe de Ginecología y Obstetricia). Estos visionarios, considerados como el mejor grupo de profesionales talentosos reunidos en una sola institución, modificaron la selección de los postulantes mediante exámenes rigurosos (no implementados regularmente hasta entonces), implementaron la enseñanza al pie de la cama del paciente e integraron los cursos de medicina con los de laboratorio y los hallazgos patológicos, transformando así la docencia de la medicina para siempre.

“Estos visionarios, considerados como la mejor selección de profesionales talentosos reunidos en una sola institución… transformaron la docencia de la medicina para siempre”.

dres. La obra se terminó en 1905, pero recién fue revelado en 1907. El pintor era famoso por haber retratado a la benefactora, y a personajes como Robert Louis Stevenson, Claude Monet, y a los presidentes Roosevelt y Wilson, entre otros. La intención del encargo fue inmortalizar en un retrato a los fundadores de la escuela de medicina. Para ello se contó con la aprobación del Board of Trustees y los cuatro personajes viajaron en barco a Londres para dirigirse al estudio de John Sargent sin ninguna instrucción. No se sabía cómo serían retratados, con qué indumentaria ni cuánto tiempo les tomaría posar para el artista. Se sabe que Sargent no tuvo influencias para diagramar y terminar su obra, teniendo amplia libertad para seleccionar todos los detalles de la misma. Al ver el cuadro terminado surgieron varias preguntas: ¿Por qué aparecen solo tres de ellos sentados? ¿por qué lucen con atuendos europeos siendo todos americanos? ¿por qué aparece un globo terráqueo veneciano y una pintura oscura en el fondo de la película que representa la réplica de un

trabajo del El Greco? ¿por qué se retrata a Halsted con una mano apoyada en la mesa con una apariencia deforme?. No tenemos respuestas para esas preguntas. Se han mencionado historias sobre lo difícil que fue para Sargent lidiar con los cuatro personajes, que para esa época ya eran celebridades. Por ejemplo, Osler vivía temporalmente en Oxford luego de ser nombrado Regis Professor y se insinuaba que la relación entre Sargent y Halsted era atroz, lo cual fue desmentido. Se ha mencionado que Sargent, para vengarse de la vanidad de Halsted con el color y atuendo de sus vestiduras, decidió pintarlo de pie para dar la ilusión de tratarse de una persona de talla alta, cuando en realidad era el más bajo de todos. También se dice que, irónicamente, pintó de manera deforme la mano izquierda del mejor cirujano americano de la historia y que lo retrató con una insinuación de sonrisa, cuando en realidad era todo lo contrario, un ser hosco y poco adepto a sonreír en público. Finalmente, se dice que pintó su rostro con materiales que se desvanecerían; sin embargo, el cuadro ha sufrido los avatares del

Hospital de la Universidad Johns Hopkins, Baltimore.

Mary Elizabeth Garret, una de las más importantes benefactoras del hospital, encargó la realización de la pintura a John Singer Sargent (1856 - 1925), famoso retratista norteamericano nacido en Florencia y afincado en Lon-

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tiempo, pero el rostro de Halsted no ha sufrido mayor daño, desmintiendo así las leyendas mencionadas, o al menos una de ellas. Una anécdota adicional, Osler prefería vestir con la túnica roja de Oxford, lo cual no fue aceptado por Sargent, y además tuvo que posar tantas veces que su rostro fue el último en ser retratado.

La intención del encargo (la pintura) fue inmortalizar en un retrato a los fundadores de la escuela de medicina La vida y obra de estos personajes ha sido escrita por varios de sus biógrafos, en muchos casos resaltando sus virtudes y en menor medida mostrando sus defectos. Para aquellos que deseen completar la historia de la pintura que nos ocupa, les recomiendo los siguientes libros biográficos: • William Osler, a life in medicine. Michael Bliss, England: Ed. Oxford University Press; 1999. • William Henry Welch and the heroic age of American medicine. Simon Flexner and James Flexner; Eds. Johns Hopkins University Press; 1993. • Genius on the edge: the bizarre double life of Dr. William Stewart Halsted. Gerald Imber. Ed. Kaplan Publishing; 2011.

Diez canciones contemporáneas sobre la Revolución Notas sueltas en la habitación de un médico melómano


Germán Valenzuela Médico Internista y Cardiólogo

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os actos de cambio han inspirado a poetas y músicos para escribir letras y melodías. El diccionario de la Real Academia Española define a la revolución como “la acción o efecto de revolver o revolverse”. Asimismo, como “un cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional”. La música es un elemento importante en las luchas sociales y acompañante indispensable de los procesos revolucionarios. Históricamente, las marchas y los himnos otorgan un impulso que desafía la fortaleza de las estructuras, como las siete trompetas de Jericó, tocadas sin sosiego por los sacerdotes, que fueron capaces de derribar los muros de la ciudad. Las canciones se han utilizado como parte de los movimientos revolucionarios, sobre todo los que buscan la unión de los pueblos o de las naciones, pudiendo alimentar los deseos de agresividad u obediencia. Por ejemplo, durante la revolución francesa se interpretaron más de mil canciones en las calles de París. Por aquella época surgió el himno revolucionario más famoso: la Marsellesa, compuesto en 1792 por Claude-Joseph Rouget de Lisle. El cual fue creado para reclutar voluntarios y para animar a las tropas, y que era cantada durante sus desplazamientos.

La música es un elemento importante en las luchas sociales y acompañante indispensable de los procesos revolucionarios Posteriormente, el himno de los trabajadores, “Internacional socialista”, del poeta francés Eugène Pottier, fue musicalizado, alcanzó éxito internacional y se convirtió en el himno de la Unión Soviética hasta 1943. A la fecha, muchos grupos socialistas, comunistas y anarquistas la siguen cantando en distintos idiomas y versiones, según su orientación moderada o radical. Otros ejemplos son las canciones que animaron a los soldados de la Segunda República Española enfrentados a los militares de Franco en 1936, o la canción “We shall overcome”, símbolo del movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos de Norteamérica.

“Revolution” Canción de “The Beatles” compuesta por John Lennon y publicada en agosto de 1968 en el “Álbum Blanco”. “Dices que quieres una revolución, pero sabes, todos deseamos cambiar el mundo, me dices que es evolución, pero sabes, todos deseamos cambiar el mundo, pero cuando hablas de la destrucción, sabes que no puedes contar conmigo, sabes que estará bien, bien, bien.” “Flor de Retama” Canción compuesta en 1969 por el profesor Ricardo Dolorier Urbano, nacido en Huanta, Ayacucho. Según el autor, la inspiración surgió a consecuencia de una matanza de estudiantes por parte de la policía, durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado. “La sangre del pueblo, tiene rico perfume, huele a jazmines, violetas, geranios y margaritas, a pólvora y dinamita”, dicen sus letras.

A continuación, les presento un grupo de canciones donde la revolución es el eje temático principal, tanto en inglés como en español.

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pasando aquí, que no está claro. Hay un hombre con una pistola allí, diciéndome que debo tener cuidado”.

“Muevan las industrias”

“Street fighting man” Tema de “The Rolling Stones” incluído en el álbum de 1968 “Beggars Banquet”, ubicada por la revista Rolling Stone en el lugar 301 de las 500 canciones más grandes de la historia.

respeta mi bandera. Palo pa´que aprenda que aquí sí hay honor, si lo ven que viene palo al tiburón, en la unión está la fuerza y nuestra salvación”

“Cuando vino la miseria los echaron, les dijeron que no vuelvan más. Los obreros no se fueron, se escondieron, merodean por nuestra ciudad. Las industrias. Muevan las industrias”

“Hablaré fuerte y gritaré, mataré al rey, humillaré a todos sus sirvientes Vaya, qué puede hacer un pobre muchacho, excepto cantar en una banda de rock and roll” “Tiburón” Composición de Willie Colón y Rubén Blades que aparece en el álbum “Canciones del Solar de los Aburridos”, 1981. Esta canción sería una protesta en contra de la invasión norteamericana a Latinoamérica. “Tiburón que buscas en la orilla,

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Canción del grupo chileno “Los Prisioneros”, presentada en su primer sencillo promocional del álbum “Pateando Piedras” en 1986. Su líder, Jorge González, afirmó que imaginó la canción mientras viajaba en un vehículo de transporte público hacia la universidad. Los sonidos metálicos que en ella se escuchan, fueron producidos por Jorge, Gonzáles al golpear un balón de gas de cocina.

“For what it´s worth” Canción del grupo “Buffalo Springfield” y del álbum homónimo al cual pertenecieron Neil Young y Stephen Stills, lanzado en el año 1967. Sus estrofas incluyen: “…algo está

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“It better end son” Tema del grupo norteamericano “Chicago” incluido en su segundo álbum de estudio y publicado en enero de 1970. “Sí, no puedo soportarlo más, la gente odiando, hiriendo a sus hermanos, ellos no entienden, ellos no pueden entender. Será mejor que termine pronto, amigo mío”

dirán que la gente es mala y no merece. Mas yo partiré soñando travesuras. Acaso multiplicar panes y peces” “Get up, stand up” Canción de “The Wailers” incluída en el álbum “The Wailers Burnin´” de 1973, escrita por Bob Marley y Peter Tosh. Se comenta que Marley se inspiró en la pobreza y la vida miserable de los haitianos. “Predicador, no me diga, el cielo está bajo de la tierra. Sé que Usted no sabe, el valor real de la vida. No todo lo que brilla es oro, y la historia nunca lo ha dicho, así que ahora ves la luz, eh¡. En defensa de tus derechos. ¡Anímate¡.”. “Por eso mato”

“El necio”

Canción publicada por “La Mala Rodríguez” en el álbum “Dirty Bai-

larina” (2010) compuesta por María Rodríguez Garrido, cantante gitana criada en Sevilla hasta los 19 años, edad a la que se trasladó a Madrid para dedicarse profesionalmente a la música. “Refranes y comida, a mí me sirven de sustento, por eso mato, porque si no mato, me matan, o lo que es peor, me llaman maricón o lesbiana, ¿o hay algo peor?”, dice la letra.

Escrita por Silvio Rodríguez en 1991 y publicada en 1992 en el álbum “Silvio”. Es una declaración de principios del trovador cubano respecto a su postura política. “Yo quiero seguir jugando a lo perdido, yo quiero ser a la zurda más que diestro, yo quiero hacer un congreso del unido, yo quiero rezar a fondo un hijo nuestro. Dirán que pasó de moda la locura,

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Ascenso al Fujiyama José Luis Akaki Blancas Médico Internista (México)

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a ascensión al monte Fuji (Fujisan, en el habla japonesa, y Fujiyama, en el habla castellana) es una costumbre centenaria en el Japón y para todo japonés es una meta a conseguir. Consideran que deben llegar a su cima por lo menos una vez en su vida, y hacen lo posible por lograrlo. El monte Fuji, el pico más alto del Japón, es un volcán de 3776 metros de altura, una pendiente de 30° a 45° y una base de 40 Km de diámetro y 125 Km de circunferencia. Su cráter, de 700 metros de diámetro y 221 metros de profundidad, presenta ocho crestas que

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rodean sus márgenes, conocidos como “los ocho pétalos del Fuji”. Fujisan, la montaña divina de la cultura japonesa, es reverenciada desde hace siglos como “la diosa del fuego”, o “la morada del fuego”. Aún hoy existe la secta religiosa de los Fujikos, fundada en 1558 por Takematsu, encargados de la vigilancia divina del Fujisan. Durante siglos, poetas, pintores y escritores japoneses intentaron aprender el espíritu de la bella montaña venerada. Las “Treinta y seis vistas del Fuji” realizadas por Katsushika Hokusai, son conside-

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radas las más famosas representaciones pictóricas del Fujiyama. La perfecta simetría de la silueta del Fujiyama es, desde hace mucho tiempo, el símbolo definitivo de la belleza japonesa. La montaña está cubierta de nieve la mayor parte del año y sus laderas bajas tienen exuberante vegetación. Fue lugar prohibido para las mujeres hasta 1868. La primera que lo ascendió fue la esposa del embajador británico en Japón. Hasta el final de la segunda guerra mundial, la cima era la meta de todo devoto seguidor del shinto.


La perfecta simetría de la silueta del Fujiyama es, desde hace mucho tiempo, el símbolo definitivo de la belleza japonesa. Desde 1980, sólo está permitido el ascenso en los meses de julio y agosto, periodo en el que asciende un promedio de 50,000 a 80,000 personas (1200 a 1500 por día), a través de cuatro rutas -muy distantes una de la otraque conducen un promedio de 375 visitantes por ruta. El resto del año la montaña está cubierta de nieve. Por su naturaleza agotadora y particular naturaleza del viaje, un proverbio japonés dice: “es tonto no escalar el Fujisan, pero también lo es escalarlo dos veces en la vida”. El Fujiyama, o Fujisan, es adorado como la morada de los dioses, el simbólico lazo entre los misterios del cielo y las realidades de la vida cotidiana. Más que cualquier otra característica de la cultura nacional, el monte Fuji es el emblema de Japón.

llada, algunos snacks y un bastón de senderismo hecho de madera con un cascabel en la parte alta. Pero todo lo que se sube se tiene que bajar, no está permitido dejar ni una sola envoltura de golosina, botella de agua vacía o colillas de cigarro. Se considera que el lugar es sagrado y que siempre debe estar impecable. El punto de partida del ascenso está a 500 metros s/nivel del mar. Se pasan por diez estaciones y en cada una de ellas hay una especie de hostal donde se puede comprar agua, fruta, golosinas y hasta sopa “ramen”. También cuentan con sanitarios totalmente ecológicos e incluso servicio de hospedaje para descansar. Algunas personas, sobre todos los keiroisha (tercera edad) realizan el ascenso por etapas de 1 a 3 días, pernoctando en esos lugares. La energía eléctrica es con planas de luz. No existe ningún tipo de cableado.

El promedio de tiempo del ascenso es de 6 a 8 horas. El momento más impactante es cuando se cruza el Toori (puerta alta en forma de marco) que indica que se está ingresando a la zona sagrada. De allí a la cima son aproximadamente 30 minutos, donde se encuentra un pequeño templo shintoista (para agradecer a los antepasados) y también un albergue, donde se puede cenar y descansar unas horas, para después observar la sorprendente salida del sol naciente o goraiko (meditar sobre las nubes). Los jóvenes acostumbran a iniciar el ascenso a las 6.00 pm para llegar a la cima a las 4.00 am, a tiempo para ver la salida del sol. Como necesitan una linterna, es posible ver una columna de luz serpenteante que va ascendiendo. Otros lo hacen de día, para disfrutar el paisaje y poder tomar un pequeño descanso en los hostales.

El ascenso Mi esposa y yo iniciamos el ascenso al Fujiyama el 22 de julio de 2010, después de un viaje de dos días desde México. En la base hay pequeños comercios donde se puede comprar agua embote-

Cráter del Fujiyama cubierto de nieve

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El Fujiyama, es adorado como la morada de los dioses, el simbólico lazo entre los misterios del cielo y las realidades de la vida cotidiana. Julio y agosto son meses cálidos en el Japón, pero en la cima del Fuji hace frío, por lo cual se recomienda llevar ropa que cumpla con las dos funciones. Es indispensable llevar un sombre de ala grande, porque no hay árboles para cubrirse y el sol puede ser

inclemente. Así mismo, se recomiendan llevar calzados cómodos y firmes como los utilizados para el montañismo, y que cierren bien porque en ciertas áreas del descenso hay mucha arenilla suelta. Se recomienda llevar una mochila sencilla y ligera donde quepan dos botellas de agua, fruta y algunos snacks. También los venden en los albergues, pero a mayor altura, mayor es el costo. Y recuerden, todo lo que suban lo tienen que bajar. El ascenso al monte Fuji es una experiencia inolvidable.

El autor en el límite de la Zona Sagrada

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CUENTO

El viaje C de Nahuac Aurelio Gambirazio Keller Cirugía General

uando Nahuac emprendió el largo camino que lleva desde Cerro Blanco hacia el Bajo Caral, tuvo la sensación de que las jornadas siguientes cambiarían su rutina de poderoso señor del Valle Alto del río Supe. Como en otras ocasiones, dispuso que se haría acompañar solo por dos músicos. Esta decisión no alarmó a Jachoc, sacerdote menor responsable del culto, acostumbrado a las excentricidades de su señor. No era motivo de sorpresa para los pacíficos pobladores del valle ver pasar a tan importante personaje seguido solo por dos o tres acompañantes. El bajo pueblo había aprendido que Nahuac apreciaba la soledad casi tanto como al silencio y por ese motivo se limitaban a detener sus labores y, con la cabeza gacha, mostrar su respeto. Nahuac revisó cuidadosamente el atuendo que le había preparado Loc, su anciano sirviente. Constató con agrado que la túnica de algodón era de tejido compacto y de un tono de ocre brillante, rematada en sus extremos por pespuntes de fibra vegetal. Las sandalias, fuertes pero flexibles, tenían largas cuerdas de algodón que permitían ajustarlas hasta las rodillas. El morral, de color rojo intenso, guardaba pequeños atados de sardinas secas y saladas, lúcumas frescas, habas y un cuenco con tapa tallado en un zapallo seco que le permitía transportar agua para una jornada. El tocado de plumas de guacamayo era, tal vez, el único elemento que podía denotar el carácter principal de este viajero, quien con una leve sonrisa aprobó el trabajo de Loc.

Éste, por su parte, se cuidaba muy bien de comparar el austero ajuar de viaje de Nahuac con el de su fallecido padre, el antiguo señor de esas tierras en tiempos de mayor boato. La pareja de músicos sabía muy bien cómo comportarse durante esos viajes. Nahuac disfrutaba de la música monocorde y melancólica que producían con sus flautas talladas de hueso de ala de pelícano, y que contenían un trozo de arcilla en el fondo que servía como modulador del sonido; detalle que asignaba a cada flauta un timbre único y característico. Tocadas a dúo, resultaba una melodía bitonal que un hombre sensible como Nahuac sabía apreciar.

No era motivo de sorpresa para los pacíficos pobladores del valle ver pasar a tan importante personaje seguido solo por dos o tres acompañantes. Como en otras ocasiones, partió al alba siguiendo el sendero que llega al anexo de Peñico. El frío de la madrugada terminó de despertar a los adormilados músicos quienes tocaron una melodía semejante al canto temprano de las cuculíes. Nahuac había permanecido despierto las horas previas a

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en la recaudación de los tributos. Recibía con agrado las sencillas ofrendas de verduras y lúcumas frescas que le entregaban los campesinos y no tenía reparos en reposar en las banquetas de esterilla de junco que le ofrecían.

Complejo arqueológico de Caral

la partida, pero esta vez sus pensamientos no estuvieron dedicados a sus dominios, sino a otras reflexiones. Aún quedaba en su recuerdo inmediato el extraño mensaje que había recibido del gran señor y cacique de todos los valles de la región y la expresión desconcertada del emisario que lo recitó de memoria, convocándolo a él y a sus pares, señores y curacas de los poblados de su administración, a una gran asamblea en el Templo del Anfiteatro de la Ciudad Sagrada de Caral. Nahuac era consciente de que la vida apacible que todos llevaban en esa región de la costa se debía, en gran parte, a la extraordinaria habilidad que tenía el Cacique Apac-Chadi para resolver las disputas y administrar justicia entre los señores y curacas locales, quienes con alguna frecuencia pretendían desconocer los límites de su jurisdicción, sea para cobrar los impuestos al bajo pueblo o para recibir sus cuotas de riego en la temporada de siembra. No recordaba invitación semejante fuera de la visita que todos los

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curacas realizaban a la ciudad durante el solsticio de verano, para honrar y llevar ofrendas al Dios Huari. Esta festividad los reunía cada año en el templo del anfiteatro, donde veían al cacique orar ante el altar del fuego sagrado. Las horas de vigilia y meditación previas a la partida se convertían para Nahuac en una suerte de gimnasia mental que preparaba a sus músculos para las exigencias de la larga caminata. Recorrer a pie sus dominios constituía, más que un esfuerzo físico, un ejercicio espiritual en el que el contacto con la tierra fortalecía la pertenencia a ese pueblo antiguo. La inevitable distancia que había entre él y el bajo pueblo se acortaba cuando recorría las pequeñas villas observando a los pobladores en el campo y éstos notaban su aprobación por el orden y pulcritud de las parcelas sembradas. Estos largos recorridos eran para él oportunidades únicas de acercarse a la vida de la gente común, sin la intermediación de sacerdotes y miembros de las castas superiores. Durante sus viajes, Nahuac se informaba de los resultados de las faenas agrícolas y de la justicia

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Nahuac era consciente de que la vida apacible que todos llevaban en esa región de la costa se debía, en gran parte, a la extraordinaria habilidad que tenía el Cacique Apac-Chadi para resolver las disputas y administrar justicia. No dejaba de causarle gracia la expresión de asombro de los niños que lo veían descansar en la puerta de sus casas, quienes con curiosidad se acercaban a observar de cerca al personaje que sus maestros ancianos habían descrito tantas veces. Estos tenían como obligación principal transmitir a los infantes los conocimientos para el cultivo y preparación de los alimentos que, a su vez, habían recibido de sus ances-


tros y aplicado durante su juventud. Estas destrezas, enseñadas a los hombres muchos años antes por Huari, el Dios Sol humanizado, eran su patrimonio principal, la memoria y enseñanza para la siguiente generación celosamente cuidados por los mayores. Al llegar al anexo de Peñico fue convidado a la comida que se acostumbraba preparar al atardecer: un cocido de verduras, frijoles y zapallos asados en un mate con piedras previamente calentadas al fuego, acompañado de anchovetas secas. En cada barrio había fogones para calentar las piedras y las mujeres se agrupaban para preparar la cena para los adultos y niños mayores que volvían de la faena del campo. Nahuac participaba de esta sencilla ceremonia disimulando su curiosidad por el orden casi ritual con que los pobladores tomaban su alimento principal del día. Los músicos que lo acompañaban, por el contrario,

se integraban con entusiasmo al grupo de agricultores que comían sentados en círculos sobre esterillas de junco. La presencia del señor de esas tierras acalló, por esa vez, la conversación sobre las incidencias de la jornada que solía convertir la cena en una suerte de asamblea barrial. Al caer el sol, Nahuac notó que los pobladores cuchicheaban y lo miraban con cierta incomodidad, pues se preguntaban dónde pasaría la noche y qué comodidades requeriría el señor. Nahuac prefirió adelantarse a algún ofrecimiento e indicó a sus músicos instalar un pequeño campamento detrás del fogón principal. Así, recostados sobre esterillas y cubiertos con mantas de algodón, durmieron profundamente hasta que las primeras luces indicaron la hora de reanudar la marcha. Esa segunda jornada discurrió en la parte media del valle del rio

Supe, rodeados de montañas de escasa elevación hasta cuyas faldas se veían sembríos de algodón, zapallos, camotes, pacay, guayabo y lúcumo. La bondad del clima permitía una agricultura estable durante todo el año y la cercanía a la costa favorecía el intercambio con pescadores que traían sardinas, anchovetas secas, choros, machas y moluscos frescos. La noche pasada y el sueño reparador que Nahuac había tenido no lograba disipar la inquietud que el viaje le producía. Cerca ya a la ciudad, en la parte baja de una ladera, pudo divisar una comitiva numerosa; entonces ordenó a sus músicos apurar el paso para evitar un encuentro y tener que adelantar los protocolos de saludos y parabienes. Así, a paso forzado y al atardecer, divisaron el perfil de la ciudad: estructuras piramidales de piedra revestidas de barro estucado y pintadas de rojo, amarillo y ocre, dispuestas

Señor de Caral

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en un trazado geométrico que circundaba al Conjunto Residencial Mayor, donde vivía la corte de Apac-Chadi. Bordearon la zona de Caral Alto, dejaron atrás dos pequeñas pirámides rodeadas de sencillas viviendas y accedieron al ingreso principal del Bajo Caral que los llevaría directamente al templo del anfiteatro. Ahí se encontraron con algunas comitivas de señores recién llegados. Las pequeñas cortes reunidas se mezclaron formando grupos dispares donde se encontraban representantes de la clase señorial, sacerdotes, músicos, porteadores y acompañantes. Nahuac no logró pasar desapercibido a pesar de lo austero de su comitiva y fue llamado por un grupo de señores. Se comentaba sobre las incidencias del viaje, se preguntaba acerca de los resultados de la reciente campaña de cosecha y sobre lo auspiciosa de la temporada que se avecinaba. Nadie inquiría sobre la asamblea que se realizaría al día siguiente, porque no conocían los motivos, y no querían poner en evidencia su curiosidad. Nahuac observaba a sus pares y no lograba percibir ningún gesto que denotara angustia o preocupación. Un poco molesto consigo mismo por su escasa sociabilidad, informó que se retiraría temprano a descansar. A poco de alejarse del lugar fue abordado por sus músicos quienes le informaron acerca de una noticia recibida de unos albañiles con quienes habían estado reunidos: se iba a iniciar la construcción de un Templo Mayor en la parte más alta de la ciudad, de dimensiones superiores a todo lo existente hasta ese momento. Ellos lo sabían porque habían pa-

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sado las últimas semanas nivelando un gran terreno y algún capataz indiscreto filtró la información.

Los maestros ancianos tenían como obligación principal transmitir a los infantes los conocimientos que habían recibido de sus ancestros. Esta noticia le produjo una gran desazón. Sentía que sus temores y angustias no eran infundados, y que sus preocupaciones tenían motivos reales. Se alejó con prisa y buscó refugio en una pequeña elevación formada por un cúmulo de shicras, unas pequeñas bolsas de fibra vegetal en forma de red y rellenas de piedras; desde la cual se dominaba el Altar del Fuego Sagrado, adonde dirigió su mira-

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da y pensamientos. Al día siguiente, Apac-Chadi pediría a cada señor y curaca local presentar como ofrenda de sacrificio a un niño noble para asegurar el éxito de la construcción, la seguridad de los albañiles y el orden social y político establecidos. Recordaba la historia de su abuelo, antiguo señor del Valle Alto quien, cuando fue construido el Templo del Anfiteatro donde ahora se reunían, tuvo que ofrecer en sacrificio a su hijo menor, el hermano que su padre nunca vio crecer y que contempló arder en una pira, envuelto en un fardo ceremonial. Dos generaciones después, tiempo en el que los dioses les habían dado paz, buenas cosechas y armonía con los pueblos vecinos, se veía enfrentado a una dura prueba: aceptar lo que su posición y cargo lo obligaban a hacer y entregar a un hijo suyo para ofrecer a los dioses un regalo de la categoría que una construcción sagrada requería; o rebelarse ante ese ritual mortuorio que él, un hombre de su tiempo –2700 años antes de Cristo– ya consideraba cruel. Hincó sus rodillas en tierra sagrada y oró.


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