Adán Echeverría “Los héroes de Onetti eran los más pacíficos, los más perezosos, los más inútiles del mundo”. Antonio Muñoz Molina “Entre Borges y Cortázar, entre ambas generaciones, hay que situar la obra de Onetti”, ha escrito el poeta Joaquín Marco (Barcelona, 19352020). Coincido en parte con él; y es que en este trío de cuentistas sudamericanos cada quien establecerá su propia idea de quién ocupa cada lugar según sugieran sus gustos. Algunos enlistarán Borges-Onetti-Cortázar, y otros muchos cambiarán el orden, dejando a Cortázar en segundo lugar. Habrá quienes decidan meter a Quiroga, o a Felisberto o quizá se atrevan con Donoso. Y existirán los muy exquisitos que incluso señalen que en los primeros sitios de la cuentística sudamericana no se puede dejar de lado ni a Lispector ni a Ocampo,ni a
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Ribeyro y tampoco a Juan Emar. Lo cierto es que los lectores tenemos la dicha de poder disfrutarlos a todos por igual. Y las preferencias por alguna cuentística, más allá de cualquier impulso editorial, será la que llene nuestras propias búsquedas lectoras. Onetti llena con mucho la mía, al menos más que muchos de los cuentos de Cortázar, con una capacidad para tocar mis venas como la que algunos cuentos de Ribeyro logran, o con esa furia vital que me desarma, tal como me sucede con algún cuento de Juan Emar. El atractivo con que me ha atrapado Onetti es el descaro con el cual, construye la historia de sus personajes. Ese supremo deseo de tapar la salida del laberinto a la rata que intenta recorrerlo. La falta de finales felices en que permean sus historias, pues en Onetti todos los personajes principales terminan por fracasar, algunos se jactan de darse cuenta, otros incluso disfrutan constatar el fracaso de los otros, y otros deciden evadirse de la realidad, ya sea muriéndose o volviéndose locos. Nuestro autor se empeña en que los lectores logremos sentirlo; como si nos permitiera asomarnos a la mediocridad de los otros, para que nuestras preclaras ideas de optimismo queden destrozadas y podamos verlas irse por el desagüe. Ya lo va a conseguir, sí,