Ximena Candia C. Y entonces, El Aleph sí se inspiró en un caleidoscopio. Ya me parecía, todos los ángulos de un mismo punto; en un punto todos los ángulos posibles. Toda la historia, y los futuros posibles concentrados en las células de todos, y cada uno. Debo tener por ahí un par de caleidoscopios. Fueron horas, y horas en la infancia, mirando las infinitas posibilidades de combinación de formas, colores, espejos y perspectivas que se estructuraban con cualquier movimiento, por minúsculo que fuera. Casi te envío un mensaje para contarte lo del Aleph y el caleidoscopio. No, no estuve ni cerca de hacerlo, ni con la conciencia alterada he estado cerca. Jamás me atrevería a perturbar tu calma y olvido. Sólo que una botella de vino vacía me recordó conversaciones e imágenes, y junté todo, un merlot y Bach. El Aleph y Beethoven. Bach es terapéutico, Beethoven lee el alma. Eso pensaba ayer. No había podido escuchar en mucho tiempo el concierto para dos violines de Bach, en especial el segundo movimiento. Ayer apareció por ahí, y logré llegar al final. Fui interrumpida por una sorpresiva invitación: —¡Vamos a Varadero! Creo que al ver mi cara de desconcierto comenzó a proponer otros destinos: Cancún, República Dominicana, Montañita. El sistema nervioso es cerrado, sí, somos universos individuales, pero ¿no se suponía acaso que por muchos años estuvimos coordinados? ¿no me escuchó decir que detesto los resort y ese concepto de all inclusive? ¿que no hay nada más lejos de lo que quisiera hacer, que estar tirada a la orilla de una playa con agua tibia?
6