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Adiós al caballo del comisario

Afines del Siglo XX, con la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, el mundo empezó un proceso de transformación en muchos niveles. La sociedad empezó a tender lazos de unión entre los países. Unos empezaban a depender de otros, y generaban tratados de comercio internacional, uniones económicas o mercados abiertos entre difetentes naciones. Al mismo tiempo empezaba a crecer a pasos agigantados internet y el mundo ya no sería el mismo. A este proceso, que tendía a unir nuestro planeta convirtiendolo en uno solo, se lo llamó Globalización.

La arquitectura, por aquellos años, acompañó los vientos de cambio y también comenzó un movimiento nuevo. Desde las universidades con los profesionales mas vanguardistas, se empezó a hablar de desarmar y volver a pensar todo lo que se tenía por cierto. Hasta entonces, las enseñanzas de los grandes maestros no se habían cuestionado, pero era evidente que habían perdido su vigencia. Los arquitectos empezaron a trabajar en el deconstructivismo. Y no es casual que quien haya llevado el estandarte de ello no haya sido un hombre.

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Fueron la iraquí Zaha Hadid, fallecida hace cuatro años, junto a Rem Koolhaas y Frank Ghery, entre otros, quienes empezaron un movimiento

que llega hasta nuestros días, influencidos por el filósofo Jacques Derrida. Las obras deconstructivistas son hitos para cada ciudad, como el Museo Guggenheim de Bilbao o el estadio mundialista Al Janoub para Qatar 2022, diseñado por una mujer.

Ya no resulta extraño escuchar que alguien diga que se está decontruyendo, y eso se lo debemos en buena medida a Zaha.

En 2001, el atentado a las Torres Gemelas, del 11 de Septiembre en Nueva York, marcaría definitivamente el comienzo de una cruzada contra un enemigo concreto, en un mundo globalizado, el terrorismo internacional.

Durante los últimos diez años, venimos escuchando a investigadores, y a miembros de la comunidad científica hablarnos de posibles enfermedades que podrían afectar a esa aldea global. Los pronósticos mas dramáticos anunciaban el desastre que podría causar en todo el mundo, por ejemplo, un nuevo virus que viajase por el aire.

Hoy nos encontramos frente a esa enfermedad global sin vacuna, la pandemia de coronavirus está afectando a países de todos los continentes y a personas de cualquier posición social, no importa si es un ciudadano de a pie, un Primer Ministro o el mismísimo Principe de Gales.

El enemigo público número uno no es un grupo de mercenarios, no es un individuo, no tiene rostro. Y ésta nueva realidad nos ha llevado a cerrar las fronteras, entre países, entre provincias y entre ciudades.

Muchos analistas empiezan a escribir sobre un nuevo orden mundial, pero que no se va a tratar de si China logra tener mayor desarrollo que los Estados Unidos. Ha comenzado un nuevo paradigma, se empieza a hablar de la Desglobalización.

Se han repartido las barajas a cada jugador y ahora llega el momento de ver qué hace cada uno con lo que le tocó. Sin caer en un sálvese quien pueda, cada país debe plantearse cuáles son sus prioridades y qué jugada van a querer hacer con la economía, con la salud, con el medio ambiente y con la tecnología.

Y así vemos que mientras un Presidente dice que prefiere más pobres pero no descuidar la salud, su vecino dice que no va a parar las industrias y deja que su gente se enferme. Nos encontramos con un millonario conservador intentando salvar al país de norte con su máquina de hacer dólares, mientras hacen tumbas colectivas y hospitales de campaña en el Central Park.

En poco tiempo tal vez veamos surgir a países impensados como nuevos protagonistas de la historia. Sin dudas, serán aquellos que sepan priorizar el cuidado ambiental los verdaderos ganadores, porque sin ser amigos del ecosistema no hay modelo sostenible en el tiempo posible.

Toda crisis es una oportunidad y dependerá de nosotros el saber aprovecharla, tomando ya mismo decisiones políticas que vayan a lo sustentable como base fundamental para cualquier progreso.

Es evidente que el mundo cambió para siempre y esta vez no va a ganar el caballo del comisario.

Estadio mundialista Al Janoud de Qatar, diseñado por el estudio Zaha Hadid Architects.

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