SOY MAMÁ DE UNA PERSONA CON AUTISMO
S
er madre de dos personas, una niña y un niño, ha sido una importante experiencia para mí y mi esposo, ellos son una fuente de ilusiones y miedos, así como de grandes retos y satisfacciones. Después de haber vivido un primer embarazo, donde todo fue relativamente fácil, llegó un segundo que fue muy diferente, que me tenía aturdida y fuera de lugar, un proceso que desestabilizó diferentes aspectos de mi vida cotidiana. Los primeros meses de mi segundo hijo, transcurrieron normal, pero al año y tres meses de edad, su comportamiento empezó a cambiar, desaparecieron sus intentos de comunicación con todos lo que lo rodeábamos, no sabíamos qué le pasaba. Fue necesario consultarlo con diferentes especialistas, de quienes recibimos diferentes diagnósticos, entre ellos Trastornos del Espectro Autista. Asimilarlo fue una tarea complicada para mí, por fortuna la entereza de mi esposo ante la noticia fue un pilar fundamental en digerirlo y tomar decisiones encaminadas al desarrollo y bienestar de nuestro hijo. Encontrar instituciones tanto públicas como privadas que brinden la atención que verdaderamente necesitan personitas como nuestro hijo, nos ha traído muchas decepciones, pues el sistema educativo en México, carece de planes, de personas capacitadas, que trabajen en el desarrollo integral de niños autistas, no hay centros especializados donde los profesores
manejen temas sobre las necesidades específicas de niños con esta condición, que cuiden de ellos, que los comprendan, porque existen, con características únicas que muchos maestros no saben manejar. En la búsqueda de un desarrollo integral para nuestro hijo, tuvimos la oportunidad de radicar en Estados Unidos e iniciar un programa que consideramos excelente, pues brinda la atención oportuna, métodos adecuados y que estaban rindiendo frutos, ya que mientras estuvo asistiendo, su comportamiento en el núcleo familiar fue diferente, la comunicación mejoró, lo que nos tenía satisfechos; desafortunadamente tuvimos que regresar a México debido a la pandemia generada por la enfermedad Covid-19. Aunque eso significó un tropiezo en su desarrollo, ni mi esposo ni yo quitamos el dedo del renglón pues sabemos que los Trastornos del Espectro Autista no tienen curación, pero con un tratamiento oportuno podemos desarrollar al máximo sus capacidades. Actualmente, nuestro hijo tiene cuatro años de edad, el camino ha sido complicado para nuestra familia, pero él nos ha enseñado grandes lecciones de vida, nos ha unido a todos por un objetivo en común, hacer que nuestra familia supere todos los obstáculos que se nos presenten.
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