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¿Estamos realmente viviendo o tan solo
existiendo?
Relatos de estudiantes de la Carrera de Género y Desarrollo en tiempos de pandemia
Compiladores: Darwin García María Esther Llerena Isabel Gil
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¿Estamos realmente viviendo o tan solo
existiendo?
Relatos de estudiantes de la Carrera de Género y Desarrollo en tiempos de pandemia
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Créditos: Compilación: Compiladores: Darwin García María Esther Llerena Isabel Gil Diagramación: Garabato Estudio Gráfico
Website: https://educa-media.com/ Fecha de publicación: Agosto de 2021 Auspiciantes:
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Índice
Autores y autoras
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Prólogo 9 Viviendo entre miedos e incertidumbres
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El COVID-19 en mi vida
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La monotonía del día a día en la pandemia
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¿Cómo se vivió el proceso de la pandemia?
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La pandemia y yo
21
Encierro inesperado
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Anecdotario contexto COVID-19: los sufrimientos psíquicos de las sociedades del siglo XXI
24
La salud mental y el COVID
26
La realidad de lo que dejó la pandemia
28
Tener que sobrevivir o morir, en un sistema de adaptación COVID-19
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Capitalismo y salud mental en épocas de pandemia: vivencia personal
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El COVID y un nuevo estilo de vida
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Al borde de un colapso…
36
Problemática y enfermedades a raiz de la cuarentena
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Historia en tiempos de COVID
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COVID-19: nuevo generador de desequilibrios
42
COVID-19: el virus que arraso con todo, algunos aspectos relacionados
44
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¿Cómo influye el COVID-19 en mi vida?
46
¿Qué me hizo la pandemia?
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Un día más en mi vida
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¿Confinamiento o martirio?
53
Memorias de la pandemia
55
Los sufrimientos psíquicos de las sociedades del siglo XXI: adicciones y trastornos alimentarios desde un enfoque de género.
57
La otra cara de la familia, una forma de vida dentro de la pandemia
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Desde mi encierro
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COVID-19 en mi salud mental
62
Salud mental en tiempos de pandemia
64
Un año pandémico y las expectativas irreales nos generan ansiedad
66
Histeria colectiva, un montón de hipocondriacos o solamente mentes cansadas y enfermas
68
Pandemia 2020
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Resiliencia en tiempos de pandemia
73
COVID, salud mental y género
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Los mandatos de la masculinidad hegemónica, los cuidados y el COVID 19 78
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AUTORES Y AUTORAS
Título
Nombre / Seudónimo
Viviendo entre Miedos e Incertidumbres
A.G.P.
El Covid-19 en mi vida
Fernanda Salto
La monotonía del día a día en la pandemia
Sebastián P.
¿Cómo se vivió el proceso de la pandemia?
Vanessa Pinduisaca
La pandemia y yo
Licceth Montenegro
Encierro inesperado
Bárbara Solano
Anecdotario contexto covid-19: los sufrimientos psíquicos de las sociedades del siglo XXI
Erick Covilla
La salud mental y el Covid
Zarpando
La realidad de lo que dejó la pandemia
KAPM
Tener que Sobrevivir o Morir, en un sistema de adaptación Covid 19
A. Delgado
Capitalismo y salud mental en épocas de pandemia: vivencia personal
Pedro Herrera
El Covid y un nuevo estilo de vida
Carolina Orellana
Al borde de un colapso…
Tatiana C.A.
Problemática y enfermedades a raíz de la cuarentena
Daniel Balarezo
Historia en tiempos de Covid
G.M.R.D.
Covid-19: Nuevo generador de desequilibrios
Johanna Guzmán
Covid-19: El virus que arraso con todo, algunos aspectos relacionados
Klever Belduma
Cómo influye el Covid -19 en mi vida
C.M.J.L.
¿Qué me hizo la pandemia?
Gabriela Nieves
Un día más en mi vida
Paola Fárez
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¿Confinamiento o martirio?
Jeba
Memorias de la pandemia
Jacy
Los sufrimientos psíquicos de las sociedades del siglo Jimmy López XXI: adicciones y trastornos alimentarios desde un enfoque de género La otra cara de la familia, una forma de vida dentro de la pandemia
C.A.Q.H
Desde mi encierro
P. M.
Covid-19 en mi salud mental
Mireya Quito
Salud mental en tiempos de pandemia
Laura Sumba
Un año pandémico y las expectativas irreales nos M.M. generan ansiedad Histeria colectiva, un montón de hipocondriacos o J. A². M. solamente mentes cansadas y enfermas Pandemia 2020
Andrea Garrido
Resiliencia en tiempos de pandemia
Jaime Mauricio Dután Ll.
Covid, salud mental y género
Ma. José Urigüen
Los mandatos de la masculinidad hegemónica, los Paúl Ochoa cuidados y el Covid 19
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PRÓLOGO
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os crisis se encontraron, la crisis neoliberal y la crisis sanitaria. El gobierno de turno había realizado importantes recortes presupuestarios, sobre todo a partir de la proforma presupuestaria del año 2019, afectando en mayor medida a los sectores sociales somo salud, educación, inclusión económica y social, y derechos humanos, sin imaginar la pandemia que vendría en el año siguiente, que encontró sistemas públicos debilitados. Los estados de excepción decretados por el gobierno ecuatoriano a partir de marzo de 2020 impusieron medidas de restricción sobre derechos como la libertad de tránsito y la libertad asociación y reunión que, aunque fueron pensadas para contener la transmisión del COVID-19, generaron repercusiones sobre todos los ámbitos de la vida de las personas y la sociedad. Si bien, la enfermedad no discrimina, la historia nos enseña que las pandemias, como toda crisis, arremeten con mayor crudeza sobre los más vulnerables, y que sus efectos sobre las esferas económica, laboral, social y familiar son radicalmente desiguales entre los sectores de la población. A estos efectos los podríamos denominar “las otras pandemias de la pandemia”.
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La sola limitación de la libertad resulta difícil asimilar y asumir para la naturaleza humana. El confinamiento obligó a las familias a estar encerradas por meses en sus casas con contacto exterior mínimo y obligadas a una nueva convivencia bajo las condicionantes de la pandemia. Las tensiones al interior de las familias se agudizaron entre otras causas debido a: la violencia intrafamiliar -fenómeno estructural y cultural de nuestra sociedad-; y, a los problemas económicos y la pobreza. Según la estadística nacional en el año 2020 durante los meses más difíciles de la pandemia cerca de 700 mil personas perdieron sus empleos y más de la mitad de la población económicamente activa se mantenía en situación de subempleo y empleo no pleno. En el ámbito educativo, el giro hacia la virtualidad mostró un sistema educativo sin capacidad de respuesta, en general las instituciones educativas no tenían desarrollados modelos pedagógicos virtuales y las clases en línea reproducían modelos tradicionales descontextualizados; la baja conectividad y acceso a dispositivos perjudicó a los estudiantes y sus familias; y, en el caso de los niños la enseñanza muchas veces recayó sobre los padres. Los recortes presupuestarios afectaron a la educación pública acrecentando las desventajas entre el sistema público y el privado. ¿Estamos realmente viviendo o tan solo existiendo? Es la cuestión que nos plantean los estudiantes de la Carrera de Género y Desarrollo de la Universidad de Cuenca a través de los relatos de sus experiencias durante la pandemia. Nos proponen una contradicción entre vivir y existir. Ciertamente existimos según el principio cartesiano, pero ¿qué es realmente vivir? La Declaración Universal de los Derechos Humanos inicia manifestando que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos; por su parte la Constitución del Ecuador se erige sobre el Buen Vivir como el ideal de vida en armonía, con uno mismo, con la comunidad y con la naturaleza. En ese sentido, entendemos que vivir es ejercer a plenitud la libertad y la dignidad, es el ejercicio del conjunto de derechos que garantizan el disfrute de la vida en igualdad de oportunidades y que posibilitan la consecución de la realizaciones espirituales, culturales, sociales e individuales de las personas en armonía con los demás y la naturaleza. En tal sentido, el Estado tiene deberes generales que cumplir para conseguir el Buen Vivir de la sociedad. Los relatos de los estudiantes ponen de manifiesto la gran incertidumbre sobre la vida desde el inicio de la pandemia, además, exacerbada por un manejo poco prolijo de la política pública, la comunicación gubernamental y los medios de comunicación. Estuvimos enfrentados a miedos tan primarios como el miedo a la muerte, la enfermedad, la pérdida del ser querido…y preocupaciones elementales como satisfacer las necesidades básicas o cubrir compromisos económicos adquiridos, que precipitaron los problemas de salud mental de la población. La diversidad de la composición familiar incrementó las responsabilidades del cuidado: personas con discapacidad, adultos mayores, niños con tareas académicas, madres a cargo de las responsabilidades domésticas, estudio y trabajo a la vez. La violencia contra la mujer y la niñez aumentó, lo cual fue reportado por los sistemas de emergencia. El fenómeno migratorio había
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mostrado un repunte. De varias formas los estudiantes nos hacen notar el agobio vivido en sus hogares utilizando expresiones como: ¡estamos tan agotados! o ¡mi estabilidad emocional colapsó! Aunque los problemas de salud mental afectaron a todos los estratos de la población es evidente que la brecha entre ricos y pobres es un factor de riesgo y daño familiar. Varios estudiantes encuentran las causas en el sistema capitalista, un sistema que se sustenta por medio del hiperconsumo y que excluye a la gran mayoría de la población que está obligada a vender depreciada su fuerza de trabajo y a autoexplorarse para sobrevivir o buscar realización social. Bajo estas premisas, podríamos aseverar que los derechos humanos y los ideales del Buen Vivir no se alcanzan para la mayoría o por lo menos la dignidad parece un privilegio. La deuda social que posiblemente se ha incrementado tras la pandemia y el Estado no muestra voluntad política de atenderla. Finalmente, felicitamos a las y los estudiantes por los artículos que han elaborado a través de los cuales nos reafirman la gigante responsabilidad que tenemos al frente de la universidad. La universidad pública es precisamente el crisol ideal para la construcción de la convivencia social y la vida en comunidad. No solo es un centro de estudios, es el escenario de la diversidad de nuestro pueblo, aquí convergen estudiantes de todas las condiciones sociales y económicas para aprender juntos, convirtiéndola en el espacio para la práctica de los principios democráticos que necesita nuestra sociedad. Debemos ser agentes de cambio y transformaciones.
Ma. Augusta Hermida , PhD Rectora Universidad de Cuenca
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VIVIENDO ENTRE MIEDOS E INCERTIDUMBRES
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Por: A.G.P.
a pandemia del COVID-19 ha generado una crisis sin precedentes ante lo cual y de manera inicial se ha generado un descontrol en la vida de las personas. El exceso de información que se dio al comienzo de toda esta situación, al igual que los rumores generados fue la causa de este sin control, incertidumbre, preocupación y el no saber cómo accionar. La pandemia ha cambiado totalmente nuestras vidas, principalmente nuestras rutinas diarias, causando así sensaciones de estrés, miedo, tristeza y soledad por lo que las posibilidades de un empeoramiento en la salud mental fueron en aumento. Desde un modo muy personal, el inicio de la pandemia significó un miedo a lo desconocido, una incertidumbre sin reparo frente a esto nuevo que empezaba a ocurrir, el mirar noticias en todos los medios de comunicación generó una especie de ansiedad que en la medida de las posibilidades se intentaba evitar. Los nuevos modos de socialización que empezaban a adecuarse dentro de varias esferas de la vida, especialmente en el ámbito educativo, fueron un factor determinante para una evasión total frente a esta nueva modalidad. El intentar adaptarse a esto fue imposible al inicio por lo que se pusoun freno en el ámbito educativo para de esta manera tratar de controlar todas las sensaciones negativas que esto empezaba a generar. El encontrar una causa que haya permitido apaciguar el malestar que ocasionó la pandemia fue simple de hallar pues ya desde tiempo antes del inicio del Covid-19 se había sumido en una labor social dedicada al rescate, rehabilitación e integración de animales de compañía en situación de calle y estado de abandono. Conforme avanzaban los meses de encierro y al tener varias restricciones presentes, el sentimiento de impotencia por no poder hacer más, creció terriblemente. Empezaban a flotar nuevas emociones y sentimientos negativos, principalmente y desde el área más golpeada, la económica. El ir en búsqueda de un medio de subsistencia que permitiera mantener un nivel de vida básico y de acuerdo a la situación mundial, generó un sentimiento de búsqueda de una aguja en un pajar. El cansancio mental, el agotamiento emocional, las nuevas rutinas generaron un desgaste total a nivel interno y externo, los cambios físicos y de pensamiento empezaban a abrumar de una manera nefasta. La incertidumbre estuvo, está y estará presente como uno de los principales sentimientos frente a esta pandemia, los estragos que ha dejado y seguirá dejando esta situación ameritan totalmente un cuidado minucioso a la salud mental de toda la humanidad. A modo de conclusión y como Han expone en La Sociedad del Cansancio, se atraviesa por una sociedad neuronal en la que las principales áreas afectadas
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son las internas, todo esto se ha potenciado aún más desde el inicio de la pandemia, así como también la auto exigencia que se ha venido manejando e interiorizando como una forma de superación tanto personal como laboral, pero que no ha sido nada más que una forma disfrazada de poder mirar a la autoexplotación, que aunque esta viene acompañada de un sentimiento de libertad que aparentemente nos hace dueños de nuestras decisiones, seguimos siendo parte de todo un sistema que impone y lleva a la auto explotación. La pandemia más esta nueva era de rendimiento en donde se nos obliga a buscar manera de supervivencia, únicamente ha acumulado mayor carga sobre las personas, generando así un desespero en tratar de conseguir un medio de subsistencia que permita seguir sobreviviendo a esto; la generación de los emprendimientos, fallidos en su mayoría, ha sido principal causa de un deterioro mental y emocional.
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EL COVID-19 EN MI VIDA
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Por: Fernanda Salto
ara iniciar, no pensé que viviría algo así, que sería testigo de algo tan grave, a tener todo este miedo de perder a mi familia por culpa de una enfermedad así, me acuerdo bien que cuando empezaron las noticias sobre lo grave que era la situación, pensé que se demoraría en llegar a nuestro país, pero se propagó tan rápido que ni tiempo dio de prepararse en todo sentido, tanto mental, económico y emocional. Bueno, recien estaba empezando el ciclo de marzo en 2020 y tuvimos la primera clase presencial y ver a mis amigas siempre ha sido un buen momento, pero ese mismo día, en horas de la noche ya se anunció la cuarentena, el 15 de marzo del año pasado, ahí también, yo bien ingenua pensaba que duraría una semana, máximo un mes y que ya todo se solucionaría, pero no fue así, ya vamos más de 1 año en esta situación que sigue acabando con todo. Cuando ya estaba en cuarentena las primeras semanas fue agradable porque en mi casa la mayoría trabaja y no se comparte tanto tiempo en familia, pero llegué a un punto en el que empecé a notar los defectos de mi papá, de mi mamá y de mis hermanas, incluso me empezó a molestar eso, hasta que llegó un punto que se dieron algunas discusiones fuertes y el ambiente no era muy sano. Esa situación se pudo manejar con el pasar de las semanas y al día de hoy ha mejorado porque hemos aprendido a sobrellevar cada actitud de los/as que vivimos en mi casa, sobre todo a entender cómo es cada persona, puedo decir que nuestros sentimientos cambian mucho, y precisamente estoy en un punto de mi vida que no aguantaría perderlos/as. Por otro lado, así mismo en la cuarentena, todxs empezaron su vida “fitness” por decirlo así, tanto así que llegué a obsesionarme con mi imagen corporal, primero no soy gorda ni nada por el estilo, pero al inició se empezó a vender una figura perfecta que una mujer debe tener, o sea, buen cuerpo con senos y trasero grandes. Y de ahí partió el juzgarme tanto, acabarme físicamente, en mi mente pasaban tantas ideas negativas que ya no veía nada bueno en mí. Mis redes sociales se convirtieron en un catálogo de alimentación sana, de ejercicios para tener ese llamado cuerpo bonito, y también cómo me sentía mal, las frases tristes no faltaron, cada día era lo mismo. ¡Ay! Y de aquí empezó otro tormento, porque con tantas publicaciones me puse a hacer ejercicio, y no digo que hacer ejercicio este mal, sino que en mi mente no estaba bien y yo quería ver resultados al día siguiente y me empezaba más a criticar, hasta que dejé de hacerlos porque me frustré y lloraba en mi cuarto sintiéndome insuficiente. Todo esto llego a un punto en el que el cabello me empezó a caer, pero demasiado, cosa que nunca me ha pasado hasta ese entonces, al final de cuentas el cabello me caía porque me sentía triste y sabía que me tenía que
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relajar, pero ¿cómo me iba a relajar si veía todo ese cabello que me caía?, era algo muy imposible; hasta que llegó un día y decidí cortarme el cabello, y después me arrepentí. Ahora que lo vuelvo a recordar, fue un momento duro porque el hecho de dejar que todas esas cosas que me afecten fue castigarme a mí misma. Fue triste porque no es fácil dejar de hacer todas las cosas que hacía antes del COVID fue un golpe muy duro, lo que me enseñó a ver de otra forma la vida, y esto lo digo porque yo extraño hasta ir a la universidad en las noches solo para dos horas de clase y no voy a mentir antes me daba pereza, pero ahora como quisiera volver a vivir eso. Fue muy duro porque yo disfrutaba mucho salir con mis amigas/ os, salir al centro sin usar la mascarilla y lo más importante es que disfrutaba, amaba, adoraba ir danzar. Y aquí voy a hablar de la danza, folclórica obviamente, porque me encanta cada historia de los pueblos y poder proyectarlos a través de bailes, es lo mejor que puedo hacer. Para muchos puede parecer ridículo hacer esto, pero es mi pasión, el lugar de ensayo, los escenarios eran lugares en donde yo podía ser feliz, en donde podía ser yo y sobre todo en donde yo podía sacar todo ese amor que tengo por la danza. Por todo lo que significa esto para mí, por esta razón es que toda esa tristeza que me inundó ya no la pude sacar, porque ese lugar de ensayo era una escapatoria de todo, en donde no pensaba en nada, en donde el mundo desaparecía para mí, era tan satisfactorio el tener que preocuparme solo porque no me salía algún paso de baile y cosas así. Después de haber escrito esto, siento un alivio, siento que me desahogue y desde ya me disculpo si dije algo demás. Pero bueno, hoy en día no digo que mentalmente esté tranquila por completo, pero después de 1 año siento que ya puedo calmarme un poco más, incluso empecé a hacer yoga para mejorar. Con respecto a la imagen que venden del cuerpo perfecto de la mujer ya lo estoy sobrellevando un poco mejor. Sé que esto me ha cambiado tanto, a ser más empática con las personas, que no todxs lo pasamos de la misma manera, hay quienes lo están viviendo pésimo y es por esto que valoro cada cosa que tengo. Lo único que yo puedo hacer es agradecer a mi familia porque en este tiempo no me ha faltado absolutamente nada, hablando por la alimentación que me han dado, el apoyo. Y lo único que quiero es que todo vuelva a la normalidad lo antes posible, sería un total alivio haber salido invicta de esta locura, porque sé que soy fuerte y que mi salud mental depende de cómo yo decida que me afecten las cosas.
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LA MONOTONÍA DEL DÍA A DÍA EN LA PANDEMIA
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Por: Sebastián P.
a pandemia Covid-19 que atravesó por todo el mundo sin excepción llegando hasta los lugares menos conocidos y más remotos del planeta, fue un total cambio en el estilo de vida de cada ser humano, sin distinción de clase social, etnia, edad, género, religión, descendencia, impactó de manera directa en todo el sistema en general. En la ciudad de Cuenca la pandemia tomó fuerza en el mes de marzo cuando se declaró a nivel mundial el virus como global, el gobierno implementó estado de excepción en todo el territorio ecuatoriano generando así un desequilibrio ya en la vida de los cuencanos tanto económico, físico, mental, social, entre otros. Dentro de lo correspondiente a la salud mental que se vio implicada por el encierro en mi vida personal fue tan repentina por estas medidas que tuvimos que adaptarnos por salvaguardar nuestras vidas y la de los que nos rodean, podríamos comenzar hablando sobre el miedo que fue sembrado principalmente por la prensa en general, ya que los medios de comunicación fueron los principales en hacer saber a la población sobre cómo se sobrellevaba la pandemia dentro del país, en unos casos más alarmantes, en otros más exagerados, en otros con cifras alteradas o erróneas, debido a esta prensa que nos vendía una imagen de cómo estaba el país en momento de crisis, desde lo personal uno se impacta y se ponía alarmante, alterado, preocupado por saber qué mismo pasa en realidad, otro de los aspectos era los síntomas que aparecían sobre los que contraían el virus, síntomas similares a los que aparecen al momento de contraer una gripe, no sé si era producto de la imaginación que empezaban los ardores de garganta, el malestar del cuerpo, síntomas que de una u otra forma preocupaban y te hacían pensar durante días en qué momento me agravo y me toca ir al hospital o que un médico me atienda, esto que en términos científicos por así decirlo es llamado persona hipocondríaca que piensa que tiene cualquier enfermedad cuando escucha algún testimonio y ya se siente enfermo con todos los síntomas, y creo que no solo en mi caso fue que me sentí así ya que en la mayoría de personas que he comentado han sentido lo mismo, alrededor de tres ocasiones imaginé que me contagie cuando creo que fue producto de mi mente porque al terminar el día todo estaba normal. Otro de los aspectos que sobresaltaron en la pandemia dentro de mi vida personal fueron la baja autoestima, el cansancio por nada, el estrés, el despecho por estudiar, desde lo personal lo económico también influyó mucho en el hogar ya que al mandar a la casa a cuarentena no se recibía una remuneración por parte de los que sostenían el hogar económicamente, así que comenzaban las preocupaciones, los disgustos, el mismo hecho de pensar qué comeremos en un mes que se terminen los ahorros, tal vez ya llevaba a una crisis de salud mental en todos los integrantes de la familia; otro aspecto a la par con este,
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fue el de la monotonía de las actividades realizadas en el hogar en el contexto del encierro cuando estábamos durante el toque de queda y no se podía salir, todo era monótono: levantarse, desayunar, arreglar el cuarto, sentarse en el celular, almorzar, recibir clases, hacer tareas, otra vez el celular, y dormir, esta monotonía alteraba el entorno familiar y provocaba en mucho de los casos disgustos de que no se hace nada más que lo mismo cuando en realidad no había nada más que hacer, algunos ya estaban perdiendo la cabeza. Otro aspecto importante fue la relación social que no era lo mismo, mantener esa comunicación que se tenía con amigos, pareja, familia, decepcionó en la cuarentena, aburría ya pasar en el celular preguntando “y qué haces”, cuando la respuesta iba a ser siempre “aquí encerrado en el celular”, pasó igual o creo que aún se mantiene en esta misma línea la educación, en mi caso estudiar y ver el mundo de afuera como está la verdad si despechaba seguir entrando a clases muchas de las veces no entrabamos y poníamos excusas de que no hay conexión de que un familiar está enfermo pero era ese cambio de ánimo y la modalidad de recibir las clases que a uno le despecho por completo seguirse educando en esa metodología, bueno en los últimos tiempos ha cambiado porque ya se comenzó a reactivar la economía, se podía salir ya a comer o socializar obviamente respetando las medidas de bioseguridad pero ya era un avance para cambiar la rutina. Otro aspecto fue el estado físico en pandemia que afectó a la mayoría que subió de peso gracias a la ansiedad que producía hambre en todos, y como uno estaba acostumbrado a realizar actividad física diaria esto era impedimento y realizar actividad física en el hogar era casi nulo porque no existía la fuerza, las ganas, el ánimo para esas actividades y si nacían duraban durante dos días y ahí quedaba la actividad física. Esta ansiedad también muchas de las veces se presentaban en síntomas de falta de aire, generando una crisis de pánico en la mayoría también fue en mi caso cuando en realidad todo fue el poder de la mente que controlaba y jugaba con nuestro cuerpo, tal vez cansado de no salir al aire libre, a des estresarse y observar, a pasear o vacacionar, a muchas personas nos hacen falta esas actividades que eran habituales en las vidas diarias. Todos estos efectos post COVID que han dejado y siguen las secuelas plasmadas en cada uno de nosotros de una u otra forma nos han hecho cambiar nuestra forma de ser, nuestros hábitos, a relacionarnos más en familia, entre otros esperemos lograr superar la pandemia sin contagios aún en la familia y con la salud física que se ha venido abarcando e intentar mejorar esa salud mental que hace falta en nuestras vidas desde lo personal es posible conseguirla cambiando los hábitos y a veces cuestionando el sistema en general.
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¿CÓMO SE VIVIÓ EL PROCESO DE LA PANDEMIA?
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Por: Vanessa Pinduisaca
a pandemia COVID 19 nos ha marcado mucho en la vida de cada persona, no solo para aquellas que atravesaron la enfermedad sino también a su familia y la gente alrededor de ellas o ellos, desde el comienzo de esta pandemia todos y todas veíamos las noticias de que algo estaba sucediendo a kilómetros de distancia y no lo tomamos como algo de importancia, luego al pacer de los meses nos dimos cuenta de que esto no solo pasaba en los otros países sino que tocó las puertas de nuestro país, el número de contagios empezaba a subir y la preocupación comenzó a evidenciarse cada vez más pero sin embargo se hacía caso omiso a lo que ocurría. Las muertes llegaron y el pánico empezó, no solo estábamos enfermando de este virus, sino que también nuestra mente está llegando a tope con todo lo que ocurría. Los reportajes de que había ciento de muertos en todo el país nos causaban asombro, miedo y temor de lo que podría llegar a ocurrir con nuestra vida, pero eso no quedaba solo allí tuvimos que atravesar una cuarentena que nos afectó de manera anímica y económica, muchos perdieron su trabajo y nos tocaba lidiar con la familia y enfrentar problemas de convivencia, la verdad fue un reto poder enfrentar ese proceso que tal vez tenía como objetivo el conocernos, pero también nos causó estrés. Al salir de ella tomamos un respiro, pero lo que no sabíamos era que ya el diario vivir a partir de allí nunca volvería a ser igual. El ambiente laboral, el del hogar y muchos otros se tornó temeroso y tuvimos que acoplarnos a estar juntos, a no poder socializar, a tener que estar impuestos a un sinnúmero de lineamientos que teníamos que seguir para esta nueva realidad. Mi familia tuvo que enfrentar esta enfermedad con mi padre pero no solo el sufrió con esto porque la preocupación traspaso a mi madre que se enfermó de estrés por las deudas y la salud de mi padre, tuve que enfrentar esto con mi hermano mayor ya que al ser los hijos mayores tuvimos la obligación de ser responsables de la salud de ellos y el cuidado de nuestros hermanos menores, a más de eso sufrimos una discriminación por parte de las personas por el simple hecho de este contagio, nos miraban como algo raro que nadie podía ni mirar y daban información que no tenía nada que ver con lo que pasaba con la salud de mis padres. La verdad no todo me afecto, pero lo que me preocupaba era la salud de mis padres, los comentarios que daba la gente me parecían realmente incoherentes y no les deseaba el mal sino más bien que ellos no pasaran por algo igual. Claro que los ánimos no eran lo mismo, el enfrentarse a una cuarentena obligatoria, el estar al cuidado de la salud de mis padres, el realizar las tareas del hogar, el mantenerme tranquila en mis clases y el realizar con responsabilidad
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mis deberes hicieron que mi mente y mi cuerpo llegaran a sufrir un colapso, el ánimo de mis amigas quienes estuvieron siempre ayudándome y deseándome lo mejor sumo a que yo tuviera es fuerza de voluntad para enfrentar todo. Luego de ello tuve que pasar por ese momento contagiándome yo también, pero lo más importante fue que yo lo tomé con mucha más calma y la verdad me cuida mucho y ya no me cuestionaba con todo eso porque sabía que esa enfermedad es mucho más psicológica, sabía que tenía que tener mente positiva, hacer ejercicio y no dejarme derrumbar, pase todo ese proceso y lo supere. Ahora con todo lo que pasado me siento un poco más tranquila y sé que poco a poco estamos volviendo a nuestras actividades diarias, pero también sé que nada volverá a ser igual, que nos tocó pasar por varias situaciones y que el enfrentar una muerte y el no volver a ver a esa persona en un ataúd sino en nada más que polvo nos causa daños emocionales muy fuertes que afectará la vida de cada uno. Indistintamente no solo nos enfermamos del cuerpo sino de la mente, no solo nos quedaron secuelas de la enfermedad nos quedaron secuelas emocionales, en donde los comentarios nos dolieron mucho y donde causaron ansiedad, estrés y muchas lágrimas perdiendo en sí nuestro bienestar psicológico. Aun el más fuerte pudo sentir ese dolor que carcome el alma y el pensamiento y dejó una huella imborrable en nuestro cerebro, que en un día tal vez no está, pero con una sola palabra se acciona y causa nuevamente ese miedo.
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LA PANDEMIA Y YO
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Por: Licceth Montenegro
ovid-19, un virus que azotó fuertemente al mundo entero y se convirtió en pandemia, que no veía edad, etnia, sexo ni estatus social para arrebatar la vida. Vivíamos en lo que considerábamos la normalidad, en la monotonía de nuestras responsabilidades, hasta que a partir del 16 de marzo del 2020 empezó el caos en el Ecuador y en nuestras vidas. Aquel día me encontraba en la universidad, lo recuerdo con mucha nostalgia, una docente nos dijo que no habrá más clases por el momento ya que por emergencia nacional se declaró la restricción de movilidad y suspensión de trabajo, como estudiante pensé que era algo pasajero, que en pocos días todo volvería a la normalidad, así que me despedí de mis compañeros y compañeras de clase, esperando volver a vernos la siguiente semana. Sin embargo, esa semana aún no ha llegado. A partir de la fecha mencionada todo lo que se consideraba normal se iba desvaneciendo. No podía disfrutar de las comidas, no podía concentrarme en la universidad, ni en ninguna otra actividad ya que mi mente estaba siendo bombardeada con catastróficas noticias difundidas por todos los medios de comunicación. La universidad pasó a segundo plano, primero estaba mi familia, no soportaba la idea de perderla, hice todo lo posible para que mi hijo no viera las noticias escalofriantes que día tras día reflejaban lo mal que estábamos pasando como sociedad. Desde el inicio de la pandemia no he podido dormir bien ni tranquila, hay noches que tengo pesadillas, otro insomnio y las parálisis de sueño son las peores. Siento que mi vida como la de las demás personas dependen de un hilo, tengo miedo de contestar llamadas porque pienso que quizás sea una mala noticia. Ya no disfruto salir de casa, me entristece ver la nueva normalidad donde las personas tienen parte de su rostro cubierto con una mascarilla, ya no se escuchan ni se ven sonrisas, incluso yo he dejado de sonreír y de disfrutar de las pequeñas cosas, porque mi salud mental se ha visto perjudicada. En la pandemia, he tenido que ser: la maestra de mi hijo, la editora y colaboradora de videos y trabajos de su escuela; la feliz motivadora de familiares y amistades; la perfecta ama de casa que limpia, cocina, ordena y compra víveres; la madre llena de energía que busca actividades para realizar dentro del hogar para que mi hijo no se aburra y no extrañe tanto a sus amigos y amigas; la estudiante universitaria que no para de leer PDF. Realmente, de feliz y perfecta ¡No tengo nada! La pandemia me quitó la felicidad de disf rutar la vida, y la tranquilidad de vivirla. Me permitió ver que no todo es lo que parece ni todas las personas practican lo que predican, esto me decepcionó mucho.
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Antes me gustaba estar tiempo a solas, disfrutaba mucho estar tiempo conmigo misma, pero ahora la pandemia ha invadido el único espacio que era solo para mí, así que somos la pandemia y yo tratando de convivir, sin embargo, siento que me caigo a pedazos, he bajado de peso, mi cabello se cae a montones, ansiedad, a veces me siento muy triste, otras no quiero levantarme de la cama y solo quiero dormir y no saber nada del mundo. Mi salud mental está colapsando, y mi cuerpo lo está reflejando, sé que debo actuar y mejorar, pero no tengo ánimos, siento que no hay salida, porque lastimosamente vivimos en un mundo colonialista, capitalista y patriarcal.
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ENCIERRO INESPERADO
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Por: Bárbara Solano
an sucedido tantos acontecimientos a nivel mundial que no has conmocionado y han cambiado por completo nuestro estilo de vida, sin duda lo que más nos golpeó fue la llegada de un virus que cambió nuestras vidas por completo y del cual aún no sabemos a ciencia cierta porque no lo podemos exterminar. Aún es impactante el ver que han fallecido miles de personas a causa de este virus, aún es impactante el tener esas imágenes en nuestra mente de despedirnos de seres a los que tanto amamos y queremos, el llanto de familias que nunca más volverán a ver sus familias o amigos. A pesar de que este virus se volvió parte de nuestra vida tenemos la esperanza de que todo vuelva a ser como antes. El presente ensayo tiene como fin relatar en qué manera la pandemia del Covid me afectó en varios aspectos personales, así como en mi salud mental. Para mí la pandemia fue una más de las situaciones complejas por las que he estado pasando desde hace algunos años, pues la llegada de este virus complicó mucho más la situación económica por la que mi familia está pasando, debido a la pandemia en el trabajo de mi hermana no le han pagado 10 meses, ella se mantiene en su trabajo peses a que no le pagan porque por más que ha buscado un trabajo no consigue, por lo que he sentido una carga impresionante de tratar de hacer todo bien en mi trabajo y en muchas ocasiones acostar ciertas injusticias por el hecho de que soy la única que sustenta mi hogar económicamente ya que todos en mi familia se encuentran desempleados. El hecho de ser la persona que lleva el sustento económico desde hace varios años me ha afectado en mi estado de ánimo por la presión que tengo de no perder el trabajo, ya que laboro en una institución pública en donde existe mucha inestabilidad laboral. Todo esto ha hecho que el cuadro de ansiedad que tengo sea más intenso, además de ello para mí los tres meses de cuarentena fueron terribles porque el pasar encerrada me desesperaba, había días que trataba de estar bien, pero había días que no nada más y solo quería gritar. También se juntó la presión de la universidad y el trabajo ya que hasta poder acoplarnos a la modalidad virtual fue un poco complicado porque al principio de la cuarentena no contaba con internet, por lo que tenía que pedir a mis vecinos que me compartieran internet, pero siempre tenía problemas de conexión, entonces tuve que hacer un esfuerzo para poner Internet en mi casa. Esta situación de la pandemia nos golpeó demasiado fuerte a todos pero sin duda sentí demasiado miedo cuando mi abuelita materna se contagió de Covid, fue un momento demasiado duro para mi familia ya que estuvo hospitalizada por 22 días, gracias a Dios se recuperó del Covid pero tiempo después le detectaron insuficiencia renal por lo que ha tenido que seguir tratamientos. Tiempo después mis tíos se contagiaron de Covid, teníamos tanta fe que se recuperarían, pero por desgracia fallecieron.
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Cuando parecía que las cosas estaban más calmadas, mi prometido tuvo un bajón económico fuerte, pues se vio afectado su negocio debido a las restricciones que teníamos y a los toques de queda que hemos tenido constantemente, por lo que busco trabajo en varias empresas, pero no tuvo ninguna noticia positiva por lo que se vio en la obligación de migrar a los EEUU, con el fin de un futuro mejor para nosotros. A esto es a lo que me refiero que la pandemia nos ha alejado de las personas que más amamos y nos obliga a estar lejos de seres realmente importantes en nuestra vida. Es duro mantener una relación a distancia, el no tener a esa persona que siempre te ha apoyado y ha estado contigo en todo momento es difícil. Casi todos los días siento tristeza y es inevitable no llorar. En conclusión, todas estas situaciones que he pasado a lo largo de esta pandemia han hecho que me sienta desanimada y ansiosa, hay días que no tengo ánimos de nada y solo quiero llorar, pero trato de ser fuerte por mi familia e inclusive por mí misma, porque me doy cuenta que en medio de todo lo que estoy pasando soy afortunada en muchas cosas, como el hecho de tener un días más de vida, despertarme y poder hacer cosas que tal vez el resto de personas no pueden. Tengo la fe que pese a toda esta situación que estamos atravesando que parece un mal sueño vamos a salir adelante con disciplina, amor, solidaridad, empatía y unión.
ANECDOTARIO CONTEXTO COVID-19:
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LOS SUFRIMIENTOS PSÍQUICOS DE LAS SOCIEDADES DEL SIGLO XXI
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Por: Erick Covilla
l primero de los cambios que se vivió al inicio de la pandemia por COVID-19 fue la ruptura de las barreras físicas que delimitaban la vida productiva de la vida reproductiva, en este sentido vimos que se generaron nuevas formas de trabajo y educación en línea. En un principio nos engañamos creyendo que era práctico y que no generaría mayor inconveniente con los horarios, luego vimos cómo la virtualidad diluye estos límites y en efecto aumenta la carga laboral a expensas del uso de las herramientas tecnológicas y servicios básicos de los mismos empleados. Paralelo a ese primer cambio se vivió el bombardeo mediático a través de redes sociales y canales nacionales de noticias relacionadas a la pandemia, el panorama era devastador a nivel mundial, incluso en Guayaquil fue noticia internacional por la cantidad de personas fallecidas y como lamentablemente no fue manejada la contingencia. Aunado a un confinamiento que jamás se había experimentado, la posibilidad de quedar sin empleo y además la posibilidad de ser la próxima persona contagiada por el virus del COVID-19 produjo una tensión familiar que muchas veces tampoco fue posible manejarlo, por lo que muchas veces terminaba en conflictos. Ahora siento que estamos más agotados manteniéndonos en casa que cuando deberíamos movilizarnos a otros espacios para cumplir con las responsabilidades laborales y académicas, y como hemos discutidos en clases, cuando estamos constantemente agotados es mucho más fácil para el sistema realizar cambios en sus políticas que afecta el estado de bienestar, las políticas sociales y otras políticas relacionadas a la esfera económica que claramente nos afectará a todos, pero con más fuerte a los sectores empobrecidos y de clase media, sin embargo, estamos tan agotados que ya difícilmente nos resistimos a dichos cambios.
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LA SALUD MENTAL Y EL COVID
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Por: Zarpando
Qué es la salud mental? ¿Cómo la miramos desde nuestros hogares? Nos hemos visto envueltos en situaciones de mucha ansiedad, depresión y angustia a raíz de la Pandemia; la que ha transformado nuestras formas de vida y de mirarnos como sociedad; hemos acatado órdenes institucionales que se han planteado en el marco de darnos seguridad y protección, pero; ¿Verdaderamente contamos con esta garantía por parte del Estado?; en las situaciones más difíciles y de incertidumbre el Estado nos ha mostrado su débil y frágil gobernanza. Empiezo este breve ensayo cuestionado el actuar del Estado, pues siendo este el ente generador de seguridad social, no ha garantizado nuestra estabilidad emocional, no se trata únicamente de un tema económico el que agrava la situación del país, se trata de un tema de salud, física, emocional y mental, que llega a ser insostenible por la incertidumbre del manejo del País. Desde el inicio de este confinamiento del cual ya llevamos 14 meses, la inestabilidad social se ha visto afectada, empezamos este aislamiento confiando en que no duraría mucho tiempo, creyendo que nos encontrábamos en el lugar más seguro para esperar “La Familia – el Hogar – la Casa”, pero no fue hasta que pasaron los meses para darnos cuenta de que ya no pertenecíamos a este lugar; el Mercado – Capitalista y Neoliberal nos ha mantenido fuera de este espacio, desconectados de la convivencia, las relaciones familiares y el reconocimiento de solidaridad que este lugar implica, somos seres hechos para producir, esa es nuestra meta y nuestro fin, como lo dice Byung Chul Han: Nos estamos auto explotando y creemos que esto es realización, creemos que somos libres pero ahora mercantilizamos nuestro cuerpo e imagen, las redes sociales se han convertido en nuestras casas en donde mostramos todo lo que no tenemos, un lugar perfecto, un cuerpo deseable, estabilidad social, mental y económica, nos hemos abandonado como personas reales, porque ahora todos los lugares de socialización son virtuales en donde rendimos cuenta sobre esas figuras arquetípicas socializadas como ideales, mientras nuestras familias se ven afectadas por el abandono real. Mi experiencia en este confinamiento, no solo afectó mi salud física sino mi salud mental, llegaron momentos en los cuales amanecía llorando por la desesperación del encierro, por la soledad y por la incertidumbre, otros tantos días me llegaba la luz del día trabajando, nos tocó capacitarnos en herramientas virtuales, en plataformas educativas y en la generación de proyectos adaptados a las nuevas necesidades; todos nos ofrecíamos hacer algún tipo de trabajo, no por amor al mismo, sino por miedo a perderlo; aceptamos todas las condiciones necesarias para no perder nuestros empleos.
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A los cuatro meses de confinamiento en donde empezamos a reorganizar actividades laborales, me di cuenta que llegar a la oficina ya no era ese lugar de socialización, desarrollo y confort, era un espacio de miedo, de aislamiento y de incertidumbre, con quien conversar sin tener miedo al contagio, yo recurrí a encerrarme en mi oficina y regrese a fumar, no era uno o dos tabacos, me di cuenta que llegué a fumar tres cajetillas en la mañana y por la tarde y noche consumía una más, tenía ganas de ir a verle a mi mamá, pero mis hermanos que pasaron el confinamiento con ella, llegaron a decirme que para entrar a la casa era necesaria una prueba negativa de COVID, ya que yo estaba saliendo y no era segura mi visita, aquí fue en donde pensé ¿no que esto saco lo más humano de nosotros? ¿En dónde queda la confianza de la familia? En unos momentos reflexioné y sentí esta preocupación, y en otros me dolía sentirme rechazada… aprendí a estar sola, a tener que comer unos días y otros no, a entender que mi familia era mi hijo y yo, aprendimos a sostenernos, aprendimos a parar el tiempo y llorar juntos por el miedo de perdernos, deje de fumar hace poco y regrese a conectar con el ejercicio no con el fin de moldear el cuerpo, sino con el fin de conectar con la tierra, he llegado a correr 18 km y sentirme agradecida de que mis pulmones están sanos. A qué me llevó todas estas vivencias, a entender que lo que se proyecta en las redes sociales no es real, que quienes postean sus vidas perfectas están más jodidos que uno, porque no tienen vida, porque no saben lo que les espera afuera en la vida real en donde no hay filtros ni TIK-TOK para demostrar a los otros lo feliz que te sentías en el encierro, eso no es real, el encierro nos desmembró, nos fragmento como sociedad, ya no sabemos qué es felicidad, porque ahora somos los súper coaching de la alegría en un tras cámaras que ahora nos obliga a entretenernos acumulando títulos, en espera de que el Estado garantice en algún momento la incorporación de la normalidad, algo que creo durará mucho tiempo.
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LA REALIDAD DE LO QUE DEJÓ LA PANDEMIA
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Por: KAPM
artamos de cómo me sentía antes del confinamiento, una mujer muy segura, positiva, alegre, dinámica, extrovertida, fuerte y siempre con una palabra de apoyo para los demás. El 16 de marzo en el trabajo, nos despedimos entre risas y con el pensamiento de que el confinamiento sería corto, como esas vacaciones que llegan sin esperarlas, no dimensionaba la realidad, solo pensaba que muy pronto volveríamos a nuestra vida ¨normal¨ o lo que hasta ese momento creía que era normal. El ahorro, la alimentación, el trabajo, la familia, los hijos, las relaciones de parejas nunca antes habían tenido tanta importancia como hasta ese momento, el contar con estos factores marcaba la gran diferencia entre pasarla bien o pasarla mal. Entre más corrían los días, desaparecía lo mucho o poco que se tenía, como el dinero, comida, la paciencia, el amor, la tolerancia, al contrario de la desesperación, la angustia, el stress, que empezaron a ganar terreno de manera invisible a mi hogar, y en mi persona. Un mes después, ya no había dinero, la comida escaseaba casi en un 90%, las deudas a tope, y el tener niños en la casa hacía aún más terrible la situación; en los medios de comunicación se pedía a viva voz “QUÉDATE EN CASA”, pero cómo hacerlo si en nuestras mesas no había nada para comer, las necesidades no esperan y como padres debíamos arriesgarnos y salir a cubrir esas carencias. Siempre he sido una mujer que se adapta fácilmente al entorno y esto me ayudó a que pueda crear ideas , proyectos que generarán dinero y que me ayuden a pasar el mal momento, dulces, manualidades, comida, venta de alcohol antiséptico y suministros médicos, puedo decir que hice de todo y me siento orgullosa de eso, pero esa presión sumado a la realidad que estábamos viviendo, muertos en las calles, hospitales al 100%, falta de medicinas, noticias devastadoras a nivel Nacional e Internacional hacían que me desgaste física y emocionalmente, pensando que si en los países del ¨Primer Mundo¨ se la estaban pasando mal, nosotros un país empobrecido no tendríamos oportunidad de salir de esto. A mediados de abril y finales de mayo, mi cuerpo no pudo más, tuve un episodio de ansiedad que me descompenso totalmente, gritos, llantos, no podía respirar y esta crisis me llevó a pensar que la mejor salida era que todos estemos muertos, pensé en poner veneno en la comida de toda mi familia, por un instante, ya no quería seguir luchando, por primera vez me sentí incapaz de salir de esta situación, en medio de mi locura llamé a mi tía y le conté lo que pensaba hacer y ella vino por mí, para que un médico me viera y medicare, era obvio que ya no estaba bien.
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Después de ese episodio, puedo decir que vino la depresión, no querer levantarme, lloraba todo el tiempo, no tenía ganas de hacer nada, por lo menos las pastillas me mantenía en un estado de tranquilidad y somnolencia, y era mejor estar así que volver a no poder respirar, estaba cursando 6to ciclo de la universidad, realmente no puede con la carga académica sumada a la carga del hogar, eliminé algunas materias, mi hijo faltaba mucho a clases, almorzábamos tipo 4 de la tarde, porque permanecía en cama, mi pareja salía a buscárselas, arriesgándose y arriesgándonos, pero no había de otra. Yo trate de estar bien, ya que no quería que siguiéramos discutiendo, nuestra relación también tuvo un quebranto, la verdad no puedo decir cuando salí de ese hueco, era evidente que ya no era la misma, la pandemia me cambió. Al regresar al trabajo las cosas estaban aclarándose un poco, mi esposo consiguió un trabajo más estable y eso me dio algo de tranquilidad, a pesar de enfrentarme a otro problema; volver a los cuidados y al estado de dependencia. Ya no podíamos pagar a alguien que cuidara a nuestro hijo, no sé si por consenso o porque yo era la más adecuada decidimos que debía regresar a casa a cuidar de él, entre cálculos y decisiones renuncié, pero como era de esperarse, eso generó en mí un nuevo estado de ansiedad y estrés. Todo esto desató algunas enfermedades en mi cuerpo, desde el cáncer, colitis, gastritis, pólipos, stress, ansiedad, enfrentarme a los diagnósticos fue lo más duro, sentía una sensación de pérdida, y que sin querer fui la causante del daño generado a mi cuerpo, lo que vino después fue solo convencerme a mí misma que todo iba a estar bien, que yo era fuerte y tenía que salir victoriosa de tres operaciones, por mí, por mis hijos y por mi mamá, depender de medicamentos para estos males, que curan una cosa pero dañan otra, es lo de menos, te enfrentas a todo con tal, de estar bien. Escuchar cáncer, es una palabra que te devasta, te llena de preguntas, de reproches, de miedos, de frases como “Y si hubiera hecho”, uno no sabe cómo enfrentarse a eso, uno jamás está preparado para lidiar con lo que esa palabra conlleva, la pandemia fue mi detonante, que si bien gracias a Dios nunca llegué a un UCI, el estar de intervención en intervención, examen tras examen, también ha provocado en mí un desgaste físico y emocional, quisiera cerrar mis ojos y volver a ese enero del 2020 donde me hice mi primera colonoscopia y no permitirme dejar para después esa operación, porque supuestamente pensaba que aún había tiempo ¡Que irónico! Ahora estoy en un juego en contra de él. Quiero ver todo lo bueno que me dejó la pandemia, porque si bien creo que ha sido un periodo terrible, también sé que soy una mujer mucho más fuerte, que esta situación me hizo dar cuenta que yo debo ser primero, que mi cuerpo, mi mente y salud merecen ser atendidas con prioridad, para poder cuidar de los demás, que, si yo no estoy bien, nadie a mi alrededor puede estarlo. Hoy valoro más una tarde con mi hijo, una llamada de mi mamá, ir a clases me libera del peso de la enfermedad, el contar con personas tan valiosas que me ayudan con sus palabras, con su apoyo, mis amigos, los docentes, mis amigas, mi familia, mis hijos, mi pareja, sacando lo mejor siempre de mí.
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Una vez leí ¿Cómo te gustaría que la personas te recuerden al morir? y reflexione que nada puede ser tan terrible como para que dejes de ser un buen ser humano, nada por más fuerte que sea, puede hacer que dejes de luchar por tu vida o tus sueños, nada por más desgastante que sea puede quitarte la sonrisa, y nada por más doloroso que sea, puede quitarte las ganas de vivir. Entonces me dije, quiero que me recuerden como una persona solidaria, luchadora, un ser de luz que siempre estuvo feliz, y que aprendió a admirar en el paisaje las nubes negras que también son parte de él.
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TENER QUE SOBREVIVIR O MORIR, EN UN SISTEMA DE ADAPTACIÓN COVID 19 Por: A. Delgado Durante esta pandemia que es el Covid 19, para mí fue unos de los cambios más grandes en la vida, en tener que adaptarse a sobrevivir o morir, en tener que migrar de un momento para el otro de la ciudad al campo. Aquel día que se presentó el primer caso del coronavirus fue en la ciudad de Guayaquil, me acuerdo que empezó a circular en las redes sociales y medios de comunicación las medidas del COE Nacional en cerrar los terminales terrestres, locales comerciales y que ningún vehículo circule. Desde ahí comenzó la desesperación, el estrés en pensar que hacer me quedo o me voy, si me quedo qué hago aquí, sin mis padres ni mi familia, empecé a llorar desesperadamente salí a la calle y de ver todo desolado pocas personas transitaban en la cual ya se encontraban utilizando las mascarillas. Al día siguiente recibí una llamada telefónica por parte de un familiar cercano (primo), me comentó que estaba por la ciudad de Cuenca y que regresaba enseguida al cantón Pucará en la cual me echó una mano en traerme de vuelta a mi tierra natal. Mis padres y hermanos felices de verme de vuelta, pero al momento de saludarles no me recibieron de una forma agradable, lo primerito que me dijeron que me desinfecte las manos, que deje los zapatos fuera de casa y que me tome el debido aislamiento, es así que una semana estuve aislada, en un cuarto desolado de ver 4 paredes me sentía terrible, me sentía como que hubiese matado a alguien, de la desesperación me enferme con una terrible gripe, pero esto de tomar el aislamiento era por el bien de mi familia. Aquí en mi tierra natal, padecimos escasez de productos de primera necesidad, a pesar que nos ayudábamos con los productos agrícolas producidos en mi tierra. Aquí dentro del cantón iba incrementado de uno en uno los contagios por el coronavirus, desde que empezó a darse los casos la población empezó a utilizar la mascarilla, todxs lo toman a chiste empezó a morir gente joven y adulta desde ahí comenzaron a tener más conciencia y más precaución. Debido a los cambios generados durante el Covid 19, al hecho de estar aislados o al temor de contraer el virus me ha generado muchos problemas mentales y emocionales ante las nuevas y desafiantes realidades de distanciamiento físico, el trabajo y las clases virtuales desde el hogar, y la falta de contacto físico con los seres queridos y amigos. Cuán importante es la familia ya que es uno de los ejes importantes de nuestra vida, al no saber si vamos a encontrarnos algún día o no. Desde mi punto de vista mucha de la gente migró a los campos, ahora los campos son cultivados y valorados.
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CAPITALISMO Y SALUD MENTAL EN ÉPOCAS DE PANDEMIA: VIVENCIA PERSONAL
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Por: Pedro Herrera
a pandemia causada por el covid-19 sin duda ha sido un elemento que nos ha perjudicado tanto social, económica, política y sanitariamente, pero sobre todo en lo que respecta nuestra salud, pero no solo la física, como bien ya sabemos el covid es un arma muy peligrosa para nuestro cuerpo el cual puede cansarnos, darnos dolores musculares, tos, falta de reparación y entre otros daños más, pero a veces pienso que la salud mental queda de lado, es decir se la pone en segundo plano cuando no debería ser así. En mi caso he sido por lo general una persona sociable, que le gusta salir de su casa para al menos disfrutar de algún paisaje, entonces son como costumbres, entonces pasar de todo esto a estar solo en la casa, sin socializar con amigos, amigos, familiares, pareja ha sido un proceso bastante duro, en donde dentro de mí se han producido ciertas molestias mentales, como bien el estrés, la angustia, la desesperación, el miedo y la ansiedad. Todos ellos como una reacción psíquica ante este nuevo cambio de modalidad, esta nueva forma de llevar a cabo nuestras vidas. Algo que me ha llamado mucho la atención es que, en esta pandemia, el capitalismo ha seguido haciendo de las suyas, por ejemplo; el tema del uso de las mascarillas diría yo, que empezó como una obligación y después de una necesidad, pero lo que me choca rotundamente es que ciertas grandes empresas han creado su línea de mascarillas, es decir pasamos de un plano de querer cuidarnos a ahora ver quien posee la mejor mascarilla, y es una verdad. Esto lo he podido observar, presenciar y evidenciar dentro de mi círculo social, en las redes sociales, en las propagandas de televisión y entre otros medios más. El capitalismo nos ha alejado de aquella idea que teníamos al principio sobre las mascarillas, la de verla como una forma de prevenir el contagio y reproducción del covid-19 pero ahora es distinto, ahora el que posee la mascarilla más barata, es visto como alguien de bajo recursos, inmediatamente se la etiqueta como inferior al resto de la sociedad y así mismo por otro lado el o la que tenga una mascarilla de las caras, las modernas y más eficaces, es vista y etiquetada como superior, como que esa persona posee un status socioeconómico muy grande. En este punto incluso ya no solo estaríamos refiriéndonos al tema del capital, sino más bien a prejuicios que la sociedad impone. Desde mi punto de vista, esto también tiene influencia en nuestra salud mental, ya que es evidente que muchos, casi todos y todas, quisiéramos tener la mejor mascarilla porque quisiéramos que nos etiqueten de manera positiva. Esto es un problema porque nuestro estado anímico no debería depender a gran escala de las personas, es solo nuestra responsabilidad, pero muchas a veces, exclusivamente nosotros/as los/las millennials, hemos caído
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en ese pensamiento de que queremos resaltar ante los demás, queremos ser mejor, queremos tener lo mejor y si eso no sucede pues nos sentimos mal, nos sentimos bajoneados/as o hasta molestos. Deberíamos reflexionar sobre esto o al menos pensarlo, lo malo es que no muchos/as se toman el tiempo de considerar al menos a su salud mental. Para mí la salud mental es incluso más importante que la física, porque considero que la mente controla al cuerpo, por más loco que pueda parecer, pero hay varios estudios que afirman que ciertos problemas mentales decaen a problemas físicos, por ejemplo, el estrés puede producir sobrepeso, dolor del estómago, la ansiedad puede decaer en un fuerte dolor de cabeza, en dedos mordidos (algunos llevándolo al extremo), y así entre otras enfermedades más. Entonces hay como que una relación directa entre mente y cuerpo y lo mínimo que pudiéramos hacer es indagar sobre nosotros mismos para ver cómo estamos física y mentalmente, sobre todo. Pero la más eficiente que pudiéramos hacer es ir al psicólogo o psicóloga, es decir acudir a ayuda profesional y no hace falta ya estar presentando problemas mentales, muchas veces nosotros decimos estar bien y no nos damos en cuenta de que tenemos algo que nos está molestando mentalmente. Y es así como el Covid ha influenciado en nuestras vidas, y en la mía, ya que como explique anteriormente he sido víctima de todo lo que he ido describiendo hasta ahora pero he tomado la decisión de no quedarme así sino de llevar a cabo actividades que me permiten bajar el estrés, al no estar tan ansioso, pensando en si me enfermaré o no y en qué irá a pasar con el mundo en el futuro, ha sido un proceso difícil, pero como dije, yo creo que lo mejor que podemos hacer es ir a un especialista de salud mental, en mi caso, mi psicóloga me ha inculcado en el hacer ejercicio, en el meditar, en el dormir bien, en el de no ver películas de terror o escuchar música muy melancólica, en el de no ingerir alcohol, cigarrillo porque incrementan el nivel de depresión y entre otras más, pero algo que me llamó la atención es que no es para nada bueno el estar sentados casi todo el día frente a una pantalla. Pero soy estudiante universitario, es necesario que lo haga, pero me pongo a pensar, ¿qué pasa con las y los docentes que al menos son las personas que más están frente a un computador?, no pueden dejar de hacerlo, porque es su labor, si no lo hacen simplemente no pueden generar ingresos para su supervivencia, es aquí donde también todo esto del Covid ha afectado a gran escala, en el pensamiento de que tengo que hacerlo por mi bienestar físico pero no nos damos en cuenta del daño mental que nos podemos hacer, diría que es un tema más del cual deberíamos reflexionar.
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EL COVID Y UN NUEVO ESTILO DE VIDA
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Por: Carolina Orellana
a pandemia del COVID 19 ha afectado mi vida de manera muy profunda, pienso que no solo yo me siento así, ya que muchas personas se han adaptado obligadamente a esta nueva normalidad que ha traído varias consecuencias y ha transformado la vida diaria en estos últimos años. El distanciamiento social ha afectado mi vida de forma negativa, me ha traído depresiones, y ansiedades en una forma en la cual nunca antes había experimentado. Me he sentido sola, atrapada, frustrada, porque no solo es duro para mí, también lo es para mi familia. Y sobre todo con los niños con los que convivo, es muy difícil lidiar con este encierro por que los cambia mucho, los vuelve llenos de miedo y preocupación, además de sentirse todo el tiempo asustado, es por eso que es muy difícil en lo personal ver esta situación porque me llena mucha de tristeza. En general esta pandemia ha sido muy difícil para los padres, madres y cuidadores. Además, la educación cambió mucho, y tomó una nueva modalidad, es decir virtual, esto es mucho más estresante para mi cada día, porque siento que no se está aprendiendo y obteniendo los debidos conocimientos como si estuviéramos de manera presencial, dejándonos un gran vacío, y por lo tanto la educación en el hogar se está convirtiendo en la norma. No todas las personas se han adaptado a estas modalidades, por lo que el trabajo y la situación económica también es preocupante, muchos de mi familia emigraron, y en estos momentos realmente hubiera querido hacer lo mismo, por qué esta situación es desesperante. Además de la sobrecarga de trabajo en el hogar, he llevado conmigo un sentimiento de impotencia y dificultad para concentrarse o prestar atención, debido a todos los cambios y procesos que se están dando en mi vida actualmente. Estos cambios han afectado mucho a mi salud física y mental; de forma física porque he aumentado de peso me he enfermado mucho y de alguna manera siento mi salud deteriorada, y de forma mental ,porque siento que mi autoestima ha bajado mucho, además de que mi confianza también ha disminuido, y siempre uno se encuentra con ese miedo a contactar con otras personas, el temor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casa, irse de viaje o ir en transporte público, todo eso ha cambiado totalmente. Pero a la vez creo que es importante cuidarse a sí mismo y si nos sentimos tristes o inseguros es importante buscar ayuda, porque es fundamental tener una buena salud mental, ya que estos sentimientos pueden desencadenar consecuencias mucho más graves en nosotros mismos, así que yo me sentí en la necesidad de buscar ayuda psicológica que hasta el momento me ha ayudado mucho y me ha dado consejos de cómo lidiar con mis actitudes negativas o dañinas hacia mí misma.
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Es importante estimular mejores sentimientos, ya que mi psicóloga me recomendó realizar actividades como ejercicios de relajación y respiración para lidiar con la ansiedad, además encomendarme mucho en algo que crea firmemente, decirme cosas lindas frente al espejo y alimentarme a mí misma con mucho amor y cariño, ya que si uno no se quiere primero y no tiene paz y equilibrio no podrá transmitir o dar lo mismo a las demás personas. También debemos, pensar positivamente en el futuro y compartir nuestras ideas o problemas con alguien de confianza, porque la comunicación es muy importante y es una forma de desahogo, de esta manera no nos sentiremos solos y mejorar mucho nuestra salud en todos los sentidos
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AL BORDE DE UN COLAPSO…
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Por: Tatiana C.A.
inicios del 2020 empezaba un nuevo año con muchos propósitos en distintos ámbitos de mi vida, tanto personales como educativos, el año 2019 trajo hacia mis manos las personas, momentos y oportunidades indicadas para que en el 2020 desarrolle nuevos proyectos… Sin embargo, de un día a otro la tormenta que parecía aún lejana poco a poco se acercaba más. Apenas iniciamos un nuevo ciclo de la universidad que para muchos de nosotros quizás no solo era nuestro espacio de formación educativa, en mi caso era un refugio de los problemas que podía tener en otras estancias, el compartir con mis amigas y amigos, conocer espacios variados de la ciudad tan bella que es Cuenca eran mi escapatoria de lo que dejaba cuando subía al bus y salía de mi ciudad Azogues. Parecía que todo iba a estar bajo control y solo sería cuestión de 15 días para regresar a nuestra rutina, y de pronto todo se tornó diferente, ya sería una cuarentena que poco a poco empezó a alargarse y así también a consumir lo que planeaba para aquel futuro cercano. Para empezar en el entorno familiar quizá en un inicio el compartir momentos juntos era algo agradable y necesario por las diversas rutinas que cada uno llevaba, pero al cabo de un tiempo la desesperación se apoderaba para empezar de quienes llevan el dinero al hogar, aun cuando vivimos en una zona rural y la pandemia nos encontró en una temporada de cosechas tanto de frutas como hortalizas, no era suficiente para subsistir. Al mismo tiempo que un familiar que venía de unas vacaciones desde Estados Unidos se vio obligado a vivir todo este proceso junto a nosotros representó para mí un choque de pensamientos y actividades. Por el tiempo que me llevaba viajar hacia Cuenca y estar en la universidad no compartía demasiado tiempo con mi familia y prefería tener mi espacio a solas, y la cordialidad con mi tío, y él no desaprovechar el tiempo para compartir se volvió mi frustración por compartir incluso con otros miembros de la familia con quienes mis lazos no han sido los mejores. Ante mi pensamiento y forma de vida que contrariaba a otros familiares derivaron en peleas y un incremento en las crisis emocionales, con días enteros preguntándome si tal vez yo era el foco de la culpa, cuando las razones eran varias y en ninguna la culpa era mía, para contrarrestar todo ello tuve que ahora empezar un aislamiento con mi familia, pues si aun el virus de la enfermedad f ísica no llegaba aún, la enfermedad emocional y mental iba en aumento. Cuando se empezaron a retomar de forma parcial algunas actividades mis padres recuperaron sus trabajos, pero el cuidado de mis hermanas que antes asistían a las escuelas pasó a mis
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manos, lo que significó acoplarme a un estilo de vida donde debía cuidar ya no solo de mí, también de ellas, adjuntando una responsabilidad que antes no creí que iba a tener. La modalidad de estudios no me pareció manejable en ningún momento a pesar del esfuerzo que en cada asignatura se hacía tanto por docentes como estudiantes por acoplarnos, en mi caso el internet funcionaba de la mejor manera, pero mi computadora ya llevaba tiempo atrás con algunas fallas, por lo que aun en medio de un pésimo momento económico, me tocó adquirir otra y tal vez es la mejor ayuda para quienes la necesitamos en mi casa , pero como costear dicha herramienta cuando lo que entra a la casa apenas y nos alcanza para los gastos básicos, en el caso de mi padre que se dedica al transporte público aun trabajando nuevamente ganaba y hasta la actualidad gana apenas lo que nos sirve para servicios básicos. En la modalidad presencial a más de que podía concentrarme del todo en cada clase, también lograba participar, enfocarme más y hoy en día se me hace más complicado, con los apuros del hogar, el siempre seguro ruido en la casa, simplemente me limito a escuchar y tratar de no desviar mi mente. En los trabajos incluso mi fluidez y capacidad de resolverlas se vio disminuida y tal vez es la falta de motivación ante todo el reto que ha significado estar tras una pantalla que abruma y agota más que el tiempo de viaje en el bus hacia la universidad, ante el desgaste de mi vista por la luz de una computadora, cuando antes sin forzar a mis ojos tenía las clases y explicaciones a mi alcance. Pero si me detengo a pensar no todo ha sido negativo, y en medio de las tormentas más fuertes podemos darnos cuenta de quienes son nuestro chaleco salvavidas. Mis amigos/as se convirtieron no solo en compañías de momentos felices, también me ayudaron a levantarme de los colapsos que toda la pandemia trajo. Empiezo por mencionar a mis amigas de la ciudad que por estar más cerca logramos convivir mucho más, juntarnos cuando era posible y compartir consejos ante la dificultad de cada una. Aquellas amistades verdaderas que conocí en la universidad que pese a la distancia siempre me escucharon y depositaron su confianza en mí, y en cuanto tuvimos la oportunidad logramos vernos después de meses y crear nuevos recuerdos de momentos felices. Al igual en este tiempo compartí un gran tiempo con mi amiga y compañera Gaby que si bien yo le quise brindar ayuda, ella terminó siendo el apoyo que más necesité en los inicios y gran parte de la etapa más dura de la pandemia. Y no podría obviar a las personas que conocí en el 2020 aún cuando la situación no fue la mejor, compartí espacios y momentos con personas que no imaginé, pero fueron el inicio del resto de mi vida. Con 5 meses transcurridos de este 2021 entiendo que cada paso que di antes de la pandemia y durante ella en su etapa más fuerte me han convertido en lo que hoy soy, y me han llevado a estar donde debo estar y con quienes debo hacerlo, muchas personas se han quedado y otras se han ido, pero agradezco a la vida, debido a que no nos tocó enfrentar una perdida familiar por el mal que
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nos aqueja, quizás el vivir bajo este nuevo orden en ocasiones nos altera, nos estresa, pero aún no podemos hablar de un destrozo emocional tan grande como es perder a los seres que amas en las manos del virus. Finalmente puedo decir que si bien hay días en los que pareciera que no somos ni la sombra de lo que fuimos o deseábamos ser, también existen momentos que nos devuelven las ganas y la fuerza para continuar. Aun cuando muchos proyectos se atrasan o se terminaron antes de iniciar, más que fracasos son los momentos que nos ayudan a llegar a la meta, si a veces el cansancio nubla nuestra mente aun podemos pensar en todo lo que hemos afrontado hasta el momento y quizá más adelante la situación mejore su panorama.
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PROBLEMÁTICA Y ENFERMEDADES A RAIZ DE LA CUARENTENA
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Por: Daniel Balarezo
ien sabemos cómo las sociedades del siglo XXI se ven afectadas por enfermedades enraizadas a un sentimiento de tensión física mejor conocido como estrés, el mismo que se desencadena en otras varias enfermedades como la ansiedad, depresión, los ataques de pánico entre otras.
Un claro ejemplo de cómo puede nacer el estrés en la sociedad actual fue por ejemplo durante el confinamiento de la cuarentena que atravesamos en donde el aislamiento y el encierro provocaron niveles tan altos de estrés que gran parte de los jóvenes sufrían de insomnios, dolores de cabeza, dolores musculares, ansiedad entre otros síntomas que nos causaba el estado en el que nos encontramos. Además del estrés y tensión que sentíamos, debíamos lidiar con un sistema educativo virtual en el cual las clases se reciben a través de una computadora y donde la interacción alumno docente se vuelve casi nula y la comprensión de las materias es demasiadamente compleja, tediosa y sobre todo aburrida. Nunca esperamos algo como esto y por eso y que el sistema educativo ha decidido reinventarse usando los métodos convencionales de educación haciendo del aprendizaje algo verdaderamente aburrido y espantoso. Lxs docentes por otra parte han tratado de innovar sus clases y sus maneras de educación, pero muchas de las veces ese vacío entre la pregunta de “están ahí chicxs” y la respuesta de “si le escuchamos profe” han minimizado las ganas de muchos jóvenes hacia sus carreras incluso muchos han preferido desertar sobre todo los estudiantes de las universidades particulares. En conclusión, el estrés y la ansiedad nos pueden conducir a muchos más problemas de salud vicia como emocional en donde la víctima somos nosotros y nadie puede sacarnos de ese agujero además de nosotros mismos, personalmente espero que todo esto termine pronto y podamos volver a la regularidad de las actividades sobre todo en las instituciones educativas.
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HISTORIA EN TIEMPOS DE COVID
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Por: G.M.R.D.
as preocupaciones y la ansiedad sobre el COVID y su impacto que causó, han llegado a ser tan abrumadoras, y que sus consecuencias son extremadamente graves llegando a causar hasta la muerte o dejar secuelas en las personas, todo esto ha cambiado la forma de vida a la que habitualmente estuvimos acostumbrados; el distanciamiento social, uno de los motivos sesgantes. A finales del 2019 este virus apareció en china, supuestamente por un agente desconocido, desde ese entonces la organización mundial de salud denominó como un virus que es capaz de afectar gravemente en un cuadro respiratorio; dada las circunstancias ante la expansión del Covid por todo el mundo, rápidamente esto causó el miedo y la preocupación de las personas, desde de mi personalidad las noticias que se generaban día a día mostrando datos sumamente alarmantes me causó pánico, miedo; sumado a todo esto se empezaron a tomar medidas en cada país, generando un gran quiebre laboral y económico; a mediados del año 2020 yo perdí mi trabajo con el cual me sustentaba económicamente para vivir y cubrir varios gastos, dado esto, entré en un momento de sufrimiento porque ya no fue tan fácil encontrar nuevamente trabajo, ya que los negocios, empresas etc., no estaban laborando normalmente, y al ver que se incrementó el despido de trabajadores afectó aún más mi sentido emocional y anímico, la preocupación por no contar con un ingreso más las presiones económicas, el aislamiento social y no saber hasta cuando durará la pandemia, me causo estrés, ansiedad, hasta que todo esto se vio reflejado en mi salud, lo mismo pasó con lo académico. No se estaba preparado para la modalidad virtual por lo que también causaba estrés, desde mi experiencia lo académico llegó a ser más estresante, se sufrió y se sufre cansancio mental, debido a los varios trabajos que hay que cumplir, no fue fácil acoplarse al nuevo sistema educativo, anímicamente me sentía mal, en un punto en el que ya no quería saber nada de lo académico, incluso pensé abandonar mis estudios, todo me molestaba, ya no soportaba el encierro, la escasez económica; fue muy difícil para mí asimilar lo que estaba pasando, así es cómo afectó mi salud mental el Covid, por las distintas preguntas que eran recurrentes en mí, de qué hago, cómo pago, y más cosas que me tenían al pendiente: ejemplo me quedé desempleada regresé a casa de mi familia a realizar tareas de cuidado pero ya sin tener remuneración alguna, donde personalmente me sentía mal, debido a que estaba acostumbrada a lidiar sola; lo bueno de esto fue que el Covid nos reagrupó familiarmente, lo cual nos permitió en unión buscar alternativas a los problemas que cada uno atravesaba; entonces, desde mi punto de vista los problemas de salud mental articulado con el Covid tiene un impacto más alto en los lugares de trabajos debido a su alta carga laboral. Y hemos sido las mujeres que en esta pandemia
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hemos sufrido un estrés, cansancio, ansiedad por el exceso trabajo que les o nos ha tocado desarrollar, debido al número de personas que están a cargo en nuestro entorno familiar. El miedo el estrés la preocupación son efectos que se han generado en mí, y se podría decir, en la población, son incertidumbres que enfrenté personalmente, y que los demás están enfrentando debido a los diferentes cambios o crisis emocionales, económicas, y a todo esto se suma el impacto a los importantes cambios en nuestra vida cotidiana que son provocados por el esfuerzo que se hace para poder contrarrestar este virus.
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COVID-19: NUEVO GENERADOR DE DESEQUILIBRIOS
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Por: Johanna Guzmán
a OMS define a salud mental como un “estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar a las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”, en este sentido, la pandemia por el coronavirus ha generado una crisis en la salud mental de la mayoría de las personas puesto que ha causado un disturbio en la economía y en la sociedad. A partir del contexto de la pandemia por covid-19, se ha resaltado aún más la dependencia existente que las sociedades poseen de las mujeres, esta situación expone las desigualdades estructurales en todos los ámbitos: económico, social, seguridad y protección puesto que como ya hemos experimentado, los tiempos de crisis traen consigo grandes desigualdades frente a la cual nuestras capacidades se ven limitadas. Así, mujeres y niñas constantemente nos enf rentamos a las diferentes consecuencias asimétricas que trae consigo los desequilibrios sociales lo cual produce que nuestros contextos se sientan aún más agravados frente al conflicto y emergencia sanitaria. Además, es relevante mencionar que los derechos de las mujeres se han visto más amenazados que nunca. Debido a las constantes imponencias sociales y económicas a las que nos hemos visto expuestos/as, se suma las limitaciones de desplazamiento, esto ha provocado un aumento en la violencia de género, muchas mujeres se hallan aprisionadas con sus propios agresores, esto supone que estas mujeres corren un riesgo muy grande de sufrir formas de violencia y explotación. De este modo, debido al distanciamiento, confinamiento y al temor de llegar a contraer el virus se va perdiendo el equilibrio en nuestras vidas dentro de nuestros hogares, en la universidad, en el trabajo, etc. puesto que la pandemia ha cambiado nuestras vidas de forma radical, lo cual implica en particular un cambio en las costumbres diarias que nos hacen sentir felices y completos, por ejemplo, salir de casa sin preocuparme de contraer alguna enfermedad, salir con amigas a divertirse, tener contacto directo con mis docentes, es algo que en lo particular, me llenaba y me hacía sentir bien conmigo misma. Frente al derroche desmedido de información y rumores acerca del virus, se ha generado un estado en donde normalmente perdemos nuestro juicio, esto incide en las cosas que queremos hacer, es por ello que nos sumergimos en situaciones de estrés, miedo, ansiedad y tristeza, sumado a ello están las clases virtuales que en lo particular es una forma de estudio que no me agrada, pues las relaciones entre estudiantes y docentes son inexistentes y esto ha pegado
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de forma negativa en el aprendizaje; resulta muy difícil adaptar las clases en el hogar y sus actividades, debido al contexto familiar y presencia de menores. El impacto negativo dentro de actividades sociales e interacciones ocasionado por la crisis, ha provocado un estado de aislamiento social; pues dentro de este contexto, ser adolescente es difícil, puesto que estamos perdiendo experiencias con nuestras amistades para poder precautelar el cuidado para no contagiar a nuestros mayores, aquí resulta fundamental no descuidar el autocuidado. Supongo que es normal sentirse prisioneros de nuestros propios pensamientos; esto nos lleva a sentirnos tristes, estresados, cansados, confundidos y asustados durante una crisis global; se dice que si nos quedamos en casa por lo menos debemos mantener un estilo de vida saludable, dormir bien, hacer ejercicio y mantenerte en casa con tus seres queridos, pero a decir verdad es muy difícil llevar a cabo este tipo de actividades, pues es complicado mantenerse serena y con energías cuando lo que haces es mantenerte trabajando dentro y fuera del hogar para apoyar a tu familia, además compaginar el tiempo para llevar a cabo tareas designadas por la universidad, cuando la mayoría de temas no se entienden, esta situación obviamente impacta de forma negativa en la salud mental y bienestar social. En fin, hacer frente a la pandemia no solo hace falta modificar o corregir desigualdades históricas, sino también debemos mantener un estado de equilibrio con nosotros mismos y con nuestro entorno, esto resulta de vital importancia para poder seguir adelante, lo que nos queda por hacer es resistir, mantenerse fuertes y tener algo de perspectiva en la vida, pues una situación negativa no dura para siempre, por cada cosa mala que hallemos en nuestra vida, debemos tratar de enfocarnos en las otras mil cosas buenas que tenemos.
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COVID-19: EL VIRUS QUE ARRASO CON TODO, ALGUNOS ASPECTOS RELACIONADOS
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Por: Klever Belduma
l encerramiento o confinamiento de las personas ha creado un ambiente muy preocupante en las personas. las razones son suficientes para poner en preocupación a los ciudadanos que tuvieron que estar encerrados en sus casas. En este presente ensayo se mencionan aspectos tanto como de las personas y como en particular mi persona cómo ha afectado mi salud mental frente a esta pandemia. El Covid 19 sin duda ha sido un virus que ha arrasado con la mayor parte de la población adulta mayor, donde la preocupación ha incrementado al saber que la cura estaba muy lejos de ser aplicada durante los primeros meses. Además, se evidenciará ´principales conceptos, cuestiones como el saber de qué se trata de confinamiento o cuarentena, las razones por las cuales las autoridades lo han impuesto dentro de la población, además de lo que ha inferido en nuestra salud mental sobre los efectos secundarios del confinamiento. La cuarentena es una medida preventiva necesaria durante epidemias relacionadas con algunas enfermedades importantes, pero puede tener un impacto psicológico negativo amplio y sustancial en la población expuesta. Esto sugiere la necesidad de integrar medidas efectivas que mitiguen este impacto como parte del proceso de planificación de la misma. entonces el confinamiento de las personas ha llevado a cabo muchas enfermedades de salud mental muy complejas que más adelante estaré mencionando; y por parte de mi persona anunciare como y en qué estado de salud me encontraba durante el confinamiento. ¿Las medidas de contención reducen el brote del virus? Si, en efecto reducen el brote del virus a diferencia que conlleva efectos negativos, dentro de la salud mental física y emocional de las personas, niños y niñas, adjuntado con esto el cierre prolongado de las escuelas y el confinamiento en los hogares. La complejidad de esta medida supone un desafío para los responsables políticos, y una oportunidad para la realización de revisiones rápidas que sinteticen la evidencia disponible para planificar, desarrollar e implementar políticas de salud oportunas, eficaces y adecuadas a las circunstancias. Las organizaciones internacionales de la salud como la OMS han planteado alternativas que no han tenido efecto dentro de la población que estaba pasando el confinamiento, hacerlo todo en casa es muy difícil ya que rompe con la rutina diaria que ya estaba establecida y que en algunas ocasiones esta rutina nos volvía un poco cansado y con depresión emocional. en mi caso durante el confinamiento lo pase en la ciudad, en casa no hay muchas cosas por hacer más que solo escuchar clases y hacer deberes. Los principales elementos que nos han llevado a tener problemas en la salud mental es el estar encerrados haciendo muchas cosas en un mismo lugar,
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pero el factor más importante es la preocupación por contagiarse del virus y las noticias alarmantes de contagios en la televisión. Enfermedades de salud mental por el confinamiento Las enfermedades de salud mental han sido discutidas por el sistema de salud y encontrando posibles soluciones para sobrellevar el confinamiento las enfermedades más determinadas es el estrés por varias razones. La preocupación por saber cuándo se acabará el confinamiento, además del problema principal de muchas personas que trabajaban ya que perdieron sus empleos, la sustentabilidad de la familia cada vez era más escasa. En un estudio encontraron que las puntuaciones medias de estrés postraumático fueron 4 veces más altas en los niños que habían sido puestos en cuarentena respecto de los que no fueron confinados, este es otro punto que nos tocó vivir durante el confinamiento. Para los niños y niñas es casi imposible colocar su atención en una computadora ya que su sistema está relacionado con la gran interacción física con los demás compañeros. Dentro de mi caso en particular el nivel de estrés fue en un bajo porcentaje, ya que algunos empleos fueron cerrados, en mi caso yo no tuve la oportunidad de trabajar tres meses durante el confinamiento. Mi preocupación por las deudas era el gran estrés que tenía ya que no trabajé. En caso de estar solo encerrado y solo estar escuchando clases de manera a virtual era muy depresivo para mí ya que tu imaginación está solo en una parte, mientras que en los deberes de argumentación salen a visibilizar ámbitos muy diferentes estas relaciones con las clases me volvían cada vez más intenso; más por la preocupación del contagio y de ver cómo el gobierno de turno no hizo nada al respecto. Llegando a esta última parte analizando todo este espacio que nunca estuvimos preparados para enfrentar, nos ha llevado hasta el momento de estar aún en clases virtuales, donde aún estar solo en la casa recibiendo clases o en el caso de los docentes dando clase desde su casa es muy estresante y depresivo ya que no tienes lugar para la movilización, ya que el movilizar de un lugar a otro es una buena cura para el estrés. Existe muchas razones por que se puede aliviar el nivel de estrés, porque cuando nos movilizamos nos relacionamos con otras personas, otras realidades, conversamos tenemos más interacciones sociales y cuando llegamos a casa nos relacionamos con nuestros miembros de la familia y dialogamos a manera de nuevas expectativas realizadas durante el día.
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CÓMO INFLUYE EL COVID-19 EN MI VIDA
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Por: C.M.J.L.
ara nadie es un secreto que actualmente estamos viviendo una situación muy compleja que afecta nuestra vida, porque mientras el coronavirus se ha expandido a gran velocidad, a las personas nos ha costado tiempo adaptarnos a la situación. Hemos tenido que vivir una serie de cambios para los que la verdad personalmente no estábamos preparados, empezando por el nuevo sistema educativo virtual, desigualdad social, laboral, problemas económicos y peor aún hemos tenido que evidenciar la muerte de familiares y personas cercanas que no se han podido salvar del virus. Con todo lo mencionado es claro que esto va general estrés en nosotros/ as y va afectar tanto en nuestra salud física como mental. El avance del Covid-19 y las medidas implementadas para hacerle frente a la pandemia alteraron el desarrollo de la cotidianeidad y los vínculos laborales y familiares, lo cual esta situación ha provocado que se agraven las desigualdades sociales y la pobreza. Debido a las medidas estrictas implementadas para contener este virus, la economía familiar se ha visto afectada, por no salir a trabajar y no obtener ingresos, además que la mayoría de personas han perdido su trabajo a lo largo de la cuarentena, pero hay que tener en cuenta que este fenómeno afectado de manera más grave a las mujeres porque hemos tenido que salir de nuestros trabajos, y prácticamente dedicarnos a buscar emprender y de esa manera poder salir adelante. Personalmente, esta situación ha provocado en mi estrés psicológico porque me da mucha impotencia y miedo a la vez el no poder lograr conseguir apertura laboral y de esa manera poder ayudar a mi familia. Sinceramente, todo esto ha traído consecuencias negativas en mi salud mental, siento demasiada ansiedad y angustia solo el pensar que pueda pasar después con cada uno de nosotras y nosotros; algunos dicen que esta pandemia ha traído algo “positivo” pero no, la verdad no, yo siento y puedo decir que esta pandemia vino a empeorar nuestras vidas porque ¿qué se puede ver de positivo, ver morir a nuestros familiares, el divorcio de mis padres y no poder hacer nada? ¿Qué hago cuando tengo que ver a mis seres queridos migrar hacia otro país de manera ilegal y no saber de ellos con el pasar de los días? Es una situación bastante negativa que está pasando por encima de nosotros/as. Es por esa razón que pienso y siento que esta pandemia no ha traído algo positivo en mi vida porque todo el tiempo tengo que estar a la defensiva cuidándome de no ser contagiada, lo cual pienso que esto despierta actitudes negativas en mí, inclusive pienso que esta pandemia ha cambiado totalmente mi carácter ya que me estreso muy rápido por cualquier situación lo que conlleva que mis cambios de humor sean más notables y menos tolerables. Además, opino que esta pandemia ha provocado que las personas se vuelvan
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más individualistas por el temor de ser contagiados por la falta de información de parte de los medios de comunicación ya que los mismos transmiten o comparten mensajes alterados o erróneos que lo único que hacen es causar estrés y crisis de ansiedad a las personas; no debería ser así porque se supone que los medios de comunicación deben transmitir o reflejar sinceridad y más cuando nos referimos a temas tan importantes como es el Covid-19, si por lo menos dieran cifras o estadísticas verdaderas las y los ciudadanos veríamos cuál es la realidad que está enfrentando nuestro país e intentaremos cuidarnos de mejor manera para prevenir cualquier tipo de contagio. En conclusión, pienso que a pesar de que actualmente no estemos pasando por una bueno situación ya sea económica social o peor aún que nuestra salud se vea afectada por este fenómeno, no podemos dejarnos caer al contrario pienso que lo ideal sería todos los días al despertarnos pensar y dar gracias por un día más de vida de compartir con nuestros seres queridos, en mi caso dar las gracias por poder compartir un día más con mi familia completa. Por más duro y difícil que sea intentamos controlarnos utilizando nuestra sabiduría, confianza y positivismo emocional, intentemos transmitir un mensaje de paz y felicidad a las personas que nos rodean. Luchemos día a día por las personas que tal vez ahora no lo pueden hacer porque el virus lamentablemente arrebató sus vidas.
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¿QUÉ ME HIZO LA PANDEMIA?
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Por: Gabriela Nieves
a situación de pandemia en la que nos encontramos generó numerosos cambios en nuestras vidas, cambiamos o dejamos salir nuestro yo verdadero, no importa, cosas mejoraron y otras empeoraron, no pudimos valorar nuestra libertad hasta que nos vimos obligados o dejarla ir, la familia se fortaleció o se desmorono, no todos lo vivimos de la misma manera, sin embargo, aquí estamos aferrándonos al deseo de sobrevivir y puede que sea en vano. Marzo de 2020, como mencioné antes, cambió por completo mi vida, de las personas a mi alrededor y las del mundo entero. Personalmente la experiencia de sobrevivir durante esta pandemia no ha sido del toda buena, como en toda mi vida han existido momentos buenos y malos. No era perfecta, pero a raíz de esta crisis se destrozó aún más y aún sigo queriendo sobrevivir, ser más, cambiar y hacer el bien. Siempre debatí en si yo era la culpable de todo y estaba loca o era el lugar y las personas con las que me encontraba, de hecho, sigo intentando encontrar esa respuesta. No puedo ni debo culpar a la pandemia de mis crisis mentales, sin embargo, comenzaba a estar bien, realmente no sé qué pasa en mi cabeza, apenas tuve una sesión con el psicólogo. Mi familia como muchas por no decir todas, tiene sus respectivos estereotipos de género disfrazados de sobreprotección, lo cual hasta cierto punto es razonable, el mundo nunca ha sido ni justo ni pacifico, menos si eres mujer, parece que cada vez se reinventan más para encontrar formas de menospreciar, manipular y usarnos, lo sé porque como muchas otras soy una sobreviviente. Crecía limitada a salir a estudiar y hacer mandados, salir con amigos estaba prohibido, mi papá jamás decía te lo prohíbo, solo decía “haz lo que te da la gana tomando en cuenta que si lo haces ya no tengo porque hacerme cargo de ti ya que serias una adulta” eso me decía desde niña hasta ahora y ya tengo 21. Además, no le gustaba que usara ropa corta y un tanto demostrativa, tampoco maquillaje, el psicólogo dijo que mi padre es un manipulador, nunca lo vi así. Por estas razones los primeros meses estar en casa y no poder salir no me afectaron tanto ya que era costumbre que en vacaciones ese sea mi único lugar, así que aprendí a disfrutar el no salir y encontrar actividades en casa. Se volvió problemático después de los tres meses ya que tuve que hacerme totalmente cargo de mi hermana menor, tiene dos y requería demasiado de mi tiempo, se volvió sumamente difícil ocuparme de ella y estudiar a la vez, además de convivir todo el día con mis hermanos y mi padre.
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Al comenzar el 2020 con 20 años me había prometido dejar de ser un ermitaño y empezar a vivir la vida, obviamente no pasó. Debido a la situación del Covid-19 primero mi papá dejó de trabajar por la cuarentena obligatoria y a mi mami la despidieron de su trabajo, como resultado cero ingresos, además a pesar de haber estado asegurada por 5 años y trabajar para esa familia por 8 años le hicieron firmar la renuncia y le dieron 120$, no nos alcanzaba eso ni siquiera para sobrevivir un mes ya que somos una familia de 8; 5 hijos en las edades en ese momento entre 21-14 y una bebe de año y medio, además con un préstamo bancario que debíamos seguir pagando, sin embargo los primeros dos meses no nos faltó mucho ya que mi mami tiene un puesto en el mercado de Narancay y este en ese momento se mantuvo muy activo, pero luego pasó algo que no esperábamos, muchas personas decidieron abrirse sus propios puestos en las veredas de sus casas, ya no era necesario salir a los mercados las ventas bajaron y otra vez comenzó a faltar el dinero, es más hasta ahora las ventas no funcionan solo existen pérdidas. Mi papá empezó a trabajar, el problema es que no posee un trabajo estable. Con la comida recibimos ayuda de familiares y de la guardería de mi hermanita. En cuanto a la educación, todo se volvió un caos, el internet no funcionaba para cinco estudiantes, no había dispositivos para todos, la única laptop que teníamos se murió, razón por la cual después de tantas lágrimas, peleas y drama yo me fui a vivir en Azogues con mi compañera, así logré terminar el sexto ciclo. De la misma manera mis hermanos tuvieron que aprender a turnarse la computadora y tener paciencia con el internet, hasta ahora hemos podido mantenernos estudiando, aunque ha sido muy difícil. Mi hermana, la tercera hija encontró un trabajo, la paga no es tan buena, pero ha logrado ayudarnos a comprar celulares para recibir las clases y los trabajos en la computadora, la cual compraron después de un largo tiempo. Después de un año, mi mami consiguió trabajo, y va al mercado para tener un poquito más de ingresos ya que en este no se gana casi nada. Mi papá tiene trabajo pocas veces. Mi hermana después de varios intentos comenzará a estudiar así que debe dejar su trabajo. Yo entre a trabajar como empleada doméstica y una petición era que me quede a vivir con ellos, me encargo de la casa y cuido a un niño de la edad de mi hermana, a ella la cuide desde los dos meses y siento que es como mi hija, estar cuidando un niño de su edad siempre me recuerda que quisiera estar con ella. La paga es considerablemente buena, aunque no se acerca al básico. Estos últimos meses se me han complicado ya que debo cuidar un niño, ahora también cocinar, limpiar la casa y por último estudiar, siento que no doy más y que cada parte de mi cuerpo duele, constantemente estoy cansada y con sueño, pero mi familia necesita y por eso me obligó a trabajar porque lo necesitamos. Para terminar, este último año fue mucho más complicado que los otros, amo a mi familia, pero resulta ser que prefiero verlos unas cuantas horas al día porque constantemente estamos en desacuerdo y eso genera muchos problemas y drama. Ahora estoy lejos de ellos y solo quisiera estar ahí, la familia puede ser el círculo más tóxico que existe. Personalmente tuve muchas luchas mentales
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y físicas, pero aquí sigo intentando sobrevivir por mí y mi familia con la esperanza de que mañana todo sea un poquito mejor, la incertidumbre del mañana y el miedo a no verlo nos mantiene vivos, al menos a mí, se que a pesar de todo disfruto mi vida y mi familia, ahora empiezo a valorar la vida y quiero disfrutarla.
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UN DÍA MÁS EN MI VIDA
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Por: Paola Fárez
i salud mental antes de la pandemia era o se suponía que era óptima ya que la interacción que entre mis familiares y las personas que se encontraban dentro de mi medio, teníamos una rutina la misma que nos mantenía ocupados y no debíamos interactuar de manera más cercana e íntima.
Pero a partir de la COVID- 19 la vida me dio un giro de 360 grados, de ser una persona extremadamente ocupada que en ocasiones no tenía tiempo ni para pensar el menú diario tuve que cambiar las aulas de la clase por la mesa del comedor en donde compartía con mi hija el computador para poder recibir clases. Pero el mayor cambio que tuve fue en mi trabajo de poder compartir el espacio físico y poder relacionarme con mis pacientes de manera directa sin mayor preocupación, ahora lo hago con cierto temor al que me pueda contagiar, ya que por más que use de manera adecuada las medidas de bioseguridad siempre existirá el temor de que exista contagio por la cercanía que existe entre ellos yo. En esta pandemia he sentido que tan importante es poder relacionarse ya que en ocasiones la soledad, la tristeza, la distimia y la abulia me pueden hacer presa de la depresión. Ya que en mi afán de no ser un medio de contagio para mi familia en ocasiones me tengo que aislar en mi habitación en mayor incidencia cuando estoy en contacto directo con un paciente COVID positivo, precautelando el bienestar de los mismos generando en mí una gran ansiedad por no poder compartir con mis hijos una comida, o poder la televisión juntos. Pero esto no acaba ahí ya que al llegar a mi lugar de trabajo al entrar al área COVID o en cualquier otra área la sobrecarga laboral nos hace presa de la ira y la disforia llevándome en ocasiones a aislarme para evitar discusiones y malos momentos ya que hace falta cualquier motivo para explotar y sacar lo peor de cada uno de nosotros. En estos momentos tan duro de la vida es donde aprendemos mucho de las enseñanzas que el diario vivir, la soledad, la tristeza, la ira, y todas aquellas emociones que jamás pensamos experimentar nos dan un vuelco a la vida mostrándonos que la vida está un día y al siguiente ya no y que tan solo somos pasajeros. En estos 15 meses de pandemia he visto a muchas personas luchar ya aferrarse
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a la vida por múltiples motivos ya sea que son madres o padres jefes de hogar, o tal vez son hijos sustento de sus padre y hermanos, o tan solo tan jóvenes como para partir de este mundo. Lo más triste es que deben permanecer solo en un aislamiento social por el bienestar de su familia, en ocasiones hay personas que evolucionarán y su salud mejorara, pero hay ocasiones que irán decayendo poco a poco y su condición de salud se deteriora sin poder recibir ni siquiera una palabra de aliento un abrazo por parte de un familiar dependiendo de una muestra de cariño de una persona extraña que permanece junto a ellos por ciertas horas y luego se retira. En la interacción paciente-personal de salud en ciertas ocasiones deshumanizado ya que por salvaguardar la vida no somos nada empáticos y damos una información vacía a los familiares como si fueran un objeto sin ponernos en sus zapatos es decir cómo podemos sugerir que si existe la posibilidad se traslade al paciente que está en condición grave por sus propios medios hasta otra casa de salud ya que en la red pública no existe un tratamiento adecuado por la falta de recursos. Lo que puedo concluir que mi salud mental no se encuentra en óptimas condiciones, aunque ustedes me vean muy fuerte y que no exprese emociones, soy tan frágil como cualquiera que necesita de unas palabras de aliento y una muestra de cariño para continuar, que existen cosas que hago por mera obligación y necesidad para poder obtener el vil y metálico dinero. Y aunque hay días que quisiera no levantarme tengo que hacerlo y seguir porque hay personas que dependen de mí. Por el infinito amor hacia los míos.
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¿CONFINAMIENTO O MARTIRIO?
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Por: Jeba
l Covid-19 ha dejado una gran huella dentro de nuestras vidas durante la pandemia, dejando cicatrices muy fijas no solo en nuestra salud física sino también en nuestra salud mental, el confinamiento ha limitado a muchas personas que ya carecían de problemas de salud mental donde el la mayoría de las personas ya no se sentían bien con ellos mismos dentro de sus hogares, las relaciones que tenían entre familiares se vieron afectadas de manera muy drástica y el trabajo al manejar las emociones fue circunstancias muy conflictivas para la mayoría de las personas que estuvimos en confinamiento. Las dificultades económicas fueron uno de los problemas claves para el sufrimiento de la mayoría de las personas en nuestra sociedad dejándonos ver muy claro que nuestra sociedad carece de recursos económicos y que no estábamos preparados para una crisis económica. Dentro de los síntomas más presentes en las personas durante y post pandemia, se encuentran la ansiedad, depresión y estrés, dentro de estos tres síntomas que presento en mi caso la pandemia para mi fue muy tranquila en relación a mi estado de ansiedad me mantuve tranquila y me distraje con otras cosas, evitaba ver las noticias porque sabía que eso me iba afectar mucho mis emociones y poder tener una estabilidad emocional para mi familia. Como segundo punto yo de mi parte no tuve depresión como mencione antes trataba de entretenerme en los posibles en otras cosas para no estar concentrada en los casos de COVID-19. Uno de los factores que si influyo mucho en mí y hasta el día de hoy influye mucho y creo que me ha afectado bastante es el estrés, durante la pandemia, yo como madre que soy y como sabemos el rol de la madre se triplico, y para mí ha sido muy estresante ser la ama de casa, ser la estudiante de universidad, tareas escolares de mi hija y esposa, tratar de sobrellevar todas estas cosas juntas fue una tortura para mi durante la época de confinamiento. Dentro de mi hogar yo vivo con los padres de mi esposo, en plena pandemia la mamá de mi esposo sufrió de unos fuertes episodios de ansiedad por el hecho de estar encerrada en la casa y no poder salir a ningún lado, afectando indirectamente a toda la familia. Tuvimos que pedir ayuda psicológica y psiquiátrica llegando al punto de medicarse porque su salud mental se vio afectada de manera muy significativa. Otro factor que se presentó durante la pandemia fue la ansiedad de mi esposo que al igual que mi suegra estaba comenzando a desesperarse y el hecho de estar encerrado en la casa, pero no llegó a mayores como fue con la mama de mi esposo. Una etapa que nos afectó a toda la familia fue cuando nos contagiamos toda la familia con COVID, fue un tiempo muy estresante primero porque la enfermedad afecta mucho a tu estabilidad emocional y mi condición física era muy mala aun así enferma tenía que continuar con las tareas del hogar, tareas escolares de mi hija y la
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universidad, además que el post COVID-19 ha sido un proceso muy largo de recuperación Mi hija una niña de 5 años sufrió mucho al tener que dejar su escuelita a donde ella le encantaba ir y donde podía jugar con demás niños y niñas fue la más afectada, creo yo, aparte de luchar con las tareas escolares que eran demasiado para una niña de esa edad, el encierro no poder salir y aguantarse el estrés de los adultos, siempre me tuvo con muchas preguntas que yo como su mamá no sabía que responderle entre ¿Por qué no podemos salir mami?, ¿Qué es el coronavirus?, ¿Cuándo podremos salir?, ¿Por qué tenemos que usar la mascarilla?, ¿Por qué no puedo ir a la escuelita? y ¿Cuándo se acabará el coronavirus?, entre las pocas que puedo escribir. A pesar de todo ella tuvo obligadamente que acostumbrarse a esta nueva realidad y seguir con lo poco que existe para su desarrollo emocional. Después del confinamiento el mismo síntoma que sigue afectando mi salud emocional es el estrés, aunque mi suegra y mi esposo están bien emocionalmente, tuve una etapa de ansiedad post confinamiento por el motivo que mi mamá y mi hermano se contagiaron de esta enfermedad, hasta el punto de llegar a la hospitalización fueron dos semanas, donde en realidad había momentos que me encontraba en otro mundo y continuar con mi vida era algo muy agotador para mí como persona. Hoy en día son cuatro meses que sucedió esto y puedo decir que he aprendido a sobrellevar mi estabilidad emocional porque siento que si no puedo controlar me va afectar de manera muy significativa a mi salud mental, aunque en la actualidad mi salud no está del todo bien después del contagio del COVID-19, sigo teniendo estragos de esta enfermedad.
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MEMORIAS DE LA PANDEMIA
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Por: Jacy
a pandemia por Covid-19 afectó de manera negativa la vida de todos los seres humanos que fueron alcanzados por ésta, en diversas áreas de la vida como lo social, sanitaria, económica, política, cultural y desde la vida cotidiana misma. Cambió la forma de ver e interactuar con las personas, para muchos ha sido un tormento en lo absoluto y para otras incluso le vieron el “lado positivo” a el tiempo de aislamiento. Personalmente la pandemia cambió mi manera de ver las cosas, más no mi manera de ser ni me “volvió mejor persona”. Sin embargo, sí me enseñó a disfrutar las cosas simples que pasan desapercibidas por la cotidianidad del día a día. Desde el inicio de la pandemia la compañía de mi familia, la estabilidad económica que gozo, y la satisfacción de todas mis necesidades básicas hicieron que el tiempo de aislamiento fuera “fácil de llevar” físicamente. El estar constantemente acompañada por mis seres queridos convirtió de hecho al aislamiento en un tiempo positivo con mi familia, existieron ciertos momentos en que la convivencia no era tan afable, a pesar de ello lo supimos resolver en conjunto, sumado a todo ello el hecho de que vivo en un espacio rural rodeado de naturaleza y relativamente de poca población hicieron que aprendiera a disfrutar de lo que estoy rodeada. Existieron algunos momentos en donde mi estabilidad emocional colapso el pensar que allá afuera no todos estamos en la misma situación, en las miles de muertes que se escuchaban en los medio de comunicación, las noticias de muertes en Ecuador, la crisis que estaba sucediendo, fueron todo un caos cada vez era más difícil encender el televisor y no llorar por escuchar cada suceso, hasta el punto en que me aislé virtualmente, es decir no escuchaba radio ni prendía la televisión para no ver noticias incluso bloquee páginas de noticias en las redes sociales para evitar saber, en un acto egoísta de protegerme mentalmente. En mi familia cercana nadie se enfermó de Covid-19 y no tuve perdidas familiares por esta pandemia, así que de cierta manera estoy agradecida. Los momentos en los que peor me sentía eran cuando creía que la mitad de mi vida universitaria estaba yéndose al alejarme de las clases presénciales, el sentimiento de pérdida de buenas experiencias universitarias me llevó a una crisis de sentimientos, hoy por hoy ya las puedo manejar. Para términos de Junio de 2020, comencé a salir de nuevo con el miedo constante de contraer el virus, al principio sufrí del “síndrome de la cabaña” que según expertos es Una serie de pensamientos catastrofistas vinculados a lo que se encuentra más allá de los límites del hogar, relacionándose a nivel fisiológico con la emoción de miedo y todas sus manifestaciones (taquicardia, hiperventilación,
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sudoración...) así como asociado a una respuesta motora en la que prima la evitación y el escape de todos aquellos aspectos que probabilizan la aparición de dichas señales. (Seoáñez, 2020) Al evitar a toda costa salir aunque sea al patio de mi casa al ver que gente se movilizaba por la calle, pero poco a poco empecé a salir más hablando con amistades y con seguridad lo pude superar hoy en día ya no puedo estar un día completo en casa ya que me genera reacciones emocionales al estar mucho tiempo en casa, comencé con actividades deportivas para contrarrestar otros efectos de la pandemia que ayudan con mi salud mental, el ejercicio como tal me ha ayudado a cambiar varias concepciones que se generaron durante la pandemia. Salgo todos los días aun con un poco de temor, pero por otro lado el estar en casa todo el día tampoco me agrada.
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LOS SUFRIMIENTOS PSÍQUICOS DE LAS SOCIEDADES DEL SIGLO XXI: ADICCIONES Y TRASTORNOS ALIMENTARIOS DESDE UN ENFOQUE DE GÉNERO. Por: Jimmy López En Ecuador la pandemia a causa del Covid-19 inició un 12 de marzo de 2020 dando como resultado una ola de contagios y posterior cuarentena en todo el territorio nacional. Desde el principio de la pandemia se evidenció un mal manejo de la crisis sanitaria por parte de las autoridades, y también se evidenció una falta de conciencia ciudadana para evitar contagios y reducir la magnitud de la crisis. Desde mi punto de vista, las medidas tomadas por el gobierno se hicieron de manera apresurada y generalizada, obviando muchos factores sociales, económicos, culturales y regionales. No todas las personas percibieron las medidas como necesarias, por otro lado, no a toda la población se podía aplicar las mismas medidas debido al importante factor económico del que está compuesto la sociedad. En la situación en la que vivía en ese entonces, de manera mayoritaria no se presentó en mí mayores afecciones a mi salud mental, cabe mencionar que en aquella época vivía en la casa de mis padres, compartiendo espacio con mis abuelos/as, tíos/as, primo/as y hermanos. Pude evidenciar de cerca los trastornos que influyeron en mi familia al estar encerrados durante más de 40 días. Nadie se imaginó que durante este período el mayor problema sería la convivencia entre tantas personas, si bien en un núcleo familiar existe respeto, amor y consideración por toda la familia, durante este período fue muy difícil mantener estos elementos intactos. El mayor trastorno presentado desde mi punto de vista, fue el trastorno de sueño, ya que al no tener actividades definidas o una rutina diaria normal, fue fácil desvelarse por una u otra actividad, provocando así levantarse a altas horas de la mañana o inclusive de la tarde; en base a este trastorno del sueño viene el trastorno alimenticio, ya que al estar siempre en casa y sentir la más ligera necesidad de alimentarse, lo hacía como si cada comida fuera un almuerzo, también provocando un trastorno alimenticio y como consecuencia aumentando de peso. Conozco de cerca otras realidades contrarias, es decir que sufrían de insomnio, no tenían alimentos para comer e incluso vivían solo/ as; y a lo largo del tiempo se vio afectada su salud mental de manera negativa, que algunas personas cercanas incluso optaron por quitarse la vida. En base a esta pandemia se puede aprender que cada instante de la vida debe vivirse al máximo, hoy en día nos estamos ajustado a una “nueva realidad” que no muestra las condiciones óptimas para nuestro desarrollo, desde ir la mayor parte del día con mascarilla, hasta el hecho de tener clases de manera virtual, obviamente todo esto es nuevo, pero de normal no tiene nada.
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LA OTRA CARA DE LA FAMILIA, UNA FORMA DE VIDA DENTRO DE LA PANDEMIA
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Por: C.A.Q.H
l presente ensayo expone en cómo ha sido el día a día en esta etapa de la vida como lo es la pandemia (Covid, 19), en cómo las diversas formas de encierro que se ha vivido ha hecho que muchas personas, sufren diversas enfermedades no solo físicas sino psicológicas o trastornos mentales, que los hombres, mujeres han sufrido por diversas situaciones de la vida comenzando desde las bajas condiciones económicas, hasta verse en la obligación de asumir el cargo de la familia por muerte de uno de sus miembros u otros heterogéneos contextos. En la actualidad es bastante común encontrar diversos psicólogos y profesionales queriendo ver el trastorno de fondo que pasan muchos adolescentes, niños, niñas e incluso personas mayores, pero lo que no se debe seguir es las condiciones que cada uno de ellos sufre, como su hogar, en diversas situaciones el salir a clases a la escuela, colegio y/o universidad son un escaparate de las situaciones que atraviesan dentro del hogar, violencia psicológica, sexual e incluso física es una de ellas, y mientras en este tiempo, casi un año que hemos estado encerrados en nuestro hogar, estas violencias han sido muy notables que incluso se ha llegado a la muerte. Centrándome ya exclusivamente en mi situación, que he pasado dentro de la pandemia en mi hogar y como lo he vivido, puedo comenzar en que antes de que todo esto pase yo era una persona que si bien era un poco antisocial vivía el día a día de una manera muy tranquila y pacífica, y la universidad era un espacio donde me sentía muy bien, ya que era punto y aparte de la vida que tengo dentro de mi hogar, al momento de comenzar el encierro por la pandemia, mi abuelita vino a vivir con nosotros, desde nuestro punto de vista no representaba ninguna dificultad el cargar con esa responsabilidad, así pasamos los primeros meses sin ningún problema, sin ninguna discusión, en realidad fueron 5 meses de armonía, tras eso y agradecido con varias personas, conseguí mi primer trabajo profesional como docente dentro de unidad de educación básica, sumado a eso ,los estudios dentro de la carrera de Genero y Desarrollo, en un principio resultaron un estrés ya que no podía acomodar los horarios de clases de la Universidad con los clases que tenía que dar dentro del 10mo de Básica, adicionalmente a esto una pequeña enfermedad que sufrió mi abuelita hacían que mis días sean un poco más estresantes, ya que gracias a Dios tenemos una empresa propia por lo que nuestra condición económica no se vio tan afectada como a otras familias. Todo empeoró cuando mi abuelita habló con sus hijos e hija y comenzó a sacar palabras fuera de contexto, ya que después de los 5 años, los mismos hijos e hija decidieron pagar a mi mamá por cuidarle, darle las medicinas, lavarle la ropa, todo en general a mi mamá, pero había ciertos días donde mi mamá
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iba a entregar productos con mi papá a ciertas tiendas o a comprar la misma comida de nuestro hogar, pero a su vez junto a mi hermana cuidábamos de mi abuelita e incluso yo me daba tiempo y realizaba el almuerzo y todos los quehaceres del hogar, sin embargo y desprestigiando nuestro trabajo mi abuelita salió con comentarios como que le están pagando a mi mamá y ella no podía salir de la casa, que como nietos no tenemos esa responsabilidad que incluso yo hablaba mal de mis tíos desprestigiando sus trabajos, lo que nunca fue verdad y eso de por medio junto a las clases han hecho que hasta el día de hoy sufra depresión, ansiedad e incluso por el estrés me comenzó a dar lo que es herpes, por lo que tenemos que tener en cuenta que si bien muchas personas sufren por su condición económica y de pobreza hay diversos sectores de la sociedad que los problemas del hogar resultan ser más visibles y más difíciles de manejar cuando no se tiene la oportunidad de salir del hogar y distraerse con cualquier situación y muchas veces la ayuda psicológica en diversos casos, dentro de ellos me incluyo, no funcionan, porque no entienden todo lo que uno sufre. Los psicólogos y los profesionales deben saber que no todas las personas sufren de trastornos mentales por algo en común que se debe estudiar todos los contextos para así poder ayudar a los pacientes que tenemos problemas de salud, enfermedades psicológicas y trastornos mentales.
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DESDE MI ENCIERRO
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Por: P. M.
partir del 11 de marzo de 2020, fecha en donde el Covid 19 fue declarado pandemia a nivel mundial, la vida de todos tomó un rumbo muy diferente, los hábitos tomaron un camino nunca antes presenciado.
La pandemia causó no sólo una crisis socioeconómica, sino también mental. En lo personal he tenido que sobrellevar muchas dificultades personales a lo largo de este tiempo, el hecho de tener que cumplir con todas las actividades que son mi responsabilidad dentro del mismo ambiente, todos los días, ha causado en mí un malestar más que físico, mental, el hecho de no poder socializar con muchas de las personas que pertenecen a mi círculo social, ha hecho que mi cuerpo y mis costumbres se adapten a un ritmo de vida lento y sin ánimos de continuar cada mañana realizando lo mismo, cuerpo y mente en muy pocas ocasiones se sienten conectados, el miedo es otro factor que impide cumplir con nuestras actividades, la inseguridad de salir a la calle con el pensamiento de que tarde o temprano el Covid nos puede sobrepasar. La preocupación es un constante diario, se convirtió en algo de lo que no podemos huir y que muchas de las veces nos consumen y agota. El exceso de información, los rumores y la información errónea pueden hacer que te sientas sin control y que no tengas claro que hacer, el Covid 19 repercute negativamente sobre la salud mental de las personas de la población en general, pero en particular sobre los grupos poblacionales más vulnerables. Continuar con nuestras vidas, tratando de convivir con la pandemia ha sido un reto casi imposible, no solo ha encerrado a nuestros cuerpos sino también a nuestras mentes, las ideas no fluyen de igual manera, el cansancio y estrés ahora forman parte de nuestras rutinas, el hecho de que las costumbres son, monótonas y sin motivación alguna, han ocasionado que aumente en mí la desesperación e incertidumbre. El trabajo, la universidad virtual y las tareas del hogar son parte de un diario vivir que parece no tener fin y que se han conjugado convirtiéndose en uno solo, se espera que se haga todo esto sin dejar que ninguna de las tres sea descuidada, cuando el cuerpo y mente ya no pueden más. La familia se convirtió en el único círculo social en el que se puede desenvolver de alguna manera, pero que, no solo construye sino también destruye en ocasiones, el hecho de que la familia no acepte actitudes y maneras de ser frente a cualquier situación, ha hecho que se conviertan en las personas que menos nos conocen y nos aceptan, tener que todo el tiempo aparentar ser otra persona seguir reglas y normas impuestas dentro del hogar es algo que
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incomoda y genera malestar. Tener que cumplir roles impuestos todo este tiempo ha hecho que una parte de nosotros se quede en el tiempo antes de iniciar la pandemia. Despedir a personas que nos acompañaron durante mucho tiempo y que se convirtieron en un ser especial no fue nada fácil, aceptar que no estarán más junto a nosotros y que a pesar de que el Covid no se lo llevo fue la soledad y la depresión la que sí lo hicieron, tratar de ver el lado positivo a todo lo que sucede no es algo que se haga con frecuencia actualmente, el año anterior tuve que despedir a uno de mis mejores amigos y compañeros de vida alguien de quien puedo hablar con certeza no soporto esa situación, no poder abrazarlo una vez más, no poder tenerlo para escuchar mis locas ideas y sobre todo aceptarme como soy, fue un sentimiento de sufrimiento que me acompañó durante muchos meses pero que de alguna manera no me derrotó y fue en eso en donde encontré la inspiración para continuar y demostrar de alguna manera que si se puede vivir con esta pandemia y que aunque nos ha golpeado y nos ha inculcado la idea del temor, se puede avanzar sin retroceder, tener a las personas correctas a un mensaje de distancia se convirtió en uno de mis mayores aliados.
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COVID-19 EN MI SALUD MENTAL
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Por: Mireya Quito
l coronavirus ha afectado varios aspectos de mi vida, hace más de un año que junto a mi familia hemos tratado de acostumbrarnos a las modalidades para afrontar la situación. Usar mascarilla a cualquier lugar que vayamos resultó fastidioso y lo sigue siendo y no poder salir con libertad fue algo que me generó muchas emociones negativas. El miedo invadía nuestra mente por ver cómo otras personas morían a causa de la enfermedad o sufrían en los hospitales. Antes de la pandemia mis emociones no eran muy variadas, a veces sentía preocupación por presentar a tiempo alguna tarea de la universidad o resultaba agradable hacer planes para una salida con amigos o con mi pareja. Si pasaba algo que causaba algún tipo de tristeza o si se tenía un mal momento, eso se disipaba cuando se compartía una conversación con algún amigo o amiga en la universidad. Era como si hubiera un equilibrio en mi realidad pues compartir con personas allegadas proporcionaba sensaciones de felicidad que tranquilizaba mi interior. Más allá de eso el mundo vivía en un “cada quien en lo suyo”, supongo que los demás tenían sus buenos y malos momentos, pero de eso una no estaba muy enterada. Cuando en el país declararon emergencia sanitaria, la situación no parecía tan grave. Conforme pasaron los días, el confinamiento se alargaba y las personas comenzaban a asustarse y a abastecerse de productos de primera necesidad. A pesar de ello yo no sentía mucha preocupación, ya que como vivo en una zona rural no iba a tener que estar todo el tiempo encerrado en mi casa, pues no corría mucho peligro de contagio. Ya al pasar el tiempo se iba notando la necesidad de las demás personas al no tener alimentos ni recursos económicos, eso comenzó a generar preocupación en mi porque emocionalmente influía mucho ver tal situación. Cada vez iba pasando más el tiempo y mantenerse únicamente en la casa estaba afectando, surgía la necesidad de salir, de ir a la universidad otra vez. La educación virtual a la que tenía que acostumbrarme no era de mi agrado, pues me distraía con facilidad, también comenzábamos a tener docentes nuevos que no pudimos conocer en persona, pero bueno, al menos no era la única que vivía eso, aunque parezca egoísta lo que digo. La situación me afectaba más cuando veía en los medios de comunicación como aumentaban más los contagiados y como muchos morían, parecía que de nada servía quedarse en casa, pero es que la realidad eran otra pues habían personas que no podían quedarse porque iban a pasar hambre, eso era muy triste y más cuando las autoridades y otras personas eran indolentes pues trataban de obligarlas a que no salieran de casa sin siquiera abastecerles de productos necesarios e incluso se los criticaba fuertemente sin tener empatía de su situación. Además, daba tanta impotencia, ver como muchos políticos
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comenzaron a aprovecharse de la situación, cometiendo actos corruptos con insumos médicos que donaban o llegaban al país. Daba tanta rabia, tristeza, impotencia de lo que pasaba y una frase muy fuerte salió en ese entonces que siempre me darán tanta decepción de los políticos de mi país. Esta frase decía… “Yo pensé que los pobres saldrían a robar y asaltar los mercados por hambre, pero fueron los políticos quienes salieron a robar el dinero de los pobres” Sin embargo, tenemos que continuar con nuestras teniendo que adaptarnos a la nueva modalidad como le decían, y fue difícil, porque la vida se limitaba a estudiar virtualmente tener distracciones o la mala conexión a internet a la vez que se perdió el contacto y las formas de relacionarse con otras personas cara a cara. Actualmente me doy cuenta que he adquirido cuadros de ansiedad, de repente se siente una desesperación e intranquilidad por la incertidumbre de lo que pasará después es algo incontrolable y es difícil recuperar una buena estabilidad y más aún cuando situación ha vuelto a complicarse y comienzan a contagiarse personas conocidas y cercanas a la familia y sentimos más fuerte el miedo de contagio pues cada vez está más cerca. Los episodios de ansiedad aparecen con facilidad cuando se acumulan muchas tareas de la universidad porque uno sobre piensa como va a realizarlas o no se sabe si se están haciendo de forma correcta, además de que el tiempo para hacerlas no alcanza pues en el área rural hay muchas actividades por hacer y mi mamá necesita que le ayude tanto en labores de agricultura como en labores domésticas, a veces no puedo ayudarle por ocuparme de lo académico y ella se molesta conmigo y me hace sentir aún peor, a ello se acumula un mal descanso por las noches ya que la tensión y estrés no permiten conciliar el sueño de forma correcta. También ha influido mucho el ver que varias personas que conozco han migrado a otros países, principalmente a Estados Unidos, y es que la realidad económica de este país parece ir de mal en peor y si hablamos en cuestiones de género, las mujeres son las más afectadas, entonces las migraciones que empiezan a aparecer también generan en mí, ánimos para querer hacer lo mismo, sin embargo tengo la esperanza de que aquí lograré conseguir un buen trabajo y en últimas instancias tengo que ser yo misma la que me tranquilizo y auto animo cada día.
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SALUD MENTAL EN TIEMPOS DE PANDEMIA
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Por: Laura Sumba
n el siguiente ensayo hablare como la pandemia nos ha cambiado y ha provocado males fuertes a nuestra vida cotidiana, dañando nuestra salud física y mental; ya que por un lado, siempre está presente el sentimiento de desconfianza y el latente miedo al contagio del covid-19, mientras que por otro lado, están todos los males que desde siempre han estado presentes en la sociedad, que generan desequilibrios y cambios de comportamientos repentinos, que nos estresan y afectan a los demás, ya que como ser humano se pertenece a una colectividad. Es por eso, que si hablamos de salud mental, en mi opinión es contar con una capacidad para entender, pensar, analizar, reflexionar y estar tranquilos, en cualquier circunstancia, consumiendo comida sana y saludable, que le hace bien a nuestro cuerpo y a nuestra mente, pero que debido a la situación de pandemia, todos y todas hemos entrado en caos o a un desequilibrio mental, donde estar encerrados, enfrentar nuevas modalidades de enseñanza y trabajo, aunque no para todos causa tensión, ya que cada vez , se ha vuelto difícil de controlar, donde pienso que todos y todas hemos creado un mundo individualizado , que en ocasiones es complicado de romper , debido a las múltiples actividades que cada uno realizamos, en el hogar, en el trabajo, en ámbito escolar, etc. Además, los medios de comunicación y el internet influyen mucho en nuestro comportamientos y hábitos de vida, ya que nos venden puras realidades quimeras, que nos convencen con facilidad, es decir, nos presentan cuerpos idealizados, para hombres y mujeres, que ocasiona disconformidad con el cuerpo que tenemos, nos presentan historias fatales , que uno compara y siente que está en una mejor situación que el otro y no lo aprovecha(recriminación), nos muestran productos milagrosos que te curan varias dolencias con un solo medicamento, donde mostramos ser tan ilusos, creyendo en sus versiones falsas y consumimos y consumimos esos productos hasta perder el juicio, sin darnos cuenta que es publicidad de un mundo capitalista, que no interesa el bienestar de las personas, si no poder acumular más capital. Por eso, si analizamos en la sociedad, se podría decir; que todos/as estamos enfermos, ya que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es definida como un “estado completo de bienestar”, es decir, tener una buena salud física, mental y social, donde desde allí ya estamos perdidos, porque podremos contar con una buena salud física, pero nuestra mente está acabada, con tantas cosas que nos afectan, además viviendo siempre con miedo al contagio del covid-19, automedicándonos como medida de prevención, ya que en esta sociedad solo hay dos opciones, lo que te hace bien o mal, y lo peor de todo, es que todo nos cansa y agobia. También está la
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globalización la cual ha llegado a la mayoría, “supuestamente”, con el objetivo de estar más comunicados entre nosotros, pero ¿Comunicación con quién? si cada vez esta comunicación empeora o son casi nulas, donde la pandemia contribuyó a crear más tensión en todo lado, por ejemplo , en el ámbito educativo , se consiguió a través de la modalidad virtual continuar adquiriendo conocimientos , pero creo estrés en la vida de los actores principales, es decir; la tensión o preocupación de los docentes al impartir las clases, sin saber si sus alumnos están presentes o en casos de los alumnos que están presentes , pero con sus mentes ausentes, debido a varios factores que nos afectan y estresan. Además el dinero marca su lugar en la vida de cada persona y en la sociedad, ya que en la sociedad, todo tiene un valor monetario y es la clave de nuestro éxito o fracaso, ya que si lo tenemos sufrimos y si también no lo poseemos nos deprimimos, es decir ; en algunos casos, no tener dinero nos privada de varios derechos y servicios, mientras que tener dinero y no poder comprar lo que se necesita, causa daños psicológicos y físicos, donde este factor fue y es el principal actor que creó y crea ansiedad, desesperación y reproche en estos tiempos de pandemia. En conclusión puedo decir; que la pandemia, sólo contribuyó a que factores que estaban encubiertos de manera implícita salgan a la luz, situaciones que muchos ya sabíamos, solo que pretendíamos desconocer conscientemente, ya que, desde la globalización y el uso de la tecnología, todos vivimos en nuestro propio mundo, donde no existe diálogo entre padres e hijos o entre los miembros de la familia, ahora menos con la pandemia, ya que las diferentes labores, trabajo, estudio, requieren más tiempo y más dedicación, ya que se vive con el miedo a perderlos. De igual manera ocurre con los otros factores internos y externos, ya que para nadie es un secreto que vivir con angustia, deprimido, enojado, sintiéndose culpable, con resentimiento, reprochándose y además agregarle la falta de recursos a nadie le hace feliz o es feliz. Es por eso que la mayoría de personas a través del consumo de cualquier producto, alcanza una felicidad monetaria y fugaz, vendida por una sociedad capitalista. que no interesa el bienestar de las personas, sino acumular capital.
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UN AÑO PANDÉMICO Y LAS EXPECTATIVAS IRREALES NOS GENERAN ANSIEDAD
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Por: M.M.
l impacto en la salud mental se ha visto como un factor importante en este tiempo de pandemia, ya que se cree que en los siguientes años será una grave problemática para todas las personas, en las familias ingresos familiares más bajos y que probablemente aparecerá una alta incidencia de alteraciones emocionales, la posible mayor afectación de las mujeres y la feminización de las profesiones de los cuidados no son elementos que debemos pasar por alto. La pandemia ha tenido un efecto con nuestras vidas, ya que muchos de nosotros/as nos enfrentamos a retos que pueden ser muy estresantes y abrumadores por lo cual está sucediendo a todos los individuos ya sea docentes, estudiantes, trabajadores, entre otros, ha sido complicado y desfavorecedor el teletrabajo. Además, es difícil adaptarnos al confinamiento, esto nos lleva a tener sufrimiento psíquico, si bien es cierto el Covid-19 nos ha llevado a dejar muchas cosas por temor a contagiarse, antes de este problema nosotros/as como estudiantes salíamos a compartir con amigos en fiestas o reuniones, ahora no se puede tener ni contacto con las personas más cercanas. Por otro lado las familias se han ido alejando poco a poco por el simple hecho de que una persona pase encerrada todo el tiempo se comienza a abrumar y esto lleva a tener discusiones fuertes, y ese lazo que nos unía como familia se está desvaneciendo, existen momentos en los que uno no puede más al ver estas circunstancias qué está pasando tu familia que solo pasen en disputas y da ganas de irte de tu casa para evitar estos malos ratos y tener un momento de paz, desde que comenzó este confinamiento de estar casi todo el tiempo cerca de una computadora, y encerrada, me dio ansiedad primero de ver las situaciones que estamos pasando, ver noticias y observar las altas tasas de contagios, y vivir en carne propia los fatales fallecimientos de personas cercanas, es muy devastador, y llegar al punto de no poder dormir e incluido la acumulación de estrés de pensar en no quererme contagiar para cuidar a mi familia, esa era mi mayor preocupación, esto nos ha llevado a tener temor de salir o conversar con alguien, en este etapa no ha sido muy buena para mí, ya que eh pasado por momentos duros referente a mi salud, al comienzo mi familia me apoyaba para mejorar, pero después uno de ellos me dijo que ya no siga con mi proceso de llegar a sentirme bien, esto también me frustro y ya no quería saber nada , ni seguir con mi tratamiento, me puse muy sensible, luego reflexione que yo quiero seguir con mi tratamiento para mejor mi condición y sentirme bien conmigo misma, el covid-19 nos ha cambiado mucho, siento que uno necesita un respiro, estar a solas, meditar, el estrés nos está provocando sentimientos de temor, enojo, tristeza, creo que lo único que me ha servido en este tiempo es desahogarme llorando porque no veo otra solución para este problema.
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Finalmente, el Covid-19 está ligado a la salud mental de las personas, esta problemática también han llevado en especial a muchos jóvenes en pensar en suicidarse y algunos han llegado a esto, y quedan familias devastadas por lo sucedido, desde mi punto de vista de acuerdo a los suicidios creo que deberíamos ocupar nuestra mente haciendo cosas positivas, para no llegar a tener estos tipos de pensamientos o en el caso de no poder conciliar el sueño, ya que no hay de otra manera lo pertinente sería medicarnos para continuar en adelante nuestras actividades diarias.
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HISTERIA COLECTIVA, UN MONTÓN DE HIPOCONDRIACOS O SOLAMENTE MENTES CANSADAS Y ENFERMAS
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Por: J. A². M.
ntes de empezar a profundizar con este ensayo es muy importante que podamos partir de un concepto: la salud, que según la OMS puede definirse como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
De acuerdo con tal aseveración, en el contexto actual y de emergencia sanitaria, podríamos asegurar, por un lado, que el hecho de aún no haber contraído el Covid-19 es una factor elemental que asegura nuestro bienestar físico, entonces por ese lado estamos saludables, sin embargo, ¿qué sucede con los otros dos aspectos?, ¿la salud social y la salud mental?, en este sentido, podría decirse que también gozamos de una “buena” salud social, porque aunque duramente y a la fuerza, hemos podido adaptarnos y más allá de eso autogestionarnos para poder sobrevivir a esta nueva realidad llena de desafíos antes no conocidos, y tal vez ni pensados a los que nos enfrentamos día a día. Ahora las salidas con amigos se hacen virtualmente, las reuniones familiares de igual forma son videollamadas, hasta ir a una sala de cine cambió su concepto por una silla frente a un computador, definitivamente no es lo mismo, pero como dirían los conformistas, “es lo que hay”, y “un poco de algo es mejor que mucho de nada”, aunque no hay que dejar de lado que han existido personas que a pesar de su buena condición de salud social no han logrado acostumbrarse a esta realidad, lo que ha hecho que su vida y su salud física se vean afectadas. En principio, si queremos comprender la salud mental de forma más profunda, debemos partir del concepto que nos propone la APA (American Psychological Association por sus siglas en inglés) “la salud mental es la forma en que nuestros pensamientos, sentimientos y conductas afectan nuestra vida.”, de esta manera podemos analizar y comprender, que al tener que vivir situaciones bastante inusuales como una pandemia, el tener que ver y soportar una cuarentena mundial, y al ver nuestra movilidad restringida por incontables toques de queda, es bastante obvio deducir que nuestra salud mental, o mejor dicho, la salud mental del mundo, cambio, sin importar cómo haya estado nuestra salud mental antes de la pandemia, después y durante la misma, esta se transformó, en algunos casos para mejor y en otros lamentablemente para peor. Entonces, ¿Quién ha estado completamente saludable desde aquel trece de marzo de dos mil veinte?, personalmente creo que nadie, puede que los primeros días y exagerando las primeras semanas la salud física, mental y social de una gran parte de la población estuviese bien, pero después de eso las cosas se han tornado bastante más complejas.
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Cabe plantear la siguiente pregunta: ¿Hemos sido o somos víctimas de la histeria colectiva?, y la respuesta que se avizora es que efectivamente lo hemos sido y lo somos, una sociedad que ha caído en el pánico más de una vez, solo mírennos corriendo a los centros comerciales a vaciar las perchas de papel higiénico o acabando con las reservas de productos de primera necesidad dejando a quienes de verdad lo necesitaban sin nada, siendo esta histeria colectiva el resultado de un nivel de estrés extremo y contagioso, y en este mismo contexto ¿Podría decirse que también somos un montón de hipocondriacos?... también lo somos, y esto principalmente porque ante un virus de magnitudes como el Covid-19, y las implicaciones físicas luego de contagio en nuestro cuerpo, y, por otro lado, las víctimas que ha cobrado desde su inicio hasta el momento de la redacción este ensayo, ha hecho que como sociedad desarrollemos preocupación y miedo extremo de que síntomas menores indiquen esta gravísima enfermedad, todo esto a partir de nuestra interpretación personal. Es así, que desde estas afirmaciones podríamos decir que somos una sociedad llena de hipocondriacos que cayeron en histeria colectiva, pero, el suceso no termina ahí, pues este es apenas el ápice del iceberg, pues detrás de estas primeras afirmaciones se esconden muchas más patologías como trastornos de ansiedad, insomnio, trastornos depresivos, irritabilidad crónica entre otros tantos, entonces, la afirmación de que somos un montón de hipocondriacos que simplemente cayó en la histeria colectiva ¿es correcta?, pues para ser sinceros, no, lo que sí somos es el resultado de una sociedad con mentes cansadas y en base a la definición de la OMS: enfermas. ¿Mentes cansadas? ¿Mentes enfermas? pero de qué estamos hablando, ¿acaso el estar en casa te causa cansancio?, ¿acaso estar en un lugar seguro como tu hogar te enferma?, es algo absurdo e irónico, pero esa es la realidad, y desde mi criterio y mi experiencia personal, puede que a los ojos de terceros, el estar en casa, el cuidar de su hermana menor, el ayudarla con sus deberes, el asistir a clases desde una computadora, el interactuar con los docentes desde un micrófono y el leer PDF’s entre otras acciones de “rutina”, sean normales y no causen ningún tipo de cansancio y mucho menos causen alguna enfermedad, sin embargo, si nos basamos en el precepto de que “nada es lo que parece”, nos daremos cuenta de algo, cuando menos interesante y algo atemorizante, es así que tenemos las siguientes realidades, una vez más lo aclaro, relato las siguientes circunstancias desde mi vivencia, se respeta si es diferente en otros casos. Retomando el tema, si nos fijamos en que el estar encerrado en casa puede que no cambie mucho la realidad de un universitario promedio, si a esta le quitamos la posibilidad de salir al parque a pasear con tu perro, el ir a comprar un helado y disfrutarlo sentado en la vereda o el salir con los colegas, que en su mayoría son actividades que desestresan y ayudan a aliviar las cargas familiares y de estudiante, tendremos una realidad en donde tienes como resultado a un ser humano que comienza a funcionar como un contenedor de estrés. Así mismo, el cuidar de un hermano menor y ayudarlo con sus deberes es una realidad que aquellas personas que tenemos hermanos menores sabemos que es una experiencia bonita y gratificante, sin embargo, si pasamos de esta
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situación ocasional a tener que hacerlo todos los días y llegar a tal punto de tener que ser una especie de tutor privado porque papá y mamá necesitan ir a trabajar, esa realidad se vuelve más compleja y estresante, en este mismo contexto si nos referimos al estudio igualmente como una situación que debería ser agradable y educativa, se ha tornado en una actividad en donde por un lado no es, ni en lo más mínimo comparable con la presencialidad, pues hoy en día la vida universitaria se convirtió en un trajín diario de ojos irritados por la necesidad de estar ante la cámara y por leer innumerables PDF’s delante de una pantalla, espaldas y posaderas adoloridas cuando no se tiene una silla adecuada y adicionalmente a estos dos el hecho de tener que escuchar a docentes que lo único que tienen en mente es reproducir diapositivas y narrar información como si de un documental se tratase, sin siquiera tener la cordialidad de dar ejemplos o buscar una manera más interactiva de llevar la clase, salvo ciertas y muy pocas excepciones. En este sentido, hablando de forma completamente personal he pensado muchas veces, que a diferencia de la clases presenciales en donde se podía observar si una clase se entendió o no, a través del rostro de los compañerosestudiantes, ahora no se tiene ni esa breve pista porque cuando el docente pregunta si todos entendieron el tema, no faltan aquellos clasistas educados para memorizar que al instante encienden el micrófono y cantan al unísono “si profe, si se entendió todo”, quitándole todas las ganas a uno como estudiante y compañero el preguntar algo que no se entendió, por otro lado, si vamos al plano social, ante estas situaciones mencionadas con respecto al estudio y comprensión de las clases, estas se resolvían al final de la misma, o a su vez entre colegas, tomarse un receso y dialogar el tema a luz de una taza de café, pero ahora, hasta eso se nos quitó, cada compañero ya no tiene esos instantes de libertad en el que podía reunirse y establecer esta dinámica tan enriquecedora, ahora cada quien tiene sus responsabilidades en su casa-cárcel. No hay que olvidar que a diferencia de lo que postula la psicología, de que el hogar de cada uno es nuestro refugio, nuestro “lugar seguro”, a veces nuestros amigos lo son, y si nos quitan ese diálogo con los colegas, y hasta el hogar se vuelve nuestro lugar de guerra y pelea, nos terminamos preguntando lo expuesto por el compositor Joaquín Sabina: “¿a dónde vamos cuando no quedan islas para naufragar?” En síntesis, ¿qué tendríamos al final del día con todas estas circunstancias?, sencillo, un contenedor de estrés, ansiedad, preocupación y depresión que en algún momento dado no dará más y explotará, teniendo así como resultado en el mejor de los casos, en tono irónico, un adolescente o joven universitario con un sistema emocional destrozado, o a su vez con su sistema de control de la ira en colapso, y en el peor de los casos, jóvenes que se suicidan sin pensarlo dos veces como hemos podido observar en los noticieros. Luego la sociedad dice que los jóvenes no tienen ningún sufrimiento, y si lo tienen seguramente son situaciones sin mayor importancia, jajaja, después esa misma sociedad se pregunta al ver que sus jóvenes optan por el suicidio o caen en la depresión más profunda ¿Por qué lo hacen?
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Para terminar y en respuesta al postulado que titula este ensayo, somos una sociedad cuyas mentes están cansadas y enfermas, y generalizó con el término “sociedad” porque esta realidad que acabamos de ver solo es la realidad de un joven universitario, de este joven universitario, existen muchas otras realidades iguales o más complejas que la narrada aquí, madres solteras que luchan con el desempleo, hijos que perdieron a sus padres o viceversa, gente que está pasando por situaciones de pobreza extrema y no saben si podrán sobrevivir al día de mañana, personal médico de primera línea que lo único que quiere es acabar con sus propias vidas, entre muchas otras realidades crudas y que se han complejizado un 80% más a partir de la llegada del Covid-19, nuestra mente está cansada y enferma.
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PANDEMIA 2020
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Por: Andrea Garrido
ablar de un cambio de rutinas, actividades o de falta de oportunidades laborales, es hablar de un suceso mundial, de una pandemia que se nos vino encima, a pesar de que ya nuestra sociedad estuvo envuelta en todas estas crisis, sin embargo la pandemia hizo más claro el panorama en el que nos encontrábamos, pues ella facilitó la observación de que como sociedad no estamos bien, sea por los malos gobernantes de nuestro país, sea por aquellos que muestran falta de empatía con los otros(as), o simplemente porque sobrevivimos del día a día, donde el egoísmo, el poder, brillan ante cualquier acción humana. Esto no sólo debilitó aquellas instituciones encargadas de brindar el servicio médico, va más allá de eso, porque sobrepasa el estado físico de las personas, limita a la persona a un estado psíquico débil y por ende nos hace vulnerables. En este estado emocional, el gobierno ha contribuido a que esto cada vez más avance, por un lado con su falta de políticas o planes estratégicos que disimulen dicha situación; más bien su desinterés a primado sobre cualquier situación de pobreza, leyes de trabajo injustas e inhumanas, ambición de sus colaboradores en el mal manejo de los recursos, todo esto nos ha demostrado que el poder sirva más al poder y dominación, y que la necesidades sociales cada vez más están desatendidas por quien creíamos debían encargarse de equilibrar las mismas. Pues no, cada día todos(as) nos enfrentamos a vivir una situación de ascuas en todas las esferas de la vida, a nivel económico, de salud, social, etc., y al encontrarnos bajo esta situación, aún más. Por otro lado, estas necesidades, han sido reemplazadas por el rebuscar de una vida mejor y de aguante, con proyectos, emprendimientos desde la gente, desde nosotros mismos, el pueblo, si nos damos cuenta, no de quien por deber tiene que hacerlo, el Gobierno, al menos personalmente no conozco plan alguno por parte del Estado que apacigüe o de cobertura a la situación. Por ende poco a poco estamos aprendido a vivir con ella, y que ésta sea parte de nuestro diario vivir, eso y las situaciones que conlleva estar bajo una estructura de gobernanza débil, no porque así lo esté bien, sino porque al estar así nuestras estructuras, nuestra sociedad se limitará, porque las herramientas en este momento son escasas, pero con la esperanza de que tampoco será imposible llegar a un estado más pacífico y de una conquista de derechos sociales, que por ende nos pertenecen, pero que lastimosamente se han enjaulado bajo un solo lado de la balanza, los del poder, grandes élites, etc. Espero algún día llegar a un equilibrio de una sociedad más justa.
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RESILIENCIA EN TIEMPOS DE PANDEMIA
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Por: Jaime Mauricio Dután Ll.
n Ecuador, a inicios del 14 de marzo del 2020, se vive un estado de alarma por la crisis sanitaria, que ha incluido aislamiento social de la población, generando incertidumbre, pánico social e impactos sobre la salud mental de la población, donde he podido experimentar que el encierro obligado o cuarentena me ha causado sufrimientos psíquicos como; problemas en el comportamiento social, familiar y afectivo incrementando estados de ansiedad, angustia, adicciones alimenticias y estrés, dentro de este relato narrativo voy a contar cómo experimenté cada uno de estos sufrimientos mentales y como los afronte, teniendo responsabilidades o cargas encima como; la tarea de los cuidados, las tareas domésticas y la educación de forma virtual. Recuerdo que, al inicio de la cuarentena, mi vida estaba por cambiar drásticamente, esto ha llegado a modificar mis hábitos diarios. Al principio no me afectó mucho, pero con el paso de los meses, de tanto estar encerrado he cambiado mi alimentación como la disminución de actividad física y la pérdida de interacción con mis amigos y amigas esto ha ido conflictuando mi estado de ánimo, tanto física como mental. Esto se debe a que mi vida cotidiana antes de la cuarentena (pre-cuarentena) iba todos los días por lo general en las tardes a la universidad, estudiaba de manera semi-presencial, comía en bares o restaurantes dentro y fuera de la universidad, donde la alimentación no era nada saludable, la interacción con mis amigos/as era constante. Prácticamente el cambio que he tenido ha sido impactante, debido a que en la actualidad no hago ejercicios y mi alimentación pasó a ser de muy mala (comida chatarra) a saludable (vegetariana), pero también tuve muchos cambios emocionales por diversas situaciones, varios ejemplos fueron; las actividades de cuidado, clases virtuales, la llegada de exámenes y presentación de trabajos. Algo importante a destacar, es como la cuarentena también afectó a mi abuelita (Rosa) ya que; ̈existen diferencias en la salud física entre varones y mujeres y existen diferencias en salud mental entre varones y mujeres¨, dependiendo de muchos factores entre ellas la edad, con 90 años y la falta de actividad física comenzó con un dolor intenso de la rodilla, seguido con el insomnio, uno de los sufrimientos psíquicos que padeció más mi abuelita fue la ‘’depresión’’. La depresión como una enfermedad universal que aparece de forma general en todos los ámbitos sociales sin distinción de género, etnia o clases, ‘’mayor en mujeres’’, esto le provocó sentimientos de tristeza constante y pérdida de interés en realizar actividades, en la alimentación decidimos comer más saludablemente, mientras que la depresión en mi caso no me afectó mucho en los primeros dos meses, pero poco a poco la depresión se apoderó de mí en los 60 días. Se volvió tan fuerte que ni siquiera, quería levantarme de mi cama, pero las actividades de cuidado, autocuidado y las tareas domésticas
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con la universidad, no debía dejarlas, tenía esa responsabilidad llamada ‘’cuádruple rol’’, sentí como se vio afectada mi salud mental, es decir, a pesar de no tener Covid-19 ni familiares con este, sentí como me empezó a invadir sentimientos de enojo, frustración, tristeza y resignación, las noches de insomnio aparece acompañado muchas veces de recuerdos dejándome un llanto en silencio. Esta cuarentena reduce mucho las relaciones sociales, esto afecta a la condición de varias personas. He escuchado casos de personas con problemas psicológicos, debido a la sensación de encierro, presentando cuadros de depresión y angustia. Para todos y todas resulta importante mantener contacto con otras personas, es decir, relacionarnos e interactuar con el otro/a como un vínculo. Las únicas veces que he salido han sido para ir al médico, el estrés ha llevado a mi abuelita a enfermarse de varias cosas, como la; depresión, gripe, dolores de las articulaciones, crisis de ansiedad, lo mejor que he hecho en esta cuarentena es cuidar de mi abuelita, tanto física como mental, buscar cosas diferentes para que ella no se estrese, como salir al parque, jugar con el perrito, caminar, estar en constante comunicación, cambiar la alimentación como ya lo he venido haciendo desde el inicio de la cuarentena, y evitar a todo costa los pensamientos existenciales y no transmitirlos a mi abuelita, he tratado de poco a poco aumentar la felicidad dentro de mí y de ella, pero todo esto que he estado haciendo me ha alejado un poco de mis estudios universitarios, y los efectos fueron, tener un aprovechamiento muy bajo. Creo que la educación virtual a distancia es ineficaz, cuando el mismo sistema educativo sigue siendo ´´retrógrada´´, y desigual, y muchos niños/as y jóvenes de niveles primarios, secundarios y hasta universitarios, decidieron desertar en algún momento, por el simple hecho de no tener una computadora o un servicio de internet y otros factores como la economía. Y para las y los que siguen estudiando a nadie le importa aprender si no tienes una buena nota serás excluido o no pasarás de año. Estas realidades resultan desesperantes y en índices muy altos de desigualdad en la educación. Pero lo que nos dicen más, es que debemos cuidarnos y mantenernos bien de salud. Podríamos decir que la sociedad no cambió en casi nada, salvo en ese tiempo de cuarentena extrema, y la generación del medio ambiente. Y ahora que sigo estudiando, mis momentos se redujeron a estrés mental debido a las muchas horas que pasó frente a la computadora, lidiando a veces con la mala conexión a internet y esforzándome en las tareas del hogar y el cuidado especial que requiere mi abuelita. Lo más importante ha sido valorar el tiempo que he tenido con mi abuelita, especialmente su compañía, porque con ella estoy viviendo más de 5 años y en esta cuarentena nos cuidamos el uno al otro. Puedo expresar que el encierro o confinamiento me ha traído buenas y malas cosas, entre las malas, son las clases que se mantienen, sin embargo, el estar de forma virtual ha disminuido la interacción entre alumno/a y profesor/a. lo que deseo es volver a salir y regresar a nuestras actividades normales. Lo bueno que estará conmigo es la compañía y el cariño que le puedo brindarle a mi abuelita y el saber que ella en ningún momento se contagió ni tuvo síntomas de Covid-19. He aprendido también a valorar la vida, la salud física y mental, aprendí a tener más paciencia, controlar
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más ciertos impulsos y adicciones, como lo he repetido anteriormente, el valorar y compartir más tiempo con las personas que nos rodean, en especial con la que más amo y quiero, a mi abuelita (Rosita).
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COVID, SALUD MENTAL Y GÉNERO
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Por: Ma. José Urigüen
ucho se ha hablado de los cambios sociales y económicos que han ocurrido y ocurrirán después de la pandemia, se busca regresar a la “normalidad”, pero esto no ocurrirá ya que los efectos continuarán a largo plazo sobre todo en salud mental. Todos los esfuerzos se han direccionado a la detención del COVID-19, pero seguido de esto se viene una ola de problemas relacionados a lo psicológico como la depresión, la ansiedad, el estrés, los trastornos de la personalidad, entre otras. Estos problemas no necesariamente han aparecido como efecto de la pandemia, más bien han incrementado de gran manera por las situaciones de confinamiento, desempleo, incertidumbre y miedo. Como Han (2012) menciona, nos encontramos en sociedades de cansancio, con miedo al no poder hacer y saturados de positividad. En donde, las personas se imponen metas inalcanzables, viven para el trabajo y no encuentra un momento de su día para compartir con alguien más y esto ha generado que como sociedad sea más común los trastornos depresivos, la ansiedad, los trastornos de la personalidad y sobre todo se ha creado un individuo competitivo, el cual ve por su propio bien. La situación del COVID solo ha aumentado este cansancio, en el caso de los trabajadores ya no les importa que hacen, ni como lo hacen, lo único que importa es que con esto ganen dinero, los estudiantes ya no buscan aprender ni los profesores enseñar, solo buscan pasar la materia y con diez. Se ha llegado al límite, todos y todas viven con estrés y agotados mentalmente. Como menciona el autor Orozco (2015), somos una sociedad de enfermos mentales, en donde cada persona ha aceptado su condición dentro del sistema mientras este le permita sobrevivir. Como menciona Han (2012), estamos tan expuestos a la información, que ya nada nos sorprende, las personas se han vuelto indiferentes y la pandemia ha demostrado esto, vemos seres egoístas, solitarios, mudos que no les interesa saber que le está pasando al otro, mientras la persona se encuentre en una situación favorable. Ya nos encontramos acostumbrados a la depresión, la falta de identidad, al cansancio y seguimos nuestros días así, al final somos tragados por el sistema, ya que nos encontramos cansados. En mi caso, creo que el autor estaba en lo correcto al hablar de una sociedad cansada, ya que eso es lo que percibo a mi alrededor, personas cansadas de las injusticias dentro de sus trabajos, donde uno no puede descansar ni enfermarse por miedo a perder su trabajo. En lo académico, el cual es mi caso más cercano, como estudiantes nos hemos aislado en nuestras habitaciones
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ya que, si no nos encontramos en clases, nos encontramos haciendo tareas o estudiando, son días completos frente a la computadora, en donde muchas veces nos olvidamos de levantarnos a estirarnos o incluso comer. Vivimos en un constante estrés, en acabar un deber para empezar otro, y así continuamente. Han (2012) habla de cómo nos hemos vuelto multitareas, y esto no de una manera positiva como se pensaría, nuestra cabeza se encuentra en todo lado y en ninguno, vivimos en continua angustia entre el trabajo, la pandemia y la universidad. Por lo que es claro que la mayoría de las personas no nos encontramos mentalmente bien, aun cuando estamos descansando o dormidos estamos constantemente pensando en que tenemos que hacer. Y el problema no queda ahí, nos encontramos también queriendo ser los mejores, con las mejores calificaciones y los más productivos, poniéndonos un peso más grande en nuestros hombros porque creemos que es la única forma de llevar al éxito, traducido en la actualidad, en acumular dinero. En el caso de las mujeres, este cansancio es aún mayor, ya que han tenido en muchos casos asumir el rol de profesoras, cuidadoras, empleadas, estudiantes y más; y todo esto dentro del hogar. Entonces es interesante ver como esta fatiga también se encuentra transversalizada del género, en donde aumenta la violencia, el consumo, la competencia y el individualismo. Ocasionando mayores situaciones de depresión, ansiedad y angustia en las mujeres. En conclusión, la sociedad del cansancio que hablaba Han, solo ha incrementado con la pandemia, pero ahora mucho más centrada en el miedo; el miedo a la enfermedad, a uno mismo y a todo nuestro alrededor. Y esto nos ha agotado aún más, situaciones que podían ser pasadas por alto, ahora deben ser resueltas y las horas del día parecen desaparecer frente a una computadora junto a sueños inalcanzables. Lo que ahora queda preguntarnos, es qué pasará cuando las cosas no regresen a la “normalidad” a pesar que la pandemia ha sido controlada.
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Orozco, J. M. (2015). De la sociedad del cansancio a la sociedad del aburrimiento. Estudios, XIII (113), 169–193.
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LOS MANDATOS DE LA MASCULINIDAD HEGEMÓNICA,, LOS CUIDADOS Y EL COVID 19
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Por: Paúl Ochoa
l COVID 19 puso un alto a todas nuestras actividades, laborales, familiares, estudiantiles, entre otras, varias de estas tareas asociadas a roles y estereotipos de género, una de ellas es el trabajo, vinculado al cuidado económico que generalmente lo hacemos los varones. La construcción del patriarcado es algo muy real que a través de sus mandatos nos llega afectar tanto psicológica como físicamente, en este sentido, el trabajo para muchos de nosotros llega a ser el mandato masculino que nos condiciona para rechazar las respuestas genuinas al dolor que nosotros mismos experimentamos y al dolor que sufren las personas de nuestro entorno. Muchas de las veces este dolor sentido de impotencia de no ser la persona que cumpla con el rol de proveedor, no es manifiesto de forma adecuada. Al bloquear cualquier expresión sana de nuestros sentimientos, exteriorizamos en primer lugar nuestro dolor agrediendo y violentando a otras personas, especialmente mujeres, aunque posteriormente ese dolor también se vuelva contra nosotros. Ahora bien, pensamos claramente que los únicos cuidados que nosotros los varones tenemos que brindar a nuestra familia es el cuidado económico, pero ¿Qué pasa si no podemos ejercer ese cuidado? El COVID 19 afectó a familias tanto de recursos medios, como de recursos bajos incluso a aquellas familias de grandes recursos económicos, el trabajo fue reducido en gran medida y muchos de los proyectos sociales particularmente fueron afectados. ¿Si no hay trabajo cómo más los hombres damos cuidados? Es terrible la sensación de impotencia que sentimos los hombres y que en muchos de los casos nos aferramos al ideal capitalista de esforzarnos para trabajar como único medio de disfrute, autorregulado y autodestructivo, pues mientras más trabajamos, más reforzamos nuestra conducta hacia el compromiso de trabajo, pero realmente ¿cuándo “se disfruta este trabajo”? tal vez cuando seamos viejos y necesitemos alguien que cuide de nosotros pues el trabajo nos quitó vida, tiempo y salud. La masculinidad y sus hegemonías en el sistema trabajo=capital=tranquilidad Muchos de nosotros varones que buscamos la deconstrucción de nuestra masculinidad patriarcal, es en varios aspectos sensible, polémico y nulamente abordado en nuestros espacios. Sobre todo, en nuestros espacios más cotidianos, es fácil asumir un trabajo de tolerancia, masculinidad positiva, y deconstrucción en espacios sociales, aunque cuesta los cambios el respeto de convicciones en espacios socializadores estos son manejables e incluso relativamente la construcción de otra masculinidad libre de opresión y violencia se vuelve “un trabajo”.
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Pero hemos de confesar que lo que más cuesta es el cambio en lo cotidiano con la pareja, con los hijos, con la familia, a veces el dicho “en casa de herrero, cuchillo de palo” es tal cual pasa; Si bien el patriarcado oprime a los hombres, conservamos intactos los privilegios que nos otorga: Ser los primeros en sentarnos a la mesa, comernos el plato de comida más grande, ser los que ganamos el mejor salario respecto a nuestras colegas, los que podemos ejercer violencia, piropear a las mujeres en la calle, porque esa violencia está naturalizada. No se trata de construir un discurso bajo la lógica del empate entre hombres y mujeres, porque mientras los varones no soltemos esos privilegios, esa idea de que somos víctimas del patriarcado no va a poder ser asumida por nosotros. El trabajo en mi caso y asumo en el de varios hombres se vuelve un eje profundamente masculino en el que no importa el horario, los días o el tiempo que dedicas lo haces con la firme convicción que haces lo correcto, pues es el eje de responsabilidad de cuidados que ejerces para tú familia, para tus hijos, para tú pareja e incluso con dignidad y hasta con cierta paz psicológica, pues no importa tus ausentismos, no importa si dejas otras tareas de cuidado, cumples con el rol supremo del cuidador económico, pero si la situación ahora no es la adecuada, si el trabajo no existe, si no hay dinero, entonces ¿qué pasa con el rol de cuidador? Claro está no son los únicos cuidados que puedes brindar, pero si sabes que la remuneración económica es indispensable para ti y tú familia. Esa responsabilidad ya no podría ser la mía, como la de muchos varones en el mundo, pues la situación se complicó, industria, empresas públicas y privadas, la escasez de trabajo, escasez de liquidez entre otro cambio el panorama casi de forma inmediata. Ante esta situación sentí impotencia, enojo y hasta vergüenza he allí los mandatos de la masculinidad pues, se enseña a los hombres desde niños a no mostrar emociones o signos de debilidad: a ocultar todo lo que lo acerque a lo femenino. Los hombres tenemos que demostrar ser hombres de manera constante y periódica y la masculinidad existe en oposición a lo femenino y es por eso se construye en relación a nosotros, las parejas, los amigos, los colegas. Estas emociones no las compartí con nadie, pasaron varias semanas para que mi pareja y mis hijos supieran que no tenía trabajo, tal vez esperaba que la situación cambiara, tal vez esperaba que aparezca otra oportunidad, en fin, me sentía desalentado, desanimado e incluso triste. Sin embargo, no demostré nada de estas emociones. En algún momento esto se dispara con gritos en nuestras parejas temblando por la intensidad con la que alzamos la voz, o en nuestros hijos imitando nuestras conductas y en nuestras hijas condicionadas a aceptar nuestros arrebatos como algo corriente. Me di cuenta minutos después y justifiqué mi violencia psicológica con la infame y cruel situación sobre el trabajo, su explotación laboral, la típica decisión de autoridades a suprimir el trabajo social y a continuar con lo “esencial”. Tristeza, dolor y vergüenza = emociones traducción machista = violencia Ejemplos de estos comportamientos destructivos abarcan desde lo socialmente permitido, como la adicción al trabajo, a lo punible, como la adicción a las
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drogas o la violencia. Los hombres tienen el doble de posibilidades de ser víctimas de trastornos de ira. Según datos del Centro de Control del APA, los hombres ingieren más alcohol estadísticamente que las mujeres, ocasionando una tasa más alta de hospitalizaciones y muertes relacionadas con la ingesta de alcohol. “Posiblemente porque hombres bajo la influencia del alcohol tienen más posibilidades de entablar otras conductas de riesgo, como el exceso de velocidad al vehículo o circular sin cinturón de seguridad” (OMS, 2019) Me he preguntado varias veces por qué no compartí lo que estaba sintiendo, pues, aunque me doy la respuesta de dar tranquilidad a mi familia, a mi pareja y a mis hijos, entonces qué pasa con mi propia tranquilidad, aquí se explica que los diez años de diferencia entre la esperanza de mujeres y hombres poco tiene que ver con la genética. Los hombres morimos antes porque nos descuidamos: tardamos más en reconocer que estamos enfermos, tardamos más en pedir ayuda y una vez que nos ha sido asignado un tratamiento, somos menos consecuentes con él que las mujeres. Tanto se ha aprehendido de Kaufman, Bonino, Connell sobre las masculinidades y como este peso afecta si sigues la inalcanzable masculinidad hegemónica, como si te alejas de ella. La masculinidad es difícil de conseguir e imposible de mantener, un hecho que Real incluye y que queda de manifiesto en la frase “frágil ego masculino”. Como la autoestima masculina descansa temblorosamente sobre el frágil suelo de la construcción social, el esfuerzo para mantenerla es agotador. Intentar evitar la humillación que queda una vez esta se ha desvanecido puede llevar a muchos hombres a finales peligrosos. No pretendo absolver a muchos hombres de la responsabilidad de sus actos, solo señalar las fuerzas que subyacen bajo este sistema de conductas que comúnmente atribuimos a criterios individuales, ignorando sus causas de fondo. Muy a menudo, hombres que sufren continúan haciéndolo en soledad porque creen firmemente que mostrar su dolor personal es equivalente a haber fracasado como hombres. “Como sociedad, respetamos más a los heridos silentes”, explica Terry Real, a aquellos que ocultan sus dificultades, que a aquellos que dejan fluir su estado. Y, como con otras cosas, el coste, tanto humano como en dinero real, de no reconocer esta tortura masculina es mayor que el de atender estas heridas, o evitar provocarlas desde un principio. Es de vital importancia que nos tomemos en serio lo que le hacemos a los pequeños asignado género al nacer, cómo lo hacemos y el altísimo coste emocional provocado por la masculinidad, que convierte a pequeños emocionalmente completos en adultos debilitados sentimentalmente. Finalmente los cuidados económicos no compensan todo el ciclo y los circuitos de cuidados que realizan muchas mujeres incluida mi pareja, pues aunque no ha pasado un día desde que acordamos turnarnos en cocinar no era lo único que debía ser acordado, el trabajo de limpieza, el trabajo de cuidados a un o una hija enferma, el cuidado de un adulto mayor, las tareas y deberes de los hijos, entre otros cuidados, no fueron parte de los acuerdos, pues mi lazo irrompible con mi trabajo era de más peso y de mayor relevancia que los otros cuidados, pues tan equivocado y aún privilegiado de los cuidados que la pareja
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te brinda. Ahora bien aunque todos hablan de aprender a vivir en esta nueva realidad; yo, la prefiero así pues tengo “tiempo” para mis hijos, mi pareja, mi familia, cuido y soy cuidado, el Covid-19 paró de golpe nuestras vidas pues, se puede ser hombre, colaborativo, solidario, tierno y no hay que desarrollar el lado femenino de la masculinidad; sino que hay que desarrollar ese aspecto de la masculinidad que ancestralmente parece que tuvimos los seres humanos y que por esta revolución del patriarcado + capital se instaló́ como una negación para los varones, esta negación que se repite en un sistema capitalista que hace que seas el autorregulador de tu propio trabajo, como instituyente e institucionalizado en el capital.
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¿Estamos realmente viviendo o tan solo
existiendo?
Relatos de estudiantes de la Carrera de Género y Desarrollo en tiempos de pandemia