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Sobre la tercera generación
Finalizando las entrevistas con nuestros propios relatos, nos situamos en el periodo de vuelta y estableci miento pleno de la democracia, además del desarrollo del estado subsidiario en su máximo esplendor. Sumado a lo anterior, las manifestaciones sociales y la llamada “revolución pingüina” jugaron un rol crucial en el es cenario educativo actual, además de potenciar una serie de posteriores movimientos que nos traen hasta nuestra realidad como alumnes de la educación superior.
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A través del Decreto Ley No. 3.063, de 1979, reglamentado en 1980 mediante el decreto 1- 3.063, se traspasó la administración de las escuelas desde el Ministerio de Educación a las municipalidades –unidades mínimas del gobierno local-; a la par, los Leyes No. 3.166 y No. 3.476, del mismo año, incorporaron prestadores privados de servicios educativos subvencionados esta te. Todos, privados subvencionados y municipales, comienzan a competir entre sí por los recursos públicos bajo un modelo de finan ciamiento basado en el subsidio a la demanda, conocido como Voucher, estableciendo como principio la libre elección de es por parte de los apoderados. (Sisto, V. 2020, p. 5-6)
Al suceder estos relatos, ya alejados del periodo de dictadura y la implantación del modelo de mercado, es evidenciable el desarrollo del ideario y los planes de la época, viéndose claramente en la consumación de la competencia entre el sistema público y el privado por el acaparamiento del estudiantado nacional, situación en la cual se disponen lineamientos destinados a entregar en manos de particulares la entrega de la educación como un bien de consumo, despojándola de su calidad como derecho y de su cualidad unificadora, remitiendo su alcance y potencialidad a la capacidad monetaria del usuario: “El rol del Estado (...) es claramente subsi diario, pero en ningún caso garante o promotor del acceso a una educación de calidad.” (Reyes, L. 2011, p.10)
Por otro lado, como señala el MINEDUC (2003) a través de la ley N°19.876, se establece la obligatoriedad de la educación secundaria, sumando los cuatro últimos años del sistema escolar regular, fijando definitivamente el periodo educativo obligatorio en doce años. Si bien, durante la década precedente a esta ley se había vivido una gran masificación de la educación media, esta logra finalmente consagrar su masificación con esta, redu ciendo en gran medida los niveles de deserción, acercando al público la idea de la continuación de estudios en la educación superior.
Con la llegada de las nuevas generaciones, nacidas en plena democracia, surge un ímpetu de cambio, asociado al reconocimientos de su rol como agentes sociales en un sistema profundamente desigual, es que en 2006 surge una de las primeras grandes revueltas populares de este siglo, la llamada “revolución pingüina” la cual fue liderada por estudiantes secundaries, buscando transformaciones en el sistema educativo, pidiendo el fin o mo dificación al sistema de copago, la selección escolar y el lucro en la educación. Mientras que, por otro lado, se solicitaba el reconocimiento de la educación como un derecho, asegurar la calidad, el acceso a la educación superior y el fin del CAE.
Finalizando las entrevistas con nuestros propios relatos, nos situamos en el periodo de vuelta y estableci miento pleno de la democracia, además del desarrollo del estado subsidiario en su máximo esplendor. Sumado a lo anterior, las manifestaciones sociales y la llamada “revolución pingüina” jugaron un rol crucial en el es cenario educativo actual, además de potenciar una serie de posteriores movimientos que nos traen hasta nuestra
A través del Decreto Ley No. 3.063, de 1979, reglamentado en 1980 mediante el decreto 1- 3.063, se traspasó la administración de las escuelas desde el Ministerio de Educación a las municipalidades –unidades mínimas del gobierno local-; a la par, los Decretos Leyes No. 3.166 y No. 3.476, del mismo año, incorporaron prestadores privados de servicios educativos subvencionados estatalmen te. Todos, privados subvencionados y municipales, comienzan a competir entre sí por los recursos públicos bajo un modelo de finan ciamiento basado en el subsidio a la demanda, conocido como Voucher, estableciendo como principio la libre elección de escuelas
Al suceder estos relatos, ya alejados del periodo de dictadura y la implantación del modelo de mercado, es evidenciable el desarrollo del ideario y los planes de la época, viéndose claramente en la consumación de la competencia entre el sistema público y el privado por el acaparamiento del estudiantado nacional, situación en la cual se disponen lineamientos destinados a entregar en manos de particulares la entrega de la educación como un bien de consumo, despojándola de su calidad como derecho y de su cualidad unificadora, remitiendo su alcance y potencialidad a la capacidad monetaria del usuario: “El rol del Estado (...) es claramente subsi diario, pero en ningún caso garante o promotor del acceso a una educación de calidad.” (Reyes, L. 2011, p.10)
Por otro lado, como señala el MINEDUC (2003) a través de la ley N°19.876, se establece la obligatoriedad de la educación secundaria, sumando los cuatro últimos años del sistema escolar regular, fijando definitivamente el periodo educativo obligatorio en doce años. Si bien, durante la década precedente a esta ley se había vivido una gran masificación de la educación media, esta logra finalmente consagrar su masificación con esta, redu ciendo en gran medida los niveles de deserción, acercando al público la idea de la continuación de estudios en
Con la llegada de las nuevas generaciones, nacidas en plena democracia, surge un ímpetu de cambio, asociado al reconocimientos de su rol como agentes sociales en un sistema profundamente desigual, es que en 2006 surge una de las primeras grandes revueltas populares de este siglo, la llamada “revolución pingüina” la cual fue liderada por estudiantes secundaries, buscando transformaciones en el sistema educativo, pidiendo el fin o mo dificación al sistema de copago, la selección escolar y el lucro en la educación. Mientras que, por otro lado, se solicitaba el reconocimiento de la educación como un derecho, asegurar la calidad, el acceso a la educación
Como resultado de estas movilizaciones y sumadas a las posteriormente realizadas en 2011, se logró la consoli dación de algunas de sus demandas, como el fin de la selección y el lucro en instituciones que reciban fondos estatales, además de la Beca de Gratuidad para la educación superior para las personas pertenecientes a familias dentro del 40% de mayor vulnerabilidad, ampliando en gran medida el acceso a la educación superior a personas que, de otra forma, habrían tenido que recurrir a créditos o el endeudamiento para su costeo.
Sin embargo, y pese a las medidas tomadas por los gobiernos de turno, estas solo han tenido un carácter paliativo y no han subsanado el problema de fondo con el sistema económico-social, ya que, debido a la inconstitucionalidad de ciertas leyes, el estado no puede intervenir en establecimientos educacionales privados, la cuales represen tan un gran porcentaje de las entidades encargadas de impartir la educación nacional. Dentro de este escenario, las becas ministeriales también juegan un rol fundamental en nuestras historias, ya que, como el estado no re sulta garante de lo que deberían ser nuestros derechos, terminan siendo la única herramienta para acceder a la educación superior.
Lo expuesto anteriormente, nos da una vista al panorama general al que nos vimos enfrentades en nuestro proceso educativo, un sistema confrontacional en el cual compiten instituciones públicas, semiprivadas y privadas por el acaparamiento de matrículas y el desmedro de la calidad en dicho procedimiento, es por esto, que podemos ob servar en ambos relatos, que hubo un esfuerzo económico por parte de nuestras familias por optar a una educación particular subvencionada, comprendiendo que hay un problema respecto a la desigualdad y fiabilidad del sistema público, además de una preocupación acerca de cómo la educación a la cual podíamos acceder, marcará un precedente para nuestro futuro.
Como resultado de estas movilizaciones y sumadas a las posteriormente realizadas en 2011, se logró la consoli dación de algunas de sus demandas, como el fin de la selección y el lucro en instituciones que reciban fondos estatales, además de la Beca de Gratuidad para la educación superior para las personas pertenecientes a familias dentro del 40% de mayor vulnerabilidad, ampliando en gran medida el acceso a la educación superior a personas que, de otra forma, habrían tenido que recurrir a créditos o el endeudamiento para su costeo.
Sin embargo, y pese a las medidas tomadas por los gobiernos de turno, estas solo han tenido un carácter paliativo y no han subsanado el problema de fondo con el sistema económico-social, ya que, debido a la inconstitucionalidad de ciertas leyes, el estado no puede intervenir en establecimientos educacionales privados, la cuales represen tan un gran porcentaje de las entidades encargadas de impartir la educación nacional. Dentro de este escenario, las becas ministeriales también juegan un rol fundamental en nuestras historias, ya que, como el estado no re sulta garante de lo que deberían ser nuestros derechos, terminan siendo la única herramienta para acceder a la
Lo expuesto anteriormente, nos da una vista al panorama general al que nos vimos enfrentades en nuestro proceso educativo, un sistema confrontacional en el cual compiten instituciones públicas, semiprivadas y privadas por el acaparamiento de matrículas y el desmedro de la calidad en dicho procedimiento, es por esto, que podemos ob servar en ambos relatos, que hubo un esfuerzo económico por parte de nuestras familias por optar a una educación particular subvencionada, comprendiendo que hay un problema respecto a la desigualdad y fiabilidad del sistema público, además de una preocupación acerca de cómo la educación a la cual podíamos acceder, marcará un precedente