42
Llamados a la misión
Texto y fotos: Wedipo PAIXAO
Vocación misionera: un llamado desafiante Me llamo Wédipo y soy misionero comboniano brasileño. Hace poco más de un mes fui ordenado diácono. Cuando terminé la teología en São Paulo, Brasil, fui enviado a México para realizar mi servicio.
A
ún recuerdo las palabras de un obispo en mi país durante una reunión pastoral: «La vocación misionera es para jóvenes a quienes les gustan los desafíos. Es necesario tener un corazón abierto que no conozca fronteras, porque el Reino de Dios y su Buena Nueva no conocen límites; además, el llamado a ser discípulo es una invitación que Jesús nos hace, y es un desafío porque exige que dejemos todo, hasta a nosotros mismos, para seguirlo». En esa época yo todavía no entraba al seminario, pero formaba parte de un grupo juvenil que estaba en proceso de discernimiento. Hasta hoy guardo éstas y otras palabras que me ayudaron mucho a lo largo de mi historia vocacional. Conocí a la Familia Comboniana porque atendía la parroquia a la que pertenecía. Me llamaba la atención la entrega y el cariño de los padres y hermanas que venían desde Italia para anunciar el Reino de Dios por medio de la catequesis, la forma-
ción de líderes y los sacramentos. Lo que más me atrajo fue su sencillez. Eran jóvenes, y eso me hizo pensar: ¿cómo le hicieron para dejar todo y estar aquí? Fue entonces que el deseo de ser sacerdote, que tenía desde los 12 años, se fue aclarando y tomando sentido. Pero ser misionero era algo nuevo para mí. Después de realizar el acompañamiento y discernimien-
to vocacional entré en el seminario comboniano, donde comencé la primera etapa formativa en 2009. Al concluir varias etapas, mi vocación maduró y creció al grado que, cuando terminé los estudios y experiencias necesarias, solicité y realicé los votos perpetuos como misionero comboniano y fui ordenado diácono el 26 de enero de 2020. Espero ser ordenado sa-