Esquila Misional febrero 22

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Misioneros ancianos

testigos hasta el final

Año 68 No. 799 febrero 2022

www.esquilamisional.org

ISSN 0186-8314


Duilio Rungu

Guillermo Aguiñaga

Es una revista de los Misioneros Combonianos Somos un instituto misionero internacional integrado por sacerdotes y hermanos, fundado por san Daniel Comboni, primer obispo de África Central. Nuestro carisma nos lleva a anunciar a Jesucristo a los pueblos que aún no lo conocen, a colaborar con las Iglesias más necesitadas y a ser testigos e instrumentos del Reino de la vida.


La Carta

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P. Ismael PIÑÓN, mccj

EN LA SALUD Y EN LA ENFERMEDAD

L

Ismael Piñón

levamos ya dos años conviviendo con la pandemia de Covid-19, y la nueva variante Ómicron parece que nos hará convivir con ella aún por un tiempo. A pesar de que esta nueva cepa parezca menos agresiva, lo cierto es que nuestras vidas seguirán experimentando la dolorosa experiencia de la enfermedad. No es nada nuevo, porque antes de la pandemia –y después de ella– la enfermedad, sea la que sea, forma parte de la realidad humana, haciendo que seamos conscientes de nuestra fragilidad y de que nuestras existencias están siempre en las manos de Dios. La enfermedad, como también la vejez, son realidades que están ahí y de las que no podemos escapar. Sin embargo, sí que podemos vivirlas y aceptarlas con un espíritu positivo, teniendo siempre presente que desde el día en que nacemos hasta el día en que Dios nos llama para encontrarnos definitivamente con Él, el Señor nos acompaña y nos da una misión para realizar en este mundo. Así lo entienden, por ejemplo, un grupo de misioneros que viven en el Oasis, la residencia que los Misioneros Combonianos tienen en Guadalajara para ancianos y enfermos; o las Hermanas Hospitalarias de Kinshasa que, con su centro Telema, acogen y abren las puertas de la esperanza para los cientos de enfermos mentales de la capital congoleña. De ambos lugares damos una amplia información en este número de Esquila Misional. La salud es un don muy preciado que valoramos con mayor intensidad cuando la enfermedad o la ancianidad llaman a nuestra puerta o a la de nues-

tros seres queridos. Sentirnos frágiles y limitados es una experiencia que nos puede llevar a la depresión o al sentimiento de que somos inútiles y de que no valemos para nada. Pero es precisamente en esos momentos cuando nos abrimos con mayor facilidad al amor y la misericordia de Dios. Si abrimos nuestro corazón, podremos percibir su ternura a través de los que nos cuidan y se preocupan por nosotros, y así transformar una situación de sufrimiento en una oportunidad para ver nuestra existencia como un don que hemos recibido y que podemos seguir ofreciendo como sacrificio de alabanza y de intercesión, porque sabemos que, aún en la debilidad, nuestro Padre no deja de mostrarnos su amor. El Señor siempre es fiel, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos una definitivamente con Él.

Esquila Misional

febrero 2022


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Esquila Misional Revista Latinoamericana de Información y Animación Misionera. Año 69 No. 799 febrero 2022, es una publicación mensual editada y distribuida por los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, A.R. Calle Ponciano Arriaga No. 10, Col. Tabacalera, Alcaldía Cuauhtémoc, C.P. 06030 Ciudad de México, Tel. 55 55 92 38 33, www.esquilamisional.org, esquilam@live.com Editor responsable: P. Ismael Piñón López, Reservas de Derecho al Uso Exclusivo No. 04-2021012517230000-102. ISSN 0186-8314, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Licitud de Título y Contenido (en trámite) otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX No. PP09-0297 Impresa por Multigráfica Publicitaria S.A. de C.V. Democracias No. 116, Col. San Miguel Amantla, Alcaldía Azcapotzalco, C.P. 02700. Este número se terminó de imprimir el 22 de enero de 2022, con un tiraje de 13,000 ejemplares.

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La reproducción total o parcial de artículos y reportajes de Esquila Misional queda permitida citando su procedencia. Se imprime con licencia eclesiástica.

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3 Misioneros ancianos: Testigos hasta el final Año 69 - No. 799 febrero 2022 Portada: Ismael Piñón

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LA CARTA En la salud

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NUESTROS LECTORES

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UNA IMAGEN VALE MÁS...

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MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA

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SEMBLANZA

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CARTAS DE MISIÓN

y en la enfermedad

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PUNTO DE VISTA Seamos

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LLAMADOS A LA MISIÓN

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EXPRESIÓN Y CULTURA

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LITERATURA COMBONIANA

misericordiosos ante los enfermos Vocación y decisión

El Chocolate, un apapacho para el corazón

Amistad con los presos Elio Croce, un hombre de gran corazón Las puertas de la iglesia se abren temprano

EN FAMILIA Asamblea Laicos Misioneros

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SERVICIO ESPECIAL

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EVANGELIO, IGLESIA Y SOCIEDAD

Combonianos 2021

Un lugar para los olvidados

Poner fin al acaparamiento de tierras

contenido

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DESDE INTERNET Mujeres

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REALIDADES Misioneros enfermos

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CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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JUSTICIA Y PAZ Otro país, en fraternidad

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EN CLAVE DE MUJER Mujeres

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BIBLIA Y MISIÓN

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LA COLUMNA DE MONSEÑOR

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MISIÓN AQUÍ Y AHORA

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FRANCISCO, EL PAPA MISIONERO

y niñas en la ciencia

y mayores, testigos privilegiados de la misión

«COP26, ¿fracaso o éxito?» y paz

migrantes -Primera parte-

El Evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios

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¡Ad vitam! –Un canto a la fe

Testimonio de la misericordia de Dios...

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Aún es tiempo

Esquila Misional

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Nuestros lectores

Lectores

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Facebook:

Facebook:

¡Bendiciones y muchas felicidades al hermano Arsenio Ferrari por sus cien años! Mi gratitud por haber dedicado su vida a la misión. Saludos desde Río Verde, San Luis Potosí.

¡Muchas felicidades al hermano Ferrari desde La Paz, Baja California Sur! Grandes recuerdos de cuando estaba en el seminario. Organizaba juegos de béisbol y nosotros lo apoyamos en la venta de aguas frescas y palomitas que preparaban la madre Cristo Rey (QEPD) y la madre Dolorosa que hoy vive en Mazatlán, Sinaloa. Muchos saludos.

Clara Idalia

Manuelita Higuera

Facebook:

Muchas bendiciones, hermano Arsenio, lo recuerdo con gran aprecio a finales de los 80, cuando vino a trabajar a Valle de Chalco.

Raúl García Reséndiz

Facebook:

¡Muchísimas felicidades para el hermano Arsenio! Con mucho cariño se le recuerda en nuestra familia en Gustavo Díaz Ordaz, Baja California Sur, México. Le dará inmenso gusto a mi papá ahora que le muestre esta felicitación. Gracias por el regalo. Bendiciones para el hermano Arsenio y para ustedes, Esquila Misional. Enedina García Araiza

Facebook:

¡Muchas felicidades al hermano Arsenio! Cuánta alegría nos dio cuando éramos pequeños y en las fiestas de nuestras comunidades en Valle de Chalco, a falta de juegos mecánicos (feria), llevaba uno construido por él de madera. Gracias a Dios por su vida, un fuerte abrazo lleno de bendiciones. Neri Perla Cruz Retana Facebook:

Estoy muy emocionada por saber del hermano Arsenio; yo me preguntaba siempre qué sería de él. Tengo bonitos recuerdos de cuando estuvo en Valle de Chalco con esos juegos hechos por él y cómo se divertían los niños de la capilla de Jesús Misionero. Le mando muchos abrazos, que Dios lo siga bendiciendo con mucha salud y vida.

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Martha Correa


MUNDO NEGRO

Una imagen vale más...

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«Todo cristiano está llamado a redescubrir su fe en el servicio a los enfermos, labor que lo hace partícipe de la acción apostólica y misionera de la Iglesia» UEM (Unión de Enfermos Misioneros)

Esquila Misional

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Por: P. Gustavo COVARRUBIA S, mccj

Vatican News

Más allá de la noticia

Mundo Negro

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Sigue el totalitarismo militar en Sudán La inseguridad en Sudán volvió a aumentar desde el pasado 25 de octubre, después que el país africano sufrió un golpe de Estado militar. En medio de la inestabilidad creciente a principios de este año, miles de personas se manifestaron en Jartum, la capital, y en Omdurman, justo después de que el 2 de enero el primer ministro, Abdalla Hamdok, dimitió del cargo, declarando que no podría devolver el poder a la población civil. Aunque la situación en el país islámico, de 44 millones de habitantes (donde los Combonianos tienen arraigada presencia) ha venido empeorando desde la renuncia obligada del dictador Omar al-Bashir, hace dos años. En los últimos meses, cientos de sudaneses han sido agredidos o detenidos, contrariando las expectativas de

que Hamdok lograría sustentar un gobierno compuesto por técnicos civiles y militares hasta la celebración de las nuevas elecciones, programadas para julio de 2023. De esa manera, el lema de la revolución popular que derrocó a al-Bashir, se mantiene como una meta aún distante e incierta: «libertad, paz, justicia y un país que acoja a todos y busque cambiar y construir un nuevo Sudán en el que todos sean iguales, como un pueblo y una nación». Mientras tanto, monseñor Yunan Tombe Trille Kuku, obispo de la diócesis de El Obeid y presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de Sudán, insistió, en su mensaje para el Año Nuevo 2022, en que «la seguridad de los hermanos y hermanas sudaneses es la seguridad del Sudán» (Agencia Fides). •

Tensión creciente en Asia Central

En los primeros días de enero pasado se desató una serie de protestas callejeras en las principales ciudades de la ex república soviética de Kazajistán; en ciudades como Janaozen y Almat hubo un saldo de más de una decena de personas muertas, además de cientos de heridas y hospitalizadas. Si bien el móvil inmediato de las violentas manifestaciones fue el aumento de precio del gas licuado que se usa en el transporte público y privado, diversos analistas advierten que hay intenciones políticas detrás, relacionadas con el desgaste del actual presidente Tokaev, heredero de un sistema poco democrático y expuesto todavía a la fuerte influencia del exlíder Nursultán Nazarbáyev. Aunque hubo una distensión temporal, el pedido de ayuda que hizo el gobierno a Rusia para limitar la acción de grupos «terroristas» supuestamente promovidos por Occidente, posiblemente dificultará la resolución pacífica del conflicto local y puede generar tensión en toda la región. Y es que Kazajistán, país con la novena mayor extensión territorial del planeta, gran exportador de gas, petróleo y minerales, juega un papel crucial en el equilibrio geopolítico de Asia Central. No parece que muchos de sus casi 20 millones de habitantes renunciarán fácilmente a sus justas reivindicaciones: cambio efectivo de régimen, elecciones directas de gobernadores locales, retorno de la Constitución de 1993 que limitaba el poder presidencial, cese de las persecuciones contra activistas sociales y permitir que personas ajenas al gobierno actual puedan ocupar puestos de poder. Además de la mejoría general en las condiciones económicas y sociales de la población (BBC News). •

p b l n d j d y n S r a m p P m f m s i p d t c a y c h a l


ó s ; o s l l , o n , a e l e o o s s s l s -

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Archivo Nigrizia

MISIONEROS COMBONIANOS

Semblanza

P. Luis Valle Castellanos

T Jubileo Comboniano en Brasil El 19 de mayo de 1952, después de dos semanas de haberse embarcado en Portugal, llegó el primer grupo de Misioneros Combonianos al puerto de Río de Janeiro, con el objetivo de abrir una comunidad de apoyo en el sureste de Brasil y para asumir una misión en la nueva y extensa Prelatura de Santo Antonio de Balsas, Maranhão, en el noreste, a donde arribaron el 12 de junio de ese mismo año, liderados por los padres Rino Carlesi y Diogo Parodi. En estos 70 años de misión, los Combonianos han fundado y acompañado innumerables comunidades eclesiales a lo largo y ancho de ese inmenso país; acompañado procesos sociales y eclesiales de relevancia histórica; y actuado junto a movimientos sociales y eclesiales en apoyo de afrodescendientes, indígenas y comunidades periféricas; así como en la defensa de derechos humanos y socioambientales; además de ayudar a la Iglesia local a sensibilizarse y abrirse

al compromiso con la misión universal, sin fronteras. Las celebraciones del Jubileo iniciaron el 10 de octubre pasado y continuarán durante este 2022. Se tiene previsto presentar propuestas pastorales para todas las parroquias combonianas; promover la reflexión sobre la vocación comboniana y los afrobrasileños; destacar la Romería anual por el martirio del padre Ezequiel Ramin, misionero comboniano asesinado en Brasil; hacer memoria de personas que marcaron la vida de la Provincia, como monseñor Franco Masserdotti; releer la experiencia del trabajo en las periferias urbanas; y hacer una gran celebración campal en una parroquia comboniana de São Paulo, junto con líderes de las comunidades y otros miembros de la Familia Comboniana. Ante la diversidad de desafíos que aún se viven, ciertamente, Rino Carlesi volvería a decir que todavía «ese es pan para nuestros dientes» (Redacción). •

iene 81 años, pero sigue conservando el espíritu de un joven generoso y entregado a su vocación misionera. Ingresó al seminario de Sahuayo, Michoacán, siendo uno de los mayores de su generación, pero eso no fue un obstáculo para dedicarse a su formación y preparación. Ha sido un misionero entregado y servicial, muy atento a las necesidades de los demás y siempre disponible para realizar una infinidad de pequeños servicios en todas las comunidades donde ha vivido su vocación. Hizo su primera profesión religiosa en 1972 y fue ordenado sacerdote en 1976, luego de haber hecho sus estudios de Teología en París. Sus primeros años de servicio los dedicó a la provincia de México y desde 1981 hasta la fecha ha alternado su trabajo entre República Centroafricana y nuestro país. En sus años de misión africana lo recuerdan como un misionero sencillo y cercano a la gente, siempre disponible para escuchar y ayudar, poniendo al servicio de los demás sus cualidades y habilidades. En México ha sabido entregarse a la tarea de la animación misionera y durante algunos años ha sido también formador y acompañante espiritual de los seminaristas y aspirantes a la vida misionera. El padre Luis es una persona muy respetuosa y cordial lo que ha hecho que goce de la estima y del aprecio de quienes comparten con él la vida en la comunidad. Todavía hoy es un sacerdote muy ordenado y atento a todos los pequeños servicios que pueden alegrarle la vida a los demás, entusiasta y amante del carisma comboniano.

Esquila Misional

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Cartas de misión

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Texto y fotos: Hno. Albert Aboudou ABLAM, mccj Guayaquil, Ecuador

Amistad con los presos

na acción sencilla puede suponer el inicio de una historia. Así ocurrió con la pastoral penitenciaria que desarrolla nuestra comunidad de Guayaquil. Está integrada por laicos y laicas inspirados por el carisma de san Daniel Comboni. El proyecto nació hace diez años después de una visita que los Misioneros Combonianos y algunos voluntarios hicieron a un joven afro encarcelado en el Centro de Rehabilitación Social Varones Guayas. Cuando regresaban a casa, escucharon desde las celdas los gritos de los prisioneros: «¡No se olviden de nosotros, no dejen de visitarnos!». Y así empezaron a ir a la cárcel todas las semanas. Hay veces que las formalidades para visitar a los presos suscitan temor o miedo. Sin embargo, cuando se superan esos sentimientos y los prejuicios que despierta el mundo carcelario, se empieza a conocer el universo de la prisión y la belleza de trabajar con los reclusos. En mi caso, ya había ejercido la pastoral en varias cárceles de Co-

lombia, Togo e Italia. Estas experiencias me ayudaron a impulsar la pastoral penitenciaria cuando llegué a Guayaquil en 2014. Ahora, junto con los voluntarios, formamos un grupo consolidado. Visitamos todas las cárceles de Guayaquil, en las cuales se encuentran unas 12 mil personas. Nuestra prioridad es el acompañamiento a los presos para que tomen conciencia de su situación y se dejen ayudar para lograr una adecuada reinserción después de su puesta en libertad. Para ello cuidamos su autoestima y los animamos a valorar su entorno familiar. La experiencia nos ha demostrado que la familia es la que hace de puente entre ellos y la cárcel cuando están dentro. Para potenciar este vínculo, tratamos de facilitarles los trámites para que puedan ver a los suyos. Además, junto a algunos colaboradores, ofrecemos a su entorno algunas charlas sobre temas relacionados con el mundo carcelario para que puedan sobrellevar mejor la situación y acompañar mejor a sus parientes.

A algunos internos se les da también la posibilidad de estudiar desde la cárcel y que puedan ser conscientes de sus deberes y derechos. También organizamos talleres de artesanía y manualidades para que estén ocupados y se sientan valorados por su trabajo. Les maravilla ver el fruto de sus propias manos, realizado en la mayoría de los casos con materiales reciclados. Esto aumenta su autoestima y les ayuda a superar algunos vicios.

En todo este proceso no falta un espacio para el acompañamiento espiritual. En la cárcel se percibe con claridad la necesidad de encontrarse con Dios. Por eso, ofrecemos un espacio para la celebración de la eucaristía, amén de la formación bíblica y espiritual. También aquellos internos que desean recibir la primera comunión o la confirmación pueden ir a catequesis durante seis meses. Me he encontrado por la calle con algunos antiguos presos.

Cartas Cartasde demisión misión

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«Hermano, usted me acompañó en la cárcel, ¿se acuerda?». Mi respuesta ha sido siempre una pequeña sonrisa. Luego les pregunto qué están haciendo, y me alegro cuando escucho «estoy trabajando en tal o cual restaurante, soy vigilante en un aparcamiento o tengo un pequeño negocio». Entonces me doy cuenta de que la clave en este trabajo es ganarnos su amistad y confiar en ellos, porque cada uno es una historia sagrada.

Esquila Misional



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Por: Lucía FONTS Quito, Ecuador

Cartas de misión

H

ace unos meses tuve mi primera experiencia fuera de Quito, donde continúo mi formación misionera. Ibedh, una joven de 19 años que nos acompañó durante este tiempo me dijo: «Vamos a la cancha. Invitémoslos a un encuentro, ya que no ha llegado ningún adulto». Era por la tarde, estábamos esperando a la gente. Un grupito de adolescentes hacía deporte, justo frente al templo. «Es verdad –pensé–, los adultos suelen trabajar en el campo hasta muy tarde y no suelen venir a los encuentros de oración». Ibedh y yo nos fuimos a la cancha mientras la hermana Elvira se quedaba en la iglesia por si llegaba alguien. Ahí estaban, frente a nosotras, jugando. Descubrí que estos jóvenes están sedientos de Dios, que quieren ser valorados por su comunidad, que tienen una gran necesidad de estar acompañados. Compartieron con nosotras muchas historias de familias rotas, de sufrimientos, de violencia y abusos por parte de los familiares y compañeros... Los escuchamos y

MISIONERAS COMBONIANAS

Santa Elena es un pueblo situado al noreste de Ecuador. Es una zona rodeada de bellas montañas verdes, con un clima tropical que trae algunos mosquitos. A este pueblo no suelen ir los sacerdotes, sino que es una catequista la que acompaña a la comunidad. Las familias en su mayoría viven del cuidado de grandes fincas y del ganado vacuno, un trabajo muy exigente y poco rentable.

Las puertas de la iglesia se abren temprano hablamos del Evangelio. Establecimos una relación con estos chicos, que comenzaron a participar en las iniciativas de la parroquia. En la semana visitamos a las familias de Barrio Lindo, y descubrí la necesidad de meternos de lleno en la realidad de la gente sin miedo a perder «el lustre de nuestros zapatos» ni a que nos afecte el sufrimiento de este pueblo que lucha por el pan de cada día.

Nuestra presencia en Santa Elena, una iglesia que había estado cerrada mucho tiempo, hizo posible que estuviera de nuevo accesible para los feligreses de la zona. Entendí por qué era importante para la hermana Elvira que la puerta de la iglesia se quedara abierta desde temprano. A la vuelta de mi experiencia, ya de regreso a Quito, me he dado cuenta de nuevo de lo inmensa que es la mies, y de los escasos que son los obreros.

L n a n r c r ñ v M d

E

d c c m d p d m



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Texto y fotos: P. Enrique BAYO, mccj MUNDO NEGRO

Servicio especial El 10 de octubre se celebró el Día Mundial de la Salud Mental. En África abundan los mitos y supersticiones que estigmatizan las enfermedades mentales que, a pesar de su alta incidencia, reciben de los sistemas sanitarios africanos una respuesta insuficiente. En este contexto, el Centro Telema de Kinshasa, en República Democrática del Congo (RDC), es un oasis de esperanza para los enfermos de la capital congoleña.

P

or las calles de Kinshasa vagan a su suerte numerosos enfermos mentales. Es fácil encontrarlos e identificarlos. Caminan solos, medio desnudos, con ropas raídas y sucias y los cabellos despeinados. Viven de la caridad de la gente y están expuestos a agresiones y enfermedades. Si su comportamiento se vuelve violento, pueden desaparecer sin que nadie los eche de menos. En la mayoría de los casos, sus familiares, confrontados con la pobreza crónica que roe la sociedad congoleña, se ven empujados a abandonarlos ante la imposibilidad de hacerse cargo de ellos. Tampoco el Estado asume su responsabilidad. Kinshasa no es la excepción africana. En muchas otras ciuda-

u d a r d E l q d s n

UN LUGAR PARA LOS OLVIDADOS CENTRO DE SALUD MENTAL TELEMA, EN KINSHASA

des del continente se repite la problemática. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 10 por ciento de los africanos sufre algún tipo de trastorno mental, pero el presupuesto para combatir este tipo de patologías es casi inexistente, además son muy raros los servicios de neuropsiquiatría en los hospitales. La OMS recomienda un psiquiatra por cada cinco mil habitantes, pero en muchos países de África subsahariana existe uno por cada cien mil. Las enfermedades mentales incluyen un amplio abanico de patologías neurológicas y psicóticas. Las primeras afectan a los sistemas nerviosos central y periférico, entre las más frecuentes están las

demencias, el ictus, la epilepsia, la esclerosis múltiple o las migrañas. Los trastornos psicóticos causan una distorsión en la percepción de la realidad y se caracterizan por la aparición de ideas y sensaciones anormales, entre ellas, las depresiones, las fobias, las obsesiones compulsivas, la esquizofrenia, los trastornos bipolares, etcétera. Para aportar esperanza a los enfermos de Kinshasa afectados por estas patologías, las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón fundaron el Centro de Salud Mental Telema, que en lingala significa «levántate». Las primeras hospitalarias llegaron a Kinshasa en 1989 por petición de la Iglesia local, que se veía impotente y quiso ofrecer

r e q a d p e r t a l e u v a n s

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j O

a . n e a s s s

Servicio especial una solución a los enfermos que deambulaban por las calles. Dos años después, en 1991, se inauguraba el Centro Telema en el distrito de Matete de la capital congoleña. Este hospital especializado en salud mental ya se ha quedado pequeño. Cada año se realizan más de 50 mil consultas, y sólo en 2020 se registraron alrededor de 4 mil nuevos pacientes. La hermana Christine es camerunesa; se graduó como enfermera en su país y se especializó en Psiquiatría en Burkina Faso. Llegó a RDC en 2005, y desde 2018 es la directora de Telema. Según ella, el principal problema que afrontan es la falta de conciencia de la gente respecto a las enfermedades mentales. «Cuando alguien manifiesta algún síntoma de trastorno mental, la familia no piensa en primer lugar en venir al hospital. Creen que es un hechizo, un asunto de brujería y van al pastor para que rece y libere al enfermo del mal espíritu, de manera que cuando llegan al hospital se ha perdido un tiempo precioso». Esta constatación justifica los programas de sensibilización que

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el Centro realiza a través de un boletín de salud mental, programas de radio y visitas a colegios e iglesias para concienciar a alumnos y feligreses. «El objetivo es evitar la marginación de los enfermos mentales –dice la hermana Christine–, para que comprendan que las enfermedades mentales son como las demás, que tienen sus causas y sus tratamientos eficaces». Telema es también un centro multiplicador de salud mental y organiza sesiones de formación para el personal sanitario de otras instituciones médicas de la ciudad, a través de las cuales aporta un valioso conocimiento en neuropsiquiatría. En Kinshasa existen clínicas privadas de psiquiatría –solo al alcance de pacientes con posibilidades económicas– y también el Centre Neuro Psycho Pathologique (CNPP) de la Universidad de Kinshasa, pero con una actividad muy reducida en la actualidad. Este hecho convierte al Centro Telema prácticamente en el único de la ciudad que se hace cargo de los enfermos mentales. «Nosotras vinimos a Kinshasa para

s s s n a 9 e r

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Servicio especial

estar cerca de los pobres –afirma la hermana Christine–. Todo el mundo tiene acceso porque una consulta nunca cuesta más de tres mil francos congoleños –menos de 50 pesos mexicanos–, y cuando las familias no disponen de medios para pagar los medicamentos, también las ayudamos». La disponibilidad de medicamentos es el «talón de Aquiles» del centro. Las medicinas para las patologías neuropsiquiátricas están muy controladas y no todos los proveedores pueden facilitar su importación. Gracias a la colaboración de varias firmas farmacéuticas y numerosos bienhechores internos y externos, la farmacia de Telema afronta las necesidades de sus pacientes. No obstante, durante la pandemia, les faltaron medicamentos. Una casa asociada a las hermanas hospitalarias acoge a tiempo completo a varias mujeres y niños con trastornos mentales, pero la prioridad de Telema no es aislar a los enfermos en hospitales o en instituciones de acogida, sino trabajar de forma comunitaria para ayudarlos a insertarse en la sociedad. Esto supone un trabajo enorme de concienciación de las familias para que aprendan a convivir con sus enfermos y se hagan cargo de ellos, a pesar de que los tratamientos son prolongados y exigen mucha paciencia. «No es fácil, sobre todo cuando la enferma es la mujer, porque fácilmente es expulsada de su hogar y tiene que regresar con su familia biológica. Esto explica en parte que las mujeres se vean más afectadas por los trastornos mentales. Sin embargo,

los hombres enfermos que acuden al centro suelen venir acompañados por sus esposas, siendo lo contrario rarísimo», señala la hermana Christine. Para asegurar su funcionamiento, el hospital cuenta con unos 25 profesionales sanitarios, incluidas las hermanas hospitalarias. «Todo el personal tiene preparación específica en Psiquiatría. Incluso quienes trabajan en los talleres ocupacionales han recibido

esta formación. Además, exigimos a nuestro personal un mínimo de formación religiosa porque deseamos que, quienes laboren aquí se impregnen de nuestro carisma y espíritu de trabajo. En el caso de los enfermos, todos son recibidos sin ninguna distinción», dice la hermana. En un ala del Centro se encuentra el taller ocupacional, donde una treintena de personas realiza trabajos manuales de costura, bisutería, bordados y confección de todo tipo de objetos con un doble propósito: terapéutico y de autofinanciación. Los productos estrella del taller son sus famosas muñecas de trapo. Delphine, una de las personas que las confecciona, asegura que gustan mucho y que se venden muy bien. Inaugurado en 1973 en el distrito de Mont-Amba, el CNPP fue el primero especializado en salud mental de toda África central. Fue construido en diferentes módulos, con capacidad para 500 enfermos internos y con un centro asociado de investigación en enfermedades mentales. Durante muchos años funcionó bien, pero la crisis congoleña lo afectó enormemente. El personal sanitario está mal pagado y el deterioro de sus instalaciones es evidente por falta de mantenimiento. El doctor Simon Bokongo Lokoso, neuropsiquiatra del CNPP, reconoce que el centro funciona apenas a un 10 por ciento de su potencialidad. El centro Telema y el CNPP son los únicos centros de salud mental existentes en RDC. Su presencia es insuficiente para afrontar el inmenso desafío de las enfermedades mentales.



Desde Internet

Mujeres y niñas en la ciencia Esta es la imagen «viral» del primer hoyo negro fotografiado por la humanidad, situado en la galaxia M87, a 55 millones de años luz de la Tierra.

www.twitter.com

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El 11 de febrero es el día internacional de la mujer y la niña en la ciencia. Para celebrarlo, recordamos el trabajo de Katie Bouman, una joven que a los 29 años de edad lideró la creación de un nuevo algoritmo para producir la primera imagen de un agujero negro.

Katie Bouman posa con el algoritmo que creó


Misioneros enfermos y mayores, testigos privilegiados de la misión

Realidades

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Texto y fotos: P. Ismael PIÑÓN, mccj

Misioneros Combonianos residentes en el Oasis

Cuando la enfermedad o la vejez llaman a la puerta, no es fácil encontrarle sentido a nuestras vidas. La incapacidad o las limitaciones que con el paso de los años nos impiden hacer aquello que quisiéramos pueden hacernos caer en el desánimo, la depresión o el pesimismo de pensar que ya no servimos para nada. Pero también pueden ser una ocasión para hacer memoria de todo lo que el Señor nos ha dado a lo largo de los años vividos y transformar

así una situación de sufrimiento en una oportunidad para ver nuestra existencia como un don que hemos recibido y que podemos seguir ofreciendo como sacrificio de alabanza y de intercesión. Este es, al menos, el sentimiento que he podido percibir en la mayoría de los misioneros que se encuentran en el Oasis, la casa de atención a enfermos y ancianos que los Misioneros Combonianos tienen en Guadalajara, Jalisco.

Esquila Misional

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Realidades

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Misa de acción de gracias por los cien años del Hno. Arsenio Ferrari

Vivir la misión en la enfermedad

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l pasado 18 de diciembre, el hermano Arsenio Ferrari cumplió 100 años. De origen italiano, es el único sobreviviente del primer grupo de combonianos que llegaron a México, concretamente a Baja California Sur, en 1948. Dedicó su vida a la evangelización de aquellas tierras, especialmente de niños y jóvenes, usando el deporte como principal medio de atracción. Hoy, postrado en su cama o sentado en su silla de ruedas, es totalmente dependiente. Hay que darle de comer, ves-

tirlo y bañarlo. Ya no habla y, aunque parece que no oye ni ve, de alguna manera es consciente de lo que pasa a su alrededor; al menos eso percibimos los que le cantamos las mañanitas el día de su cumpleaños. Cuando oyó las voces y sintió las caricias en su espalda, esbozó una sonrisa y comenzó a mover los labios como queriendo añadirse a la fiesta. Como dijo el padre Enrique Sánchez, provincial de los combonianos de México, en la misa de acción de gracias por su centenaria vida, «el hermano

Arsenio fue y sigue siendo una bendición para la misión y para el instituto de los combonianos. Su sola presencia en medio de nosotros es un motivo de agradecimiento y un testimonio por tantos años entregado a los demás». A pesar de su «invalidez», sigue siendo un testigo de la misión. Mi visita al Oasis para asistir a la fiesta del hermano me permitió encontrar a los misioneros que residen ahí, algunos por motivos de salud, otros porque su avanzada


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De izquierda a derecha: P. Estanislao Olivares, P. Vittorio Moretto y P. Enrique Sánchez. En la silla, el Hno. Arsenio

P. Estanislao Olivares y P. Gustavo Guerrero

edad ya no les permite realizar muchas actividades, y alguno que otro esperando recuperarse de una operación para poder regresar a la misión. Pasaron momentos muy duros en enero del año pasado, cuando el Covid-19 invadió la residencia y se llevó a siete de ellos. Dos fallecieron en el hospital, el resto en la comunidad. Alguno se preguntaba «¿quién será el próximo?, ¿seré yo?». Los que sobrevivieron dan gracias a Dios por haberlos librado de la enfermedad y poderlo contar hoy. El tiempo no me permitió hablar con todos, pero percibí en ellos el mismo sentimiento: un agradecimiento enorme a los que se ocupan de su bienestar y un deseo de seguir viviendo la vocación misionera a pesar de la enfermedad o la vejez.

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«Hay que ofrecer este sufrimiento»

El hermano José Menegotto, de 94 años, es uno de ellos. También italiano, como el hermano Arsenio, llegó dos años después que él, en 1950. Fue miembro del Consejo General de los Misioneros Combonianos entre 1986 y 1991; el resto de su vida misionera la ha pasado en México. Como consejero general tuvo la oportunidad de visitar varios países de África y en algunos de ellos le impresionó la actitud de muchos misioneros que, en situaciones difíciles de guerra decían «aquí nos quedamos hasta el final». Ahora que a él le toca vivir una situación difícil, no de guerra, pero sí de incapacidad, dice, recordando a aquellos misioneros, «aquí estoy, y aquí sigo siendo misionero, hasta el final. ¿Que me cuesta? ¡Ah, caramba, claro que me cuesta! Si pudiera irme, me iría, pero mientras estoy aquí tengo que seguir siendo misionero. Hay que ofrecer este sufrimiento igual que Teresita del Niño Jesús, que es la patrona de las misiones y no vio las misiones ni en película». A pesar de su edad, sobrevivió al Covid-19, que lo tuvo varias semanas enfermo. Está convencido de que la vejez o la enfermedad, ofrecidas por las misiones, son también una manera de ser misionero, aunque cueste estar en una casa de reposo en lugar de estar «en el campo de batalla». Cuando le pregunté que dónde encuentra la fuerza para seguir manteniendo viva la llama misionera, me señaló un hermoso

Hno. José Menogotto

crucifijo que tiene colgado en la pared de su cuarto y me dijo sencillamente «ahí, ahí es donde está el sentido de todo, no hay otra, fuera de ahí no hay fuerza ni hay nada».

«Rezar por los demás»

El hermano José Godínez es un poco más joven y uno de los primeros combonianos mexicanos. Tiene 87 años y es de San Sebastián, Guanajuato. En sus primeros años de consagración trabajó en las misiones de Baja California Sur como instructor y acompañante de muchos jóvenes en la Ciudad de los Niños de La Paz, capital de dicho estado. Ha vivido más de 30 años como misionero en Kenia, donde trabajó en la pastoral y en la construcción de escuelas y hospitales. Lo encuentro preparando la maleta porque se va a casa de su hermana, que está gravemente enferma del corazón (falle-

Hno. José Godínez


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A la izquierda el P. Cristóbal Conde y al fondo el P. Armando Máximo

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ció a los pocos días, mientras estaba escribiendo este reportaje). Aun así aceptó darme unos minutos para contarme algo de su vida y su estancia en el Oasis, donde reside desde hace ya varios años. Me dice que su actividad misionera consiste ahora en rezar por los demás, por los que todavía están trabajando en la misión, por los enfermos, por los que sufren... y se dedica a arreglar pequeñas cosas en la casa, como puertas o ventanas que se atoran o paredes que se van carcomiendo. No le gusta estar inactivo. De hecho, me cuenta que durante los años que vivió en Kenia recorrió más de 200 mil kilómetros en moto para visitar las comunidades o las familias, además de visitarlas por su trabajo como constructor. Ahora ya no sale, pero sigue viviendo su vocación misionera a su manera, con la oración y los pequeños servicios a su comunidad.

«Conversando con los demás y rezando»

El padre Aurelio Cervantes, originario de La Luz, Michoacán, cumple este mes 81 años. Su extensa vida misionera se desarrolló en varios países de África como Kenia, Mozambique, Sudáfrica y Uganda. Lleva cuatro años en el Oasis, pero como él dice «ya no sé qué me tienen haciendo aquí, yo no me siento enfermo. Es verdad que me caí muerto de un infarto y desde entonces aquí estoy, pero yo no me siento enfermo, y de morirme aquí o morirme donde pueda hacer algo, pues mejor donde pueda hacer algo». Cuando le pregunto cómo hace para sentirse misionero estando en el Oasis, me responde convencido: «No es cuestión de sentirse o no sentirse, es cuestión de vida, de formar parte de un instituto

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P. Aurelio Cervantes

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P. Estanislao Olivares (izquierda) y P. Gustavo Guerrero (derecha)

que ama la misión, y uno ama la misión en cualquier situación en la que se encuentre. Aquí no estamos como deshechos de la humanidad, aquí la gente nos cuida, nos ama mucho». Me cuenta lo a gusto que se siente con su comunidad y con la gente que los cuida y que pasa mucho tiempo «conversando con los demás y rezando por la misión, ahora que no podemos estar en ella. Es una vocación de Dios, y Dios no se equivoca».

«Doy muchos consejos»

El hermano Carlos Cárdenas nació en San Diego, Jalisco, hace 77 años. Tras casi 20 de vida misionera en Ecuador y unos cinco en Perú, lleva poco tiempo en el Oasis. A causa de un desgraciado accidente de trabajo se rompió la espina dorsal y tiene medio cuerpo paralizado. En un primer momen-

to me confesaba que, en su estado actual, le cuesta sentirse misionero, pero a medida que vamos conversando, me doy cuenta que esa impresión es más bien fruto de su situación actual y que no obedece a la realidad. «Doy muchos consejos a la gente que me viene a visitar, a los enfermeros... incluso a la psicóloga que vino a ayudarme; a veces –me dice sonriendo– tenía la impresión que era yo quien le hacía la "psicología a ella"». El hecho

de compartir sus conocimientos y su experiencia misionera con aquellos que se acercan a él es ahora su nueva forma de anunciar el Evangelio. «El muchacho que viene a hacerme la terapia en los pies –me dice– parece que no ha sido nunca cristiano, por todo lo que me pregunta, y luego me dice que ha aprendido mucho de mí, de las cosas que le cuento; ha sido como hacerle la instrucción religiosa». A través de las conversaciones que va teniendo con unos y otros, siente que está ayudando a los empleados de la casa, a las cocineras, los enfermeros... «cuando uno les da chance de platicar, te cuentan su vida», dice contento, y termina reconociendo que «desde ese punto de vista, sí seguimos siendo misioneros».

«Bombero apagafuegos»

Hno. Carlos Cárdenas. Detrás de él, el Hno. José Antonio Coto

El padre Gustavo Guerrero se autodefine como una especie de «bombero apagafuegos». Tras varios años de misión en España y Ecuador, los superiores le pidieron quedarse en México para apoyar

a p d t d p c m e c p s m l d d y n l u m p p C t n p p l v m s m d s d p q c m y a e p p


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a varias comunidades que tenían problemas de personal, como Guadalajara o Cuernavaca. Finalmente fue destinado a la comunidad del Oasis, no como enfermo, sino para ayudar en la gestión y el funcionamiento de la casa, dando una mano en la pastoral y ayudando en el cuidado de los enfermos. Su vida cambió cuando en una asamblea provincial en la Ciudad de México sufrió un infarto. Desde ese momento se convirtió en uno más de los residentes del Oasis. Un amago de un nuevo infarto, una operación de hernia de hiato que se complicó y lo llevó a estar incluso una semana en coma inducido, tras la cual le diagnosticaron tuberculosis, y una operación de próstata, fueron minando poco a poco su salud, pero no su entusiasmo ni su disponibilidad. Tampoco se libró del Covid-19, aunque a él no le afectó tanto como a varios de sus hermanos de comunidad y se pudo recuperar sin demasiados problemas a pesar de su salud siempre delicada, lo que no quita que haya sufrido al ver cómo sus compañeros se iban muriendo uno tras otro. Hoy vive su vocación misionera dando ánimo a los demás, estando siempre dispuesto para cualquier cosa, visitando a los otros enfermos y ayudando en el servicio pastoral siempre que su salud se lo permite. «Ya que tienes las enfermedades –dice convencido– pues no te dejes dominar por ellas, dale gracias a Dios y ofrécelas por los demás. Yo aquí ayudo, colaboro, visito a los demás enfermos, hago lo que puedo en la pastoral... y así es como me siento plenamente misionero».

Realidades

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P. Estanislao Olivares

«Animar a los demás visitándolos»

El padre Estanislao Olivares es de Usila, Oaxaca. Ahí conoció a los combonianos y descubrió su vocación misionera, convirtiéndose en el primer comboniano de origen chinanteco. Sus primeros años de misión los pasó en su Chinantla natal, aunque pronto fue destinado a Perú, concretamente a Cerro de Pasco, una de las ciudades más altas del mundo, a casi 5 mil metros de altitud. Ahí estuvo hasta que, tras la muerte de su madre, sufrió una depresión y tuvo que cambiar de misión. Continuó en Perú y los últimos años de misión los pasó en Chile. Cuando su depresión se agravó, tuvo que regresar a México para curarse. Estuvo en varias comunidades, recuperándose y ayudando en las actividades que podía, hasta que en 2019 sufrió una fuerte infección estomacal que le

afectó seriamente. Desde entonces vive en la comunidad del Oasis tratando de recuperarse del todo. Estuvo más de un mes hospitalizado por el Covid-19, al que sobrevivió a pesar de sus bajas defensas, razón por la que aún no ha podido vacunarse. Ahora vive su vocación tratando de animar a los demás visitándolos y, sobre todo, rezando y «pidiendo por los hermanos que están en la misión y por las necesidades del mundo, también sirviendo aquí en la casa en lo que puedo, lavando la loza o limpiando el comedor. También me ayuda el hecho de acompañar al padre Óscar cuando va a los pueblos cercanos para la animación misionera, porque me gusta estar en contacto con la gente».

«Nueva etapa para estar más cerca de Jesucristo»

El padre Armando Máximo es uno de los más jóvenes y el último en llegar al Oasis. Originario del estado de Puebla, trabajó más de 12 años en Chad. Le descubrieron un tumor cancerígeno en un riñón cuando se encontraba prestando su servicio misionero en la comunidad de Comalapa, Veracruz. Aunque el tumor estaba encapsulado y al parecer no había más órganos afectados, el riñón tuvo que ser extirpado. Poco a poco se va reponiendo de la operación y no pierde la esperanza de regresar algún día a la misión. «Aquí como que Dios me presenta una nueva etapa de la vida misionera –me dice–, como que me está diciendo “ahora

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Realidades

28 cálmate tantito en tus actividades y refúgiate en mí”. Ahora mi trabajo misionero es darle gracias a Dios por esta nueva etapa que me invita a estar más cerca de Jesucristo, que es quien te da la fortaleza para continuar. Para los que somos muy activos como yo, ese equilibrio que los misioneros debemos tener entre acción y contemplación se hace realidad en estos momentos, cuando debemos saber estar más cerca de Dios. Soy consciente de que las

P. Armando Máximo

P. José Francisco Gómez

comunidades por las que pasé: la de Comalapa, la de Sahuayo, la de Chad, mi familia... están rezando por mí. Ves que vas dejando huella y que la gente se acuerda de ti. Para mí es una ocasión de darle gracias a Dios». Termina afirmando que «en esta situación lo que haces es orar, dar gracias, y eso también es misión». Me cuenta el detalle de una pareja de amigos suyos que vinieron de Sahuayo para visitarlo y que, al conocer la realidad del Oasis, se quedaron impresionados al ver tantos misioneros que pasaron buena parte de su vida sirviendo a los demás y que ahora siguen haciéndolo, pero de otro modo.

Misionero hasta el final

P. Héctor Villalva

P. Luis Arellano

Estos son sólo algunos testimonios. Además de ellos están los padres Vittorio Moretto, Cristóbal Conde, Héctor Villalva, José Francisco Gómez y Anastacio Martínez, y los hermanos Antonio Muñoz y José Antonio Coto, sin contar los miembros de la comunidad que aseguran el funcionamiento de la casa –al frente de la cual está el padre Luis Arellano, misionero y médico– y el trabajo de animación misionera. Según el ritual católico del matrimonio, los novios se comprometen a amarse y respetarse «en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe». Ello bien se puede aplicar a la vocación misionera. Como decía el padre Aurelio, es una cuestión de vida. Uno es misionero hasta el final, porque los misioneros hacen de la misión y del servicio a los demás su propia esposa, a la que aman y sirven hasta el último de sus días.

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Cuidado de la Casa Común

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lgunos creen que hubo avances importantes, como el acuerdo de revisar el plan para reducir las emisiones cada año (en lugar de cada cinco), y para acelerar la acción climática; 90 por ciento de las economías mundiales se comprometen a alcanzar el balance cero de emisiones a mediados de siglo; el fin de la deforestación en 90 por ciento de los bosques del mundo para 2030; se completaron, después de 6 años, las reglas para la implementación del Acuerdo de París; la aprobación de las solicitudes para reducir el uso de carbón y la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles, así como la reducción de 30 por ciento de las emisiones de metano para 2030 en más de cien países. Además, se refrendó el concepto de justicia

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El acuerdo final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) inquietó a todos en Glasgow. A raíz de las conclusiones, muchos se preguntan si fue un fracaso o no. Aunque existe consenso de que queda un largo camino por recorrer.

comboni.org

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Por: Hno. Alberto PARISE, mccj Glasgow, Escocia

«COP26, ¿fracaso o éxito?» climática y la admisibilidad de reclamos de reparación por la devastación causada por el clima («Pérdidas y Daños»). En cuanto al financiamiento para la mitigación y adaptación a la crisis climática, incluso si los estados ricos no cumplen con los compromisos asumidos, se ha movilizado un enorme capital privado. En cambio, las objeciones hechas al COP26 fueron: el fraude de créditos de carbono, que permitirá seguir emitiendo gases de efecto invernadero en lugar de reducirlos y seguirán aumentando hasta el 2030; la falta de responsabilidad de las grandes empresas extractivas; la falta de plazos para el fin de los subsidios a los combustibles fósiles y al carbón. Los resultados de las negociaciones son inconsistentes con las indicaciones

provenientes de la ciencia y la justicia climática. El lento avance aún está muy lejos del mínimo necesario, es decir, una rápida y equitativa eliminación de los combustibles fósiles. Y no hay solidaridad ni respuestas necesarias al sufrimiento de los países más afectados y vulnerables. Los temas de derechos humanos y ecosistemas son los que preocupan a la sociedad civil. Desde el punto de vista de quienes están sufriendo y desapareciendo de la faz de la tierra debido al calentamiento global, de quienes están en la primera línea de impactos ambientales, derechos humanos y pueblos, sin duda, el COP26 fue otra gran decepción. No obstante, la cumbre es un espacio fundamental para el encuentro de diferentes perspectivas.

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En clave de mujer

Ella es migrante. Nos ayudó a repartir ropa y comida y a hacer la limpieza. La llamaremos Gloria. Había llegado el día anterior al Centro de Respiro Humanitario, administrado por Caridades Católicas del Valle del Río Grande en McAllen, Texas.

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l entrar aquí, impresiona una larga fila de personas que espera su turno para registrarse y comunicarse con algún familiar. «Siempre me ha gustado servir, y estoy muy agradecida de tener un techo y comida para mi hija y mi esposo», decía Gloria. La joven pareja quedó en la miseria cuando un huracán azotó a su natal Honduras. «Lo perdimos todo, por eso mi esposo y yo decidimos

Por: Hna. Cecilia SIERRA, mc Fotos: Misioneros Combonianos

arriesgarnos». Gloria cuenta que la camioneta en donde venían volcó. «Cruzamos la frontera de Guatemala, México y ésta (EUA). Sólo Dios sabe lo que hemos pasado». Con moretones y golpes siguieron su camino. Pasaron cuatro días sin comida ni agua. «La bebé resistió con un juguito, lo único que teníamos. Un sorbo a la vez. Nosotros con hambre y la garganta seca nos sentíamos tan débiles que cuando llegamos al río, el “coyote” se compadeció de nosotros y nos pasó sin cobrarnos. Cuando nos trajeron a este centro mi hijita me dijo: “mami, qué bonito está aquí, me gusta este lugar”». Gloria servía con gusto, agradecida: «Qué bueno es Dios con nosotros. Este pantalón y blusa me lo dio una de las señoras de aquí, porque mi ropa estaba sucia y rota». Su destino

Mujeres migrantes: en la línea de fuego del cambio climático

era Florida, donde un amigo de su esposo prometió acogerlos. «Pasamos de todo, pero gracias a Dios, ya estamos aquí». Para Gloria, como para tantos otros migrantes, estar de este lado de la frontera se siente como un gran logro. Nosotras, las Misioneras Combonianas, lo veíamos como una estación más en su viacrucis, y rezamos para que se transforme en vida plena, en esta vida. En México, Estados Unidos y el mundo, los corredores o centros humanitarios están dirigidos básicamente por organismos eclesiásticos u organizaciones no gubernamentales, reconocidos por el Estado, que expide el visado especial a los migrantes. Estos centros, sin embargo, son extremadamente pocos en relación al flujo continuo y creciente de migrantes.

–Primera parte–

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En clave de mujer Los que ingresan en los centros de acogida de McAllen, en su mayoría son mujeres con niños pequeños provenientes de Guatemala, Honduras, Ecuador y Venezuela. Es impresionante el estado de pobreza en el que llegan. Los agentes aduanales confiscan agujetas, cinturones y cordones y todo lo que pueda ser usado como arma. Llegan al Centro de migrantes sólo con la ropa que traen puesta desde hace semanas o meses de viaje, que para la mayoría incluye días bajo el agobiante calor del desierto. La existencia de corredores humanitarios no puede detener las muertes en el río o el mar, las deportaciones, secuestros, tráfico humano, violaciones ni tantas otras consecuencias perjudiciales del cierre de fronteras. Una mujer me dijo: «¿Ve aquel señor? Ellos pasaron la frontera en un contenedor cerrado. Eran como 70, los tenían apretados como cigarros y se les acababa el aire. Ese señor los organizó para que tumbaran la tranca del camión y pudieran abrir la puerta. Por él están vivos». No todos tienen la misma suerte. Hace poco vimos con creciente angustia los miles de migrantes haitianos que se agolpaban en la frontera entre México y Estados Unidos, y semanas después su dolorosa expulsión masiva. «Aquí hay muchos héroes», dice una señora hondureña recién llegada al Centro y rodeada por niños. Me

senté a su lado para que me contara más. «Sus mamás me los encargaron mientras hacen fila para la comida y para el baño. Somos de diferentes países, pero nos tenemos confianza porque juntas pasamos de todo. A nosotras sí que nos tocó sufrir», dice. «El “coyote” y los hombres nos dejaron en el desierto, porque los niños

lloraban mucho, y que éramos muy lentas». «Mire usted que nos llovió fuerte», dice otra. «Los niños estaban entumidos del frío, con la ropa mojada. Y así nos llevaron a la hielera. Estaba frío, y de cobija nos daban esas mantas. Mi niño casi muere. Yo le quité su ropita y lo envolví en una bolsita de plástico. Lo tenía siempre apretadito conmigo para calentarlo. Mírelo, gracias a Dios, constipadito, pero está vivo», dijo limpiando con ternura la nariz del bebé. En ese momento, se acerca otra mamá de un bebé. Era casi una niña, salvadoreña, en migración le pusie-

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ron un grillete. «Ella nos salvó a todas. Nuestros celulares se descargaron y otros dejaron de funcionar cuando caímos en el lodo. Pero ella mantuvo la calma y nos animó a continuar». Mientras limpia con un pedacito de papel la nariz del bebé constipado, otra señora me comenta, «Nosotras la seguimos. Yo me sentía morir, pero al ver a mis dos niños pensé, si me muero, ¿quién los va a cuidar? Mis hijos me hicieron sacar fuerzas de sabe dónde. Caminamos horas y horas con los niños, en medio del calor y con miedo a los malos. Por la gracia de Dios y por esta señora estamos aquí. Por eso le cuido a su niño. Es como si la conociera desde siempre. Ella nos salvó la vida a todas». La movilidad humana es parte integrante y determinante en la historia. Este fenómeno es un proceso esencial en la vida del ser humano ya que ha permitido el enriquecimiento de culturas y favorecido al desarrollo económico. Se pueden enumerar múltiples causas de la migración, así como sus efectos. Los factores de repulsión y atracción pueden ser políticos, socioeconómicos, culturales, belicosos, religiosos y ambientales. Se migra tanto al interior como al exterior del país en busca de mejores oportunidades, seguridad y para mejorar la condición de vida. Entre las causas principales encontramos el cambio climático, las guerras, la persecución religiosa y la explotación extractiva.

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Continuará...

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La columna de monseñor

¡Ad vitam! –Un canto a la fe– El Decreto del Concilio Vaticano II sobre la Actividad Misionera de la Iglesia, Ad gentes es, sin duda, uno de los documentos más logrados y aprobado casi por unanimidad. Fue la votación más alta de todas las realizadas con sólo cinco «non placet».

Por: Mons. Vittorino GIRARDI, mccj, obispo emérito de Tilarán-Liberia

1.

El Capítulo IV está dedicado a los misioneros y en él se describe detalladamente la belleza de la vocación misionera específica y se traza el perfil de cuantos, por un don especial de la gracia, han decidido seguir la «huellas de su Maestro», enviado del Padre «para estar en su compañía y para ser enviados a predicar con poder» (Mc 3, 14). No cabe duda de que en la descripción del rostro y del alma del misionero, hay un auténtico «crescendo» que llega a su máxima expresión cuando se afirma: «El enviado entra en la vida y en la misión de Aquel que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo (Flp 2, 7), por lo cual ahora debe estar dispuesto a perseverar toda la vida en su vocación, a renunciarse a sí mismo y a todo lo que tuvo hasta entonces y a hacerse todo para todos» (cf 1Cor 9, 22). Hace muchos años me resuena la afirmación: «ad vitam stare», es decir, «perseverar toda la vida». Nos hallamos con una de las más luminosas herencias combonianas. Cuando Comboni afirma que la primera «casa abierta en la misión», es la casa de formación en Verona, es porque quiere y sueña con que ahí se forme a misioneros, «que persistan en el firme propósito de consagrarse por toda la vida al servicio de la obra para la regeneración de África» (Reglas de 1871, Cap. II). Vittorino Girardi

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Al respecto, nuestro fundador hizo suya la exhortación de san Pablo: «sean imitadores míos, como yo lo soy de Cristo» (1Cor 11,1). En efecto, su breve vida fue marcada y sellada por juramentos de fidelidad a su consagración misionera «ad vitam», de por vida. Tenía 17 años cuando, por primera vez, de rodillas, a los pies de don Nicolás Mazza juró fidelidad a África; de donde acababa de volver, cansado y enfermo, el padre Abuna Vinco, del mismo instituto Mazza. Repitió su solemne juramento, cuando a los 27 años acogió la invitación del padre Oliboni, ya casi en agonía en la desolada misión de Santa Cruz en Sudán, cuando éste suspiró: «aunque uno solo quede, jure que va a ser fiel a la misión africana». Comboni cierra su camino de fidelidad «ad vitam», cuando a punto de expirar en Khartum, Sudán, tomado de la mano del joven clérigo Juan Dichtl, le insiste: «jura que vas a ser fiel a tu vocación hasta la muerte».

2.

Tocamos aquí lo «esencial» de la vocación misionera, su «verdadero corazón»; a saber, la disposición incondicional para que la misma misión nos «consagre», es decir, nos una a Cristo de una manera definitiva, sin mirar atrás, y sin preocuparnos de lo que pueda seguir, después de pronunciar el «¡sí, aquí me tienes!». Hay que atreverse, con su gracia, a asumir toda la fuerza y las consecuencias de lo que afirma el autor de la carta a los Hebreos: «por la fe obedeció Abraham al ser llamado, saliendo hacia la tierra que debía recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba… a tierra extraña» (Heb 11, 8-9). En una ocasión, tuve la feliz oportunidad de ser recibido por el Papa

Eliseo Citton vaticannews.va

La columna de monseñor

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Gracias a esta «disponibilidad», no ha sido menos misionera la niña Teresita Castillo de Diego, quien falleció a los diez años, el 7 de marzo de 2021. Aceptó varias y muy dolorosas operaciones, ofreciéndolas todas «para que muchos niños –repetía– conozcan a Jesús y vayan al Cielo, felices, para siempre, para siempre». El padre Ángel Camino L., vicario episcopal de la octava zona de Madrid, la visitó en el hospital y la constituyó misionera de la Iglesia Católica, haciendo que se le entregara el documento oficial.

3. emérito Benedicto XVI. Sentí su acogida como una invitación a hablarle de mí, de mi vocación misionera… Dejando los temas oficiales del encuentro, le comenté: «Santidad, cuando me ordenaron sacerdote, un formador que bien me conocía me comentó: “padre Vittorino, nunca creí que pudiera ser misionero comboniano, no otra razón, sino por tu falta de salud…” Y ahora, Santidad, estoy aquí, hermano suyo en el episcopado». Y el Papa, con la serenidad de quien se siente en las manos de Dios, me comentó: «Yo tampoco tenía mucha salud, y aquí estamos». Era otro modo para evidenciar lo esencial de toda vocación: la plena disponibilidad a la acción de Dios, Padre providente; acción siempre misteriosa, siempre sorprendente, aunque siempre amorosa. Lo expresó Jesús mismo, afirmando: «Mi Padre siempre trabaja y yo con Él» (Jn 5,17)… Lo que realmente cuenta es atreverse a ser barro en sus manos de divino Alfarero.

Ha sido en esta lógica de la «inevidencia» y de la fe que en no pocas ocasiones he sorprendido a un amigo y hermano mío comboniano. Cuando, estando en la misma comunidad, recibíamos la información acerca del estado de salud muy precaria de algún misionero enfermo o anciano, él espontáneamente me comentaba: «pidamos que el Señor lo recoja, para que ya no sufra». Sé que le sorprendía preguntándole: «¿y no será ese hermano nuestro misionero, el más fecundo de bien ahora en la dolorosa experiencia de inutilidad?». Por la fe y con su fuerza, hay que atreverse a dejar que la vida, la nuestra, en algún momento, «se pase en pura pérdida», dejando a Dios hacer de ella, lo más fecundo de nuestra existencia terrena. Comboni nos diría que ese es el lenguaje de los santos, quienes, sin embargo, son los únicos a quienes debemos escuchar y seguir. Desde estos renglones, quiero expresar un gracias enorme a todos nuestros sacerdotes y hermanos residentes en las distintas casas de ancianos, auténticos misioneros combonianos «ad vitam».

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uando se piensa en la naturaleza como algo distinto a nosotros, como una realidad puesta a nuestra disposición, es un muy fácil verla como objeto que puede tratarse sin ningún miramiento o compasión. Nos olvidamos que toda ella, de la que somos parte, surge de un proyecto de amor. Todo salió del corazón de Dios, quien hizo todo con ternura e ilusión. Él es feliz con todo lo que hizo con sus manos. Todo lo considera bueno y extraordinario, destinado a existir en armonía y paz. Cada día se alegra con la casa que nos ha regalado y que la Biblia llama «paraíso terrenal». Siempre existió el espacio y ambiente necesario para que todas las creaturas pudieran vivir en el reconocimiento y respeto mutuos.

Dios hizo cuanto existe por amor, pero, al parecer, muy pronto quienes habitamos este planeta nos olvidamos de ese principio y dejamos aflorar un espíritu que destaca por su necesidad de destruir y de abusar, de explotar y maltratar. Nos convertimos, movidos por la ambición y la búsqueda de poder, en depredadores irrespetuosos de la Tierra que hoy grita pidiéndonos piedad. La creación, siempre generosa y paciente, guardó silencio, aguantando nuestras exageraciones e indiferencias. Una y mil veces intenta rehacerse y nos otorga lo que necesitamos para vivir con dignidad. Eso merece un mínimo de gratitud y respeto. Tomemos conciencia y hagamos algo por nuestra casa común, antes de que sea demasiado tarde. Aún es tiempo de ser custodios de todo lo

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que nos rodea y se nos ha confiado. La humanidad tiene capacidad de colaborar en la construcción de dicha casa, dice el papa Francisco; en muchas personas de buena voluntad aún queda la cordura para hacer del planeta un mundo bello. Cuidemos la creación como garantía de calidad para la propia vida. Demos oportunidad a la tierra para que siga siendo el paraíso en donde vivimos. Nos toca contribuir, aunque sea con pequeñas acciones que nos hagan tomar conciencia y promover mayor respeto hacia la naturaleza, donde la vida brota como bendición para quienes caminamos en este mundo. «El Creador no nos abandona, nunca se echa para atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad tiene aún la capacidad de colaborar en la construcción de nuestra Casa Común» (Laudato si’ 13).

COMBONI PRESS

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Francisco, el Papa misionero

Por: P. Enrique SÁNCHEZ, mccj

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Llamados a la misión

Texto y Fotos: P. Wédipo PAIXÃO, mccj

VOCACIÓN Y DECISIÓN –Y DEJANDO LUEGO SUS REDES, LO SIGUIERON… ( MC 1,18-20)–

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El evangelio de Marcos nos cuenta cómo Jesús al pasar por las orillas del mar de Galilea ve a Pedro y Andrés que estaban echando las redes al mar y los llamó; después hace lo mismo con Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, que estaban remendando la red.

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os evangelistas Lucas, Mateo y Marcos enfatizan en el llamamiento que Jesús hace a estos hombres y la repuesta que ellos dan: «y dejando luego sus redes, le siguieron» (Mc 1,18-20). Los primeros discípulos no eran personas formadas académicamente o pertenecientes a alguna familia noble, era hombres comunes y sencillos,

cuya ocupación era ser pescadores; su saber, podemos decir, estaba relacionado con las cosas del mar. Jesús interrumpe la vida cotidiana de esas personas para hacerles una propuesta: «Vengan y síganme, y les haré pescadores de hombres» (Mc 1,17). Los llama sin dar muchas explicaciones y eso tiene un propósito: después, poco

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Llamados a la misión

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a poco, los va a instruir, educar y preparar; les hablará del Reino de su Padre, de sus valores, de las consecuencias y de la gratificación final para quienes abrazan su misión. Poco a poco, los discípulos se fueron dando cuenta de qué significaba dejar las redes. Tomando este texto como base podemos hacer la siguiente ref lexión sobre la vocación: Cristo nos llama desde lo cotidiano y entra en nuestro mundo y nos habla de forma que entendamos. Él está constantemente en movimiento: pasando/caminando. La vocación no se trata de algo estático, sino de un proceso dinámico; es parte de

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Llamados a la misión

los planes de Dios, que nos está invitando cada vez que pasa por las playas de nuestra vida. Como para aquellos discípulos que no tenían las cosas claras al principio, también nosotros cuando somos llamados, no entendemos del todo el porqué o para qué y por eso somos invitados a estar abiertos a las sorpresas de Dios. Hoy podemos decir que dejar las redes tiene dos sentidos: uno es «dejar» para seguir y el otro es descubrir cuáles son las redes en que estamos atrapados y nos impiden seguir a Jesús. Así, por un lado, encontramos a jóvenes a los que les resulta difícil dejar a sus papás, amigos o el trabajo para responder a su vocación; por el otro, encontramos a muchachos atrapados por las redes sociales, el consumismo, las drogas, la violencia, la desigualdad social, la

prostitución y la pornografía, etcétera. Seguir a Jesús es un constante abandonar lo que nos aprisiona, para dejarse guiar por Él. Lo bonito en este proceso es que Cristo es un maestro que tiene paciencia, que camina a nuestro ritmo y respeta las etapas de nuestro proceso. Para Él es importante no la cantidad, sino la intensidad con que vamos poco a poco creciendo en la libertad personal hacia el proyecto de su Reino. La vocación es, entonces, un llamado que nos lleva a un crecimiento humano y espiritual, y nos hace salir de nosotros mismos, es decir, de una vida individualista y egoísta para un modo abierto y al servicio de los demás. El Evangelio señala que «luego Pedro, Andrés, Juan y Santiago dejaron las redes para seguir a

J h u d q e v l d s c

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Noviciado Comboniano

Llamados a la misión Voz del seminarista comboniano

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Texto y foto: Heriberto Zopiyactle Chipahua

Anunciar la Palabra en náhuatl Jesús» (Mc 1,18-19). Sin embargo, hoy tenemos el problema de tomar una decisión basada en el inmediatismo, es decir, por ahora es lo que quiero, si después veo que no es por aquí, busco otra cosa. Y así vemos la dificultad en decir «sí» a la vocación a la que somos llamados, ya que implica perseverancia, sobre todo en los momentos difíciles. Encontramos también situaciones en que la persona deja siempre para después o para última hora la toma de decisiones y así va «empujando» la vida. Lo que nos dice este pasaje es que los discípulos respondieron inmediatamente a quien les llamaba, y decidieron dejar lo que estaban haciendo porque el proyecto de Jesús era algo mayor y mejor. ¿Cuál es tu respuesta? Comunícate con nosotros, te estamos esperando.

M

i nombre es Heriberto, soy postulante comboniano, originario de Tlacuiloltekatl Grande, Zongolica, Veracruz. Curso el segundo año del postulantado en el seminario de San Francisco del Rincón, Guanajuato. Durante las vacaciones de diciembre visité a mi familia y vi a mis padres y amigos. Me la pasé muy a gusto con ellos. Por otro lado, las catequistas de las distintas comunidades de la parroquia San José Comalapa me invitaron a ir a sus capillas para realizar la celebración de la Palabra; fue una experiencia única, pude desenvolverme y anunciarles la Palabra del Señor en lengua náhuatl. De igual manera acompañé a los sacerdotes combonianos presentes en dicha parroquia y fuimos a distintas comunidades donde celebraron la misa. Ver el testimonio de estos grandes misioneros al compartir con la gente su alegría y su experiencia me animaron aún más a anunciar al Cristo vivo, al cual he decidido seguir. Esta experiencia de ir a las comunidades es maravillosa. Lo hago cada vez que tengo vacaciones, y esto me anima a seguir en mi camino al ver a toda esa gente que no se rinde, que con sus palabras y oraciones siguen adelante; además, ver las tradiciones que aún se realizan ahí, me parece bonito. Todas estas experiencias vividas me hacen regresar muy animado y contento al seminario para continuar mis estudios y seguir en mi discernimiento vocacional junto a mis hermanos y formadores. Saludos a nuestros lectores y nos vemos para la próxima.

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¡Día de la fraternidad humana! 4 de febrero


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