ALCANZANDO FAMILIAS PARA JESÚS
Manteniendo Nuestros Hogares Libres de Abuso KATIA G. REINERT
Introducción
HACIENDO DISCIPULOS
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Peter creció en un hogar adventista. Su padre fue el primer anciano y muy respetado en la iglesia. En casa las cosas eran diferentes. La encantadora personalidad de su padre en la iglesia se convertía en una conducta agresiva cuando las cosas no le agradaban exactamente. El abuso físico contra su madre y contra Pedro y su hermano eran periódicos. Exigía respeto y sumisión como líder del hogar, y usaba la Biblia para apoyar su punto de vista. A nadie en la familia se le permitía hablar sobre el comportamiento del padre fuera de la casa, o de lo contrario… Pedro llevó heridas de abuso físico y verbal durante la niñez y hasta la edad adulta. Juan tenía algo para decir, pero tuvo que armarse de valor para contárselo a Abigail, su esposa. Finalmente le contó que está pensando en volver a la escuela para continuar sus estudios y con suerte conseguir un mejor empleo con mejor sueldo. “¿Por qué considerarías esto?” le gritó Abigail. “Reprobaste los últimos cursos que tomaste, así que obviamente no lo lograrás esta vez. Eres un estúpido. Nunca durarás en el programa, y no vamos a desperdiciar nuestro dinero en eso. Tal como están las cosas, yo soy la única que trabaja y administra las cuentas”. No hubo golpes en esta conversación, pero se Katia Reinert, PhD, MSN, RN, CRNP, FNP-BC, PHCNSBC, es Directora Asociada del Departamento de Ministerios de Salud en la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en Silver Spring, Maryland, USA.
abrieron heridas profundas de abuso verbal/ emocional. Juana creció en un amoroso hogar adventista, pero se enamoró del tipo equivocado. Parecía muy encantador y enamorado de ella. Parecía que le importaba tanto. Quería saber dónde estaba ella todo el tiempo y con quién. Poco a poco su relación se convirtió en el centro de su vida. Ella ya no tenía más tiempo para los amigos. Él no quería que ella trabajara fuera de la casa. Se casó con él, pero se enteró que tenía muchos pedidos inusuales para sus encuentros sexuales. Ella no se sentía cómoda, pero tenía que cumplir, de lo contrario él se enfurecía y la forzaba. Se sintió violada. Juana estaba herida profundamente por el abuso sexual de su esposo. El padre de Andrea participa activamente en la obra misionera adventista alrededor del mundo. Tiene una pasión por alcanzar el mundo. En casa sus métodos disciplinarios fueron muy severos. Desde muy temprana edad Andrea recuerda episodios de fuertes azotes que a veces la llevaban a sangrar. Su trauma emocional dio lugar a un trastorno de estrés postraumático, ataques de pánico, y depresión. Ella aún está tratando de hacer frente a sus heridas emocionales y buscando la cura para las condiciones de salud mental que está experimentando. Sueña con servir a Dios, pero se da cuenta que su salud mental es un obstáculo que debe vencer. Ella está buscando cura emocional y espiritual.