Ana Muñoz Morales ¡Otra noche estrellada! Parecía que las estrellas anaranjadas iban a meterse saltando por la ventana de la habitación. Eran como aquellas estrellas del cuento de la abuela. Solo que olvidó decirme que hacían mucho ruido, como si fueran truenos. Cerré la ventana despacio para evitar que las dos maderas se tocaran e hicieran el menor ruido. Me quedé viendo las estrellas anaranjadas del cuento de la abuela, por una ranura que era más ancha que las demás.
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CUENTO
La casita azul y el hombre que vive siempre