Sierra de Gata Onírica. Historias, leyendas y anécdotas por Chuchi del Azevo

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SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS)

SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS)

EL ENCUENTRO, DOS ACEBANOS ANTE FRANCISCO FRANCO8 Emeterio y Jesús llevaban una hora andando bajo un sol abrasador; era el mes de julio, el día de Santiago para ser más exactos, patrón de la Nueva España. Ambos venían desde la población del El Pardo con los víveres necesarios para pasar la semana en la concesión minera de estaño que explotaban, con el permiso de Patrimonio Nacional, por encima del villorrio de Mingorrubio. La pista forestal se les estaba haciendo eterna, cargados con dos sacos a sus espaldas curtidas por el inclemente sol de un verano castigador, sus pasos se volvían cada vez más lentos. Cuando se encontraban en lo alto de un teso el ruido de un motor les alertó de la proximidad de algún vehículo, que con un poco de suerte les podría acercar unos cuantos kilómetros a su destino y así evitarles la penuria de tener que seguir a pie. Emeterio y Jesús decidieron campar los sacos con los víveres en el suelo y en el instante en el que divisaron al primer Land Rover Jesús se posicionó en medio del camino y con el brazo en alto comenzó a hacerle señales para que parase. Emeterio mientras tanto observaba la llegada de los todoterrenos y los gestos de su hermano; hasta que en un momento dado se percató de que aquellos que venían en esos land Rovers eran personajes importantes. Se abalanzó sobre su hermano y de un empujón lo sacó de la carretera. -¿Qué jacis? ¿Estas farto? -¿Peru qué cojonis pasa, Emeterio? En ese mismo instante pasó el primer todoterreno con un militar al mando de una ametralladora MG que se les quedó mirando fijamente. A continuación, les sobrepasó el segundo vehículo a toda velocidad y Emeterio, blanco como la cera, le espetó a su hermano:

-¡Gracias, Señor no golverá a pasar!, no sabíamus que juesi el Generalísimu respondieron los dos serragatinos con voz quebrada. Los escoltas se montaron en el todoterreno y partieron a toda velocidad; al tiempo que Emeterio y Jesús cogían los sacos con los víveres y corrían como almas que llevaba el diablo por entre la espesura del Monte del Pardo. No sin que antes Emeterio soltase una gran carcajada y le dijese a su hermano: ¡Y los comunistas intentadu jacerli una emboscá too los días a Franco para matarlu y nosotrus casi lo matamus de un sustu!

MIKE TYSON COMBATE CONTRA HOLYFIELD EN LA TELEVISIÓN DE ACEBO La noche prometía, eran muchos los vecinos de Acebo que se habían reunido en uno de los bares de Acebo para ver el combate de boxeo entre Mike Tyson y Holyfield. El local parecía un fumadero clandestino de Nueva York, en los que comenzó su carrera pugilística uno de los boxeadores más controvertidos de la historia. En uno de los asaltos Mike Tyson le soltó un tremendo derechazo a Holyfield, que el cámara de televisión recogió en un primer plano televisivo. Una de las espectadoras del bar, al ver tan soberano golpe, no pudo por menos que expresar de manera histriónica el siguiente comentario: -¡Atií…..! ¡Pu si lleva un tatuaji de Mau en el brazo! A lo que una amiga que se encontraba con ella en el bar, viendo el enfrentamiento entre aquellos dos amos del cuadrilátero, le replicó lo siguiente:

-¡Qué es Franco con el ñeto, Ostias! Jesús se quedó mudo; no sabía qué hacer, ni qué decir. Los sudores les corrían a ambos por todo el cuerpo, mientras un escalofrío les paralizó. El último de los Land Rover paró en seco frente a ellos; de él descendieron dos militares fornidos y de unos dos metros con caras de pocos amigos. -¿Quiénes sois vosotros?, ¿Qué hacéis aquí? -Miri Usted, nosotrus somus mineros, del puebru del Azevo, de Cazris y estamos trabajandu en una mina de Mingorrubio -contestó un Jesús atemorizado. -¡A ver, venid aquí los dos! -les ordenó el más mayor de ellos.

-¡Hay que jodersi, lo famosa que se ha hechu esa cerveza! La anécdota no pasó desapercibida para el resto de los parroquianos que se encontraban alrededor de ellas en el bar viendo ese combate de boxeo mítico; los cuales de inmediato inundaron el local con una estruendosa carcajada que todavía se escucha en la lejanía de la cima de Jálama.

UN PÍCARO ACEBANO El militar los obligó a ponerse detrás de una espesa vegetación de jaras; mientras él llamaba desde su vehículo a la central de Patrimonio Nacional para confirmar lo que aquellos dos individuos le habían relatado.

-¡Amos, dati prisa que es pa hoy! -le gritaba el pairi al hijo desdi lo altu del tejao.

Tanto Emeterio como Jesús permanecían inmóviles en el lugar que aquel escolta de Franco les había indicado. Emeterio miró a su hermano y le dijo:

El dagal iba to lo rápido que poia el probitu; pero pa sus treci añus esi trabaju de reparar los tejaos del pruebru era muchu pa él. Sin embargu su pairi no poia jacerlu solu y tampocu poia contratar a un obreru, el negociu no daba pa tantu. Mientras cargaba y cargaba las tejas en una caja que su pairi subía al tejao con una garrucha, el probitu dagal renegaba de esi trabaju tan escravu que le había dao el destinu.

-¡Aquí nos comín hoy los buitris, Jesús!

-¡Echami ahora la Perfecta ! -le indicó su pairi desde la cubierta.

Al poco rato el militar regresó hacia ellos y con un tono de voz castrense les ordenó: -Podéis seguir adelante, me han confirmado que efectivamente sois mineros que trabajáis en donde me habéis dicho; pero que sea la última vez que os veo por aquí y menos intentando echarle el alto al coche del Generalísimo. 8

Tradición oral

El dagal rebuscó entri las tejas y asió una de ellas a la cual el pairi le había hecho un bujero en la metá que luegu había rellenau con barru del mismu color. La pusu en la caja con el restu de las tejas y su pairi las subió hasta el tejao con la garrucha. Una vez arriba colocó a La Perfecta entre el restu de las tejas y pasaos los días, pairi e hiju, terminarun la reparación de otru tejao más en El Azevo.

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