Sierra de Gata Onírica. Historias, leyendas y anécdotas por Chuchi del Azevo

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SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS)

SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS)

Con un andar que evidenciaba su estado etílico salió por la puerta de la taberna; mientras el tío Julio se asomaba por el ventanuco intrigado por ver que haría semejante individuo.

-¡Ya está bien de tantos vinos!, ¡Ya se podían acabar!

Tomás cruzó la plaza de Torre ante la atenta mirada de un joven Luis que jugaba con sus amigos a las chapas. Finalmente, el minero entró en el casino del pueblo; pero al poco rato el camarero del mismo lo sacaba a empujones.

-A eso andamos, mujer…., a eso andamos…..

A lo que su marido, el tío Felipe, contestó sarcásticamente:

Ante tal contestación ella se dio por vencida, a la vez que los parroquianos de la boiga continuaron degustando los caldos del Dios Baco.

-¡Venga desgraciado muerto de hambre, lárgate de aquí! -Mi dinero es tan bueno como el de los señoritos –le balbuceó un Tomás cada vez más beodo- ahora vais a saber todos los de este pueblo quién soy yo, desgraciados. Y caminando hasta el centro de la plaza sacó un puro que acababa de comprar en el casino y colocándoselo en la boca lo encendió usando un billete de quinientas pesetas. Aquella noche, como solía ser habitual, la Juana y sus cuatro vástagos tuvieron que repartirse para cenar un chusco de pan y el caldo de una sopa de hierbas recogidas en la orilla de un regato próximo al pueblo.

Las horas pasaban y el tío Felipe y sus amigos continuaban con un vinito tras otro; al mismo tiempo que los ánimos de su mujer se encendían cada vez más, hasta que ésta ya no lo pudo aguantar y se dirigió de nuevo a la boiga. Con los pies mojados por esa lluvia cadenciosa y por pisar esos regatillos de agua tan típicos de San Martín que recorren unas calles empinadas y que con esa niebla eran difíciles de predecir llegó a la boiga; pero esta vez se decidió a entrar. Una vez en el interior, y sin articular la más mínima palabra, cogió la botella de vino y la rompió contra el suelo saliendo a continuación de la boiga. Mientras el tío Felipe, ya desde la puerta y para que le escuchase su mujer que iba dando algún que otro traspiés por la calle, le dijo al tabernero: -Bueno, José, ya sabes nuestro refrán: el que rompe paga.

Septiembre de 2012

UNA HISTORIA DE SAN MARTÍN DE LOS VINOS15

De esta manera acabó un curioso día de vinos en la población mañega que hace siglos tuvo por nombre San Martín de los Vinos.

Una espesa niebla se había apoderado de San Martín de Trevejo desde bien temprano. Había ido descendiendo lentamente por el Puerto de Santa Clara, extendiéndose por el Castañar de los Ojestos hasta cubrir en su totalidad todas las calles de San Martín. A la niebla se le había unido una lluvia mohina que incrementaba la sensación de humedad del ambiente. El toque final a los sentidos lo aportaba el olor a leña de encina que salía por las chimeneas de unas casas especialmente diseñadas para este clima serrano.

¿UNA LEONA EN SIERRA DE GATA?16

A pesar del ambiente los hombres y mujeres mañegas no habían descuidado sus quehaceres. Uno de ellos era el tío Felipe que en su fragua aparentaba ser el mítico Vulcano y entre chispas y martilleos en su yunque daba forma a los más indómitos hierros. El tío Felipe tenía por costumbre hacer un breve receso a media mañana en su trabajo para acudir a una de las muchas boigas de vinos y así refrescar el gaznate abrasado por el calor de la fragua. Su mujer le recordaba insistentemente que el vino y las mujeres extraviaban los sentidos; pero él sabía que su mujer se refería al vino y las mujeres malas. Ese día la visita y la corrobra se estaban prolongando más de lo normal, quizás porque ese tiempo melancólico invitaba a ello. La mujer del ío Felipe preocupada ante la larga ausencia de su marido decidió personarse en la boiga y asomándose desde la puerta de ésta les soltó a los del interior:

15

Don Gaspar Revuelta había llegado al café-casino de Payo hacía un buen rato, se sentó en una mesa cerca de una de las ventanas que daban a la calle; mientras la Julia le traía su habitual café de puchero portugués con la copita de aguardiente y el ejemplar del diario ABC que recibían siempre a esa hora de la mañana. Comenzó a ojear el periódico; leyendo los titulares de las noticias, hasta que por fin se detuvo en la sección de sucesos, que era la parte de la prensa que más le gustaba. Había finalizado las clases en la escuela hacía un buen rato. El día había sido un poco estresante; Juanito, el hijo de la Tomasa, que era el alumno más revoltoso que tenía, le había amargado toda la mañana y a pesar de haberle dado varios capones en la cabeza y castigado en cruz de cara a la pared ya no pudo controlar al resto de los alumnos que habían imitado a su compañero de aula. Por fin apuró la copa de aguardiente, cerró el periódico, se levantó y dirigiéndose a la barra golpeó ésta con el canto de una moneda de cinco pesetas para advertir a la Julia que le cobrase. -¿Qué…ya de regreso, Don Gaspar?

Relato inspirado en el libro de Domingo Frades: Coria y Sierra de Gata, Paisajes Milenarios. 16

Relato inspirado en la noticia publicada en el diario ABC el 25 de junio de 1969

Junio de 2012 Noviembre de 2012

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