SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS)
SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS)
-¡Se acerca alguien! -advirtió al grupo uno de los guerrilleros. Era Timoteo, un adolescente de la población que se había ofrecido como voluntario entre los vecinos para llevar el dinero recaudado en la colecta a los maquis. Pasó entre los tres guerrilleros y acercándose al líder del grupo, sosteniéndole la mirada le dijo: -Aquí tienen todo el dinero que hemos conseguido recaudar para que liberen a nuestra gente. Compadre tomó la bolsa que le ofreció el chico y abriéndola para ver su contenido le preguntó:
Quedaba poco para que Sr. Saladier hiciese acto de presencia, como todos los meses, para llevarse el wolframio que tenía apalabrado con Emiliano y que con tanto esfuerzo éste y sus hijos habían arrancado de las entrañas de Jálama. Transcurridos unos diez minutos el mayor de los hijos apagó el fuego y retiró la caldera en la que había quemado unas enormes piedras, con una mezcla de aceite y grasa, para que adquiriesen un color negruzco similar al wolframio. No quería que quedase rastro de lo que habían hecho y para que la artimaña saliese mejor, introdujo las piedras quemadas en la mitad del saco en el que había empezado a introducir el preciado metal. -Buenas noches, ¿Tenéis preparado el cargamento? -preguntó con tono áspero el Sr. Saladier, en medio de la espesa niebla de la noche.
-¿Cuánto hay? -Esu paeci. Pue comprobarlu usted si quier -contestó Emiliano. -54.600 pesetas, es todo lo que hemos podido reunir. -Pues te vas por donde has venido y buscáis de dónde sacar el resto del dinero que os hemos exigido o de lo contrario éstos no verán el amanecer.
-No hace falta, ya sabéis que si me engañáis, con dejaros de comprar es suficiente; por no deciros que automáticamente os denunciaría por contrabandistas e intentar robar al gobierno del Generalísimo. Y teniendo en cuenta las ideas políticas que habéis tenido os podéis imaginar dónde acabaríais.
-Señor, en el pueblo no queda dinero ni para escribir una carta; así es que o libera a los prisioneros o efectivamente los tendrá que asesinar y sobre ustedes caerá el peso de la ley en un futuro.
-Nusotrus no queremus líos; solamenti trabajar y ganarnus un jornal decenti, de una forma honrá.
-¿El peso de la ley…..? La ley somos nosotros y esta actuación se debe a las instrucciones que desde Francia nos han hecho llegar los dirigentes de nuestro partido; que en breve llegarán a España con el apoyo de aquellos que han vencido al fascismo en Europa, y que acabarán también con el que todavía impera aquí.
Los dos acompañantes del Sr. Saladier cogieron los dos sacos y los pesaron en una báscula que llevaban en el remolque de un pequeño camión.
-¡Soltadlos! -ordenó Compadre a sus compañeros mientras se echaba la bolsa de dinero al hombro y sostenía su ametralladora Thompson con la mano derecha.
-Bueno pues parece que esta vez te vas a ganar un buen dinero Emiliano. A 16,25 pesetas el kilo, te dan 1.625 pesetas. Más vale que hagas caso del cantar que ese ciego de Perales recita por los pueblos y lo inviertas bien.
Los prisioneros corrieron despavoridos por entre los canchales; mientras Timoteo observaba desde lo alto de la muralla del castillo de Santibáñez como los guerrilleros desaparecían poco a poco por entre las sombras bamboleantes de unos árboles agitados por la brisa nocturna. Esta sería la última vez que Timoteo vería a los guerrilleros; ya que a los pocos meses la partida de Compadre sería exterminada en su totalidad entre Santa Cruz de Paniagua y Pozuelo de Zarzón.
-Cien kilos entre los dos sacos Sr. Saladier.
-Esu lo tengu craru, esi dineru es pá comprar unus chotus y un buen prau. Al poco rato y después de echar un cigarro a la puerta del cobertizo, Saladier y sus empleados se alejaron en la penumbra de la noche. Mientras tanto Emiliano y sus hijos entraban de nuevo en el cobertizo de la majada y frente a la tímida luz de un candil jerrumbroso, uno de sus hijos le preguntó:
EL ENGAÑO29 -¿Y por quí no hemus metiu más? -¡Amus dagalis! ¿Cúmu va el mineral? -preguntó Emiliano a sus hijos. -Quea lo qui está en el fuegu y con esu se llena el sacu -respondió el mediano de los rapaces.
-No convien abusar, el Sr. Saladier sabi que le hemus engañau, peru es que él va a engañar a los americanus y a los ingresis y se va a sacar sus buenas perras; asinqui cuantu más mineral mejor pá tos.
29 Relato inspirado en la tradición oral. Miles de kilos de wolframio fueron arrojados al Océano Atlántico por los aliados, después de haber pagado precios astronómicos por ellos; con el único fin de que no cayesen en manos de los nazis.
Diciembre de 2020
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