SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS)
SIERRA DE GATA ONÍRICA (HISTORIAS, LEYENDAS Y ANÉCDOTAS)
Cerca de una de las antiguas minas de wolframio se le extravió un cabrito y siguiendo su rastro por la cavidad llegó hasta el final de un pasadizo, pero del cabritillo no había rastro alguno.
-¿Tú sabis algu del Gallu? -Sí, que nos lo comimus anochi.
Justo cuando se decidía a dar por perdido al animal escuchó un pequeño balar que venía del otro lado de una pared. Comenzó a quitar piedras hasta que pudo introducir su cuerpo y pasar al otro lado.
-¿Peru si era la cena de la Navidad? ¿Y ahora qué cenamus? -Tenía que convidar a los civilis porqui mañana voy al contrabandu y necesitu que hagan la vista gorda cuandu pasi por la Regollá caminu de casa con el cargamento de café y azúcar que me aguarda en Portugal. -Pues ná…, ya se ha dichu too….. Aleandro mira a ver si pues salir pal monti y cogis algún coneju o una liebri pa cenar esta nochi, porqui si no comeremus na más que los dulcis.
-¿Pero cómo es posible que el animal haya entrado aquí? -se preguntó. En ese instante, un intenso olor a incienso penetró por su nariz y delante de él apareció la figura de una persona que sostenía entre sus manos al animal, la cual portaba unas vestimentas orientales de gran belleza y lujo. -¿Buscas esto?
-No se preocupi madri esu está jechu. -¿Pero quién es usted y qué hace aquí? Aleandro cogió su macuto y llamó a su fiel perro, marchando ambos al monte a toda velocidad. A media tarde estaba de vuelta con dos imponentes conejos de monte. La alegría, cuando entró en la cocina enseñando sus trofeos de caza, inundó a todos los presentes; esa noche por fin cenarían a gusto. Y el que más a gusto cenaría sería Aleandro, quien era un fiel devoto del conejo que preparaba su madre con tomate y cebolla.
-Soy el príncipe Bura, Comendador de los creyentes, a quien un genio malvado encerró en esta cueva hace mucho tiempo por no ceder a sus pretensiones. -Mire señor yo sólo quiero recuperar al cabritillo y le prometo que me iré y no le diré a nadie que usted está aquí.
BAÑO DE LA COCHINA -Te propongo una cosa joven, te compro el animal por todas las monedas que se encuentran en esa salvilla de oro y así saldremos ganando los dos; tú serás rico y yo tendré una compañía que alivie mi soledad.
Existía un porquero en Villasbuenas de Gata que poseía una magnífica piara de cerdos. Entre todos ellos criaba una cerda que se encontraba muy afectada por un reuma que al animal no había manera de quitarle, ni con los brebajes más ocurrentes.
-¿No me estará engañando? Un buen día comían los cerdos cerca de un manantial; cuando el porquero observó como la marrana enferma de la piara se sumergió en un lodazal verdoso, cerca del regato donde él y el resto de los cerdos sesteaban. El porquero mantuvo la mirada atenta por que el resto de los gorrinos ni se acercaban al lodazal, mientras la cerda se revolcaba una y otra vez.
-No, de verdad necesito compañía y ya que tú no te puedes quedar, al menos déjame al animal -Venga trato hecho.
Durante días la marrana se comportó de la misma manera; pero algo cambió, el reuma fue desapareciendo del animal y éste cada vez caminaba más rápido, llegando a aventajar a alguno de los más jóvenes de la piara.
Germán cogió las monedas y la salvilla de oro y salió corriendo de la cueva, justo cuando el pasadizo se tapiaba de nuevo; quedando el príncipe Bura encerrado tal y como había dictado ese genio malvado con su encantamiento.
El porquero comprendió de inmediato que el cieno verdoso y maloliente de esa charca tenía un poder medicinal y así se lo hizo saber a todos los vecinos de su localidad, quienes poco a poco hicieron del mismo uno de los balnearios más atípicos del entorno y de toda la provincia de Cáceres.
PRÍNCIPE BURA
MILANA53 Los ejércitos imperiales del Rey Carlos I por fin habían conquistado la fortaleza de Milana. Antiguo castillo levantado por el prior caballero de la Orden de Alcántara Fray Domingo, el de la mano manca, sobre lo que pudo ser una antigua urbe de los césares romanos o quizás alguna aldea agarena.
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Germán había llevado sus cabras a pastar como de costumbre a los pies de Jálama. El día era tranquilo y las cabras se movían al ritmo que marcaban el tintineo de sus chocallos.
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Relato inspirado en el libro de Dº Publio Hurtado: Supersticiones Extremeñas.
Relato inspirado en el libro de Publio Hurtado: Castillos, Torres y Casas Fuertes de la Provincia de Cáceres.
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Chuchi del Azevo
Chuchi del Azevo