DIARIO DE UNA RESIDENCIA ARTÍSTICA EN TIEMPOS DE PANDEMIA (O CÓMO HACER ARTE DE EMERGENCIA) | Camila Lucero Allegri Mientras la convocatoria de SACO9 se acercaba a su fecha de cierre, a través de los noticieros nos enterábamos del primer contagiado por COVID-19 en Chile. Nuestro país, que había comenzado a vivir un proceso de transformación social desde octubre del 2019, se enfrentaría ahora al aislamiento, el miedo y la incertidumbre. Para quienes durante este período enviaron sus postulaciones, así como para quienes estuvieron al tanto de la propuesta curatorial de la novena versión del festival, seguramente el Ahora o nunca no tuvo el mismo significado que adquirió pocos meses después; este Ahora o nunca que se proyectó de un momento a otro en la realidad. Al principio, las posibilidades de llevar a cabo el festival de forma presencial se veían casi imposibles de concretar. Sin embargo, después de varios meses de postergación, finalmente se decidió que los artistas viajarían hasta Antofagasta. No hubo tiempo de titubeos, la invitación volvió el tema de convocatoria realidad: es ahora o nunca. Sin duda, los que vivimos la experiencia de SACO9 podremos confirmar que tanto la incertidumbre como la capacidad de reaccionar y adaptarse a las circunstancias marcaron la tónica. Aquí no solo la energía de los artistas seleccionados y las ganas de materializar sus ideas, sino el trabajo de un equipo increíblemente comprometido y la capacidad de encontrar soluciones antes de tirar la toalla, hicieron del Nunca, el Ahora. Entre vuelos cancelados, retrasos en las conexiones, test negativos, pasaportes sanitarios, seguro médico que cubre COVID-19, cuarentenas y autorreportes diarios, arribaron los artistas seleccionados a Antofagasta provenientes de Asia, Europa, América del Norte y del Sur. Desde el principio lo intuimos y luego lo comprobamos: la novena versión del festival fue especialmente compleja, sensible y desafiante. En ISLA todo es intensidad desde el día uno. Entre el tiempo de montaje, dramáticamente reducido producto de la pandemia, y la agenda de actividades, nos mantuvimos muy ocupados. Gracias a la maestría de Héctor, Víctor, Alejandro, Edwin, Christian y todo el equipo detrás de SACO, fue posible materializar las propuestas bajo las nuevas circunstancias y contra todo pronóstico. El calendario se cumplió perfectamente, nunca faltó el preciado pisco sour y conversación al finalizar la jornada, y hasta tuvimos tiempo de compartir patacones, arepas, pasta, sopa de miso, rösti, mezcal en un vasito hecho de ají verde, y completos, para luego, al día siguiente, continuar con el montaje y la mejor de las sonrisas tras la mascarilla, expuestos al sol del desierto. Debido a la voluntad de los artistas, así como a la cualidad adaptativa de sus piezas, fue posible que las obras fluyeran a los acontecimientos: cada una mutó en relación con el espacio y el público constantemente, encontrando en el Sitio 34