RESISTIR SIN CAPARAZÓN | Dagmara Wyskiel El texto curatorial de SACO9, escrito en junio del 2019, cerraba la triada de las últimas ediciones del festival, dedicadas al fenómeno del tiempo: Origen y mito (2018), Destino (2019) y Ahora o nunca (2020). Octubre traería el estallido y con él, un cambio en el significado de esa escritura; marzo, con la llegada de la pandemia a América Latina, le otorgó otro giro. Empezó el encierro. Todos, como caracoles, retrocedimos a nuestros caparazones. Después de unas semanas de shock se inició la transformación hacia el formato virtual. En las redes los eslóganes con conceptos como “reinventarse” o “democratización de acceso” calaban hondo en la imaginación y motivación del campo cultural. “Quédate en casa” se convirtió en un eslogan tribal que, puesto en el muro, acreditaba tu responsabilidad y compromiso con la salud del otro. Me preguntaba ingenuamente desde allí por qué nunca hemos visto uno igual a la entrada del supermercado, en un comercial de autos, aerolíneas o de cerveza. Por qué el mundo de la cultura, tan sensible y bien educado, debía dar el ejemplo de obediencia encerrándose voluntariamente en sus casas, bajando el moño con las luces apagadas en teatros, museos y bibliotecas, mientras el comercio y la gran industria no pararon nunca. Insistimos (desde nuestras pantallas) en que el derecho a la cultura debe ser primordial, irrenunciable e igualitario. Pero no nos engañemos, la sociedad ve lo que es realmente primordial según donde encuentra abiertas las puertas. Es un mensaje claro: lo que no cierra a pesar de la crisis, es porque si lo hiciera se acabaría el mundo. El comercio y la industria mostraron firmemente los dientes frente a cualquier prueba de limitación, de manera gremial, ocupando cualquier herramienta posible; algunas de estas cuestionables. En fin, defendían sus intereses. El campo cultural acató las instrucciones del Gobierno y esperó en casa a que este lo protegiera. Soy consciente de que hay excepciones. Intento visibilizar un proceso complejo, una prueba de atletismo reprobada por la mayoría del curso, por temor a las posibles represalias. La cultura puede ser fuerte y ejercer presión en la sociedad solo si cuenta con el apoyo de la ciudadanía, si está presente en la calle y la gente la siente propia y cercana. Quizás el cierre de los palacetes decimonónicos, impregnados del pensamiento patriarcal y jerárquico, podría ser propicio para establecer espacios más horizontales de diálogo inclusivos, flexibles y dinámicos. Sin embargo, qué compromiso de la gente esperamos hoy para defendernos si hemos cerrado la mayoría de las puertas y les hemos dicho que lo hacemos por su propio bien. En los peores momentos de la historia, más terribles, peligrosos y dolorosos, en cada rincón del mundo, las expresiones artísticas, compartidas con el compañero, levantaban el espíritu y permitían aguantar. Siempre estaban presentes. Físicamente presentes. ¿Dónde están ahora? 51