ENTREVISTANDO A UN HOMBRE CON CABEZA DE PÁJARO | Iván Ávila Jaewook Lee se calza una máscara de látex que recrea la cabeza completa de una chara azul, también conocida como urraca o arrendajo. No demora en entrar en un nuevo rol y para nuestra sorpresa, responde a la primera pregunta imitando a la perfección el canto de un pájaro. A sus espaldas se reproduce el video documental Tratado del ritmo, color y cantos de pájaros, que lo muestra a él y a su esposa flautista en el desierto de Arizona, y a distintos especialistas entrevistados que hablan de sinestesia, música, teoría del color y neurociencia desde distintas perspectivas. La exposición del artista coreano es una mezcla equilibrada de estos aspectos, los que difícilmente podrían reunirse en otro lugar, utilizando como gatillo de esta exploración las composiciones hechas por el músico francés Oliver Messianen a comienzos de los años 70 en el desierto de Utah, Estados Unidos. Jaewook es también un erudito conversador, que desborda entusiasmo al hablar de su obra y del compositor galo: “Él es conocido por su música y viajes alrededor del mundo para capturar diferentes tipos de cantos de pájaros. Los recolectó en un esfuerzo por combinar música clásica y sonidos de la naturaleza. Messianen tenía una habilidad especial llamada sinestesia, lo que significa que cuando él escuchaba algo, veía piezas de color; mezclaba dos sentidos diferentes en su mente. Es un fenómeno interesante para mí y en este video trato de mostrar su experiencia del color a través de los sonidos del desierto”. Su plan original en Antofagasta consistía en conectar sensores de un electroencefalograma al público, para analizar cómo el cerebro respondía a los estímulos de la música y trinos de aves. Pero las condiciones sanitarias no lo permitieron y él se quedó con la duda de cómo habría sido obtener y analizar esas reacciones en los habitantes de un lugar con una diversidad aviar mucho menor que la zona donde desarrolló su investigación. “Yo vivo y trabajo en Arizona. En Antofagasta hay palomas y gaviotas, pero no muchos pájaros cantores que puedas escuchar en la mañana, así es que aunque ambos desiertos lucen similares, hay diferencias en la presencia o ausencia de aves”. El video está proyectado a muro completo, al interior de la Sala 13, en el segundo piso del museo, cuyas paredes fueron repintadas de acuerdo a indicaciones muy exactas del artista, otorgándole al ambiente una inusitada calidez y relación directa con las tonalidades que prevalecen en el video, formando un conjunto visual envolvente. El montaje presenta quiebres que buscan relacionar la percepción de colores con la música, en un experimento que involucra la emocionalidad más que la racionalidad.
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