REPORTAJE & LÍBANO
SEP-OCT 2020 40
La escritora y periodista Yolanda Soler Onís, colaboradora de Crónicas GC, se encontraba en Beirut, cuando se produjo la terrible explosión que devastó la ciudad el pasado 4 de agosto. Casi 200 muertos, 6.000 heridos y más de 300.000 mil personas que han perdido su hogar, es el balance de una tragedia que se produjo al estallar las 2750 toneladas de nitrato de amonio que se encontraban irregularmente almacenadas en un depósito del Puerto.
EL LÍBANO
UN BOSQUE MINADO
Diciembre 2019.
Centro de Beirut.
Y
OLANDA Soler Onís preparaba, en los días previos a la explosión, un reportaje sobre el Líbano para Crónicas GC en el que recogía los aspectos más desconocidos de un país al que, desde que estallara la guerra en 1975, ya casi nadie recuerda como lo que fue para las generaciones que lo visitaron a principios de la segunda mitad del siglo XX: “La Suiza de Oriente”. Un pequeño país, montañoso y verde, Centro financiero internacional, con una sociedad cosmopolita integrada por dieciocho confesiones, y que hasta ese momento había logrado evitar los conflictos que afectaban a sus vecinos. Semanas después de la catástrofe, se sigue desescombrando, la geografía de la ciudad ha vuelto a cambiar – no en vano se conoce a Beirut como la ciudad Fénix-. Se han perdido vidas, hogares, negocios; y los modernos edificios de cristal que se asomaban al mar y que habían sido construidos, muchos de ellos en zonas especialmente castigadas por la guerra, permanecen como mudos testigos de la tragedia. La explosión ha dañado una parte importante del patrimonio arquitectónico de la ciudad, pero lo que no se ha perdido – destaca Yolanda – es la capacidad de los libaneses para superar las adversidades. La autora de Malpaís, que dejó su tranquila vida en Lanzarote hace quince años para vivir sucesivamente en Inglaterra, Polonia y Marruecos, llegó hace exactamente un año al Líbano, para dirigir el Instituto Cervantes de Beirut. Declara que sigue comprometida e ilusionada con este último destino, en el que ha vivido desde “ los últimos días de un luminoso verano, deslumbrada por el mar de Byblos que oteaban los Cruzados desde su fortaleza, las extraordinarias exposiciones del museo Sursock (muy afectado por la explosión) con sus elegantes fiestas de inauguración, una nueva visita –la primera fue en 2007- a las impresionantes ruinas de Baalbek, la crisis de los drones israelíes de septiembre, la del sistema bancario en octubre, una revolución en la que, por primera vez, los manifestantes llevaban como bandera la del Líbano y no la de sus respectivos partidos