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política
Opinión
Raúl Arlotti Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Belgrano.
No somos apáticos, nos han hecho apáticos. Toda la campaña política de estas PASO puede ser expresada en estos términos: “Estimado votante entienda que yo no soy ese tal”. La falta de propuestas se trata de suplir, en no pocos casos, con promesas utópicas o a todas luces incumplibles y, en otras oportunidades, sólo se apela a la “herencia recibida”, así sin más. El resultado es que la apatía política gana espacios y va ampliando su reinado. El genial Maquiavelo nos ha enseñado que el primer instrumento del que hay que servirse para ganar poder o mantenerlo es la persuasión, a la cual se llega por medio de propuestas, esto es por proyectos presentados a una autoridad -en este caso la ciudadanía- para que los examine y vea si procede a su aprobación.
Se quedaron sin capacidad de persuasión… ¿Y ahora qué? Pero la persuasión no se alcanza si el discurso de campaña se realiza en base a fórmulas, frases hechas, eslóganes o clichés. Todos ellos hablan de incapacidad para comprender con un conocimiento fiel y riguroso las situaciones y cambiar positivamente la muy compleja realidad que vivimos. La fórmula no es útil para convencer porque es expresión que trata de sustituir un vacío, y se recurre a ella para compensar el propio estado de incapacidad y de no saber qué hacer frente a la situación que se vive. Fórmulas como “el cambio seguro” y “la otra política” son expresiones que buscan dar inteligibilidad a acontecimientos, decisiones o prácticas políticas. No se alejan mucho de las fórmulas las frases hechas, puesto que ellas expresan aquello de lo que se puede prescindir y no introducen ninguna variación a lo que ocurre o puede ocurrir. Por su parte, los eslóganes políticos, en general, son sentencias breves que se utilizan para decir a qué ideología se adhiere. Para que un eslogan sea acabadamente comprendido requiere que el destinatario sepa conectar su contenido con la ideología que
Desafío Exportar | Septiembre 2021
representa. Pero, por lo que vamos viendo para las próximas elecciones, comprender los eslóganes es superlativamente complejo. Tampoco ayuda a persuadir el cliché, que consiste en una frase que, a fuerza de ser usada o repetida, pierde carácter y se convierte en lugar común. Por cierto, el cliché indica falta de creatividad, de ideas o de sinceridad. Si las candidatas y candidatos y sus agrupaciones están fracasando con tales manifestaciones, esperemos que no pretendan hacer un circo para persuadir a la ciudadanía, porque construir un circo es algo muy complejo para la medianía en que se mueven nuestros candidatos y posiblemente no les salga bien, y con ello tengamos que volver a pagar nosotros por sus errores. Para levantar un circo es necesario, en primer lugar, convertir algún elemento del cual nadie se reiría en espectáculo jocoso. Hay que recordar que el circo moderno nace cuando un inglés, llamado Philip Astley, logra que un poni lleve el ritmo de una canción y cuente hasta diez. Con ello se unen habilidad ecuestre y risa.