Amador Moya
EPÍLOGO
Capítulo 26
Mari no sabía qué hacer con el tema de los aspersores. Lo había comentado con Basilio y éste le había dicho que, salvo que fuera una cantidad importante de dinero, no tenía demasiado interés. El tipo iba bien servido con dos delitos de coacciones y otro de simulación de delito; todo ello aderezado con la alarma social que podía agravar la situación. Si a esa «fiesta» se unía la administradora con una demanda civil, tenía asegurada su presencia en los juzgados durante varios años. —¿Tú qué me aconsejas, Piedad? Mari quería conocer la opinión de la administradora, ya que se trataba de un dinero comunitario y desconfiaba de la reacción de los vecinos. 237