Amador Moya
Capítulo 5
—Hola Mari, no sabía que te habías incorporado a mi grupo —le dijo Román sentándose en la silla que había delante de su mesa—. La verdad es que andamos un poco necesitados de mujeres, sobre todo si son guapas como tú. —Gracias, Román, pero no lo he hecho. Los sucesos han ocurrido en el edificio de mi comunidad y soy la p re s i d e n t a . N o m e q u e d a o t r a o p c i ó n q u e involucrarme, ya sabes… —Claro, claro. Entonces, ¿te vas a encargar tú de llevar el caso? —Tampoco es eso. Yo colaboraré en lo que pueda. Estoy muy interesada en que todo esto se aclare porque el dueño del perro es una «joya» y me tiene la comunidad «patas arriba». —Pues entonces, todo perfecto. Lo llevas tú y así matas dos pájaros de un tiro. —No vayas tan deprisa. Este caso es cosa vuestra que para eso sois Delincuencia Urbana. A mí, esto de investigar nunca se me ha dado bien. —No seas modesta, anda. Entonces, aquí, ¿qué hacéis?, ¿no investigáis? 51