Amador Moya
Capítulo 9
La puerta del despacho de Román estaba abierta, por lo que Mari entró y preguntó: —Hola, Román. ¿Estás ocupado? ¿Tienes un momento? —¡Ah!, Mari. Pasa, pasa y siéntate. —Quería hablar contigo del tema del perro. Mientras se sentaba, Mari observó que la sonrisa se había evaporado de la cara de Román. Había decidido afrontar el tema sin rodeos porque no quería que la entrevista se dilatara con jueguitos absurdos. Aquel policía no era de su agrado y se encontraba incómoda en su presencia. —Tu me dirás —le invitó él abriendo las dos manos que reposaban juntas sobre la mesa. —Verás, tus chicos me han dicho que le has asignado el caso a Carlos. —Correcto. Es el que menos carga de trabajo tiene en este momento —se justificó. —Ya, entiendo. Mari hizo una pausa mientras lo observaba. Su tono de voz era desafiante y sus facciones se habían endurecido. La diferencia de graduación entre los dos aparecería en cualquier momento, estaba segura. 83