LA INTERVENCIÓN SANADORA DE SANTA EULALIA. TOTANA REFUGIADA EN SU PROTECCIÓN Y ALENTADA EN SU ESPERANZA Juan Cánovas Mulero Cronista Oficial de la Ciudad de Totana
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as inquietudes de la persona, su sentido de transcendencia, la necesidad de vislumbrar horizontes en el incierto caminar de la existencia, ha hecho que a lo largo de la historia el ser humano busque estructurar y encajar lo que le angustia y aturde. En ese recorrido, el encuentro con lo sobrenatural, con lo sublime, con aquello que siente que está por encima de su comprensión y entendimiento, ha sido un firme cauce en el que depositar sus tribulaciones. Pero, además, la fragilidad que acompaña sus días, las vicisitudes, adversidades, afecciones, zozobras… que aturden el corazón y quiebran la salud física y espiritual, generan intensa indefensión. Parte de esos padecimientos han venido acentuados por las reiteradas crisis alimentarias y las limitadas condiciones higiénicas. Para mitigar tanto desconsuelo y agitación se ha recurrido, igualmente, a demandar el apoyo divino, dirigiendo la mirada hacia su luz salvífica y protectora, en la búsqueda de que a su amparo se atenuase el dolor, la aflicción, la tragedia… Fundamentados en esas esencias, en la Iglesia católica arraigó tempranamente el recurso de la impetración, del ruego y de la súplica, apelando a la mediación de María, la madre del Salvador, a santos y a mártires a fin de alcanzar un positivo transitar por la vida. Esta sensibilidad la ha manifestado Totana a lo largo de sus días en una precisa esperanza, alentada por la experiencia «de los grandes favores, mercedes y beneficios recibidos de Dios Nuestro Señor por indulgencia de su patrona, santa Eulalia de Mérida»(20-IV-1683). En esta manera de entender las relaciones con lo eterno y ante las reiteradas pandemias provocadas por la peste, el cólera morbo, la fiebre amarilla, el tifus, la gripe…, la población de nuestra tierra ha recurrido a la celebración de rogativas, novenarios o procesiones, con la vista siem-
la Mártir, en que su intervención suavizaría las angustias derivadas del quebranto de la salud. Pero, además, la convicción en ese respaldo era implorada para prevenir potenciales brotes epidémicos, tal y como ocurría en mayo de 1772 ante el riesgo de que las calenturas que comenzaban a castigar a los vecinos «se malignen y pasen a contagios con el calor del verano». La realización de estos actos era un principal lenitivo para la población, pues en ellos encontraban la certidumbre necesaria para afrontar las dolorosas consecuencias del deterioro corporal y psíquico.Sin embargo, esas concentraciones agravaban la virulencia de la enfermedad, al favorecer su difusión, por lo que las autoridades locales se vieron obligadas, en concretas coyunturas, a suprimir los eventos, tanto los de carácter lúdico y económico (fiestas,
Litografía de mediados del siglo XIX en la que se concreta la protección de santa Eulalia como «abogada contra viruelas y quartanas». Fotografía gentileza Francisco J. Plazas y Miguel López (D.E.P.)
pre puesta en el respaldo protector de santa Eulalia, acompañados, otras tantas veces, por devociones tan enraizadas en la localidad como la del Santísimo Cristo del Consuelo, vinculada al convento de franciscanos capuchinos, la de Nuestro Padre Jesús Nazareno y la de Nuestra Señora de los Dolores. De esta manera, cuando en la primavera de 1762 el cura teniente de la iglesia parroquial de Santiago exponía a los miembros del Concejo que ante las muchas enfermedades que apenaban al vecindario, acrecentadas por la falta de lluvias, era necesario que se «hiciera rogativa a la Gloriosa Virgen y Mártir Señora santa Eulalia, patrona de esta dicha villa… para que con su protección impetrara los auxilios de la Divina Omnipotencia…», estaba reafirmando la seguridad que la comunidad tenía en el poder protector de
La presencia de santa Eulalia acompañando a los vecinos en momentos de alegría y festividad, alternó también con otros en los que su cercanía iluminó las tinieblas de lo incierto.
FIESTAS DE SANTA EULALIA
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TOTANA 2021