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sión intestinal. Se finaliza la intervención con el cierre de la pared abdominal, tejido subcutáneo y piel. Se recomienda enviar tanto la vesícula extirpada como la muestra de parénquima hepático al laboratorio para hacer cultivo y antibiograma y el estudio histopatológico de las mismas.
Tratamiento posoperatorio
Figura 2. Imagen ecográfica de mucocele biliar tipo III
toma de muestra del parénquima hepático. El estudio prequirúrgico incluye radiografías torácicas, pruebas de coagulación y medición de la tensión arterial. En ninguna de estas pruebas se evidencian alteraciones reseñables. Se premedica al paciente con 0,3 mg/kg de metadona y 0,15 µg/kg de medetomidina, además de 20 mg/kg de cefazolina y 0,2 mg/kg de meloxicam. La inducción anestésica se realiza con propofol a dosis efecto (1-2 mg/kg). La anestesia se mantiene con isoflurano en una proporción 50 % oxígeno/50 % aire. Con el animal posicionado en decúbito dorsal, se realiza una laparotomía media ventral en la región craneal del abdomen con escisión del ligamento falciforme de la pared abdominal. Para obtener una mejor visualización y facilitar el acceso a la vesícula biliar, se colocan gasas húmedas en la porción craneal del hígado para desplazarlo caudalmente (figura 3). Una vez localizada la vesícula biliar, se comienza la disección roma de la misma evitando invadir el parénquima hepático circundante para disminuir el sangrado (figura 4).
El manejo de la analgesia posoperatoria se basa en la administración de una infusión continua intravenosa de 50 µg/ml de fentanilo + 100 mg/ml de ketamina + 20 mg/ml de lidocaína, para posteriormente continuar con 15 µg/ kg/6 h de buprenorfina hasta el alta médica 48 horas después de la cirugía.
A la espera de los resultados del antibiograma, se instaura una terapia antibiótica con amoxicilina con ácido clavulánico a razón de 22 mg/kg/12 h. Además, se añade a la terapia 0,7 mg/kg/12 h de omeprazol y 1 mg/kg/24 h de maropitant como antiemético. Pasadas seis horas del final de la intervención, se le ofrece agua y comida de manera progresiva observándose una buena aceptación por parte del animal. La evolución es satisfactoria y tras comprobar mediante analítica una mejoría en los parámetros bioquímicos inicialmente alterados se da el alta hospitalaria a las 48 horas. En el cultivo microbiológico se aísla Streptococcus spp. sensible a la antibioterapia seleccionada, por lo cual se mantiene
durante dos semanas más. La evolución clínica en las revisiones posteriores es muy favorable. El resultado histopatológico de la vesícula revela una hiperplasia mucinosa quística, mientras que la muestra de parénquima hepático biopsiado revela una colangiohepatitis neutrofílica con fibrosis peribiliar y moderada degeneración vacuolar.
Caso clínico 2: colelitiasis biliar Se presenta en consulta un gato Común Europeo, macho castrado, de 8 años de edad, correctamente vacunado y desparasitado, remitido por su centro veterinario habitual por un cuadro de hiporexia, pérdida de peso y vómitos esporádicos
Figura 3. Localización de la vesícula biliar.
Figura 4. Disección roma de la vesícula biliar.
Figura 5. Ligadura del conducto cístico.
Figura 6. Cateterización de la papila duodenal mayor.
El estudio ecográfico abdominal se considera una prueba de gran importancia para el diagnóstico y estimación de la gravedad del mucocele. Se continúa su disección hasta conseguir una buena visualización del conducto cístico y unión del primer conducto hepático. Se procede seguidamente a realizar una doble ligadura con sutura monofilamento absorbible de polidioxanona 2/0 del conducto cístico a la altura de la unión con el conducto colédoco (figura 5). Se recomienda en este punto dejar un pequeño muñón de conducto cístico para reducir el riesgo de obstrucción del conducto biliar. Además, se aprovecha para obtener una biopsia del parénquima hepático mediante la técnica de guillotina. Tras la extracción de la vesícula biliar con el conducto cístico se comprueba la permeabilidad del conducto colédoco mediante la localización de la papila duodenal mayor a través de una enterotomía del duodeno. Con la ayuda de una sonda se cateteriza y se realiza flushing con suero cristaloide estéril observando que no exista presión excesiva (figura 6). En aquellos casos donde haya duda sobre la permeabilidad del conducto, principalmente por inflamación de este, se puede colocar un stent temporal. Tras cerrar de manera rutinaria la duodenostomía, se realiza un lavado abdominal con suero atemperado y posteriormente se omentaliza tanto la fosa biliar como la inci230
Figura 7. Mucosas ictéricas.