Personajes
Adolfo Pacheco, “el hombre del espejo”
¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? Con estos viejos interrogantes comienza una de las últimas composiciones del juglar sanjacintero Adolfo Pacheco Anillo, titulada ‘El hombre del espejo’. ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? Se preguntan. Yo comento La vida pa’l palenquero es un sufrimiento La muerte lo pone alegre y toca el pechiche Y yo como soy cristiano la muerte me pone triste La vieja me trajo al mundo dicharachero y contento... Con esta composición, el autor busca defenderse del hombre del espejo. En su afán por investigar lo desconocido, el hombre siempre está luchando con preguntas como las que Pacheco Anillo hace. Tratando de dar una explicación racional en ese deseo de descifrar enigmas que siempre lo han perturbado y que lo han obligado, muchas veces, a buscar las respuestas en algo más poderoso que él mismo. En su libro Man, God and Magic (El hombre, Dios y la magia) Ivar Lissner expresa: “Maravilla la perseverancia con que el hombre, durante toda su historia, se ha extendido hacia más allá del hombre mismo. Sus energías nunca se han dirigido tan solo a satisfacer las necesidades de la vida. Siempre ha estado investigando, buscando a tientas más allá, aspirando a lo inalcanzable. Este extraño impulso inherente al ser humano es su espiritualidad”. En esta canción, Adolfo, quien se autodefine como un católico más, deja vislumbrar algunas dudas que como hombre espiritual lo desvelan.
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¿Qué es la gloria? ¿Qué es averno? Cuestiona en otra estrofa de su canción al no saber si al hombre común le espera algún lugar de gozo o de tormento, como recompensa o castigo por sus acciones; después de abandonar esta vida. Un Adolfo Pacheco iluminado por una nueva dimensión espiritual se interroga a sí mismo viendo su imagen reflejada en el espejo, un espejo en el que solamente se refleja el mundo material y en el cual podemos ver las secuelas que el tiempo va dejando en nuestro cuerpo. En ese espejo, a Adolfo le es imposible ver las secuelas que nuestras acciones van dejando en el alma; como sí las veía Dorian Grey en el oculto retrato que le regalara un amigo. Eternos, a donde lleguemos La Iglesia católica, influenciada por la filosofía griega, nos habla de un alma que sobrevive cuando nos llega la muerte y que habitará en algunas regiones etéreas dependiendo de cómo nos hayamos comportado aquí en la tierra. Nos promete que, si nos portamos bien y cumplimos con los mandamientos de la Santa Iglesia, disfrutaremos del paraíso de donde fueron expulsados Adán y Eva. Si, por el contrario, nos portamos muy mal, nos espera un infierno ardiente donde pagaremos con creces por todo el daño que pudiésemos haber ocasionado en vida. Si cometimos pecados que pueden ser perdonados estará el alma en un lugar de purificación: el purgatorio.