Creaciones
(Cuentos y otros relatos)
Devenir de la existencia al arroyo, las hojas que todavía le quedaban al viejo caracolí nos sirvieron de refugio ante el embate del sol, que parecía que con la tarde se hacía aún más caliente, un charco con un agua verde y nauseabunda, fue lo único que encontramos en el arroyo. El perrito se aventuró a beber un poco, el sentido de supervivencia no me dejó tomar y preferí morir de sed. Me senté bajo el caracolí, el perrito se echó a mi lado, me quité el suéter empapado de sudor y como última alternativa, lo exprimí en mi boca, el sudor amargo me produjo náuseas, pero mis sentidos se repusieron y pasados unos momentos me levanté. El perrito continuaba echado, no se movió, lo traté de animar empujándolo con la punta del zapato, no respondió. Lo levanté y con tristeza comprobé que estaba muerto, quise llorar pero las inclemencias del verano y los desamores de la juventud, habían acabado con mis lágrimas, - pobre animal-, me dije entonces, colocándolo encima de la hojarasca.
morían de sed, el océano Pacífico y el océano Atlántico, solo eran dos charcas saladas en medio de dos desiertos interminables, el Magdalena, el Cauca, el Amazonas, el Mississippi, el Danubio, el Ganges, el Nilo, el Orinoco, el salto Floriano, el Rin, parecían enormes serpientes heridas transitando en caudales de arenas y piedras, los que antes eran picos nevados, el monte Everest, la montaña Kanchengjunga, la Lhotse, la Makalu, nuestra Sierra nevada, eran solo promontorios gigantes de rocas humeantes encendidas por la luz perpetua del sol, los árboles que se resistían a morir, eran de follaje amarillento y débil, los automóviles en que los mortales presumían con orgullo inmortal, eran solo chatarras oxidadas a lado y lado de las vías.
Tuve entonces la certeza de que las únicas personas vivas en el pueblo eran el viejo que dormía bajo el neem y yo. La tarde llegó tan calurosa como el medio día, pero el sol comenzaba a ocultarse, la soledad me envolvió y entre la sed y la nostalgia, estaba muy seguro que dentro de poco moriría, Salí a hablar El pueblo estaba desértico, el con el viejo, pero este ya dormía viejo continuaba durmiendo una siesta eterna, con el alma y bajo el neem, el sol amainaba el espíritu calcinados por la sed. pero el sopor seguía áspero y asfixiante, entré a la casa, siquiera el ruido de los insectos se sentía, encendí el televisor, las noticias hablaban de una sequía universal, las personas que sobrevivían andaban como zombis, por las calles suplicando a los multimillonarios, que con su poder almacenaron el agua en enormes recipientes y escondidos en sus inalcanzables rascacielos, comían y bebían gozando el poder de sus fortunas. Todo los animales del planeta
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Escrito por: » Pablo Lautaro
Pueden suponer algunos, se me ocurre pensarlo de este modo, que atado está el destino a las circunstancias de una prestidigitación. Podríamos deducir en vistas de entender origen como inicio o nacimiento. Debemos abordar la hipótesis de que todo lo que es, en algún momento no fue o dejará de serlo. Creo que es necesario situarse en un punto, circunstancia o fricción del cosmos para dar lugar. Visualizar el ciclo en que ese algo se empiece a gestar y venga o llegue. Tal vez podríamos pensar que la nada es un todo y en ese vagar de partículas o materia, silencios o palabras, vida o muerte. Efluir de las futuras creaturas o seres en sentido y característica de quien las genere, las haga manar en morir/nacerse. Le pregunté una vez a un monje en el Tíbet, si creía él, que en sus oraciones cabía la medicina para sanar los males del mundo. No me respondió de inmediato, continuó su aletargado silencio y después de cerrar los ojos y abrirlos mirando en línea fija hacia la montaña, dijo: Es una cuestión de cada ser, las oraciones nos acercan a entender que es solo un camino más para este mundo que está gestándose. En otra oportunidad, consulté a un pastor evangelista en Los Ángeles, si él creía que en sus iglesias se encontraba la cura para los males del mundo y frenar la guerra. No terminaba de hacer las preguntas y comenzó a responderme con un largo discurso proselitista y a tratar de convencerme de que si