HOMENAJEADOS
Emiro Figueroa Pérez »
Una vida luchando por la tierra
ante los integrantes de la ANUC fue la que tantas veces han presentado los campesinos de todas las regiones del país: la falta de terrenos propios donde cultivar. A pesar de su poca preparación académica, defendía con celo la causa campesina y participaba activamente en distintas discusiones que se llevaban a cabo. Sin miedo ni vacilación exponía las inquietudes de sus compañeros campesinos. Sus parcas y precisas palabras eran escuchadas con respeto porque los escuchas se identificaban con sus propuestas. Después de la muerte de su compañera, la vida le dio una segunda oportunidad y encontró a Oneida Ramírez Castro, su actual pareja, con la que tuvo dos hijos. Actualmente, Emiro Figueroa posee una parcela ubicada en la vereda El Bongal. En ella cultiva aguacate, cacao, yuca, ñame y plátano. Su hijo, Tairo, lo acompaña en la inmensidad de este territorio. Tiene la amabilidad y decencia del típico campesino de Los Montes de María. Su piel asoleada y sus callosas manos, son un rasgo distintivo de aquellos que se dedican a trabajar la tierra para obligarla a dar frutos. Es de los que dicen verdades sin rodeos y en su rostro se nota el orgullo que siente de representar a sus compañeros labriegos, como integrante de la Asociación de Usuarios Campesinos en donde desempeña la labor de vocal. Nació en Sabanas de Beltrán, departamento de Sucre hace 74 años. Desde niño aprendió a cultivar la tierra al lado de sus padres; cultivaba tabaco, maíz y ajonjolí. A la edad de 27 años llegó a San Jacinto acompañado por su mujer y tres de sus hijos, procedente de La Sierra, corregimiento del Salado. El pueblo y su gente lo entusiasmaron y desde entonces lo hicieron sentir como un sanjacintero más. Su familia fue creciendo hasta completar siete miembros. Años más tarde lo tocó la desgracia y su compañera falleció por enfermedad. Trabajando en la vereda Gavilán, fue comisionado por sus compañeros para que los representara en las reuniones que se hacían en la Casa Campesina del municipio. La queja que presentó
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Nunca ha dejado de tomar la vocería para defender al campesinado, ni siquiera en la pasada época de violencia, durante la que cayeron algunos de sus compañeros. Con convicción nacida del alma asevera: “la vida en el campo es bonita. Nada como levantarse temprano, escuchar el trinar de las aves, sentir el aroma de un buen tinto y disfrutar los frutos del arduo trabajo que realizamos. Por eso anhelamos la paz, porque con una paz estable y duradera, muchas personas podrán regresar al campo. No me gustaría emigrar a la ciudad como lo han hecho tantos compañeros; nací, me crié, vivo y viviré en el campo hasta que Dios lo permita”
Escrito por: Hernan Piemienta Vásquez.