Rogério Haesbaert
o uniformidad y el de la cohesión regional (funcional, en este caso). Mientras el abordaje zonal prioriza la consideración de los fenómenos en un área (o superficie), el reticular prioriza la aproximación a los fenómenos en red o los flujos. Sin embargo, es importante recordar que los llamados principios de extensión y conexión también se pueden trabajar empezando por priorizar solo una de estas dos lógicas, digamos la zonal. Por ejemplo, en la tradicional regionalización en regiones naturales, propuesta por Fábio Guimarães (1978 [1941]), estas solo se pueden determinar “luego del análisis de la distribución de los hechos geográficos y de las influencias recíprocas que estos hechos ejercen entre sí, en una extensión dada” (Guimarães, 1978: 324; énfasis original). El enlace, entre los “principios” de la extensión y de la conexión, defendido por él, adquiere un carácter muy relativo. En realidad la “conexión” implica aquí sobre todo interrelación entre fenómenos en un área. Esto quiere decir que la interrelación tiene lugar a partir de la “conexión” (“superposición”, en términos más estrictamente cartográficos) entre regiones elementales (clima, relieve, vegetación, por ejemplo). De esta manera es capaz de formar una región compleja o “natural” en un sentido estricto.26 De cualquier modo, sin duda se trata de consideraciones que, por medio de lecturas asociadas que retomaremos con más detalle en las conclusiones de este trabajo, animan el debate geográfico hasta la actualidad. 3.2. MUERTE Y VIDA DE LA REGIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA MARXISTA
Si la llamada geografía cuantitativa representó el primer momento de muerte y resurrección de la región, el segundo vino con la geografía crítica de fundamentación marxista, que, de cierto modo, comienza “matando” la región de la geografía regional clásica de matriz francesa. En este sentido, es bien conocido el texto-capítulo de Yves Lacoste (1976), “La mise en place d'un puissant concept-obstacle: ‘la region’”. En una versión posterior (traducida al portugués en 1988), este término se transformó en “región-personaje”, subentendiéndose así que no se trataba de cualquier concepto de región.
26 Guimarães (1978 [1941]) también sugiere no confundir “uniformidad” y “unidad”. La uniformidad efectiva, en cuanto homogeneidad regional entre múltiples dimensiones (aun cuando tengamos en cuenta solo aspectos “naturales”), no existe. Ya la “unidad” regional en cuanto conexión de distintos elementos (el de las “regiones elementales”, que toman en cuenta un único fenómeno o dimensión), se puede considerar en función de la preponderancia de un elemento sobre los demás. Así, la geografía clásica creía casi siempre que era posible elegir un elemento (ya fuera la geomorfología, el clima, o la cultura, entre otros) como el preponderante en la realización de la “conexión” o de la unidad regional (reuniendo en torno de sí los demás elementos o dimensiones).
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