CUENTERIA 4 - 2021

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ÁGORA, FESTIVAL DE CUENTOS Y CUENTEROS EN BOGOTÁ

Nicolás David Cabezas Mesa

La escena es la única verdad El escenario es un territorio de verdades, exploración y reflexión constantes, el artista recrea la vida real en un escenario artístico. Cada persona escucha, lee, habla, hace, camina, construye su vida. Cualquier momento forma parte de un relato personal y la sumatoria de todos los relatos construye un relato colectivo. Quien no tenga nada que decir, no es artista La relación creación escénica-país es un acto político, hacer arte significa hacer política, crear un universo de verdades en la escena que reflejan la crisis de una sociedad, y son verdades propias porque el artista pacta con el público; es una complicidad entre el artista y su público, que durante media hora, una, dos o lo que dure la obra, la realidad ha mutado, lo que está fuera del teatro no es relevante y dentro de él, la realidad. Existe una evaluación constante a lo que nos rodea: la literatura, la moda, la televisión, la política, el arte, la tesis, en fin, llamamos opinión crítica a los juicios de valor realizados sobre lo que es expuesto de manera pública, todo lo sometemos a una crítica y vivimos con ello. El artista critica al político de turno y los fanáticos del político critican al artista, toma y dame, una especie de trueque. El artista no critica por criticar, sino por necesidad de expresión. En la escena el artista, como ya se dijo, es dueño de la verdad y debe hacer uso de ella de la mejor manera, no es manifestarle al público “el transporte público emite emisiones de carbono que afectan el medioambiente” porque puede que ya lo sepan o ya lo han escuchado, es trasladar el mensaje de lo crudo y rutinario que escuchamos en las noticias y vemos a diario, a un lenguaje donde se reflexiona sin sentir que me están regañando. La creación de máscaras, personajes, la fantasía, la poesía, la canción, son elementos que si bien nos brindan espectáculos que merecen aplausos, contienen el reflejo de una sociedad en crisis, como lo expresa Carlos Reyes “el teatro es un espejo crítico fuerte”, los elementos físicos, la manera en que está vestido el artista y el relato que brinda son el producto de un universo que habitamos, vivimos y analizamos transformándolo en arte. El Bosque de Asfalto ocurre en una ciudad de apariencias, siempre se ve elegante y bien arreglada, en donde se “vive feliz por siempre”, como en los cuentos de hadas, pero en esa ciudad un día amanecen muertos y desaparecidos en las primeras planas de los periódicos más amarillistas, rompiendo esa falsa idea de felicidad. Este universo que se plantea al público lleva a algunos personajes de los cuentos clásicos, que reflejan todo tipo de emociones y actitudes humanas, con maldiciones, motivados por la avaricia y la venganza, dejan de ser cuentos con final feliz, en un cuento que alarma a los seres del Bosque y los deja con un final que podemos encontrar en un periódico amarillista. Quizá al escuchar esta historia el espectador encuentre algún parecido con situaciones vistas, vividas o identifique algún personaje con una persona que habita este mundo, esta región, es parte de su familia o hasta 44 usted mismo.


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