ARTE
EL PRADO Y LOS ARTISTAS UN LIBRO EDITADO POR LA FÁBRICA RECOGE LOS RECUERDOS, VIVENCIAS Y SENTIMIENTOS EN TORNO AL MUSEO MADRILEÑO DE ALGUNOS DE LOS MÁS INSIGNES NOMBRES DEL ARTE ESPAÑOL. TEXTO JUAN LUIS GALLEGO FOTOGRAFÍA ÁLVARO FELGUEROSO
VELÁZQUEZ ESTÁ PRESENTE EN CASI TODOS ELLOS, en los diez testimonios que María de la Peña, historiadora del Arte y periodista, ha recogido en el libro Diez artistas y el Museo del Prado. Diríase, a raíz de sus reflexiones, que es el pintor por excelencia. Aunque también aparecen Goya, Rubens, Tiziano..., y muchos otros. El objetivo del libro no es convertirse en una suerte de guía crítica sobre el museo madrileño. Es algo mucho más íntimo: diez relatos en primera persona trufados de recuerdos de la primera vez, de anécdotas, de reflexiones, de deseos y sentimientos, e incluso de alguna crítica. Y de un lamento casi unánime por una masificación que, para quien tuvo la suerte de recorrer casi en solitario las salas del Prado no hace tantos años, llega a espantar. No lo suficiente, sin embargo, para dejar de ensalzar sus virtudes, animar a su visita y recordar que, también en tiempos de internet, cuando hasta el detalle de un cuadro puede ser amplificado hasta el infinito en una pantalla, nada puede sustituir “el encuentro, el proceso de mirar, observar y pensar”, en palabras de Juan Uslé. La autora, que trabajó casi 12 años en el departamento de Comunicación del Museo del Prado, ha contado con la colaboración de Miguel Falomir, actual director, y Manuela Mena, doctora en Historia del Arte, con puestos de distinta responsabilidad en el Museo durante casi 40 años.
58
CRISTINA IGLESIAS
Escultora (San Sebastián, 1956)
LAS PUERTAS DEL MUSEO
Fueron Miguel Zugaza, entonces director del museo, y Rafael Moneo, el arquitecto a cargo de la ampliación, quienes encargaron a Cristina Iglesias la construcción de las puertas: una magnífica obra de seis hojas en bronce convertida ahora en una “pieza pública” pero que “tiene una función” a la vez que “construye un espacio público”. Dice la escultora que miran a Las meninas, uno de los cuadros que la impresionó cuando visitó por primera vez el Prado, quizás con 15 años. Son varios los conceptos que encierran esas puertas, por ejemplo, la contemplación, que pretende que, en la mirada del visitante, varíe en cada ocasión –por eso sus hojas se mueven seis veces al día, para construir espacios–. También la naturaleza forma parte de la obra, frecuente en la trayectoria de Iglesias y en el cercano Jardín Botánico. O las capas que se superponen en los cuadros. “Espero que las puertas perduren –confiesa la autora– y me conformo con que haya gente a la que le conmuevan”.