ENTREVISTA
EL ESCRITOR REINVENTADO UNA CONVERSACIÓN CON JAVIER CERCAS SOBRE EL PLACER DE ESCRIBIR, LA LITERATURA COMO CATARSIS Y LA FURIA QUE ENCIERRA INDEPENDENCIA, SU ÚLTIMA NOVELA. TEXTO JUAN LUIS GALLEGO FOTOGRAFÍA JACOBO MEDRANO
Hace 20 años, Soldados de Salamina, se convirtió en una de las novelas más celebradas de la literatura española contemporánea. Anatomía de un Instante, sobre el 23-F, El impostor y El monarca de las sombras son algunas de las obras que Javier Cercas ha publicado desde entonces. En 2019, ganó el Premio Planeta con Terra Alta. Independencia, publicada ahora por Tusquets, es la segunda parte de una saga que el autor ha concebido como una tetralogía.
DICE QUE EL PROCÉS, ESE FUROR INDEPENDENTISTA que estalló en el otoño de 2017, le ha cambiado la vida. Radicalmente. Ahora es menos ingenuo, menos espontáneo, pero más escritor, aunque un escritor enfadado. En esa Cataluña a la que se mudó cuando tenía cuatro años con su familia desde Extremadura (nació en Ibahernando, Cáceres, en 1962) transcurre Terra Alta, la novela que le valió el premio Planeta en 2019 y con la que presentó al panorama literario español a Melchor Marín, un mosso d’esquadra concienzudo y leal, pero con demasiadas aristas en su personalidad. Independencia, el libro que acaba de lanzar Tusquets –la editorial con la que Cercas compartió ese fenómeno literario llamado Soldados de Salamina en 2001 y a la que vuelve ahora–, es la segunda entrega de lo que promete ser una tetralogía en torno a este personaje. Esta entrevista no va de la novela, aunque vertebra una conversación que, sin embargo, transcurre por otros derroteros: la literatura por supuesto, pero también la actitud ante la vida, la corrupción, la ingenuidad e, incluso, la parte maldita de cada uno de nosotros.
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A tenor de sus últimas declaraciones, pareciera que ha cambiado usted ese sufrimiento que, dicen, es necesario para crear por el cabreo. ¿Es así, cabreado escribe mejor? Sin la menor duda. La felicidad no es productiva literariamente, en absoluto. En un mundo feliz, no habría… novelas seguro que no; poesía, tal vez, poca y muy mala. El material de los escritores es lo malo, no lo bueno. ¿Y por qué ese cabreo, es una actitud vital o es que realmente le dan razones para ello? No, no es una actitud vital. Yo soy un tío de muy buen rollo, créeme. Pero han pasado cosas muy malas que a mí me han afectado y que no saco en mi vida diaria porque podría provocar catástrofes, ni en mis artículos, pero sí saco en mis novelas. Para eso sirven las novelas, para sacar toda la furia que llevas dentro, todo el dolor que llevas dentro, la parte maldita la llamaba George Bataille, el mal. Todo eso lo sacas fuera, y entonces puedes comportarte como una persona civilizada (risas). No deja de llamar la atención un enfado tan personal por razones no personales. Sí, no es personal, no estoy cabreado con nadie en concreto. Cuando la Historia,